Incesto, negación y colusión. El caso de Josef Fritzl
Juan Vives Rocabert
No me quiebro mucho la cabeza en relación con el bien y el mal,
pero en términos generales he encontrado poco “bien” en las gentes.
La mayoría son según mi experiencia, unos canallas…”
(Carta del 9 octubre de 1918 a O. Pfister)
- Freud
Desde Tótem y tabú (Freud, 1912-13) sabemos que los constituyentes más importantes de la cultura y las organizaciones sociales -lo que constituye la ley- son las prohibiciones del incesto y del parricidio. Sin embargo, Freud no era demasiado optimista en relación a la posibilidad de coartar fuerzas tan poderosas que habían tenido que sufrir su interdicción en prácticamente todas las culturas existentes, y dejó anotado que “la intensidad de los deseos incestuosos se hace aún sentir detrás de la prohibición…” (Freud (1927, p. 2965). De hecho, a cada momento aparecen ejemplos de lo difícil que resulta la coartación de pulsiones que empujan al hombre en pos de la mujer nutricia y a desembarazarse de quien impida o haga difícil dicha aspiración, así como la tendencia nunca del todo sofocada, de convertirse una y otra vez en el padre de la horda primitiva, ser la ley y ejercer un poder absoluto; es decir, la ilusión nunca del todo domeñada de poseer a todas las mujeres y someter o castrar a los demás varones.
Originalmente, Freud pensó que la causa de las neurosis tenía que ver con un trauma sexual ocurrido en la infancia a manos de un familiar cercano, frecuentemente el padre; pero luego se dio cuenta de que hacer de esta observación una regla universal había sido ir demasiado lejos y empezó a enfatizar la importancia del mundo interior, del poder de la fantasía inconsciente. Como sabemos y nunca se ha enfatizado lo suficiente, Freud nunca abandonó la teoría de la seducción sexual, pese a los argumentos esgrimidos por Masson (1984). Como veremos enseguida, le asistía toda la razón ya que las fuerzas que impelen hacia relaciones incestuosas son no solo persistentes sino indestructibles.
El tema ha cobrado actualidad en virtud de que el pasado mes de abril (2008) el mundo se conmocionó con la noticia, rápidamente divulgada por todas partes, de que un sujeto había secuestrado, violado y engendrado siete hijos con su propia hija, a la que mantuvo oculta en el sótano de su casa durante 24 años. Lo relatado no ocurrió en el seno de la sociedad primitiva de alguna nación del llamado tercer mundo o de la polinesia, sino en Amstetten, un pequeño poblado de la muy civilizada Austria, la misma que vio nacer y florecer la obra de Sigmund Freud.
La historia brevemente esbozada es como sigue: Josef Fritzl, actualmente de 73 años, empezó a violar a su hija Elisabeth desde 1977, cuando ella tenía 11 años. En virtud del abuso de que era objeto, la chica escapó de su casa -situada como ya se dijo en la localidad de Amstetten, a 120 kilómetros al oeste de Viena- en un par de ocasiones a los 16 años. La desaparición de la hija sin dejar rastro alguno hizo que los padres acudieran a la policía, donde el padre declaró que se trataba de una muchacha muy díscola que probablemente había huido para irse a vivir con los miembros de alguna secta. La chica fue encontrada en las dos ocasiones por la policía y devuelta a sus padres. Cuando cumplió 18 años, el padre la encerró en el sótano de su casa. La razón esgrimida fue que la chica era rebelde y se ponía a “romper todas las reglas”, esto quiere decir, que iba a bares, fumaba y bebía alcohol; por lo tanto, el secuestro tuvo como finalidad el de “protegerla del mundo exterior” (GMT, 2008). Es claro que Josef Fritzl no tuvo la capacidad para convivir con su hija adolescente y que sus necesidades de control lo llevaron a la violencia, el incesto y el secuestro. Además, como el propio Fritzl declaró, el creció durante la época nazi, “cuando reinaba la disciplina y la obediencia” (CET, 2008).
En el mencionado sótano, este hombre mantuvo presa a su hija Elisabeth durante 24 años, tiempo durante el cual la violó repetidamente. Según se supo, al principio la mantuvo sujeta a una viga con esposas y posteriormente, durante los primeros nueve meses del encierro, la tuvo amarrada con una soga. El resultado de estas relaciones sexuales incestuosas se concretó en siete embarazos (uno de ellos gemelar) con sus respectivos partos, que el propio secuestrador se encargó de atender. Uno de estos productos (uno de los gemelos) murió al tercer día de nacido, por lo que Josef Fritzl decidió incinerarlo en la caldera de la calefacción de su casa para hacer desaparecer el cuerpo.
Según las noticias, el secuestro fue fríamente planeado, pues el padre pidió y consiguió -en 1978- el permiso de las autoridades locales para construir un sótano adicional bajo el jardín de su casa, aparentemente como un refugio anti-bombas (Cervera, 2008). Josef Fritzl es técnico electricista, según algunas fuentes, o ingeniero en construcciones, según otras. El hecho es que él mismo construyó dicho sótano sin ventanas, en el que acondicionó dos dormitorios y una sala: un auténtico bunker de 1.70 m. de altura por 60 m. de extensión guardado por dos puertas: una de más de 500 kilos que con el tiempo se volvió impracticable debido a su peso, y otra de metal reforzada con concreto, de 300 kilos, disimulada tras un librero que sólo se abría con un código electrónico accionado desde un dispositivo de control remoto y sólo conocido por Josef Fritzl (Pérez Gay, 2008). Además, para llegar a esta puerta desde el exterior, había que atravesar otras cinco puertas de su casa, todas cerradas con llave. El sótano contaba con una ducha y un retrete; tenía un refrigerador y una estufa. Los secuestrados podían saber del mundo exterior gracias a una televisión, un reproductor de películas y una radio que Josef Fritzl les proporcionó. Con el fin de amedrentarlos, Fritzl además de golpear a su hija, los había amenazado a ella y los tres hijos-nietos secuestrados, diciéndoles que quien tocara la puerta de salida caería muerto por una poderosa descarga eléctrica, de la misma forma les comunicó que los haría morir con gas si intentaban escapar -aunque la policía nunca encontró ningún tipo de dispositivo para tal fin.
De los seis hijos que sobrevivieron, tres de ellos, Kerstin, de 19; Stefan, de 18 y Felix, de cinco años, nunca vieron el mundo exterior, y crecieron en los estrechos límites de su sótano de cautiverio. Con los otros tres hijos-nietos, Lisa, de 16; Monika, de 15 y Alexander, el gemelos que vivió, de 12 años, Fritzl se las arregló para hacerlos aparecer en la puerta de su casa, con sendas notas escritas por Elisabeth refiriendo que los había tenido con personas de la secta y que por no poder ocuparse de ellos, les rogaba se hicieran cargo de su crianza. De esta forma, su hija-nieta Lisa fue dejada a las puertas de su casa teniendo nueve meses de edad; Monika a los diez meses; y Alexander a los quince meses. Fue así como estos tres hijos-nietos fueron adoptados legalmente por Josef Fritzl y su mujer Rosemarie. Las ulteriores pruebas del ADN demostraron sin lugar a dudas la paternidad de Fritzl sobre esos seis hijos (EFE, 2008d; Müller; 2008b; s/n, 2008a).
Pero ocurrió que Kerstin, la mayor de los hijos en cautiverio, de 19 años, enfermó de gravedad desarrollando una seria insuficiencia renal y otros problemas de salud típicos de las personas que son “producto de incesto”, por lo que su padre-abuelo se vio en la necesidad de trasladarla a un hospital, al que llegó inconsciente, para su atención el pasado 19 de abril del 2008 (Glendinning, 2008). Los médicos, habiendo detectado una situación anómala pidieron por la televisión que necesitaban que la madre de Kerstin se presentara con el fin de poder aclarar algunos de los problemas médicos presentados por la muchacha. Josef Fritzl no tuvo más remedio que permitir que su hija acudiera al hospital. Sin embargo, luego de que Kerstin fuese internada, Josef Fritzl maquinó un plan para liberar a los otros dos hijos que aún permanecían encerrados, explicándole a su esposa que Elisabeth, la hija que “había huido” para refugiarse en una secta, decidió volver a la casa con los hijos que eran el producto de sus relaciones con gente de la mencionada secta (EFE, 2008b). Cuando Fritzl llevó a su hija Elizabeth al hospital, esta aprovechó la situación para contar su historia a la policía y, finalmente, pudiendo remontar el temor que le inspiraba, fue capaz de denunciar a su padre como su secuestrador y violador, por lo que este pudo ser capturado por las autoridades.
En el examen médico, Elisabeth, de 42 años de edad, aparentaba 20 años más de los que tiene en función de la vida de cautiverio a la que estuvo obligada, tenía los cabellos completamente blancos, los labios arrugados, las encías sin dientes y el cuerpo extremadamente delgado; de la misma forma, los tres hijos-nietos del secuestrador acusaban deficiencias psicomotoras así como debilidades óseas y musculares por carencia de vitamina D, deficiencias en el habla y serias dificultades para orientarse en el espacio (s/n, 2008b; Zeillern, 2008). Cuando Kerstin regresó con los suyos, ya dada de alta y recuperada, luego de haber estado en un coma inducido por más de un mes, ella y sus hermanos han tenido que enfrentar, literalmente, la necesidad de ir conociendo un mundo nunca visto con anterioridad, incluyendo al resto de su familia (Sacally, 2008).
Es importante consignar que las autoridades de Amstetten nunca vieron nada anormal en la vida de Josef Fritzl y su mujer, incluyendo las 21 visitas que hicieron a su casa en ocasión del proceso de adopción de los tres bebés que la hija “había abandonado” a las puertas de la casa de sus padres. Los vecinos tampoco notaron nada raro, sólo que se trataba de un sujeto un tanto reservado. Notaron, sin embargo, que al hombre “le gustaba coquetear con las mujeres”. De hecho, Fritzl fue descrito como una persona particularmente vanidosa en su arreglo personal, siempre con los zapatos relucientes y que, en sus buenos tiempos, tuvo fama de apuesto por lo que “todas las mujeres de la empresa en la que trabajaba estaban detrás de él” (EFE, 2008g).
Posteriormente, al investigar más a fondo, trascendió que, en una ocasión anterior, este hombre ya había sido procesado y encarcelado por un delito sexual. En efecto, Fritzl fue arrestado en 1967 en la ciudad de Linz por violar a una mujer y consta que, en aquel entonces, ya estaba registrado en la policía por otro intento de violación y un delito de exhibicionismo -aún existe, y se encontró, el acta judicial en la que se describe cómo Fritzl intentó arrastrar hasta un bosque y violar a una paseante de 21 años (EFE, 2008a, 2008e). Asimismo, se le acusó en un momento dado de haber provocado un incendio en una pensión de su propiedad con la intención de cobrar el seguro, pero se trató de un rumor que nunca fue confirmado. Estos antecedentes hacen particularmente sospechosa la forma como las autoridades accedieron a que el matrimonio de Rosemaire y Josef Fritz adoptara a tres de los hijos de Elisabeth (jigh, 2008).
Obviamente nadie puede creer que la esposa Rosemarie estuviese totalmente ajena a lo que durante 24 años estuvo ocurriendo en el sótano de su propia casa, sobre todo cuando se supo por fotografías y videos que Fritzl había tomado vacaciones en Tailandia, es decir, en un conocido paraíso sexual famoso por la prostitución infantil (EFE, 2008f). El detalle importante es que se trata de unas vacaciones realizadas en 1998, es decir, hace 10 años, por lo que tuvo que dejar en Amstetten a sus hijos cautivos en el sótano. ¿Cómo pudieron éstos sobrevivir?, ¿quién les administró la comida y demás necesidades vitales durante el tiempo que el padre estuvo de vacaciones en Tailandia? Creo que la única respuesta posible es que fue la esposa de Fritzl quien tuvo que hacerse cargo de los cautivos en el sótano. De esta forma vemos cómo se combinaron la negación psicótica de la madre de Elisabeth y la colusión con su marido para que se pudiera seguir perpetrando el incesto y secuestro de su hija y los tres hijos-nietos.
Pero más allá del ámbito familiar, los medios austriacos sospechan de la actitud displicente de la misma comunidad en la que se dieron los sucesos. Si hacemos caso de la expresión aparecida en un editorial del periódico Österreich que declaraba que: “La comunidad de Amstetten, incluida su población, debería avergonzarse. Los vecinos miraron, muy a conciencia, hacia otro lado” (Müller, 2008a), podemos sospechar cierto grado de colusión del entorno social que, haciendo un uso generoso de la negación, no se quiso dar por enterada de lo que acontecía en la casa de los Fritzl. Al mismo tiempo, es muy sugerente el grado de fascinación que este caso suscitó entre la población si tenemos en cuenta que, junto con una serie de correos electrónicos de reprobación y repudio ante los hechos relatados, trascendió que Fritzl ha recibido también más de 200 cartas de amor de admiradoras que desean relacionarse con él. ¡No cabe duda que el sujeto ejerce una cierta fascinación sobre las mujeres!, lo que quizás va de la mano con los aspectos de colusión del entorno social ya señalados (smh, 2008), pero que también nos advierten sobre el efecto de contagio que la transgresión de un tabú universal tiene sobre cierto tipo de población.
Sabemos que el padre de Fritzl abandonó el hogar cuando él tenía cuatro años, por lo que creció como hijo de una madre soltera y se crió sin padre. Fritzl asegura haber sido maltratado por su madre en la niñez. Al parecer esta tenía un temperamento explosivo y usaba la violencia física prácticamente a diario para controlar a su hijo Josef. Pese a ello, cuando Fritzl adquirió su casa natal en Amstetten en 1959, al poco tiempo llevó a su madre a vivir con él y su esposa. Al parecer, poco a poco cambió su rol de víctima, dado que recientemente se ha sabido que Fritzl se había vengado encerrado durante años a su madre en el piso superior de su casa en el que tapió con ladrillos las ventanas para que nuca más viera la luz del sol, prisión en la que la mujer permaneció hasta su muerte en 1980. Aunque no se sabe con exactitud cuánto tiempo Fritzl tuvo encerrada a su madre, algunos medios locales llegaron a especular que pudieron haber sido 20 años. Según la opinión de la psicóloga Adelheid Kastner, hubo “una tormentosa relación de amor y odio entre Josef Fritzl y a su madre”, dado que esta lo crió sola y nunca le dio amor. Según el relato de Fritzl, la madre le pegaba y pateaba hasta dejarlo tirado en el suelo sangrando (EFE, 2008c), por lo que siempre le tuvo mucho miedo, “más que a ninguna cosa”, además de que la odiaba por lo mucho que le insultaba, calificándolo de «satán, inútil y criminal». Entre otras cosas, la madre le tenía prohibido hacer deportes y tener amigos. Al parecer esto le produjo una gran inseguridad, incapacidad de tener empatía por el sufrimiento ajeno y un profundo resentimiento en contra de las mujeres, del que se defendió desarrollando una creciente tendencia despótica y controladora sobre las personas de su entorno. Es posible, dice la psicóloga, que una forma de compensar dichos sufrimientos y humillaciones a manos de su madre fuese ejerciendo ese tipo de dominación llevada al extremo de desear ser el dueño de las personas -lo que ocurrió realmente en el caso de su hija. Estas inferencias estarían en la misma línea de pensamiento del director de criminalística de Wiesbaden, Rudolf Egg, quien pensó que las actuaciones de Fritzl estuvieron motivadas por sus fantasías de poder y por la necesidad de tener un control absoluto aunque fuera sobre una pequeña porción del mundo (DPA, 2008).
Otros datos que poseemos es que Fritzl se casó con Rosemarie a la edad de 21 años con quien procreó siete hijos, incluyendo a Elisabeth que nació en 1966. Luego de haberse graduado en ingeniería eléctrica, trabajo en Linz. Como ya dejamos dicho, fue allí donde estuvo en prisión durante 18 meses, en 1967, acusado de haber violado a una mujer de 24 años. Luego de que salió de la cárcel obtuvo trabajo en una empresa de Amstetten dedicada a materiales de construcción, por lo que tuvo que viajar por toda Austria. En 1972 se compró una casa de huéspedes y otras propiedades que luego rentó, entre ellas, una casita de campo a la orilla del lago Mondsee. Es interesante que los medios no dicen nada de los otros seis hijos que Fritzl tuvo con Rosemarie; sólo una escueta nota nos ha revelado que uno de los hijos, Josef, de 50 años, permanecía aún en la casa de sus padres; sujeto que es descrito como soltero, tímido y solitario (Peregil, 2008).
Un aspecto importante a determinar es ¿qué fue lo que determinó la elección de Fritzl para adoptar a tres de sus hijos, quienes pudieran tener acceso a una existencia más o menos normal, y por otra parte, mantener en cautiverio a los otros tres? ¿Qué tipo de escisión se manifestó es este tipo de elección? Es obvio que la disociación en Fritzl operó literalmente entre una vida normal -en el terrero de lo consciente, o sea del piso superior- y una vida psicótica y perversa en la zona del inconsciente, es decir, en el sótano de la casa. De una u otra manera, lo que queda claro es que los hijos de las dos partes con destinos diferentes tuvieron experiencias existenciales -incluso temporales- también totalmente distintas: mientras que Lisa, Monika y Alexander vivieron con Rosemarie y Josep Fritzl una existencia común y corriente, los otros tres -Kerstin, Stefan y Felix- vivieron en un mundo circunscrito una vida de confinamiento y esclavitud, con un tiempo subjetivo totalmente distinto al del resto del mundo y con una importante limitación en el desarrollo psíquico en virtud a carencias o ausencia absoluta de estímulos sociales, educacionales y culturales -cuya influencia se circunscribió a la ejercida por la televisión o las películas que el padre-abuelo les proporcionaba. Por otra parte, los primeros tres estuvieron sujetos y participaron de la acción de la negación psicótica dentro de la dinámica familiar y crecieron al cuidado de una madre coludida por completo a su esposo. Los tres prisioneros, por su parte, vivieron una existencia mutilada en todos los sentidos del término, bajo el terror de un padre-abuelo tiránico con un claro trastorno emocional. De cualquier manera, será una aventura no exenta de vicisitudes y sorpresas la paulatina integración de estos seis hermanos en una nueva familiar “reconstruida” (Bell, 2008).
La complicidad y colusión de toda la familia y del entorno social del barrio en el que habitaban los Fritzl, ¿son expresión de una complicidad basada en la comodidad o, por el contrario, hay determinantes en el inconsciente colectivo que propiciaron la necesidad de ocultar y negar los hechos? En Tótem y tabú Freud decía que quien rompe un tabú es considerado un ente peligroso, tabú él mismo, pues su ejemplo puede despertar el deseo de imitación en los demás, de ahí la necesidad de castigar al transgresor. En este caso, operó la negación que posiblemente estuvo al servicio de un mecanismo parecido al relatado por Freud: al parecer la mejor forma que esta familia y su entorno social tuvieron para no caer en la tentación del incesto, fue la negación radical de un hecho que se extendió por 24 años… al menos eso es lo que se desprende de esa complicidad aparentemente inexplicable, de esa colusión de la madre, los hermanos y los vecinos acerca de lo que pasaba en el sótano de esa casa de Amstetten. Es interesante la coincidencia con la escritora Elfriede Jelinek, Premio Nobel de Literatura en 2004, quien en su momento publicó una serie de reflexiones en torno del caso de Josef Fritzl. Para la novelista se trata de un tipo de psicopatología que es el producto de las estructuras patriarcales arraigadas en la sociedad católica y conservadora de Austria. Fritzl prácticamente ha personificado la imagen del abuelo-Dios-padre que casi puede constituirse en un arquetipo del sujeto cuya fantasía es reinar sin límites y de que “en nombre del padre empieza y termina todo.” Coincidente con este tipo de arquetipo está el mundo exterior donde reina la tranquilidad, donde no pasa absolutamente nada y donde nadie se atreve a cuestionar la autoridad de este padre-abuelo (EFE, 2008h). La coincidencia de las ideas de Jelinek con lo dicho por Freud en Tótem y tabú no puede ser casual, sino el producto de un conocimiento de las estructuras patriarcales reprimidas que, en un momento dado, emergen desde ese lecho de aparente tranquilidad en el que no se cuestiona nada.
Si tenemos en cuenta que se trata de un cautiverio mantenido por 24 años en el sótano de una casa, en realidad un edificio donde también habitaban inquilinos de los Fritzl; si nos preguntamos cómo fue posible que Josef Fritzl pudiese gozar de vacaciones en Tailandia durante un mes; si somos conscientes de que se trata de una casa conformada por el matrimonio de los Fritzl y de sus siete hijos, una de las cuales -Elisabeth- desapareció para unirse a una misteriosa secta, pero donde quedaron seis hijos más que en el curso de todos estos años fueron creciendo e independizándose, excepto el hijo Josef quien a los 50 años aún vivía en el domicilio parental y fue testigo no sólo de la autonomía paulatina de sus hermanos, sino del crecimiento de la familia con los tres nietos que pasaron a engrosarla; si nos preguntamos cómo es que Josef Fritzl podía pasarse muchísimas horas en su despacho del sótano, siempre solo, trabajando en el diseño de “artefactos” misteriosos, y sin permitir que nunca, en 24 años, alguna persona pudiera penetrar en su sagrado recinto, ni siquiera para una limpieza elemental, y que en este tiempo nunca se necesitó -aparentemente- el arreglo del baño, la ducha, el refrigerador o la televisión; si tomamos en cuenta que, eventualmente, una persona puede ser particularmente obtusa pero que es difícil que esto ocurra con todos los miembros de una numerosa familia de manera simultánea; si tomamos en consideración todos los factores mencionados, tendremos que admitir que hay argumentos para asumir que el affaire Fritzl sólo pudo ocurrir gracias a un mecanismo de negación en toda la familia, donde todos sus miembros se coludieron en una suerte de alucinación negativa colectiva para no ver lo que estaba frente a sus narices. Incluso podemos agregar la paradoja lógica que resulta de saber que, cuando Kerstin se puso enferma y tuvo que ser hospitalizada, Josef Fritzl ideó la estrategia de “rescatar” a su hija e hijos-nietos, haciéndolos aparecer de buenas a primeras en su casa de arriba con la historia de que a Elisabeth la habían liberado, finalmente y luego de 24 años, los miembros de la secta, por lo que se había presentado en su casa con sus otros tres hijos para ser ayudada y protegida por su familia de origen. Una historia tan fantástica como la anterior tiene que contar, por necesidad, con la complicidad y negación psicótica de toda la familia.
Paralelamente, dicha historia supone un grado descomunal de megalomanía y omnipotencia en el pensamiento de su constructor, Josef Fritzl, quien todo el tiempo supuso que tan peregrina idea podía ser creída por sus familiares, pero al mismo tiempo, nos indica que Fritzl contaba con la capacidad de negación y colusión de su familia para tragarse dicha historia. La posibilidad de que Elisabeth o cualquiera de sus otros tres hijos-nietos hablara del asunto, parece no haber pasado por su mente dado el férreo control que tenía sobre la conducta -y casi podríamos decir que sobre el pensamiento- de la totalidad de sus secuestrados así como de su “familia oficial”. Sin la complicidad tanto de los de arriba como de los de abajo, el plan no podía ser ni siquiera pensado. Lo anterior nos lleva a la constatación de un funcionamiento que, tras la apariencia de normalidad de una familia promedio dentro de su comunidad, se trata de la dinámica de una familia que funciona en virtud de la presencia de islotes psicóticos, gracias a cuya negación podían vivir con la alucinación negativa de lo que cotidianamente sucedía en su entorno inmediato: en el sótano de su propia casa.
Como era de esperarse, la prensa inmediatamente relacionó lo sucedido con el hecho de que durante la Segunda Guerra Mundial funcionaron dos campos de prisioneros en Amstetten, adjuntos al campo de concentración de Mauthausen, sin que aparentemente nadie se diera cuenta de lo que allí sucedía. [2]
Es claro que correlacionar lo que sucedía en Amstetten con lo ocurrido en el vecino campo de concentración y exterminio de Mauthausen puede parecer exagerado; sin embargo, no deja de ser muy sugestivo que Josef Fritzl -que, según sus propias palabras, “creció durante la época nazi”- haya utilizado con los habitantes del sótano la amenaza de matarlos con gas si intentaban escapar, de la misma forma que eran gaseados muchos de los prisioneros del campo de Mauthausen cuando eran encerrados en los supuestos baños. De la misma forma, el detalle siniestro de haberse deshecho del cadáver de su hijo-nieto que murió a los pocos días de nacido recurriendo al expediente de cremarlo en el horno de la calefacción, nos recuerda también el expeditivo método de los nazis de quemar en hornos los cadáveres de los prisioneros asesinados.
De igual manera podemos entender la disociación que se dio entre la población austriaca paralizada de terror al vivir bajo el régimen nazi y sus políticas genocidas, mientras sus verdugos se apoyaban en notables y prósperos hombres de negocios, educados hasta la sofisticación y selectos en su buen gusto y maneras refinadas. A esta forma de disociación pudo unirse el factor señalado por Ramírez Ospina (2008) quien nos recuerda que, durante la ocupación nazi, los vecinos que delataban a sus conciudadanos a las autoridades germanas eran satanizados socialmente, por lo que, después de la Segunda Guerra Mundial, la sociedad austriaca adoptó una actitud de no-denuncia en virtud de esta etiquetación social negativa en contra de los delatores. Pudiera suceder que esta forma de defensa haya dejado tales huellas en el inconsciente de los ciudadanos austriacos que perdura hasta la fecha. Según este autor, nadie se atreve aún hoy a aparecer como delator o como aquel que dio parte a la policía de cualquier suceso de la vida comunitaria en Austria.
Fritzl, como los nazis y haciendo uso de mecanismos disociativos semejantes, privó de la libertad y violó los derechos humanos más elementales de uno de sus hijos -Elisabeth- y de sus hijos-nietos, comportándose de manera despótica, sádica e incestuosa en el submundo del sótano, mientras que en su fachada oficial del mundo de arriba mantenía la imagen del próspero hombre de negocios retirado, educado, guardián de las buenas costumbres y católico practicante.
Es interesante advertir que Josef Fritzl nació el 9 de abril de 1935 en Amstetten, Austria, mientras Freud aún vivía en Viena. De alguna manera, es interesante ver como se trata de dos vidas que, incidentalmente, se cruzaron en el tiempo: la del descubridor del complejo de Edipo y la sexualidad infantil, que tanto revuelo había de ocasionar entre las personas de buenas costumbres, y este padre que abusó sexualmente de su hija menor de edad y promotor del actual escándalo mundial debido a la constatación de un incesto en el que sospechosamente pudiera estar coludida la esposa del secuestrador y la comunidad entera que, al parecer, “miró hacia otro lado”.
¿Qué tipo de psicopatología explica una conducta como la de Josef Fritzl?, ¿qué forma de constelación familiar se necesita para que un sujeto sea capaz de formas tan aberrantes de sadismo y control sobre la vida de otras personas, como sucedió sobre su propia hija y tres de sus hijos-nietos?, ¿qué ocurrió en la vida de Fritzl para que normas tan condenadas socialmente como la prohibición del incesto fuesen rotas sin ningún miramiento y, al parecer, sin consciencia de estar transgrediendo límites que tienen milenios de establecidos? La opinión de algunos psiquiatras ingleses es que se trata de un Trastorno Psicopático de la personalidad; algunos han hablado incluso de un problema psicótico, o bien de una psicopatología de tipo perverso (s/n, 2008c). Incluso el Canal Cuatro de la televisión inglesa se ocupó del tema con una serie llamada El sótano de los horrores, donde fue analizado el caso de Josef Fritzl (s/n, 2008d). Lo cierto es que es difícil encasillar bajo un rubro lo ocurrido en Amstetten, además de que no nos sirve para entender lo sucedido.
En realidad se trata de un caso que nos confronta con la posibilidad de que, en una misma persona, coexistan un comportamiento aparentemente normal al mismo tiempo que una conducta aberrante y asocial. De hecho, no se trata de un caso de doble personalidad como los descritos por Morton Prince, sino de otro tipo de problemática en la que interviene a partes iguales la negación y la disociación. Obviamente, son los mecanismos de escisión del Yo los que nos pueden explicar este tipo de fenómenos, aunque queda por dilucidar la ausencia de conflicto entre tendencias libidinales y sádicas que tradicionalmente resultan incompatibles con las normas culturales vigentes y dichos preceptos sociales. Es claro que este tipo de casos cuestiona la firmeza y efectividad de tales normas o prohibiciones, así como evidencia la intensidad que los impulsos incestuosos pueden llegar a tener. Parecería que la necesidad de control de la mujer, derivada de las dolorosas experiencias con su madre, el llamado impulso de dominio -mencionado por Freud en repetidas ocasiones- y nunca acotado por una figura paterna eficaz, así como la necesidad de gratificación de una libido edípica nunca satisfecha parcialmente como una relación de ternura en la relación con la madre en su momento, tuvieron mucho que ver con la dinámica de lo ocurrido en Amstetten.
Cualquiera diría que con el caso de Josef Fritzl -y otros [3] que de tanto en tanto aparecen en la prensa- estamos hablando de seres excepcionales en su perversidad, de personas sin límites morales y conductas que los colocan del otro lado de una saludable línea divisoria entre la salud y la enfermedad, entre el bien y el mal. Sin embargo, desde Freud sabemos que dichos límites no existen con la nitidez que desearíamos y que sólo hay distinciones de tipo cuantitativo entre los Fritzl del mundo y nosotros mismos. Y esto es lo que nos intranquiliza: la cotidiana constatación de que, gracias a mecanismos de tipo disociativo, el llamado “monstruo de Amstetten” (Olaso, 2008) podría vivir -potencialmente- en cada uno de nosotros. De ahí que sea mejor tomar cierta distancia de los sujetos tabú, de quienes han roto la prohibición y nos ofrecen la evidencia de que dicha norma puede ser rota, que ciertos instintos muy elementales sí pueden ser satisfechos, pese a todo y a todos.
Bibliografía
—AP (2008): Cadena perpetua. Violó a sus hijas por más de 25 años, Publímetro, 26 noviembre del 2008.
—BBC Mundo (2008): Perfil: La doble vida de Josef Fritzl. http://noticias.prodigy.msn.com/bbc.aspx?cp-documentid=7044701
—Bell, B. (2008): Josef Fritzl no explica por qué lo hizo. http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/international/newsid_7376000/7376665.stm
—Brown, D. (2008a): British Fritzl jailed for 30-year rape regime over daughters. 25 noviembre 2008. http://www.timesonline.co.uk/tol/news/uk/crime/article5232441.ece?token=null&offset=0&page=1
—Brown, D. (2008b): At least they got something from this’ says rapist father in Sheffield case. 27 noviembre 2008.http://www.timesonline.co.uk/tol/news/uk/crime/article5240946.ece
—Cervera, J.L. (2008): El perfil psicológico de Josef Fritzl. 29 abril 2008 http://www.telecinco.es/elprogramadeanarosa/detail/detail3043.shtml
—CET (2008): El ‘carcelero’ austriaco confiesa que su hija Elisabeth ‘era como una adicción’. 8 mayo 2008. http://www.elmundo.es/elmundo/2008/05/08/internacional/1210259740.html
—CNN (2008): Austria: Se esclarece el incesto de Amstetten con la confesión del padre. http://www.cnnplus.com/codigo/noticias/ficha_noticia.asp?id=639611
—DPA (2008): Joswef Fritzl. Austríaco responsable de macabro incesto. http://www.nacion.com/ln_ee/2008/abril/30/pais1516034.html
—EFE (2008a): Encuentran actas sobre delitos sexuales de Josef Fritzl del año 1967. 2 mayo 2008. http://www.vanguardia.com.mx/diario/noticia/europa/internacional/encuentran_actas_sobre_delitos-sexuales_de_josef-fritzl_del_ano-1967/160682
—EFE (2008b): Confiesa austriaco ser el padre de todos los hijos y haber quemado a uno. 28 abril 2008. http://www.el-universal.com.mx/notas/502492.html
—EFE (2008c): Fritz encerró a su madre durante años para que no viera la luz del sol. 30 octubre 2008. http://espanol.news.yahoo.com/s/30102008/54/internacional-fritzl-encerro-madre-viera-luz.htm
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[1] Trabajoinscrito enelXLVIIICongreso Nacional de Psicoanálisis de la A.P.M.&ldquoLa práctica Psicoanalítica: Convergencias y divergencias&rdquo, en Xalapa, Ver., el 4 de diciembre del 2008.
[2] Entre 1938 y 1945 pasaron 199,400 prisioneros por Mauthausen, de los cuales 119,000 murieron asesinados en el campo central o en sus subcampos. De estos, un tercio eran judíos.
[3] Los periódicos no dejaron de correlacionar el caso de Elisabeth con el deNatascha Kampushch, secuestradaenla pequeña localidad de Strasshof, muy cerca deViena,a los diez años de edadporWolfgang Priklopil, un ingeniero electrónico de 44 años, que la confinó en un estrecho sótanoduranteochoaños, quienfinalmente logró escapar, luego de lo cual su carcelero se suicidó(Müller, 2008;E.M., 2008;s/n, 2006). Es también famoso el caso de Carol Smith (The girl in the box) secuestrada durante siete años por Cameron Hooker y su familia. En su momento, causó consternación el secuestro de Josefina por Gary Heidnik durante cuatro meses. Un caso más parecido al que hemos tratado en esta oportunidad fue el de Lydia Gouardo en la ciudad de Coulommes, cerca de París, Francia; una mujer de 45 años que vivió secuestrada y maltratada por su padre -en realidad padrastro- durante 28 años, durante los cuales tuvo seis hijos de su violador (Ortega Bobadilla, 2008).Luego de haber concluido el presente trabajo apareció en la prensa el caso másrecientede incesto y violación: un sujeto,denominadocomo Sr. X.,ciudadano británicodivorciado de 56 años,violó reiteradamente a sus dos hijas desde que teníanochoy diezaños de edad, respectivamente,durante más de 25 años,a las que además, golpeaba para someterlas.Se trata de un sujetodescrito por la prensa con una personalidad tipo Jekyll y Hide (s/n, 2008f), que puede ponersesumamente violentoen cualquier momento yque, en una ocasión, tiró a su hija de cinco años por las escaleras, por lo que tuvo que ser internada en el hospital con una pierna rota.Este incestoprodujo una considerable descendencia, ya queocurrieron19embarazosentrelas dos hijas, embarazos que derivaron en nueve hijos -dos de los cuales fallecieron poco después del nacimiento- y en un resto de abortos provocados (AP, 2008).Este sujeto acostumbraba amedrentar a su hija menor acercando su cabeza a la llama del gas; incluso en una ocasión le ocasionó quemaduras en los ojos(s/n, 2008e, 2008g).También en este casovemoslos problemas de participación activa de las interesadas yaque las hijas se unieron al padre en contra de la madre cuando ocurrió el divorcio; de la misma forma,tambiéntuvo mucho que verconeldesarrollo de los acontecimientosla colusióny/o negligencia de la policíay la comunidad(Brown, 2008ª, 2008b)
[1] Psicoanalista miembro de L’école Lacanienne de Psychanalyse. Vive en México.
[2] . Como Halperin no duda en nombrarlo, en David Halperin, Saint Foucault, Toward a Gay Hagiography, Nueva York/Oxford, Oxford University Press, 1995. Título irónico que implica una práctica contradiscursiva y un modo de ejercitar el discurso en el sentido inverso al establecido. Este autor nos hace ver cómo es que Foucault forja su teoría crítica frente a todas aquellas perspectivas de fabricar una teoría de la sexualidad. Teoría crítica que forma parte de una tentativa estratégica más basta para escapar a esas teorías que pretenden dar con la verdad de la sexualidad. Se trata –nos dice- de desnaturalizar y desrealizar (desubstancializar) la sexualidad con el propósito de impedir servir de fundamento positivo de una teoría de la sexualidad, de impedirle responder a las exigencias funcionales del discurso que debe producir su verdad. Tentativa de destruir la circularidad establecida entre verdad, sexualidad y poder, como esfuerzo por arrancar la sexualidad de las manos de los expertos, y así formar una fuente donde incitar una serie de contra-prácticas para la investigación y la política.
[3] Inserto aquí una nota virulenta que apareció en el texto de Jean Allouch Erotologia de Pasaje (página, 171) y que él mismo nos índica se encuentra en la introducción de Amy Richlin a su Garden of priapus, sexuality and agresión in Roma humor, Oxford, Oxford university press, 1992: Allí se declara que Foucault no cree en la existencia de la sexualidad antes del siglo XIX, que confunde los mundo helenísticos y romanos, que tiene una posición ascética en cuestión del sexo, que es constructivista (opuesto al esencialismo de la autora según el cual hay una esencia femenina) que perjudica a las mujeres, que lleva a la ética a un punto muerto, que es espectador y no partidario, que olvida la experiencia del penetrado (Kinaidos) que mezcla el oprimido y el opresor en una idea casi sadeana, en resumen, y ésa es la conclusión , que es un desalmado.
[4] L’émergence de la sexualité. Épistémologie historique et formation des concepts. Bibliothèque Albin Michel Idées. París, 2005..
[5] Michel Foucault, Siglo XXI editores, México, 1966.
[6] Michel Foucault, Historia de la sexualidad. La voluntad de saber. Tomo I, Siglo XXI editores, México, 1976
[7] Estudios a los que los psicoanalistas no deberíamos ser indiferentes, cuando menos porque dirigen críticas inteligentes al psicoanálisis. ¿Qué son los estudios gays y lesbianos? Son estudios que se desprenden en una gran mayoría de las ideas promovidas por Foucault y no siempre estando de acuerdo con ellas. Otros estudios se desarticulan y se apoyan fundamentalmente en el pensamiento generado a partir de la revisión metodológica realizada por los grupos feministas y su concepto de género. Estos estudios no se reducen a las tribulaciones y sus reflexiones sobre la homosexualidad, la heterosexualidad es también un tema de controversia como los son los estudiosos S/M, las categorías psicopatológicas, lo que concierne al deseo, a la identidad, al placer y al goce (como se ve, temas nada ajenos al psicoanálisis) su perspectiva sociocultural, histórica es todo un pensamiento de hace una veintena de años, que se encuentran promovidos principalmente en los países anglosajones, integrados casi todos a las universidades estadounidenses más prestigiosas. Por supuesto hay grupos independientes, tales como: Queer Nation, vinculado al grupo anti -sida del grupo ACT UP, etc.
[8] M. Foucault, Historia de la sexualidad. La voluntad del saber. Siglo XXI Editores, México, 1976. p. 14. Las negritas son mías.
[9] M. Foucault, Sei to Kenryoku. (Sexualité et Pouvoir). En Dits et Écrits, París, Gallimard, T III, 1994, p. 552-570
[10] M. Foucault, Op. Cit., 553
[11] M. Foucault, Une interview: sexe, pouvoir et la politique de l’identité. En Dits et Écrits, T. IV, París, Ed. Gallimard, p. 735-752
[12] Sei to Keinryoku. Op. Cit., Pág. 560
[13] Le sexe et l’effroi. Paris, Ed. Gallimard, Folio, 1994.
[14] M. Foucault, Op. Cit. , p.563
[15]J. Allouch, « Pour introduire le sexe du maître », L’opacité sexuelle. Le sexe du maître. Rev. L’unebévue, Nº 11, Paris, E.P.E.L., OTOÑO, 1998, P.77 (En español, El sexo del Amo, Editorial Epeele, México, , 2004).
[16] El analista jamás supone lo que es bueno para el otro. Se distinguirá de las philias y de las caritas. Pues la philia es el amor que uno a los hombres en el saber sobre el bien común que todos tenemos y la caritas implica el saber sobre la salvación y la gracia. El psicoanálisis no tiene como fundamento estas partes ideales de nosotros mismos gracias a los cuales podemos dominar nuestro destino o alcanzar nuestra salvación. Para la philias, Cf. Aristóteles en la Ética nicomaquea, Ed. Porrúa, México
[17] Lacan señala que Freud rehuía con horror el mandamiento “Amaras a tu prójimo como a ti mismo” Freud también decía que no era lo suficientemente sádico para basar su tratamiento en la compasión por el sufrimiento de su paciente. Cf. Sigmund Freud, en “El malestar en la cultura” Obras Completas, Amorrortu Ed. T. XXI, B. A. 1976.
[18] En Dits et Ecrits. T. IV, Editions Gallimard, París, 1994. p. 383-411 y 609 a 631.
[19] Historia de la sexualidad. Op. Cit. , p.72
[20] Ibíd., p. 73. Las negritas son mías.
[21] M. Foucault, Généalogie…. Op. Cit., p. 400
[22] J. Lacan, Lituraterre (1971) En Ornicar? Nº. 41, 1987. p. 13.
[23] Varios autores convergen en decir que en los últimos tiempos Foucault se centró más en la ética. Para Alan Schrif “Concebir la ética desde el punto de vista de las prácticas de sí mismo, permitió a Foucault un enfoque en el que la constitución del sujeto pasa desde la voluntad agustiniana a la idea de la vida como obra de arte. En Pour considérer le sujet comme un processus de soi: de Michel Foucault a Judith Butler. L’Unebévue. « Les communautés électives I. Une Subjectivation queer ? Nº 15, printemps, EPEL, París, 2000.
[24] J. Lacan, en « La place de la psychanalyse en la médecine » . Cahier du Collège de Médecine, 1966. p.761-774.
[25] M. Foucault, en Á propos de la généalogie de l’éthique un aperçu de travail en cours. Op. Cit., p. 388
[26] Ibid, p. 401
[27] Entrevista de René de Ceccatty, Jean Daner y Jean Le Bitoux. En Foucault live (Interviews, 1966-1984) , Sylvére Lotringer Ed. Semiotext(e), 1989, p. 206-215
[28] Ibid., p. 206
[29]En el argumento para un Seminario dictado en Córdoba, Argentina en el año 2000.
[30] Citado en el mismo Argumento Op. Cit Esta sesión del Seminario de J. Lacan se localiza en L’envers de la psychanalyse. (1969-1970).( También publicado en español con el título El reverso del psicoanálisis. Ed. Paidós libro17, Barcelona, 1992. p. 122)
[31] Frank Browning, The culture of Desire: Paradox and perversity in Gay lives today. N. Y. Crown Publisher, 1993, p.103
[1] Se dice de la suspensión, paralización, inmovilidad, en lo moral y/o en lo físico
[2] Término Lacaniano que remite a sustituir el deseo materno (reintegrar simbólicamente al hijo(a) a su vientre) por el deseo paterno (establecer un corte entre la madre y el hijo(a) para entregarlo a la cultura)
[3] Unidad abstracta que comprende el conjunto de grafías de una letra
[4] Objeto “a”: Plus de goce, agalma, resto, fantasma, etc., aparece como el operador que le permite a Lacan elaborar un gran número de articulaciones teóricas y clínicas apoyado en el álgebra, la topología y la lógica.
[5] Término lacaniano que denomina la representación imaginaria del pene y su asociación simbólica con el poder