Pablo España (1934-2007): el psicoanalista cinéfilo

Pablo España (1934-2007): el psicoanalista cinéfilo  Mario Alberto Domínguez Alquicira   Pablo España España nació en Amposta, España, el 29 de junio de 1934. Realizó estudios en diseño gráfico, pintura, música y filosofía. Radicó en México desde 1946 y adquirió la nacionalidad mexicana por naturalización desde la fecha de su segundo matrimonio con María Isabel…


Pablo España (1934-2007): el psicoanalista cinéfilo

 Mario Alberto Domínguez Alquicira

 


Pablo España España nació en Amposta, España, el 29 de junio de 1934. Realizó estudios en diseño gráfico, pintura, música y filosofía. Radicó en México desde 1946 y adquirió la nacionalidad mexicana por naturalización desde la fecha de su segundo matrimonio con María Isabel Soley Francés celebrado el 28 de febrero de 1970, [1]con quien tuvo dos hijos, Javier e Iván. Siendo todavía muy pequeño, Pablo, el menor de nueve hermanos, emprendió con su familia un largo peregrinaje, que lo llevó de España a Francia atravesando a pie los Pirineos para escapar de la persecución franquista, cayendo en los campos de concentración dispuestos por Francia para los refugiados republicanos, donde permaneció por más de un año. Tiempo después llegó a la República Dominicana durante el régimen dictatorial de Rafael Leónidas Trujillo (1891-1961), que ocupó el poder a lo largo de tres décadas. En ese país vivió siete años en condiciones precarias hasta su llegada a México recién terminado el período presidencial de Lázaro Cárdenas (1934-1940), que recibió a los exiliados españoles con los brazos abiertos.


 A Pablo España le estuvo destinado un lugar privilegiado en la historia del movimiento psicoanalítico nacional, por lo que reseñar su vida y su obra implica necesariamente emprender un viaje a los orígenes no sólo del Círculo Psicoanalítico Mexicano (CPM), institución de la que fue miembro activo, sino del psicoanálisis en nuestro país. Durante siete años estudió la obra de Jacques Lacan (1901-1981) en un seminario coordinado por el doctor Armando Suárez Gómez (1928-1988), quien fuera uno de los fundadores del CPM, y por el poeta Tomás Segovia, el primer traductor al español de los Écrits de Lacan. Esta historia, dicho sea de paso, se remonta a la Viena de la posguerra, en donde se encontraba el conde Igor Alexander Caruso (1914-1981), de origen ruso-italiano. Hijo único de padres aristócratas, Caruso conoció desde muy temprano el exilio —destino al que no escaparía luego Pablo España— y emigró de un lado a otro hasta establecerse en Viena. Inició su análisis didáctico en 1943 con August Aichhorn (1878-1949), [2] colaborador cercano de Sigmund Freud (1856-1934), para analizarse pocos meses después con Viktor von Gebsattel (1883-1976), psicoanalista alemán amigo de Rainer Maria Rilke (1875-1926) y de Lou Andreas-Salomé (1861-1937). [3] En 1947, Caruso instituye el Círculo Vienés de Psicología Profunda, cuya constitución se oficializa de cierta manera en 1950 con el nombramiento de algunos miembros honorarios. A su vez ese Círculo dará lugar, hacia 1969, al Círculo Mexicano de Psicología Profunda, [4] fundado por dos de sus discípulos y amigos: los doctores Raúl Páramo Ortega y Armando Suárez —quien además había sido su analizante durante tres años—, así como por el doctor Jaime Cardeña, que había renunciado a su pertenencia a la Asociación Psicoanalítica Mexicana (APM) hacia 1966. Fue así como nació el Círculo Psicoanalítico Mexicano en 1971 —afiliado a la Federación Internacional de Círculos de Psicología Profunda, constituida en 1966—, cuyos fines han sido desde entonces la investigación, la docencia y la difusión de la psicología profunda. [5]


 Para esta Federación, Caruso propuso lo que sería “el mínimo común divisor”: una técnica psicoanalítica “clásica” (freudiana) y una apertura a todas las cuestiones sociales, lo que tiene como consecuencia que su propia obra no ocupe necesariamente el centro del programa de formación en psicoanálisis. A eso se debe también que en él haya tenido cabida una gran variedad de disciplinas, entre las que se encuentran la psicología genética, la etología, la antropología y la filosofía, entre otras. En este marco se inscribe igualmente el encuentro con los textos de Karl Marx (1818-1883), Federico Engels (1820-1895), Wilhelm Reich (1897-1957) y Erich Fromm (1900-1980), así como con los autores pertenecientes a la Escuela de Frankfurt: Theodor Adorno (1903-1969), Max Horkheimer (1895-1973) y Herbert Marcuse (1898-1979). Es natural, entonces, que entre los primeros trabajos psicoanalíticos de Pablo España se encuentre uno dedicado al materialismo histórico, [6] en el cual se hace patente su herencia carusiana. En dicho trabajo es igualmente perceptible el conocimiento que España tenía del pensamiento de Caruso, cuya evolución va rastreando minuciosamente para declararse partidario suyo por considerarlo más cercano al freudismo que al marxismo (tal como lo concibieron Reich, Marcuse y Fromm). Encontramos esta constatación en Armando Suárez desde su llegada a Viena en 1960: “Igor Caruso y su Círculo parecían representar la genuina continuación de Freud y su obra”. [7]


 Fue gracias a que en el CPM se abrió la formación en psicoanálisis a profesionales no necesariamente de la medicina y la psicología, que Pablo España —proveniente de la filosofía, al igual que Caruso y Suárez— pudo acceder a dicha formación. De hecho, fue esta la primera institución en México abocada a formar analistas que no fueran precisamente médicos (aunque Cardeña y Páramo sí lo eran), [8] en lo cual influyó evidentemente el origen no médico de Caruso, [9] quien además se separó de la Asociación Psicoanalítica Vienesa en 1947 por considerar que el enfoque de ésta era demasiado médico, y creó así el primer círculo de trabajo vienés sobre la psicología de las profundidades. El mismo Pablo España se había rehusado a obedecer el mandato paterno de estudiar medicina, no obstante que su padre era muy autoritario e intolerante; ante tal desacato, éste lo retiró de la escuela preparatoria y lo obligó a trabajar. Luego de varios empleos, el joven Pablo montó una fábrica de artículos plastificados y se dedicó al comercio. Por ese entonces, uno de sus hermanos estaba en análisis con Jaime Cardeña, quien solía tomar como pacientes a los alumnos que además supervisaban con él. Éste carácter endogámico de la institución en sus orígenes se explica en parte por la marginalidad que mantenía respecto a las demás, por situarse fuera de la hegemonía de la APM y de la corriente frommiana, lo que acarreaba a su vez que ninguna persona estuviera dispuesta a formar analistas de la naciente institución. Entusiasmado por la experiencia analítica de su hermano, Pablo decide analizarse con Cardeña, quien los atiende por separado. Esta situación se complica cuando la primera esposa de Pablo España entra en análisis con ese mismo analista. Paralelamente, Cardeña analizaba, primero de modo individual y luego grupal, a la mujer con quien Pablo contraería segundas nupcias (también tenía como paciente a la primera esposa del doctor Suárez, Lilia María Meza).


 Dado que en el CPM se admitían diversos profesionistas interesados en el psicoanálisis, era de esperarse que no todos ellos pretendieran formarse como analistas. Esto dio lugar, según Fernando M. González, [10] a un “equívoco” consistente en no haber aclarado con suficiencia si quienes participaban en los seminarios y adquirían toda esa formación como un interés secundario, debían o no desarrollar su práctica analítica. Ese parecía ser el caso de Pablo España, quien asistía a un seminario sobre historia de la filosofía que estaba abierto no sólo a los candidatos a la formación psicoanalítica, sino a todos los interesados en adquirir tales conocimientos. La convivencia diaria con María Isabel Soley, que sí era candidata a analista, influyó en él para iniciarse teóricamente en el psicoanálisis; fue el encuentro con las obras del Marqués de Sade lo que marcaría de modo decisivo el comienzo de su producción teórica, lo mismo que la obra de Jean-Paul Sartre.


 Al parecer, Pablo España se integró al Círculo Psicoanalítico Mexicano en septiembre de 1973 cuando acudió, con un nutrido grupo de miembros de esa institución —entre ellos Armando Suárez, Patricia Escalante, Fernando González, Marybel Soley, Raúl Páramo y Jaime de León—, al II Congreso Internacional de la Federación de Círculos de Psicología Profunda en Igls, cerca de Innsbruck, al oeste de Austria, en donde se encontraron con Igor A. Caruso. [11] No obstante, se dice que su inserción al CPM fue un tanto oscura pues, aunque tomó algunos seminarios con los integrantes de la segunda generación, desapareció por un tiempo y de pronto reapareció ya como miembro activo. [12] Para entender a qué se debió ese período de ausencia es preciso quizá remitirse de nueva cuenta a los orígenes: por ese entonces se había suscitado una ruptura entre los doctores Jaime Cardeña y Armando Suárez a partir de la cual el primer Círculo quedó desconfigurado. De los motivos que precipitaron esa escisión existen varias versiones, de las cuales la más difundida es la que sostiene Fernando M. González, [13]para quien el quiebre sucedió a partir de que uno de los analizados del doctor Cardeña ofreció la posibilidad de tratar psicoanalíticamente a un paciente, a lo cual los dos analizantes del doctor Suárez (entre los que se encontraba González) se negaron por considerar que era muy prematuro, dado lo incipiente de su formación; sin embargo, un analizante de Cardeña decidió hacerse cargo del caso. Ante esto, Suárez se opuso diciendo que tomar un paciente en análisis implicaba una gran responsabilidad y que ninguno de los estudiantes estaba preparado para asumirla. Cardeña interpretó esta intervención como un ataque en su contra y decidió separarse. De su lado quedaron, entre otros, Pablo España, Jaime de León y Marybel Soley (quienes además de sus alumnos habían sido sus analizantes); luego, al romper relaciones con él, Pablo y Jaime solicitaron su reinserción al Círculo de Suárez, en el que fueron aceptados. Por su parte, Marybel realizó un segundo entrenamiento con la doctora Raquel Berman, fundadora —junto con Santiago Ramírez— de la Asociación Mexicana de Psicoterapia Psicoanalítica (AMPP) en 1964.


 Otra versión que explica la separación entre ambas fracciones señala que ésta se dio cuando Suárez estableció como requisito de ingreso a la formación el que los candidatos contaran con el título de licenciatura, lo cual ocurrió a punto de iniciar la segunda generación. Para ese momento, Cardeña sentía que podía prescindir de Suárez puesto que había sido investido por el mismo Caruso como presidente del Círculo en agosto de 1969 cuando éste llegó a México para asistir al IV Forum Internacional de Psicoanálisis. Fue entonces también cuando, a pedido de Suárez, Caruso les otorgó el nombramiento oficial de Círculo Mexicano de Psicología Profunda, asignando a Cardeña —el disidente de la APM— el cargo mencionado y distinguiéndolo además con una membresía honoraria al Círculo Vienés de Psicología Profunda, misma que tenía el carácter de irrenunciable y vitalicia. Más tarde se supo que Caruso no pretendía hacerlo y que sólo accedió por la insistencia de Suárez, quien trataba de mantener en calma a Cardeña. La ceremonia de entrega se celebró en la casa de los padres de Marybel Soley. [14]


 La desavenencia tuvo lugar entonces ante la negativa de Cardeña de aceptar la propuesta de Suárez en lo relativo al requisito mínimo indispensable para iniciar la formación, o sea: el de haber completado los estudios de licenciatura. En ese momento Cardeña le dijo a Suárez que dadas las diferencias insalvables lo mejor era separarse. Éste se retiró de la reunión junto con sus analizandos, quedándose Cardeña con los suyos (la conformación de este subgrupo estuvo determinada no tanto por la adhesión de los discípulos hacia la postura y actitud de su maestro sino por la naturaleza misma de la bipartición, en la que cada analista se quedaba con sus analizandos). Tal acontecimiento fue visto por muchos como una traición de Cardeña hacia Suárez, quien se había servido de él para obtener el reconocimiento de Caruso. Fue así como, poco después, al constatar el narcisismo y la intolerancia de que era presa Cardeña, su propio grupo se deslindó de él. El viaje a Igls sirvió también para informar a Caruso de lo sucedido, quien sugirió que a su regreso a México destituyeran a Cardeña o bien se congregaran en torno a Suárez. Finalmente, Cardeña derivó hacia la parapsicología y Pablo España se preparó para ingresar al Círculo.


Tengamos en cuenta que tanto Armando Suárez como Pablo España eran oriundos del mismo país, habían emigrado a México y se habían naturalizado mexicanos (el primero abandonó su natal España en 1964 y se naturalizó en 1984). [15] Al mismo tiempo que cursaba seminarios en el CPM, Pablo España se había formado con Silvia Bleichmar (en psicoanálisis de niños) y con Juan Carlos Plá (en sus seminarios sobre psicosis), así como con Raymundo Mier (quien le impartió clases de lingüística). A mediados de la década de los ochenta trabajó en el Instituto MENDAO —comunidad terapéutica dedicada al tratamiento de pacientes psicóticos— con Antonio Mendizábal, quien además fue su supervisor. Y aunque el CPM quedó legalmente constituido con una escritura en julio de 1974 —cuyos estatutos sociales fueron reformados en 1980—, Pablo España aseguraba figurar como fundador en un acta anterior del primer círculo llamado Círculo Mexicano de Psicología Profunda. Durante los años setenta, el CPM dio acogida a un importante número de analistas que emigraron a México perseguidos por las dictaduras militares sudamericanas, entre ellos: los lacanianos Néstor Braunstein y Frida Saal (1936-1998). [16] La doctora Saal, que llegó a México exiliada de Argentina en 1974, fue también analista de Pablo España.


 Igor A. Caruso viajó a diferentes países de una América Latina por la que experimentaba una simpatía personal e intelectual y donde se desarrollarían además los círculos de trabajo fundados por él. En México participó en un ciclo de conferencias-debate coordinado y organizado por Armando Suárez en julio de 1975 bajo el título “Razón, locura y sociedad”; entre los miembros del CPM que asistieron a esas jornadas se encontraba Pablo España. Por otra parte, Raoul Schindler —sucesor de Caruso en el cargo de presidente de la Federación Internacional de Círculos y analista didáctico del grupo de Suárez— impartió un curso sobre dinámica de grupos al que muy probablemente Pablo España acudió también.


 En septiembre de 1986, Pablo España presentó en Guadalajara la ponencia titulada “El psicoanalista y la realidad” en el marco del II Simposium del CPM, junto con algunos de sus miembros más destacados. Luego, a lo largo de un año, los trabajos de investigación ahí desarrollados fueron discutidos en grupo en el seminario para miembros activos dirigido por el doctor Suárez con objeto de ser perfeccionados y publicados en lo que sería el primer libro en que aparecerían investigaciones realizadas en el CPM bajo el sello de la editorial Siglo XXI —en ese entonces dirigida por Arnaldo Orfila Reynal, luego de ser cesado de su cargo como director del Fondo de Cultura Económica—, en la colección de Psicología y Etología, que Armando Suárez fundó y dirigió por más de dos décadas. [17]


 Con el espíritu provocador y crítico que lo caracterizaba, Pablo España participó en el más reciente de los simposios organizados por el CPM, en julio de 2003 —luego de un sintomático espacio de más de diez años—, y sus propuestas generaron enérgicas reacciones entre algunos de los asistentes. Destacan sobre todo las del lacaniano Marcelo Pasternac, que de igual forma se manifestaron en el I Simposio de la revista Carta psicoanalítica (“Erotismo y psicoanálisis”) en mayo de 2005 ante las afirmaciones “temerarias” del doctor España.


 Sobreviviente de las constantes escisiones suscitadas en el CPM, [18] Pablo España colaboró como co-director del área clínica y dirigió a lo largo de quince años el Cine Club Debate “El psicoanálisis y el cine”. A poco de publicarse su libro Determinismo y libertad en el psicoanálisis. Más allá del libre albedrío y la mala fe (Universidad de Guadalajara, 1991), el programa televisivo “Calidoscopio”, transmitido por Imevisión y conducido por el escritor Ricardo Garibay, dedicó dos de sus emisiones a comentarlo junto con Mariapía Lamberti (cuyo psicoanalista era nada menos que Cardeña). A propósito del texto, la investigadora italiana señaló lo siguiente: “Es un estudio que reúne todas las características de excelencia que uno podría esperar: es corto, claro, exhaustivo y preciso”. Como coautor, Pablo España participó en los libros Psicoanálisis y realidad (Siglo XXI, 1989), Tres grandes sueños de pasión, locura y seducción. Una visión psicoanalítica (CPM, 1ª ed., 2001; 2ª ed., 2002), La interpretación de los sueños, un siglo después (Plaza y Valdés/Asociación Psicoanalítica Mexicana, 2002), Psicoanálisis y cine. Antología del cine comentado y debatido. Tomo I y II (CPM, 2002) y El lugar del psicoanalista. Memorias del Octavo Simposium del Círculo Psicoanalítico Mexicano (CPM, 2004).


 En calidad de docente colaboró con la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM (impartiendo la cátedra “Psicoanálisis y sociedad”, misma que había sido dictada por Armando Suárez desde 1966 hasta su muerte) y con la División de Educación Continua y Extensión Académica de la Escuela Nacional de Estudios Profesionales Iztacala, en donde impartió el curso “Introducción al conocimiento del inconsciente y el psicoanálisis” y coordinó el Diplomado “Teoría y técnica de la interpretación psicoanalítica”. De manera independiente dirigió diversos seminarios enfocados a la interpretación de los sueños y a la comprensión de los conceptos básicos de la teoría lacaniana. De modo paralelo a todas estas actividades, mantuvo a lo largo de treinta años su práctica psicoanalítica con pacientes. Fue acreditado también como miembro activo de la Federación Mexicana de Salud Mental (FEMESAM).


 Como fundador y director del Cine Club Debate “El psicoanálisis y el cine”, siguió las preocupaciones fundamentales de Igor Caruso, quien concebía a la institución psicoanalítica como una “federación” en la que cada uno de sus miembros cuenta con la opción de tener directrices propias de organización. Asimismo, con Pablo España al frente del Cine Club Debate —y con sus cuarenta ciclos temáticos llevados a cabo en forma ininterrumpida durante catorce años— se respetó siempre la tradición del Círculo Vienés de Psicología Profunda de sostener el eje psicoanálisis-sociedad, así como la de promover los conocimientos del psicoanálisis y su aplicación a otros campos del saber. Esto debido a que se contó desde sus inicios, en 1992, con la participación no sólo de psicoanalistas sino también de numerosas personalidades del mundo de la cinematografía, la dramaturgia, la literatura, la música y las artes plásticas, así como de destacados críticos de cine, periodistas e investigadores, dando cumplimiento cabal al objetivo central del CPM, a saber: el de difundir el psicoanálisis a través de diversas actividades para mantener viva la confrontación del psicoanálisis con las ciencias sociales y las humanidades. Cabe acotar además que el Cine Club Debate, mantenido durante tres lustros por Pablo España bajo el auspicio y patrocinio del CPM, sirvió no únicamente para consolidar la cultura del cine-club debate en nuestro país, sino también para formar cinéfilos y psicoanalistas interesados en la crítica y apreciación cinematográficas.


 A decir de Pablo España, en una entrevista efectuada a propósito de la aparición de Psicoanálisis y cine. Antología del cine comentado y debatido, [19] el cine siempre le interesó debido a la estrecha relación que mantiene con el psicoanálisis, en especial con los sueños tal como son conceptualizados por Freud. Sin embargo, para entender de un modo más profundo su pasión por el Séptimo Arte habría tal vez que remitirse a un recuerdo de infancia narrado en varias ocasiones por él. Se trata de una imagen mnémica que guarda además múltiples similitudes con la imagen cinematográfica y la onírica misma: cuando residía en la República Dominicana se encontró en algún momento frente a lo que parecía ser una sala cinematográfica, pero sin posibilidad de acceder a ella por carecer de dinero. El deseo de mirar lo que ahí se proyectaba lo llevó a construir un agujero en la puerta de aquel rústico e improvisado cine. Así, movido por su pulsión escópica, colocó el ojo en ese orificio para saciar su curiosidad. Pero el ojo fascinado por el poder hipnótico de la imagen móvil en pantalla fue pillado por la mirada vigilante de la ley cuando un grupo de policías del gobierno trujillista lo sorprendió in fraganti. Fue como si, de pronto, él mismo se hallara dentro de una película en la que tuviera que actuar una gran huida ante tal persecución. El horror y el espanto derivado de aquella emboscada no se debió tanto al incidente mismo como a la noticia que se tenía acerca de un joven asesinado por el solo hecho de haber dicho, en tono de alarde, que mataría al hijo del Caudillo.


 Como psicoanalista cinéfilo, Pablo España sostuvo un diálogo permanente con el arte en general. En buena medida, esto estuvo determinado por su decisión de no limitar los ciclos de Cine Debate al enfoque puramente psicoanalítico y de ampliarlos a otras expresiones como la literatura, la música, el teatro o la pintura. Y dado que había comentadores distintos en cada proyección en cuyas manos recaía el análisis fílmico, el doctor España pudo trabar amistad con muchos de ellos, lo que dio lugar a un fructífero intercambio científico y cultural. Así, por ejemplo, el pintor, escultor, grabador y dibujante José Luis Cuevas lo invitó a presentar su libro Los sueños de José Luis Cuevas (Editorial RINO, 1994) en el Centro Cultural San Ángel. Del ensayo leído en aquella ocasión por Pablo España, el autor de La Giganta publicó sólo un extracto en su columna de Excelsior, [20] lamentando no haber podido reproducirlo íntegramente. Sin embargo, manifestó su deseo de guardarlo para incluirlo después en un libro que contendría diversos textos sobre su quehacer artístico.


 Es igualmente digna de mención su gran amistad, desde muy joven, con el poeta Gerardo Deniz (cuyo verdadero nombre es Juan Almela; nacido en Barcelona el mismo año que Pablo España y emigrado a México en 1942), ganador del Premio Xavier Villaurrutia en 1991. Hay que decir también que Pablo España no sólo contrajo matrimonio en dos ocasiones (la primera de ellas con su prima hermana) sino que además conquistó a un sinfín de mujeres (psicoanalistas casi todas).


 Miembro del Consejo Consultivo de la revista michoacana La nave de los locos, Pablo España fue invitado, en julio de 2002, a formar parte del consejo de redacción de Carta psicoanalítica, revista mexicana de psicoanálisis en formato digital dirigida por Julio Ortega Bobadilla. Para completar la bibliografía de sus escritos teóricos habría que incluir los artículos publicados en revistas especializadas y algunos otros que permanecieron inéditos:


 a) “La hiancia, el inconsciente y la mirada en Sartre y Lacan”. Manuscrito inédito.


 b) “Tres preguntas” (reseña crítica al libro de Miguel Kolteniuk Krauze El carácter científico del psicoanálisis (México: FCE, 1976), en Plural (Revista Cultural de Excélsior), segunda época, v. VI, n. 76, enero de 1978, pp. 85-87.


 c) “Psicoanálisis: del escándalo a la institucionalización”, en Plural, segunda época, v. VI, n. 82, julio de 1978, pp. 52-56.


 d) “Pulsión de muerte y melancolía”, manuscrito inédito (noviembre de 1988).


 e) Yukio Mishima: La marquesa de Sade, México: UAM-X, 1989, 133 pp. Adaptación de Juan Tovar. Ensayos de Lore Aresti, Mirta Bicecci, Pablo España.


 f) “Sade o la crítica de la razón perversa” (enero de 1989), en Memorias del IV Simposium “Reflexiones psicoanalíticas. En memoria del Dr. Armando Suárez”, México: Círculo Psicoanalítico Mexicano, 1990, pp. 196-210. Publicada posteriormente en La cuadratura del círculo, México, mayo-junio de 2001, pp. 7-14.


 g) “Clínica de la razón psicótica” (octubre de 1989), en Memorias del V Simposium “El psicoanálisis hoy. A 50 años de la muerte de Freud”, México: Círculo Psicoanalítico Mexicano, 1991, pp. 87-107.


 h) “Ontología y poesía en la obra de Octavio Paz”, en La nave de los locos, n. 14, México: Editorial Lust, 1990, pp. 42-45.


 i) “El sueño imposible de Althusser”, en La Jornada Semanal, nueva época, n. 93, 13 de enero de 1991, pp. 33-35.


 j) “La dimensión poética en el psicoanálisis”, en Tramas. Subjetividad y procesos sociales, n. 8, UAM-X, diciembre de 1995, pp. 39-56.


 k) “Puesto y supuesto saber del psicoanalista”, en Carta psicoanalítica, n. 3, septiembre de 2003. [Versión electrónica recuperable en http://cartapsi.org/revista/no3/pablo.htm.]


 Algunos años antes de su muerte, acaecida el 25 de enero de 2007, Pablo España estuvo escribiendo poesía y cuentos cortos en los que aparecen una y otra vez sus obsesiones personales y literarias. Estos escritos personales fueron enviados por él mismo a Daniel González Dueñas, [21] escritor al que Pablo España admiraba y respetaba profundamente, quien ordenó esos textos por temas y estableció capítulos para otorgarle un sentido de libro. Asimismo, el doctor España dejó lista para entrar a imprenta la reedición de su primer libro en la que incluyó un prólogo suyo (que se suma al primero redactado por Fernando M. González y en el que, dicho sea de paso, reflexiona en torno al tema de la temporalidad del psicoanálisis a partir de un texto de Luis Tamayo aparecido en 1989) y una presentación hecha por el doctor José Perrés Hamaui. [22]


 El doctor España padecía el vértigo de Ménière, que es un desorden del oído interno caracterizado por un vértigo repentino y episódico; además se le había descubierto un hipotiroidismo que favoreció el surgimiento de una neumonía muy agresiva, lo que lo hizo entrar en un coma mixedematoso; no obstante, se mantuvo activo y trabajando —tal como era su costumbre— casi hasta el fin de sus días. Su obra, sus ideas, sus palabras perdurarán para todos aquellos que como alumnos, analizandos, familiares, amigos o colegas fuimos testigos de su gran generosidad, su paciente dedicación y su pasión sin límites a la hora de transmitir y divulgar el psicoanálisis.