Hombre y Sujeto ($) en la filosofía del límite…
Héctor Escobar Sotomayor
para Sara y su amistad
En el presente trabajo tratamos de presentar una lectura de la problemática en la relación conceptual Hombre/Sujeto ($) tomando como eje los trabajos de Freud, Foucault y Lacan, a la vez que mostrar los ejes que proponemos como articuladores de la importancia del concepto Sujeto ($) para la filosofía contemporánea y evidentemente el psicoanálisis.
En 1966, Foucault habría de proponer su controvertida tesis respecto de la aparición del hombre como problemática al interior del pensamiento occidental, entendiendo esta aparición como producto de lo que llamará el acomodamiento del espacio de los saberes, mismo que daría origen a lo que llama “episteme moderna”[i]. No nos corresponde aquí desarrollar una amplia explicación del derrotero foucaultiano, mas sí señalar uno de los argumentos finales que Foucault nos propone en dicho texto: el posible desvanecimiento del hombre -es decir del problema antropológico- como eje del pensamiento moderno merced a un desplazamiento por venir en el terreno de los saberes.
Siguiendo una línea de desarrollo sustentada en parte por la obra de Foucault, emprendimos en otra parte[ii] un intento de análisis arqueológico de la forma en que en Occidente se fueron construyendo los discursos de la psicología desde el pensamiento antiguo a nuestros días. A partir de este análisis propusimos y desarrollamos la discontinuidad que en términos epistémicos se da entre los discursos de la psicología y del psicoanálisis y que, como efecto de esta discontinuidad, era preciso plantear que ese movimiento epistémico que Foucault proponía en 1966, ya había ocurrido, y que como consecuencia de ello, estamos en un momento epistémico que sería distinto de la modernidad (definida en tanto referencia al Hombre como eje del pensamiento occidental).
Tentativamente he denominado “postantropológico” a este momento de nuestra arqueología, la condición de nuestro presente. Así propongo al lector, que eso que muchos llaman “la posmodernidad”, sea leído en el sentido de este agotamiento de la noción de Hombre como eje del pensamiento occidental, y en la aparición de un nuevo eje para nuestro pensamiento: el problema del Sujeto ($), entendido este último en la perspectiva introducida por Jacques Lacan a partir de la obra de Freud.
Hombre y Sujeto
Para Foucault, la aparición del Hombre como eje del pensamiento es el resultado de un movimiento en el pensamiento occidental que podría fin a lo que llama “episteme clásica” organizada en torno al problema de la representación. Cuando Kant[iii] nos propone que el problema filosófico es el problema del conocimiento, produce al hombre como un duplicado empírico-trascendental; a la vez sujeto y objeto del conocimiento, movimiento que se encuentra en el origen de la problemática de las ciencias humanas. Así, la episteme moderna ha de permitir la aparición de los tres campos de empiricidad desde los cuales Foucault construye su análisis: Vida, Trabajo y Lenguaje.
En nuestro trabajo, intentamos mostrar que la construcción de la moderna problemática del hombre a partir de los discursos que podemos llamar psicológicos, puede recorrer, sino el mismo, un camino análogo, al propuesto por Foucault en su análisis.
Así propusimos que, a partir de Descartes, el problema de la representación (Vorstellung) aparece haciendo referencia a una conciencia (toda representación lo es siempre, para una conciencia que la organiza). Este es un punto fundamental y eje del sujeto cartesiano, la derivación del ser a partir de su pensamiento, que permite hacer idéntico a uno respecto del otro: “pienso luego existo”. De ello concluimos que toda psicología de la época clásica es, esencialmente, una psicología organizada en torno de los problemas de la percepción y de la sensación, mismos que presentan el mundo para la conciencia. La imagen del hombre máquina de La Mettrie ilustra de modo general el eje de este pensamiento. La condición general de ello es que el cuerpo humano es una máquina que funciona de modo idéntico en todos los hombres.
Sin embargo, al plantear la otra dimensión señalada por Kant, el hombre como objeto del conocimiento, esta concepción se ve trastocada al hacerse evidente el problema de las diferencias individuales. Es en Gall, que la problemática de las diferencias y aquello que la moderna psicología llamará el problema de la personalidad se construye por vez primera, dando origen a los modernos discursos psicológicos y conformando a la psicología como una ciencia del hombre[iv].
Pero, si el problema del Hombre aparece como eje del pensamiento moderno, es preciso que interroguemos a este pensamiento por la forma en que define al hombre. Esta interrogación nos responde:
a) El Hombre es una conciencia, un ser que deriva su existencia de su pensamiento (Descartes).
b) El Hombre es un ser que guía, o podría guiar, sus actos y su pensamiento a partir de la razón. El tribunal de la razón opera como medida última de toda referencia humana (Kant).
c) Como efecto de esta doble condición, el Hombre resulta dueño de sus actos y estos son efecto de su Voluntad.
Anna
Sin embargo, a partir de la Histeria[v] es que se presenta para Occidente la figura paradójica de un ser cuya presencia encarna –nunca mejor dicho- el cuestionamiento de esta identidad del hombre respecto de su conciencia, el sujeto cartesiano. En las histéricas Freud nos deja ver un ser cuya conciencia se ve rebasada por el deseo que le habita y del cual Yo nada sabe. El cuerpo de la histérica no responde a su voluntad. Freud nos muestra así el descentramiento del Ser respecto de su conciencia. Conceptualización que –proponemos- alcanza su pleno desarrollo en el concepto lacaniano del Sujeto del Inconciente ($).
Desde este punto de vista, el Sujeto ($) aparece como aquello que ejerce un efecto de límite respecto del pensamiento moderno y la figura del hombre, un límite en el sentido de un agotamiento, de la no posibilidad de pensar algo distinto a partir del Hombre. En la siguiente figura hacemos un breve esquema de este planteamiento.
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Así, respecto de la conciencia, eje del sujeto cartesiano, la noción del sujeto del Inconciente ($) viene a mostrar el límite, un más allá de la conciencia, una forma de la existencia que rebasa las condiciones de ésta, pero en la cual el ser reconoce su verdad, el campo abierto del deseo y su constitución.
Del mismo modo, el descubrimiento freudiano de la alogicidad y atemporalidad de los procesos primarios nos muestran los límites de la razón, un campo que le es irreductible. E igualmente, como causa y efecto de estos dos elementos tenemos la problemática del Deseo, en su imposibilidad de ser reducida al campo de la voluntad y la necesidad. Deseo que apunta a la falta como constitutiva del campo del sujeto ($).
Alteridad y subjetividad
Es sobre estas líneas: Inconciente, Pasión y Deseo que postulamos lo que llamamos “filosofía del límite”. Es ese espacio del pensamiento que nos es contemporáneo y que aparece determinado por la reflexión en torno del Sujeto del Inconciente ($) y los efectos a los que da lugar; la apertura a una serie de posibilidades en la construcción de saberes, no definidos ya como positividades, sino como aquello que aparece en el límite mismo de la positividad, lo que hemos definido como “lo impensable”[vi]. Muerte, Deseo y Lalengua[vii]. Muerte como límite último de la Vida, Deseo como el punto en que la Necesidad se agota, y Lalengua como agotamiento de las posibilidades de una analítica del lenguaje y apertura a las posibilidades de lo lenguajero, campo de lo que Lacan llamara Linguistería.
Todos los elementos que definen y constituyen a la subjetividad en este planteamiento posantropológico se dan en la relación del Ser con un doble nivel de la alteridad, uno primero propio del orden simbólico; una alteridad que constituye el campo del Deseo y su correlato que es el Sujeto ($). Pero el Deseo solo existe como tal en tanto efecto de lo alteridad (Otro-otro). De ello que en contraste con la problemática del Hombre, que no requiere de lo otro para sostenerse (la conciencia solo es transparente para sí misma), el problema del sujeto ($) implica forzosamente la referencia a la otredad (heterorreferencialidad). Pero además de este nivel de la alteridad, se abre el espacio para un nivel de lo radicalmente otro, una alteridad absoluta límite ultimo del ser.
Bibliografía
Escobar, H. Sujeto y psicoanálisis, CEUL, México 1999.
Foucault, M. Las palabras y las cosas, Siglo XXI, México, 1984
Foucault, M. La arqueología del saber. Siglo XXI, México, 1986
Lacan, J. Escritos I, Siglo XXI, México, 1986.