Inconsciente, Historia e histeria
Ramón Clériga Arguello
Sigmund Freud, en sus «Estudios sobre la histeria» postuló que ciertas ideas o re-presentaciones no han entrado en comercio asociativo con el resto de los pensamientos de que disponemos las personas. Esta escisión de la conciencia, surgiría como producto de la defensa ante sucesos penosos incapaces de ser tramitados, ni susceptibles de abreacción, constituidos, por lo tanto, como traumáticos. En dicho tratado, afirmó su hipótesis económica que determina un efecto patógeno.
La falta de abreacción implica contención de un quantum excitatorio que se expresa por vía la somática en el denominado ataque histérico. Ciertas representaciones, – las que conllevan un afecto penoso- y que no son integradas al resto de ideas pertenecientes a la conciencia , forman un grupo disociado inaccesible al Yo por voluntad del sujeto. Y es precisamente en el ataque cuando son evocadas bajo una modalidad conversiva, sustituyendo el conflicto psíquico por su expresión en lenguaje corporal. Se presenta así, como un modo de tramitación relativamente cercano a la alucinación. De esta manera se constituye en un «volver a vivir», más que una evocación de cierta escena a manera de recuerdo que debería conllevar escaso o nulo compromiso afectivo. Sin embargo, todo lo contrario sucede en dichos ataques. De allí la significativa frase : «la histérica sufre de reminiscencias».
La técnica de resolución del síntoma dio a Freud la clave para el desarrollo posterior del modelo teórico y de la técnica psicoanalítica. Así, la abreacción, propuesta entonces como método psicoterapéutico, significó la modalidad para traer a la conciencia los recuerdos disociados y como la verbalización es útil para los fines de sustituir la acción evitada que hubiera provocado una catarsis natural y el olvido posterior. Precisamente, el acceso a conciencia, mediatizada por la sobreinvestidura del material inconsciente, implica disminuir los niveles de excitación en el aparato psíquico y realizar una descarga aunque de cantidades menores. Pero estas inferencias partieron de la primera tópica que aún no se había constituido, si bien, presenta en este texto ,el germen de sus desarrollos posteriores.
En un principio el organismo, ante los aumentos de excitación, intenta una descarga conforme al arco reflejo. A medida que se van realizando sucesivas experiencias, los estímulos provenientes del exterior o del interior, consiguen estatuto psíquico en las denominadas huellas mnémicas , definidas como posicionamientos excitatorios en el aparato psíquico.
Así, es que desde el interior del organismo surge la necesidad, donde la cualidad que permite el acceso a conciencia la obtiene conforme a los signos de la serie placer- displacer. El displacer responde al aumento de excitación. La acción de un agente externo, por lo general la madre, determina su resolución constituyéndose entonces la vivencia de satisfacción. En un segundo momento, el surgimiento de la necesidad reinviste la huella mnémica producto de la satisfacción gracias al enlace establecido con anterioridad.
De este modo surge la alucinación que implica la descarga energética de los niveles excitatorios perturbadores en el aparato psíquico. Este procesamiento se lleva a cabo gracias a la lógica de la simultaneidad, al deseo operante que busca restablecer una situación satisfactoria y a la capacidad del aparato para reinvestir las Huellas mnémicas, hasta alcanzar el sistema de las percepciones ,logrando así la denominada identidad de percepción. Podemos concluir entonces, que el aparato psíquico surge como producto de una retención energética.
En el Manuscrito E de 1893.,Freud escribió que si bien la teoría tóxica de la angustia por acumulación de excitación sexual somática, al verse impedida en la descarga, no puede más que experimentar una transformación en angustia, va a ser reemplazada conforme avanza en el descubrimiento que lo lleva a postular que es un fragmento de la angustia automática masiva, lo que pone en marcha el proceso represivo, abandonando de esta manera su segunda teoría de la angustia en la cual ésta surgiría como efecto de la represión.
En este manuscrito vemos un concepto de importancia central: la tensión sexual somática , cuando alcanza determinado umbral de intensidad, por el aumento de la misma, es valorada psíquicamente. Esto significa que adquiere estatuto psíquico.
Al continuar con la historia de lo conceptual, el Principio de Constancia nos resulta indispensable para comprender el significado del empuje pulsional y su meta directa. Este principio indica que el organismo intenta sostener en el nivel mas bajo posible y en estado de equilibrio las excitaciones en el interior del aparato. Cuando se produce un incremento en ese quantum excitatorio intentará recuperar el estado anterior apelando a la descarga.
Mencioné líneas atrás que el aparato psíquico surge como efecto de retención energética. Esto como opuesto a la evacuación de energía relacionada con el principio de constancia. Lo que sucede es que a medida que el aparato evoluciona y se complejiza – en el sentido de complicación y formación de complejos -, necesariamente el nivel de quantum energético aumenta como producto del mismo proceso.
Si bien en su origen, el organismo ante el aumento de excitación intenta un drenaje del total de la cantidad, un símil del arco reflejo, a medida que se desarrolla va logrando establecer investiduras, es decir, representaciones solidarias de energía psíquica y en este momento encontramos ya un aparato psíquico cuyo modo de tramitación de las excitaciones concluye en la identidad de percepción.
Pero para que ésto sea posible se ha instalado una diferenciación del primer modo de descarga, en el cual, podemos inferir la actuación del principio de Nirvana, aliado de la pulsión de muerte, que intenta un drenaje total de la cantidad reduciendo al cero inicial la magnitud de la excitación.
Encontramos entonces una primera diferenciación entre el Yo y este segundo momento de inauguración del aparato con tramitación de las excitaciones vía principio del placer, al lograr descarga en la alucinación perceptual, tarea llevada a cabo por el yo . En este modo de operar, el principio de constancia expresa una homeostasis, pero en un nivel energético mayor y por lo tanto se opone ya a la reducción absoluta de tensión dentro del aparato psíquico.
En la carta 52 de 1896, Freud expone su teoría de retranscripción del material mnémico. En las fronteras de una fase el material es sobreinvestido de tal modo, que la fase posterior que se inicia, supone un modo de operar superior al producido por el estrato anterior. De este modo las ligaduras van adquieren progresivamente mayor estabilidad, lo cual indica mayor contención de energía ligada a representación ,con menor grado de movilidad. Las inscripciones que operan por simultaneidad serán sobreocupadas por un nuevo modo de procesar que se inicia en la fase oral : la analogía.
En los avances progresivos, con cada fase que se inicia,-todos ellos procesamientos que rigen en el sistema inconsciente-, el Yo logra apoderarse de las investiduras de la fase anterior para utilizarlas en un nuevo modo de tramitar que resulta mas eficaz que el anterior. Las ligaduras presentes en la fase oral , que constituyen el engrama alucinatorio, no discriminan al Yo del objeto, sino más bien acogen en el Yo ,lo placentero para atribuir al objeto todo aquello que le provoque displacer.
En el avance hacia la constitución y estabilización del Preconciente o Yo Real definitivo, la analogía permite una primera diferenciación del objeto como otro. El principio de Constancia acompaña la complejización en el aparato
psíquico, de modo tal, que opera intentando mantener constante el nivel energético que por los nuevos modos de tramitación resultan estables con niveles mayores de retención energética que es ligada a representación.
Pero vayamos un poco atrás y tomemos otra línea de la historia; en los «Estudios sobre la histeria» y situándonos en el caso Catalina y observamos los siguientes elementos: los ataques de angustia caracterizados por pesadez en los párpados, los dolores de cabeza -la cabeza martilla y martilla- la sensación de presión en el pecho y dificultad para respirar, a lo que se agrega la impresión de ser atacada en cualquier momento por la espalda y la alucinación visual de cierto rostro siniestro que le provoca miedo y que Catalina significa como el rostro de un hombre.
Una característica importante: no sabe de dónde le viene ni en qué circunstancia se originó este malestar que la acompaña. Conducida por las intervenciones de Freud relata la siguiente escena: asomada a la ventana ve a su tío que yace sobre Francisca. A continuación relata dos vivencias anteriores en las cuales ella ha sido la protagonista: el despertarse a mitad de la noche y sentir el cuerpo del tío junto a ella, y el cómo tuvo que defenderse en otra ocasión de él en una posada cuando estaba totalmente bebido.
Por otro lado, le llamaba la atención la particular relación entre este hombre y Francisca. Relata entonces las escenas que indican un claro clima sexual entre ambos. Luego de la escena de la ventana, Catalina, permaneció en cama con vómitos durante tres días.
¿Qué es lo que Catalina expulsa y desa-probó con asco? No tan sólo la escena descubierta entre Francisca y su tío que señala un vínculo sexual sino lo que se anuda a ella, es decir, los dos recuerdos en que el tío intentó acercársele con la misma intención.
Frente a la escena de coito comienza a esbozarse una reflexión que es coartada , expulsada y surge el pensamiento: «En ese lugar podría estar yo», «Lo que sentí aquella noche fue su pene erecto sobre mi cuerpo». La excitación sexual es expulsada y en su lugar, figurando el rechazo, aparecieron el vómito y el asco.
La alucinación visual responde al acecho del tío, y el temor a ser sorprendida por la espalda, repiten aquellas escenas que no lograron ser tramitadas bajo otra modalidad. La represión secundaria produjo una disminución de la investidura preconciente, evitó de este modo la formación de un juicio que debería haberse constituido y al que el yo le negó la posibilidad de existencia: «En ese lugar podría haber estado yo. Lo que hace ahora con Francisca podría haberlo hecho conmigo y probablemente aquellas escenas significaban lo que ahora veo».
Comprendemos entonces de qué modo, en este caso, el aparato psíquico funciona. Aquello que Catalina vió por la ventana se entrama con lo primariamente reprimido y por lo tanto sufre el mismo destino. El mecanismo de la represión es el que se puso en marcha a partir de considerar inaceptable para el yo ciertas representaciones de meta sexual directa.
Vía el retorno de lo reprimido se produjeron transacciones entre deseo y defensa dando lugar a los síntomas que la aquejan. La alucinación responde a aquella primera forma de tramitación que consiguió el aparato psíquico para lograr descender los niveles excitatorios que resultaron perturbadores.
Ahora retorna esta modalidad donde confluyen deseo y defensa una vez que ha operado el mecanismo de la represión y el deseo inconsciente logra eludirla con apelación al retorno de lo reprimido. La condensación y el desplazamiento, leyes que rigen en el sistema inconsciente, son las responsables de la emergencia del contenido en un modo imposible de ser comprendido. La defensa también aporta material ofreciendo una idea que como contrainvestidura intenta detener el avance del deseo inconsciente.
En la carta 52, Freud definió en qué consiste el mecanismo de la represión. El material no retraducido a la fase siguiente permanece fijado, gobernado por lo tanto con la modalidad de esa fase y conservando su antigua significación.
El movimiento progresivo del aparato psíquico se establece en la medida que se constituye la ontogénesis, la cual supone la instauración del sistema preconciente que permite elevar a la conciencia los procesos de pensamiento y lo logra con una cualidad nueva, diferenciada de la serie placer-displacer.
Me refiero aquí a los restos mnémicos de palabra. Esta es la alternativa que permite el acceso a la conciencia donde necesariamente debe disponerse de una cualidad que lo posibilite. Las sucesivas sobreinvestiduras en el aparato psíquico permiten transformar, paulatinamente, la energía libre en ligada. La fase oral en sus inicios, que funciona conforme a la lógica de la simultaneidad es aquella que presenta mayor nivel de energía libre. Cuando avanza la fase oral , el yo se apodera de las investiduras del inicio de la fase sobreinvistiendo el material y logrando un tipo de ligadura inexistente para el estrato anterior. La fractura narcisista que corresponde a la pérdida del pecho como propio es efecto de la diferenciación que comienza a establecerse entre el yo y el objeto. Si bien el objeto se presenta como análogo del yo, dispone de un núcleo irreductible al sujeto. Gracias a la analogía establecida el objeto se presenta como sostén del yo. Es decir que hay un grado de diferenciación imposible para la fase oral ,en sus inicios, en la cual pecho y boca permanecían enlazados libidinalmente bajo los signos de la ausencia del objeto reconocido como otro.
Respecto de la fase anal se presenta en contraste con la oral , con mayor diferenciación y mayor estabilidad en cuanto a investiduras. Las nuevas adquisiciones del estadio anal van determinando un yo que por su complejización resuelve con mayor eficacia las distintas situaciones que se le plantean. En este estrato se consolida la analogía. El manejo de la musculatura que permite al niño desplazarse en el espacio, resulta solidario del desarrollo y complejización del psiquismo. Mas adelante, el impulso epistemofílico cobra tal importancia de modo que el niño se nos presenta como un pequeño investigador. El desarrollo del lenguaje verbal permite establecer una serie de relaciones incapaces de ser llevadas a cabo en estratos preverbales.
Freud estableció una clara diferenciación entre las representaciones de cosa, pertenecientes al Inconsciente y las de palabra propias del preconciente. Las primeras constituidas como restos perceptivos directos, estímulos provenientes del exterior que son captados por el sistema de las percepciones a partir de los órganos de los sentidos y que actúan como filtros frente al mundo exterior. El sistema de las percepciones carece de memoria, esto significa que la inscripción se realiza en un sistema ubicado por detrás del polo perceptual y diferenciado del mismo. La exclusión percepción-memoria se debe a que el primero de los sistemas enunciados debe permanecer libre para recibir nuevas percepciones. Cuando se realiza una inscripción en el aparato, se le asocian por simultaneidad otros elementos.
Al hacer referencia a los órganos de los sentidos que aportan el material necesario al sistema de las Percepciones. Las representaciones de cosa contendrán entonces una serie de imágenes provenientes de los diversos canales, enlazadas en una unidad y este enlace también obra por simultaneidad.
Los componentes propios de una representación de cosa, serán por lo tanto las imágenes cinética, táctil, olfativa y auditiva donde el componente visual es el estructurante de dicha representación, es decir, el que le otorga unidad y sentido. Las representaciones de cosa se encuentran enlazadas de modo que se articulan en escenas, fantasías y complejos. Es decir que los vínculos entre representaciones constituyen totalidades mayores.
Las representaciones palabras propias del Yo se generan a partir de la sobreinvestidura de las de cosa que sirven de soporte. Si las representaciones de cosa se conforman a predominio del deseo y del proceso primario, las de palabra tienen como objeto la sustitución del principio del placer por el de realidad que gobierna el proceso secundario.
Son estas representaciones las que se muestran más aptas para realizar una ligadura estable entre significante y significado, entre la imagen sonora de la palabra oída y el concepto al que remite la misma. También la representación palabra se compone de una serie de imágenes enlazadas entre sí ,de modo que constituyen una unidad en la cual la imagen sonora es la estructurante de dicha representación. El enlace entre ambas representaciones se produce a partir del componente visual de la representación de cosa y el componente sonoro de la de palabra, dando lugar de este modo a la constitución de la representación objeto.
Con lo dicho hasta aquí puede inferirse en qué consiste el enunciado freudiano que afirma: psicoanalizar consiste en hacer consciente lo inconsciente. Significa que aquello que no logró la sobreinvestidura producto de la no aceptación del Yo ,deberá ser buscado rastreado, investigado, en la difícil tarea de psicoanalizar, de modo tal que se posibilite su acceso a la conciencia, lo cual genera una nueva expectativa que promoverá los movimientos necesarios hacia la ejecución de la acción específica.
En el recorrido hacia la nueva representación meta se establecen nuevas vías de facilitación que enriquecen y complejizan el desarrollo del aparato. El levantamiento de las represiones implica ganancia de un quantum energético, ya que el mecanismo de la represión provoca un gasto constante.
Así, el sujeto se apodera de aquellas investiduras que le fueron negadas por el Yo o el Superyó , lo cual significa un cierto avance en el control del empuje pulsional, pues la tarea de llevar a la conciencia, lo expulsado, implica por sí mismo ligar energía y realizar una descarga de pequeñas cantidades ,en lo que desde una estricta lectura de Freud, constituye el trabajar en el amplio sentido de lo histórico, con el y lo Inconciente.
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+ Trabajo presentado en el XL Congreso Nacional de Psicoanálisis: EL INCONSCIENTE FREUDIANO. Asociación Psicoanalítica Mexicana. México, D. F. .