Eros y civilización. Espectáculo, política, televisión, imagen y pornografía
José Eduardo Tappan Merino
El presente trabajo trata de un problema socio-cultural desde una perspectiva panorámica con el propósito de abrirlo a un debate más amplio. Adopto el título del libro de Herbert Marcuse, quien intentó conciliar la tesis de Marx con el psicoanálisis freudiano. Simpatizo con las preocupaciones que él y la izquierda han estudiado: la relación entre la manera en que vivimos y lo que somos, dime cómo vives y te diré quién eres. Carlos Marx en su Crítica a la Economía Política (prefacio) reseña el espíritu de una falsa conciencia: «El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de vida social, política e intelectual en general. No es la conciencia de los hombres la que determina su ser; al contrario es su ser social lo que determina su conciencia». Se muestra que la conciencia de los hombres no es causa sino el efecto de la manera en que éstos viven con otros semejantes; por tanto, no se puede apelar a la conciencia para revertir u orientar el destino de un individuo, éste se define por un conjunto de fenómenos que él mismo desconoce tanto psíquicos como sociales; es necesario atender a lo que de verdad se erige como el determinante prístino del conjunto de relaciones entre los hombres. Marx propone al ser social como lo que determina a la conciencia, que no será íntima ni primaria; el ser social es efecto únicamente de su historia y de las circunstancias en que se ve envuelto, no existe un ser independiente ni de la cultura ni de la historia, como podría pensarse desde una perspectiva estructural. Por otra parte, hay otra determinante como es el caso del pneuma como aire, soplo o aliento que se diferencia de lo psíquico, cuya fuerza aparece en la voz, en el habla, articulado a la estructura misma de la subjetividad; ese viento que al izar las velas nos lleva por el camino de la vida, se encuentra por lo tanto de manera intangible, y que propiamente diríamos es subconsciente más que inconsciente. Pneuma adquiere otro sentido vinculado con el alma con la posibilidad de ser un des-almado, o bien, con el ánima que bascula el ánima o desanima, que nos conduce a realizar o a evitar alguna cosa. Aunque, hay que distinguir entre lo psíquico y lo inconsciente cuya especificidad puede encontrarse en la teoría freudiana. En cambio, lo mental y la ideología ocupan a Marx y a Marcuse.
Existe así una posibilidad de un ser sin la conciencia de su existencia, alejado del conocimiento de su mortalidad; ignorancia que le da enormes posibilidades de desperdiciar el tiempo de su vida. Estas formas de estar sin ser, se encuentran repletas de abusos a los esquemas, a los medios masivos de comunicación; pero sobre todo a lo permisivo que alguna persona pueda llegar a ser sobre; su tiempo, lo que considera importante, el amor, la solidaridad, el bienestar y la satisfacción, la posibilidad de preguntarse, la emergencia de una perspectiva propia, el conversar. Este abuso impregna no únicamente el sentido de búsqueda de la felicidad, de la libertad o de la dignidad, sino también en enrarece y enajena aún más la manera de estar y de ser en el mundo; aleja la pregunta sobre su propia condición. «¡Somos libres! Esa es la mentira más perversa del mundo contemporáneo. Pues como ya indicara Marx de lo único que la mayoría de la gente es libre hoy en el mundo capitalista es de venderse en el mercado al mejor postor; de comprar(se) y de vender(se), de ser esclavos de la oferta y la demanda. Por eso la proclamación de que seamos libres es hoy una mentira necesaria para la continuidad del sistema de explotación vigente»..
Regresemos a Marx cuando nos plantea que la producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social y política, ¿qué es la producción de la vida material?, simplemente Marx toma esta idea de los trabajos de Lewis H. Morgan sobre la sociedad primitiva, quien habla del lugar fundamental y determinante de «las artes de subsistencia» en la vida y en las relaciones entre los hombres, que dan cuenta de las maneras en las que se sirven los seres humanos para sobrevivir. Además, se relaciona con todo el despliegue tecnológico como formas de vida que entretejen los cimientos para constituir las formaciones sociales específicas; las clases sociales, las instituciones y las características opresivas que imprimen las culturas hegemónicas sobre las culturas y clases subalternas, de sus diferentes sistemas de valores y metas, etc.; lo que tiende a perpetuarse en la sociedad. Este ser social expresa las formas de dominación, las clases, los sistemas de privilegios, la división del trabajo, etc. Marx emplea otro concepto que se articula con la conciencia, esto es, la ideología y la idosincracia, con el que da cuenta del sistema de creencias, de todo el aparato ideacional que nos presenta un mundo como si no pudiera ser de otra manera, como regido por leyes inmutables que garantizan el orden de las cosas; esto es, una mentalidad, un sistema de ideas y representaciones del mundo y de nosotros mismos, de lo que son nuestros papeles como padres de familia; empleados, ciudadanos, amigos, cómplices, etc. Los hombres guían sus vidas a través de este conjunto de articulaciones complejas que, Marx sabe que no es volitivo; no es la conciencia de los hombres la que determina su ser, antes bien, en el mejor de los casos ésta es rehén, una simple marioneta de procesos de los que no tiene noticia (de carácter inconsciente). Se trata de una relación dialéctica en la que los hombres actúan conformando a la cultura y luego ésta se revierte sobre los hombres, les genera la idea de la independencia como si deberian someterse «libremente» a su directrices, valores, leyes, etc.
«¡Oh buen Dios! ¿Qué título daremos a la suerte fatal que agobia a la humanidad? ¿Por qué desgracia o por qué vicio, y vicio desgraciado, vemos a un sinnúmero de hombres, no obedientes, sino serviles, no gobernados, sino tiranizados; sin poseer en propiedad ni bienes, ni padres, ni hijos, ni siquiera su propia existencia? Sufriendo los saqueos, las torpezas y las crueldades, no de un ejército enemigo, ni de una legión de bárbaros, contra los cuales hubiera que arriesgar la sangre y la vida, sino de Uno solo, que no es ni un Hércules ni un Sansón; de un hombrecillo, y con frecuencia el más cobarde» (La Boétie, 1548). La Boétie hacia (1548) Sobre la servidumbre voluntaria. Nota: Es el antropólogo frances Piere Clastres en su trabajo sobre antropología política quien re introduce la idea de la servidumbre voluntaria, de La Boétie, causando un gran el dolor en la reinante antropología marxista, que intentaba mirar desde los ideales de lo que debería ser y no analizaba lo que era.
Es común la idea de que Marx era una autor que concebía en lo económico como el único de los determinantes sociales, Engels en una carta a Joseph Bloch de 22 de septiembre 1890 dice: «…Según la concepción materialista de la historia, el factor que determina la historia es la producción y reproducción de la vida real. Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca más que esto. Si alguien lo tergiversa diciendo que el factor económico es el único determinante, convertirá aquella tesis en una frase vacua, abstracta y absurda.» Marx y Engels proponen que la filosofía, las ideas políticas, los aspectos pertenecientes a la conciencia y los conflictos sociales entre otros ocupan un lugar muy importante en los procesos históricos. Sin embargo, serán el húngaro George Lukács y el italiano Antonio Gramsci y Rosa de Luxemburgo, entre otros, fueron quienes se ocuparon en especial, dentro de la teoría marxista de estudiar los aspectos superestructurales, ideológicos, los relacionados con la conciencia y la cultura; dentro de este movimiento Herbert Marcuse es quien integra al análisis las propuesta del psicoanálisis freudiano, al entender la relevancia del psiquismo, lo inconsciente y la sexualidad en la constitución de la conciencia y del proyecto humano en general.
Marcuse fue el primero en entender que los discípulos de Freud abandonaban los aspectos potencialmente subversivos del psicoanálisis, pues criticó de modo directo las posiciones de psicoanalistas como: E. Fromm, K. Horney o H.S. Sullivan, Jacques Lacan después regresará sobre esta crítica centrada en ese psicoanálisis que pretendía integrar al hombre con su sociedad, sin ninguna distancia crítica. Estaba perspectiva estaba protagonizada con la escuela del «yo» y especialmente capitaneada por: Kris, Lowenstein y Hartmann quienes además construyeron un psicoanálisis light con base en la tradición, al que acusa Marcuse de constituirse en instrumento de integración de los individuos en una sociedad represiva; propone que la auténtica emancipación social debía pasar por una revolución no sólo en lo referente a las relaciones sociales de producción, sino también a la dimensión cultural y sexual. Marcuse, en su obra Eros y civilización de 1955 reinterpreta El malestar en la cultura de Sigmund Freud, y elabora un estudio de las causas de la represión social y sexual, e intenta teorizar las condiciones de una sociedad y una cultura no represivas; este es el punto en el que el pensamiento marcusiano perdió su filo, al situarse en un escenario muy hegeliano de una aufhebung. Es decir, en el de la necesidad de progreso, en suponer metas y destinos superiores a los que el género humano podríamos aspirar y desde la voluntad grupal dirigirnos y cambiar la inercia de nuestra historia. Otro de los problemas principales del pensamiento marcusiano fue que no logró sustraerse del humanismo como perspectiva filosófica en la que no se miraba en realidad al hombre, sino a los ideales que sobre él habíamos construido. O sea, el hombre es bueno por naturaleza, la sociedad es quien lo corrompe, siguiendo a los marxistas este pensamiento ha transitado con una larga tradición forjada quizá por el filósofo romántico Jean Jacques Rousseau, quien propone la idea del buen salvaje, que muestra que el hombre naturalmente es bueno como el «Emilio» expone su ideal pedagógico. «Todo sale bien de las manos del creador, todo degenera en las de los hombres». En el estado de naturaleza, el hombre es espontáneamente bueno, lo que lo corrompe es la sociedad porqué lo aleja de los valores esenciales, es indispensable retirar a los niños de la vida urbana. El maestro intentará que surjan libremente del fondo de su alma los criterios morales no corrompidos aún por la sociedad. Rousseau ve a la sociedad como algo destructivo y a sus instituciones aun las religiosas como parte de este mismo sistema perverso. El gusto y el juicio moral surgirán de la sensibilidad debidamente educada, igual como de la conciencia surgirá la razón. El objetivo de la educación es formar un nuevo tipo de hombre. Por esto, los proyectos de los teóricos marxistas giran alrededor de que la revolución más importante sería la educativa, pues creían que transformaría al hombre en lo más profundo de sus referencias y valores; los grandes héroes civilizadores son los educadores, los intelectuales y los maestros; eran ellos los que obtenían al hombre nuevo al rescatar esos valores prístinos, naturales; posición ingenua como lo ha demostrado el inexorable juicio de la historia, pero, hoy continúa encontrando adeptos. Esta perspectiva no observa al ser humano habitado por contradicciones, Dios y el diablo, Eros y Tánatos, que asume servilmente como lucha para mantener su condición sojuzgada, sometida. «Efectivamente, la servidumbre voluntaria que podemos ver hoy en día no se caracteriza por un esclavo con conciencia de sus cadenas, sino por el fenómeno del esclavo satisfecho, por el eunuco que se cree dotado de genitales sin en realidad poseerlos. Sólo así se explica que esas sendas perdidas de la liberación, de la igualdad y del comunismo, al resurgir en nuestro tiempo, sean vistas y descalificadas por los esclavos satisfechos como si fuesen lo peor que pudiese pasarles. Después de ese proletariado del que hablaba Marx en el Manifiesto Comunista que sólo tenía que perder sus cadenas, han surgido unas clases híbridas (semiproletarias y semiburguesas) que lo único que tienen que perder son también sus cadenas; pero son ahora cadenas de bisutería, pesados grilletes bañados en oro plomizo; con lo cual creen que son muy valiosos y los defienden con uñas y dientes. ¿Qué sería de sus manos sin el peso de las argollas?».
El freudomarxismo se tropezaba al no respetar las características epistemológicas de cada campo debido a que intentaban edificar una teoría general que lo explicara todo; lo público y lo privado, lo social y lo individual, lo estructural y lo histórico, a fin de generar una comunión disciplinaria; para estos fines extrapolaba sobre todo los conceptos psicoanalíticos de sublimación, represión, principio del placer y principio de realidad, para integrarlos con los conceptos marxistas de alienación, fetichismo de la mercancía y explotación.
Marcuse denuncia que lo más destructivo en el hombre es la represión que se agrava en las sociedades opresoras, y en las modernas sociedades industriales de consumo se añade una sobre represión, fruto de la unión de la represión del principio de realidad con la del principio de rendimiento, que está en la base de las sociedades capitalistas. En las sociedades capitalistas más desarrolladas la sobrerrepresión es más eficaz por estar del todo enmascarada a fin de mistificar la conciencia de los hombres. Desde el punto de vista epistemológico, esta particular manera de entender la represión tiene que ver con que no diferenció lo psíquico de lo mental, lo estructural frente a lo histórico-social de la subjetividad. Marcuse sólo aborda una mínima parte de la represión de la que habla Freud, quien la concibe con un carácter constitutivo mientras que para el primero sólo muestra una expresión patológica de la dominación.
La felicidad para Freud estaba lejos de significar un valor o alguna meta; sin embargo, Marcuse no lo escucha. El hombre de la sociedad capitalista, obnubilado por un consumo sin freno y por una falsa liberalización de las costumbres, pierde todo sentido crítico, se convierte en un hombre unidimensional, con miras a integrarse más y más en el sistema para comprar capturados por el espejismo del falso bienestar ofrecido por entero al consumo. Resumiríamos este proceso al decir que se trata de la constitución de un mundo de trivialidad; aunque lo que nunca soñó Marcuse es que la propia especie (homo sapiens) estuviera en peligro de extinción pues se ha dirigido a una evolución del todo distinta (homo videns). O bien, de una manera de estar en el mundo fuera de la dimensión de Eros y Tanathos, una vida pornográfica como intentaré dilucidar más adelante. Ante la alienación y lo unidimensional de los hombres es preciso, según Marcuse, a la vez, reivindicar y reinterpretar el pensamiento de Marx y de la lucha política en vistas a añadir la dimensión de lo lúdico, de la alegría, del erotismo y de la eudaimonía cuyo significado es el equivalente a la búsqueda para poseer la felicidad. Aristóteles señala que la felicidad es el objetivo de toda ética. Desde esta perspectiva se construye el humanismo marxista. Marcuse también encuentra un prejuicio que considera impensable que alguien en su sano juicio acepte o busque su propio sometimiento, considera toda aceptación a la sujeción como efecto de la ideología dominante, por lo que para él la educación es la solución.
La explotación capitalista se mantiene, pero las formas de dominación se han hecho más sutiles, y el sistema ha llegado incluso a obtener el consentimiento de los explotados (ya que la manipulación de las necesidades los lleva a aceptar una forma de servidumbre voluntaria, besan el látigo que los fustiga). Los teóricos y políticos marxistas creen en la lucha contra la falsa conciencia y la alienación, además de que la conciben en todos los terrenos.
En la actualidad destaca el pensamiento del politólogo Giovanni Sartori, que discute sobre la manera en que la conciencia de los hombres es determinada por su ser social. Desde esta perspectiva, Sartori expresa «que el ser humano se ha vuelto estúpido» En su libro titulado: Homo videns. La sociedad teledirigida (Sartori, 1988) escribe que: El homo sapiens, un ser caracterizado por el logos, por la palabra, por la reflexión, por su capacidad para generar abstracciones, se está convirtiendo en un homo videns, una criatura que mira sin pensar, que ve sin entender. La vídeopolítica transformada en espectáculo, en una televisión que favorece su emotivización dirigida y reducida a episodios emocionales muy intensos. De modo lamentable produce efectos en el público a fin de entretenerse cuenta una infinidad de historias lacrimógenas y sucesos conmovedores. La cultura de la imagen creada por la primacía de lo visible es dirigida a conmovernos a emocionarnos; manipula nuestros sentimientos. Aunque no podemos concebir a los seres humanos como pasivas víctimas, deciden no decidir. «Es el pueblo quien se esclaviza y suicida cuando, pudiendo escoger entre la servidumbre y la libertad, prefiere abandonar los derechos que recibió de la naturaleza para cargar con un yugo que causa su daño y le embrutece» (La Boéti, 1548).
El acotamiento de un niño a la libertad comienza desde antes de que nazca, con las enormes expectativas de éxito que los padres depositan en ellos, pero no cualquier triunfo sino aquél proporcional al consumo; comprarse cosas, esta es la red simbólica que soporta al niño. Luego, la televisión se transforma en nana o niñera, en donde el niño crece con imágenes que le enseñan que lo que ve es lo único que cuenta. Los valores y principios de la vida están dictados por los guionistas de los programas infantiles y de los publicistas, que orientan al consumo desde temprano, se desmantela la función simbólica de las palabras en una dinámica de interlocución. La palabra se relega a un decir impositivo de la pantalla, cuya consecuencia es una actitud pasiva generando una actitud pasiva de quien sólo recibe información; o sea, una manera desvinculatoria con un carácter onanista.
Quién abandona la posibilidad de ser un homo ludens, el juego como un camino hacia el conocimiento, como una forma para compartir con otros niños, adultos, etc. El homo videns es indiferente, pues sobre todo es receptivo, campo fértil para la manipulación, despojado de ideas y de vida propia, todo debe hacerse según arquetipos comerciales, los estereotipos norman lo que está bien (inn) y lo que esta mal (out). El niño crece junto al televisor, su concepción del mundo se vuelve una acartonada caricatura; conoce la realidad por medio de palabrería e imágenes y él se reduce a éstas. Se privilegia el campo de la especularidad, de lo visible, de ver para creer, la capacidad de estar y actuar está condicionada al espectro de lo visible, por lo que su capacidad de abstracción, de trascender, por decirlo de algún modo, lo que le dicta el ojo es sumamente pobre. Además, de un empobrecimiento del campo semántico, no sólo en cuanto al número de palabras, sino sobre todo en cuanto a la riqueza de significado. El concepto ahora es la imagen.
En el mundo del homo videns no hay más autoridad que la de la pantalla: el individuo sólo cree en lo que ve, «lo vi con mis propios ojos en la televisión», queda atrapado «ya que una imagen vale más que mil palabras», de hecho es ya un modo de corroborar y certificar algo, en muchos productos comerciales aparece la leyenda: «como lo vio en la T.V.» Una manipulación de la cual el manipulado se transforma en defensor de su manipulador, en su principal abogado sin entender que la propia naturaleza del espacio televisivo tiende, irremediablemente, a descontextualizar las imágenes que transmite, pues mientras se ocupa de las últimas noticias y de las imágenes más escandalosas, margina otros aspectos que aunque pueden ser más importantes pero que no se puede generar una imagen para ser trasmitida por televisión. Por esto la noticia es aquello que tiene una imagen de preferencia sensacionalista o escandalosa o muy llamativa. Lo inquietante es que lo visible tiene el poder de la evidencia, como si uno mismo fuera testigo presencial de los hechos.
La televisión lo convierte todo en espectáculo, atropella la posibilidad del diálogo: uno y la pantalla, simplemente, no tiene interlocutores. La imagen no discute, ¡decreta! Es al mismo tiempo juicio y sentencia, en tanto que cualquier otra opinión requiere de un discurso, de un diálogo que es aburrido e indescifrable para el ojo vacío. Si en los medios alguien es acusado es culpable inmediatamente, aquello que se discute en los medios es por fuerza importante, la boda de un actor se presenta en el mismo noticiero que la guerra en Irak. Además, obtiene el poder de penetrar en la intimidad de una recamara, en la sala de la casa, convivir con los niños y con los adultos, nos toma por asalto en los lugares en que somos más vulnerables.
Como botón de muestra del poder que tiene la televisión, podríamos examinar muchísimos ejemplos, pero dos muy influyentes fueron en Brasil e Italia con Color de Mello y Sivio Berrusconí quienes son los propietarios de las cadenas más influyentes de televisión en sus respectivos países; de hecho, no tuvieron ningún otro mérito, ese fue lo que los llevó a la presidencia: su poder mediático. También como elemento significativo para ver el dominio de los medios en la construcción de falsas expectativas. La actitud que en EUA se dio en los «medios de comunicación especialmente en la televisión» En la intervención militar en Irak, carecieron del mínimo análisis crítico y de hecho se transformaron en el eco de la actitud beligerante, a fin de justificarla a través de una propaganda nacionalista llena de fraseología grandilocuente, incluso se llegó a despedir a los informadores que no mantuvieran el tono jacobino: «con nosotros o contra nosotros», «simplemente no hay más que dos sopas: eres amigo (forma en que se habla de los países rehenes o cómplices) o eres enemigo». Eres bueno y estás conmigo o eres malo y te encuentras aliado de los ejércitos terroristas. La actitud de los medios, de auto censurarse y de generar esa campaña nacionalista no fue producto de una Política de publicidad del Estado, sino simplemente resultado del «raiting», eso era lo que el norteamericano quería ver y escuchar, eso fue lo que las cadenas de televisión le dieron: al cliente lo que pida, sin importar que se tergiversaran los propios hechos. Para las televisoras le guerra es otro espectáculo que vende, nada más pero también nada menos.
Los procesos electorales se vuelven una exhibición ridícula, además, de la imposibilidad de cumplir sus “promesas”. No hay programas de gobierno. Son rostros, frases aisladas y promesas llenas de emoción que se graban en la mente del elector. «La televisión nos propone personas en lugar de discursos […] El video-líder más que transmitir mensajes es él mismo el mensaje.» Las ciudades en las campañas políticas son espacios idóneos para colocar carteles con rostros sonrientes, cuyo sostén es sólo el slogan. La política por televisión se fundamenta en la exhibición de rostros, ropas, sonrisas, actuaciones, frases elocuentes y sentimientos sin importar de qué tipo de candidatos se trata, sean estos plurinominales, uninominales, federales, locales, etc. La televisión banaliza lo que toca incluso, el amor, la sexualidad, la educación y por supuesto la política, transforma en espectáculo la vida, aparece confundida al intentar comprenderse a partir de los parámetros que propone la televisión, por ello la idea de Aristóteles de que el hombre es un Zoon politicón, se está desquebrajando, para transformarse en un simple Zoon sin adjetivos: un ser de consumo, compro luego existo. Fácilmente manipulable, sin intereses políticos ni mucho menos el anhelo por transformar el estado de las cosas; de hecho, ni se pregunta sobre el estado de las cosas, se adapta de manera torpe o hábil, pero quiere encontrar un sitio para él en el mundo como el que ha visto el la T.V. Abusan de las imágenes cuyos efectos se constatan en la falta de interés por los procesos electorales, lo que redunda en abstencionismo, pero a fin de cuentas ¿qué es más importante?,la frase de los grupos que buscan perpetuarse en el poder: «al pueblo pan y circo, pero cuando falta el pan más circo». La característica de la cultura y el nuevo hombre se están haciendo solidarios, la aceptación de su condición servil.
Como ciudadanos nos estamos transformando en algo viscoso, informe y maleable. Cuando José Ortega y Gasset y Sigmund Freud proponen que «el hombre-masa no atiende a razones», sus juicios eran exactos. El homo videns, aun en su individualidad es masa, ocupa el lugar de objeto se cosifica él mismo en un mundo de apariencia construido con cuerpos hermosos, ropas de marca; se promueve la emotividad y la excitación antes que el pensar sin examinar o argumentar una decisión. En un mundo es mejor comunicar con el menor número de palabras; sus condicionamientos los determinan sin sesgos racionales, se transforma en un automatón, un ente predeterminado por los intereses de las grandes empresas multinacionales que intentan vender sus productos en cualquier parte del mundo, con miras a unificar el mercado y uniformar a los consumidores para transformar la diversidad cultural en una global y uniforme pseudocultura, que permite vender el mismo disco en Singapur, Zaire y México.
La difusión y empleo de encuestas pretenden ser llamada opinión pública, degenera en una aplicación inescrupulosa y tergiversada de los sondeos de opinión. La consistencia de las opiniones expresadas estadísticamente es casi nula, los grupos muestra son representativos rara vez, en general, son pobres sus argumentos y su profundidad inexistente. Así, quien da una respuesta equivocada o diferente a los deseos de la empresa se edita y desaparece, se encuentra lo que se busca con el propósito de manejar la pregunta se obtiene lo que se desea, la opinión que se obtiene es la de una doxa domesticada por los medios masivos de comunicación, no una doxa salvaje. Por lo general, la llamada opinión pública no es por fuerza la opinión del encuestado, sino la que el encuestador persigue. Hoy en día gobiernan los medios no el Estado.
En el lazo social ha cambiado, las maneras de vivir la vida, la axiología se encuentra determinada por las modas y la cultura del consumo, se han modificado los contratos entre las personas, trabajar significa otra cosa diferente a la que se tenía hace 20 o 30 años. Hoy se genera un prestigio social pertenecer al engranaje de una importante empresa multinacional a la cual los individuos aspiran. El tiempo libre se llena de deportes o actividades extremas en las que la adrenalina transforma la calidad en cantidad de emoción, la sexualidad ha entrado en la lógica del consumo y en la cultura de lo desechable. No es la conciencia de los hombres la que determina su ser, al contrario es su ser social lo que determina su conciencia; ¿de qué conciencia estamos hablando?, ¿de que ser social?, ¿cuál es el sujeto histórico llamado hombre en estos días?. Aparece ahora hombres bestias supertecnificados y animados por la compulsiva existencia programada; con miras a desear permanecer en el mundo sin mayores cuestionamientos existenciales, des-almados, con un alma alquilada o comprada. Para ser en el mundo se emplean un conjunto de prótesis y emblemas ontologizables: marcas prestigiosas, objetos de moda, con vistas a identificarse o de estar dentro de lo que la industria ha transformado en un nicho de mercado, eso es lo prestigioso. Existen maneras de estar en el mundo llenas de abusos sobre la mismísima condición humana, existe algo peor que la muerte: una existencia hueca, vacía, aplanada, programada.
El contraste que se perfila es entre el homo sapiens y el homo insipiens. El homo insipiens (necio, compulsivo, impulsivo, orgullosamente ignorante, hombre-masa) siempre ha existido pero lo novedoso es que ahora es el modelo, la forma de vida a la que aspiran los jóvenes, a fin de mantener ligas sociales pobres por las avenidas de alta tecnología. Conceptos como solidaridad, amistad y amor son remplazados por competencia, individualidad, sociedad, uso sexual, etc. Una reorganización del hombre debido a la resemantización del mundo a la reorganización de las relaciones sociales. «¡Hombres miserables, pueblos insensatos, naciones envejecidas en vuestros males y ciegas cuando se trata de vuestra felicidad! ¿Cómo os dejáis arrebatar lo más pingüe de vuestras rentas, talar vuestros campos, robar vuestras casas y despojarlas de los muebles que heredasteis de vuestros antepasados? Vivís de manera que pudiérais asegurar que nada poseéis, y aún tendríais a gran dicha el ser verdaderos propietarios de la mitad de vuestros bienes, de vuestros hijos y hasta de vuestra propia existencia» (La Boéti, 1548).
Siempre los pobres de mente han existitdo, la diferencia es que se multiplican y se potencian, al transformarse ahora en una manera idealizada, legítima desde los parámetros culturales, las culturas subalternas son el modelo ya no las hegemónicas. Se vende lo que es fácil de venderse, lo que se codicia de las clases hegemónicas es su poder adquisitivo, únicamente su poder de compra.
La tesis de fondo de la presente ponencia es que un hombre que pierde la capacidad de abstracción se transforma en un ser incapaz para sostenerse y alimentar el mundo y las instituciones construido por el homo sapiens. Numerosas civilizaciones han desaparecido sin dejar huella, el hombre occidental ha superado innumerables caídas. Sin embargo a la luz de los teóricos este homo sapiens era el resultado de la lucha dialéctica entre sus fuerzas constitutivas del Eros y Tánatos, entre los salvaje y primitivo y lo social o lo cultural, lucha que hoy se traslada a Eros y Porné, desaparece el polo de lo salvaje y primitivo y aparece una condición de domesticación que tiene que ver con la porné, que representa lo pornográfico, los abusos, el maltrato, el sinsentido. Algo es pornográfico porque desaparece del territorio de Eros; implica lo banal, lo trivial, la pura forma sin fondo, lo desmetaforizado, la apariencia, el cadáver como excrecencia, la cópula sexual como inercia, como compulsión alejada del afecto, de la pasión, el querer sepulta al deseo. Se trata de vivir de una manera sana y adaptada a los estándares y arquetipos sociales. Esta manera alienada de vivir desechable, uno no debe construir lazos sentimentales con los objetos ya que pronto serán remplazados por los nuevos modelos, la primacía de la intensidad efímera y deleznable, de la acción sin concertación como puro arrebato, con la imposibilidad de la detención, de la dificultad del discernimiento, el mantener juicios poco o nada documentados, la falta de perspectivas personales, juicios fundamentados, ligas sociales endebles, donde las personas y las relaciones son prescindibles: ¡todo esto es vivir pornográficamente!. Estamos frente a algo mucho más complejo que un simple fenómeno cultural, si bien existen nuevas formas de conciencia, estas muestran otro tipo de relaciones, formas que muestran un hombre nuevo, un sujeto inédito para la historia, el factor que lo determina se encuentra en la producción y reproducción de la vida real, de la vida como es vivida en los programas de televisión, de la manera en que organiza el trabajo. En suma, de diferentes formas de relación y defensa de la producción y reproducción de la manera en que viven su vida, se trata de nuevos recipientes imaginarios para contener y dar forma al viejo orden simbólico.
Bibliografía citada.
La Boétie (hacia 1548) Sobre la servidumbre voluntaria En: httphttp://www.sindominio.net/oxigeno/archivo/servidumbre.htm
Marx, Carlos, Crítica a la Economía Política, México, Siglo veintiuno 1979.
Giovanni, Sartori. Homo videns. La sociedad teledirigida, traducción de Ana Díaz Soler, Madrid, Taurus 1998.
Royo, Simón, La esclavitud en que vivimos,