, ,

La forclusión de lo real del cuerpo en un análisis social

Natatxa Carreras Jacques Lacan en su Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la escuela, sostiene como fundamento ético, no sólo la formalización de su praxis clínica en acto, sino el psicoanálisis en extensión, en tanto la escuela “personifica al psicoanálisis en el mundo”, sostenido como uno de sus fundamentos éticos…


Natatxa Carreras

Jacques Lacan en su Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la escuela, sostiene como fundamento ético, no sólo la formalización de su praxis clínica en acto, sino el psicoanálisis en extensión, en tanto la escuela “personifica al psicoanálisis en el mundo”, sostenido como uno de sus fundamentos éticos la comprensión de la sociedad. A estas alturas, Lacan articula la segregación en torno al campo de concentración y su consecuencia histórica, en la reorganización de las agrupaciones sociales, bajo las directrices de la ciencia, el capitalismo y sus universalizaciones.

En este contexto, Lacan en el seminario 18, va a articular una identificación que encubre el objeto enigmático, en tanto el trazo unario cristalizado en una identidad, puede  llegar a ser el fundamento del segregacionismo, por ejemplo, en el capitalista, el objeto encubierto sería la plusvalía, o como señala Lacan “el pequeñito plus de gozar de Hitler, que quizás se limita a su bigotito….Se trataba de saber si en cierto nivel uno tendría su pedacito, lo que bastó para provocar este efecto de identificación” (pág. 29).

Dichas referencias dan elementos para pensar cómo acercarnos hoy a las vicisitudes del malestar en la cultura. Para este coloquio sobre violencia y psicoanálisis, me convoca intentar hacer un escrito que irrumpa con lo establecido jurídicamente sobre el feminicidio en México, el cual establece sus argumentos de las teorías de género, universalizando jurídicamente el feminicidio. Dirigir un escrito hacia la dispersión de sentidos, voces fuera de la direccionalidad, posibilita sentar las condiciones de otra legalidad, que no es la del Otro, sino de aquello que no cesa de no escribirse en el pasaje al acto feminicida, de la no relación sexual. 

Entender la no relación sexual en tanto el “Uno” vacío de sentido, asienta la no significación,  por lo que no hace cadena con el dos. Fuera de la copulación, el “Uno” no se liga con nada, condición que tenemos que pensar fuera de la cadena olímpica. Siendo así que Lacan comenta en el seminario 19: “Cuando digo que no hay relación sexual propongo muy precisamente esta verdad de que el sexo no define ninguna relación en el ser hablante” (clase 1, 8 de Diciembre de 1971, pág. 4).

En torno a los feminicidios en México, serán los trabajos de Marcela Lagarde y otras investigadoras, así como activistas feministas, que en el 2007 logran incorporar el feminicidio como delito tipificado en el código penal, por lo que la última reforma a este código penal federal, sobre el artículo 325 aplicada el 14 de junio del 2012, señala que quien comete el delito de feminicidio, es bajo condiciones de género. Llama la atención que dentro de las normas jurídicas, la línea argumentativa tiene como dirección la violencia histórica de género, sin contemplar otros aspectos para dicho fenómeno. Por ejemplo, en el caso de México, aproximadamente el 90 por ciento de las víctimas formaban parte de un sector social marginado económicamente, muchas de ellas vivían en zonas rurales o en las periferias de las capitales, cinturones de miseria. 

En enero del 2003 los feminicidios y asesinatos de mujeres empezaron a aumentar    exponencialmente. En Ciudad Juárez, las noticias sobre asesinatos y torturas a trabajadoras de maquilas, así como la negligencia de las autoridades, sacudió al mundo. En la medida en que estas trabajadoras son catalogadas como empleadas temporales, no califican para ser entrenables; el valor de la fuerza de su trabajo declina rápidamente, por lo que al verse agotado su valor, ellas migran a otros trabajos “incorporando flexibilización en la demanda laboral a través de su migración” (Wright, 2011). Lo anterior las lleva a formar parte de un ejército laboral prontamente desechable; conforme generan valor para la empresa ellas pierden valor como trabajadoras y mujeres; al no tener valor para el capital, no lo tienen para la sociedad ni para las autoridades, por lo que fácilmente pueden ser desempleadas, usadas y asesinadas.  

Más allá de entender la violencia establecida por las relaciones antagónicas del género como respuestas a las formas en las que el propio género estructura las prácticas sociales, lugar en el que la masculinidad hegemónica legitima al patriarcado y heteropatriarcado, tenemos que considerar las maneras en que dichas diferencias se articulan con las contradicciones entre capital y trabajo, así como con lo expuesto por Lacan, en tanto la mujer puede ocupar el lugar del objeto del fantasma masculino, pero al ser no toda en el registro Simbólico, pone en escena un más allá, un imposible en tanto ex-siste. En la actualidad vemos una serie de escenarios sociales que evidencian situaciones siniestras que ponen de manifiesto la impugnación a lo imposible, a la no relación sexual.

La no relación sexual, en el campo de lo social, podría ser entendida, como aquello que va más allá de los valores del régimen edípico, de la autoridad del Padre, de los grandes relatos, de  lo universal, por ello no se establece un mismo goce para todos, no hay un gran Otro homogéneo, sino un goce como excepción para cada uno. Más allá de la relación antagónica del género, lo fundante es la relación del sujeto con su goce. Lacan es claro en el seminario 27, al cierre de sus intervenciones antes de partir a Caracas, Venezuela, cuando señala que sólo podemos ser en tanto sujetos divididos, dos hablantes con lenguas diferentes, “dos que no se entienden más”, “dos que no se escuchan más”,  efecto traumático de nacer como deseados, del cual no se puede revelar todo, en alusión al no todo, de la relación imposible de los goces.

Así mismo en su conferencia “Notas sobre el padre” en el congreso de Strasbourgo, el 12 de octubre de 1968, Lacan apunta: “Nosotros creemos que el universalismo, la comunicación de nuestra civilización homogeniza las relaciones entre los hombres. Yo pienso que al contrario, lo que caracteriza nuestro siglo, y no podemos no darnos cuenta de ello, es una segregación ramificada, reforzada, que se recorta en todos los niveles, que no hace sino multiplicar las barreras”. 

Las políticas a favor de la diversidad sexual, asi como los argumentos jurídicos que establecen protocolos desde la teoría de género, han llevado a algunos psicoanalistas ha señalar que la sociedad actual se esta feminizando, paradojicamente los feminicidios han escalado año con año, formando parte de los semblantes de la época; consecuencia de una composición-descomposición social en donde la acumulación del capital, la acumulación del poder son el rostro de ciclos económicos cada vez más cortos, exponiendo a grandes sectores sociales a ser prontamente desechados, por clase, etnia y género, entre otras. 

Pensar que la identidad sexual es una libre elección, establece la forclusión de lo real del cuerpo, al suponer que no determina las condiciones del deseo y goce. Si hablamos de feminización social, esta tendría que ser entendida en el campo de la identidad y no en el de la diferencia. Al respecto Harari  nos comenta que: el «arco-iris» sexual -conocido emblema de la respectiva «liberación»- ¿marca acaso un respeto por las minorías -al tornarlas en apariencia igualitarias-, o, antes bien, reivindica en acto una análoga postura segregacionista? .

En este tenor podemos entender lo expuesto por Pommier en el congreso de la FEP-Barcelona (octubre del 2021) cuando señala que: “Nuestras ropas o nuestros adornos dicen quien es este cuerpo escondido. De hecho: ¿Qué sería sin mi ropa? Nuestra ropa, refleja nuestro género. Sin nuestra ropa, hay una indeterminación sobre el género, nuestro cuerpo está reprimido por su valor incestuoso”. Misma cuestión que veremos trabajada por Lacan en el Seminario 21 a propósito del cuerpo en tanto éste no tiene identidad, se trata de un goce Otro, distinto al goce fálico, correspondiendo a este último la lógica fálica edípica. Siendo así, que entender la diferencia sexual anatómica no establece dos sexos, sino uno, el fálico, goce universal, que desde un simbólico-imaginario se da sentido a lo imposible de la relación sexual, instaurándose una serie de identidades para la mujer y el hombre a partir del tener o no tener pene. 

La negación de lo universal que vemos trabajada por Lacan a detalle en el seminario 20, a partir de las fórmulas de la sexuación, es resultado de la proposición de que no hay Otro del Otro, por lo que no hay metalenguaje, expresado también en el S (A/), como lo imposible de la relación sexual, imposible de escribir, en tanto no cesa de no escribirse, desmintiéndose el universal del lenguaje. Del lado masculino en las fórmulas de la sexuación, la excepción es el al menos uno, el padre mítico del texto freudiano de tótem y tabú, el que dice no a la función fálica. Ahora bien, la mujer como no toda, se encuentra en dualidad en tanto que tiene y no tiene que ver con el falo, por lo que desde ese goce de no toda, goce femenino, enigmático, puede llegar a remitir a lo intolerable desde el universal fálico, pudiéndose expresarse en un feminicidio. Lo insoportable de que el otro goce de manera diferente, puede llevar a la destrucción de lo femenino por su irreductibilidad a la lógica fálica. 

Ahora bien, ¿de qué manera lo social es coadyuvante para que un sujeto se autorice a matar a otro en tanto lo remite a su propia diferencia? Lacan es claro cuando señala que las directrices de la ciencia, el capitalismo y sus universalizaciones, se expresan en identificaciones cristalizadas, teniendo como fundamento el segregacionismo. Siendo  así, que en el avivamiento de las pequeñas diferencias (que ya freud señalaba, narcisismo de las pequeñas diferencias), se alimentan los procesos de identidad que magnifican la otredad del otro; lo que se considera desigual, es perseguido y destruido. A través de la segregación se generan dispositivos para eliminar la diferencia, por lo que la segregación instrumenta mecanismos de goce, donde el goce del Otro se hace insoportable. La persistencia fantasmática y la insoportabilidad del goce Otro, pueden propiciar “la emergencia del rechazo”, forcluyéndose la diferencia, situación en donde podemos ubicar  el feminicidio. 

Es desde aquí que podemos entender por qué el imaginario social se resiste a su análisis, Verwerfung de la diferencia, de lo imposible de la relación entre los goces, por lo que Deleuze señala la importancia de hacer una escritura que haga aparecer “átomos de feminidad” ya que no se puede establecer una identidad femenina, debido a que la “cosa” está en otro lado. En esta cadencia de polifonías, Achille Mbembe (2001) y Giorgio Agamben (2004), en su entendimiento sobre el sujeto como actor que se produce y reproduce en la lógica de la fuerza de la exclusión, entenderán lo expulsado, lo ajeno, lo abyecto, sea este el continente africano en relación a Europa, judíos en torno a nazis, homosexuales en relación a homofóbicos, mujeres en relación a feminicidas, como un exterior no ajeno a ningún sujeto, siempre al interior, como el propio “repudio fundamental”.  Pasaje de Heimlich a Umheimlich, de lo familiar y conocido de antiguo, devenido ajeno y siniestro, intrusión de lo Real en lo imaginario desde donde se desconoce al semejante.

Así vemos a Mijail Bajtín en su análisis del Carnaval irrumpir la linealidad  hegemónica, por medio de la multiplicidad; cuerpos que bailan, gimen, defecan, rien, copulan, se degradan al unísono, donde la burla, la blasfemia y la ambivalencia alcanzan la fuerza de la renovación y creación de la vida, polifonías no direccionadas, torbellinarias,  que fuera del acto analítico, no hacen ruptura de la identidad fonatoria, ni corte sobre la lengua establecida, encontrando al final de la euforia carnavalesca, el límite de la lengua atravesada por el lenguaje, condición de la represión originaria. Así lo expresa Bajtín:

Una de las tendencias fundamentales de la imagen grotesca […] consiste en exhibir dos cuerpos en uno: uno que da la vida y desaparece y otro que es concebido, producido y lanzado al mundo […] cuerpo simultáneamente en el umbral de la tumba y de la cuna, […] cuerpo abierto e incompleto […] como una tumba y un seno corporal, como un campo sembrado cuyos retoños han llegado a la senectud (Bajtín, 2005: pág.30).

Inflexiones e intrusiones que también reconocemos en el análisis de los tiempos expuestos por Walter Benjamin (1977).  El tiempo homogéneo, abstracto y cerrado, tiempo del capital, que en la historia se articula como la historia oficial, es decir, la historia de los grupos en el poder, tiempo en que se emite la ciencia positiva, objetiva y universal y la falsa universalización de los intereses y derechos humanos cuando en realidad encubren los intereses de una sola clase. Por otro lado, el tiempo de la resistencia y lucha, como el tiempo lleno de la discontinuidad, en donde se ve expuesto lo que ha sido negado como posibilidad de la existencia del tiempo homogéneo. En este tenor, Edward Thompson (1979) dirá que el tiempo de la fábrica, es el tiempo homogéneo del capital, tiempo del reloj que se va imponiendo sobre la razón del trabajo, sobre la creación, sobre el valor de uso o las tareas domésticas. Podríamos pensar esta discontinuidad en el decir de Harari, en un más allá de los grandes relatos, de la dialéctica dada por la cadena significante al torbellino, hacia los límites, turbulencia pulsional.

Finalmente la creación de un escrito sobre un análisis social, en la búsqueda de irrumpir, arrugar, desmembrar la organización y estabilidad de sus postulados universales, establece  nuevos órdenes, donde reposicionar lo real del cuerpo, en tanto verdad irreductible, irruptiva de la vida cotidiana y del lenguaje. Polifonías que renuevan, poiesis del escrito, de la diferencia, de la no relación sexual. Me gustaría traer una cita de Alain Badiou, de su texto “Elogio del amor”, a propósito de lo que se ha ido comentando: “…en el amor, la diferencia absoluta que existe entre dos individuos, que, por lo mismo, es una de las más grandes diferencias que se puedan representar, porque es una diferencia infinita, pues bien, un encuentro, una declaración y una fidelidad pueden cambiarla en una existencia creadora”.

Si bien el análisis de los sucesos traúmaticos en lo social, va más allá de la intensión en el acto analítico, el psicoanalisis en extensión, centra el acontecimiento del tejido social. El feminicidio al ser un acontecimiento social, nos muestra lo que no anda, el caos, lo incesante de la pulsión que no cesa, la emergencia del rechazo, Verwerfung de la diferencia en el pasaje al acto feminicida, desde un imaginario que carece de anticipación irrumpiendo como un real ingobernable, caos en lo social.

Bibliografía 

 Agamben, G.  (2004), Estado de Excepción. Homo sacer II, 1. España: Pre-textos.

Badiou, A.  y  Truong N. ( 2012), Elogio del amor, México: Paídos 

Bajtín, M. (2005), La cultura popular en la edad media y en el renacimiento, Madrid:   Alianza. 

Walter, B. (1977), Para una crítica de la violencia. México: La Nave de los Locos.

Lacan, J. (1970-1971), Seminario 18, De un discurso que no sería (del) semblante, Escuela         Freudiana de Buenos Aires.

Lacan, J. (1971-1972), Seminario 19, …o peor, Escuela Freudiana de Buenos Aires. 

Lacan, J. (1980), Seminario 27, Disolución, Escuela Freudiana de Buenos Aires.

Mbembe, A. (2001), On the postcolony. Berkeley: University of California Press.

Thompson, E. (1979), “La sociedad inglesa del siglo XVIII: ¿Lucha de clases sin clases?”. Tradición, revuelta y conciencia de clase, Barcelona: Editorial Crítica.

Wright, M. (2001), “The Dialectics of Still Life: Murder, Women, and   Maquiladoras”. Edited by Camaroff Jean and Camaroff John. Millennial Capitalism and the Culture of Neoliberalism. London: Duke University Press, Durham and London.