Rosa Corzo
Esta película dirigida por Todd Phillips (“Joker”, 2019), ha provocado las más diversas reacciones: desde el desprecio hasta la admiración. Así, algunos la critican intensamente porque alienta la agresión a “los ricos”; otros lamentan haber perdido su tiempo en una película que no tiene pies ni cabeza; para algunos es un argumento “extraordinario” y otros más quedan fascinados con la actuación de Joaquín Phoenix. Se puede ser crítico o fanático, pero es difícil permanecer indiferente. ¿Qué nos evoca a todos, este bufón flaco y desgarbado?
Tanto en su título original: Joker, como en la afortunada traducción: Guasón, la palabra tiene significados que pueden ir del que hace bromas y es chistoso, hasta el que se burla y ridiculiza sorpresivamente a otros, pasando por quien, mediante engaños, obtiene una ventaja. No únicamente trata de hacer reír, sino que siempre hay un motivo u objetivo oculto; con frecuencia oculto para el propio Guasón.
Desde la primera escena podemos percibir algo extraño en este hombre disfrazado de payaso, que se mueve parodiando a una bailarina, ajeno a lo que ocurre a su alrededor. Su canto casi imperceptible sustituye para él, cualquier sonido proveniente de la agitada calle en la que se encuentra. Su fuga de la realidad es violentamente interrumpida por unos adolescentes que encuentran divertido burlarse de él, emboscarlo y patearlo.
Ya desde aquí, podemos identificar varios elementos del personaje, que se afirman a lo largo del film: Cuando evade la realidad, se complace repitiendo una coreografía etérea y afeminada; padece de al menos una condición neurológica identificada (cuando se siente presionado, se desencadena una risa incontrolable); mantiene expectativas excesivas respecto a sí mismo y sus habilidades; hay un vínculo perverso entre madre e hijo; y frecuentemente es víctima de abuso y de burla.
La propia trama va develando los orígenes: una mujer enferma que lo adopta para ejercer un poder perverso sobre él, lo ofrece para ser usado por los hombres de su entorno y le provoca una contusión suficientemente severa en la cabeza, como para causar un daño neurológico permanente. Como señala Weldon en sus obras, la perversión femenina supone siempre un abuso que la madre opera en contra de sí misma y de su(s) hijo(s), el ejercicio de poder al jugar entre la vida y la muerte consigo misma y con los objetos que le pertenecen (sus hijos), y la seducción del engaño. Cuando Arthur descubre -o más bien re-descubre- la verdad sobre sus orígenes, los abusos, el incidente que lo mandó al hospital y provoca su risa incontrolable, y todas las historias que configuran el engaño seductor de su madre, se produce un quiebre importante. Toda la agresión escondida atrás del cuidado y la mutua dependencia que lo mantenía atrapado en la misma jaula, explota callando para siempre la voz del engaño y la seducción; rompiendo el vínculo de la única forma que cree posible: asesinando a su madre.
Al describir los comportamientos de los esquizofrénicos, se han dado múltiples explicaciones a los manerismos. Muchos lo ven como una manifestación del deseo de aparentar tener gracia, parecer delicado, galante, sabio; para llamar la atención, singularizarse, hacerse notar. Bleuler (1911) en su libro Demencia Precoz, describe al amaneramiento como una copia servil y presuntuosa del personaje que constituye el ídolo del enfermo y muestra el fenómeno de la sustitución del propio yo por un yo-mítico, al que se considera más fuerte y poderoso, tal vez como la madre que lo somete.
También son frecuentes en los esquizofrénicos, las ideas de sobrevaloración de sí mismos. Se trata de creencias solitarias firmemente sostenidas y relacionadas con la personalidad del individuo, que tienen importantes repercusiones en su conducta. Normalmente se inicia como una mera creencia que la persona va poco a poco reafirmando con “comunicaciones” que detecta de otras personas -y aún de noticieros, anuncios u otros programas en medios de comunicación- que corroboran su creencia por idealización e introyección de ciertos valores, hasta que se establece como una idea firme, rígida e inamovible. Así, Arthur está convencido de ser un gran cómico que podría ser la estrella de cualquier programa. Y cuando falla, es porque lo ataca su trastorno (risa incontrolable) o porque alguien se burla de él o no comprenden sus chistes. Sin embargo, su convicción de ser un gran cómico, es inamovible.
Ya Freud (1917) señaló que “Cuando uno ha sido el predilecto indiscutido de la madre, conservará toda la vida ese sentimiento de conquistador, esa confianza en el éxito que no pocas veces lo atraen de verdad”. O aún antes (1911) “He hallado que las personas que se saben los preferidos o favorecidos por su madre dan pruebas en la vida de aquella particular confianza en sí mismos, de aquel inconmovible optimismo, que no rara vez aparecen como heroicos y lleva a un éxito real”. Se ha dicho que Freud se refiere a sí mismo y su propia posición de consentido de su madre, pero más allá hemos de admitir que es una circunstancia frecuentemente observable: La confianza en sí mismo atrae el respeto y la consideración de los otros.
Tristemente, también podríamos afirmar lo opuesto: “… las personas que se saben los despreciados o perjudicados por su madre dan pruebas en la vida de aquella particular falta de confianza en sí mismos, de aquel inconmovible pesimismo, que no rara vez aparecen como medrosos y lleva a un fracaso real”. La falta de confianza, el saberse despreciado o rechazado por la madre, o peor aún, serle indiferente, atrae agresión, burla y desprecio de los otros. Tal vez encontramos aquí algunos rastros de lo que en el Guasón encontramos tan inquietante: Casi todos hemos sentido en algún momento que mamá no nos ha apreciado suficiente, o que hemos sido injustamente tratados con agresión o desprecio, o nos ha dolido una broma que sufrimos como burla. Todas y cualquiera de estas situaciones despiertan nuestra rebeldía ante lo injusto y lo que muy frecuentemente nos es imposible reparar. Los sentimientos de injusticia y de impotencia nos han tocado a todos en alguna ocasión, y así nos podemos identificar con este Joker impotente frente al agravio, deseoso de equilibrar la balanza.
Evadir la realidad es también muy atractivo y todos lo hacemos frecuentemente: cuando vamos al cine, a un concierto, o cuando sólo cerramos los ojos y nos transportamos a otro escenario, aunque sea por unos segundos. Pocos se atreven, como Guasón, a bailar en la calle al son de una melodía que nadie más escucha, pero todos quisiéramos, en ocasiones, poder hacer de cuenta que el mundo -y nosotros mismos- somos así, como quisiéramos ser. Esta es una parte muy atractiva de la locura, si no exigiera el pago con angustia y miedo.
Referencias:
Bleuler, E. 1911: Demencia precoz. El grupo de las esquizofrenias, Paidós, Buenos Aires, 1960,
Freud, S. 1911: Nota agregada a “La interpretación de los sueños. VI. El trabajo del sueño (cont.)”, Obras Completas, Tomo V, p. 401, Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 2003.
————- 1917: “Un recuerdo de infancia en Poesia y verdad”, Obras Completas, Tomo XVII, p. 150, Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 2003.
López, J.M. & Molins, F. 2011: Ideas sobrevaloradas: cuestiones psicopatológicas. Actas Esp. Psiquiatr. 2011;39(1):70-4
Veale D. 2002: Over-valued ideas: a conceptual analysis. Behav. Res. Ther. 2002;40:383-400.
Weldon, E. 1988: Madre, Virgen, Puta: Un estudio de la perversión femenina. Prismática Editorial, Madrid, 2013.
————– 2011. Jugar con dinamita: Una comprensión psicoanalítica de las perversiones, la violencia y la criminalidad. Prismática Editorial, Madrid, 2014.