Aberraciones sexuales: las aves racionales no vuelan, las eróticas disimulan

Aberraciones sexuales: las aves racionales no vuelan, las eróticas disimulan Alberto Sladogna   Hoy, según algunos artículos de la literatura psicoanalítica, asistimos a lo que denominan un Empuje a la perversión, la observación mas allá de sus matices y alcances recoge en forma sucinta una cuestión de actualidad: La pos modernidad ha liberado, casi hasta el hartazgo, el…


Aberraciones sexuales: las aves racionales no vuelan, las eróticas disimulan

Alberto Sladogna

 


Hoy, según algunos artículos de la literatura psicoanalítica, asistimos a lo que denominan un Empuje a la perversión, la observación mas allá de sus matices y alcances recoge en forma sucinta una cuestión de actualidad: La pos modernidad ha liberado, casi hasta el hartazgo, el fastidio y el aburrimiento de la sexualidad, junto con ello, observamos la caída de los referentes, en particular los organizadores de la vida subjetiva [2] . Junto con esa “liberación” el actual lazo social recurre a la penalización de la sexualidad y del erotismo, de manera paranoizante, los órganos del estado localizan aquí y allá el empuje a la perversión, de forma insistente cuando se trata del inicio de la vida sexual y erótica de niñas, niños y adolescentes. Detrás de cada sacerdote, llamado en el lenguaje coloquial “padre”, hoy se “oculta” o se “revela” un posible criminal sexual [3] , en cada núcleo familiar se oculta, según los medios y algunos pastores psíquicos, una cueva de practicantes de la violencia “intrafamiliar”, inclusive, en los medios masivos las publicidades destinadas a “proteger” a los infantes de tales actividades, están cargadas de alertas frente a los miembros de la familia [4] . Asistimos a una “liberación sexual” acompañada de una creciente criminalización y penalización, en el sentido de una nueva materia penal, como lo revelan las formas singulares y abyectas [5] de las prácticas eróticas, baste como caso la pandemia del “abusos sexual contra menos”, y las denuncias de prácticas pedófilas contra diversos personajes de la iglesia y de la sociedad. El libro de Lidia Cacho, periodista y luchadora social de Quintana Roo, “Los demonios del Edén” así lo muestra, un título de gran contenido religioso. ¡¡Extraño!! Aquello que estaba, estaría o habría estado al servicio de proteger al neóteno humano de la muerte neurológica [6] , hoy es el blanco de múltiples, y en demasiados casos objeto de ataques no justificados, es decir no demostrados [7] . Junto con ello los crímenes, p.e., el caso sonado del secuestrador apodado “El mocha orejas”, que conllevan el asesinato o muerte son presentados sin dejar ni siquiera huella de su componente erótico y sexual. El crimen se presenta como fuera del universo erótico y sexual, mientras que las abyectas vidas sexuales quedan sometidas a procedimientos de orden penal, judicial. En ambos casos asistimos a la ablación de un componente nuclear del ser hablante, la fantasía.


 


Hoy en el año 2006 asistimos a los cambios vertiginosos provocados por un tsunami que afecta a la naturaleza, a la sociedad y a la cultura, su nombre es pos modernidad y sus consecuencias son las de “acabar”, lo busque o no, con las formas anteriores de relación con la naturaleza, de convivencia en la sociedad y con el lazo libidinal que daba consistencia a la cultura. El psicoanálisis ¿qué hará frente a ese cambio? Tomará a su cargo la proposición de Ida Bauer, “de que todo tiempo pasado fue mejor” y entonces “combatirá” el nuevo horizonte, social, la nueva con la naturaleza y las formas nuevas de lazo cultural. Freud sin dejar de criticar y observar el malestar en la cultura de su época inventó, propuso, desplegó vías para hacer frente a ese malestar sin requerir un retorno no viable a un pasado que por caerse ya no se sostenía.¡¡A palo dado, ni Dios lo quita!! El psicoanálisis y su práctica fue uno de los productos de un régimen anterior, en esa situación el psicoanalista se hacía cargo, entre otras cosas, de los efectos en el neóteno humano de tener un cuerpo cubierto, recubierto y protegido por la libido. Eso no era sin avatares. En nuestra actualidad ya vivimos ante un cuerpo que tiende a ubicarse, ser ubicado y ubicarlo por fuera del componente libidinal, se trata del cuerpo surgido del campo de concentración: un objeto de manipulación del biopoder y su ley de la excepción, con la consiguiente “fantasía” de omnipotencia absoluta. Las maniobras de entrada al campo así lo indican: perdida del apellido, confusión de lenguas, establecimiento de una lengua única –lenguaje de los funcionarios, unisexualidad del corte de pelo y del uniforme, desprendimiento de las pertenencias “personales” e inscripción en el cuerpo de un número que formaba parte de la maquinaria para convertir el cuerpo en carroña –las cenizas pavimentando los caminos. Una de las consecuencias de ese tsunami pos moderno es que el actual sistema de producción capitalista mundial ya no requiere, por lo menos, a nivel laboral de sostener las diferencias de los sexos para la obtención de un plus valor. Hoy, por ejemplo, en la ciudad de México, DF, los cuerpos de nuestros seres queridos pueden ser convertidos en diamantes que podremos llevar con nosotros, almacenar en el alguna bodega bancaria y hacerlos circular como un objeto más del mercado de valores de joyas…queridas [8] , Asistimos así a una singular efectuación del plus valor del cual Lacan habló en relación al plus de goce.


 


Este horizonte no es el Freud ni el de Melanie Klein, ni el de Anna Freud, ni el de Jacques Lacan y para situarlo en el campo actual de la clínica y de la doctrina del psicoanálisis propongo efectuar una disimulación de lectura con el texto de cabecera de Sigmund Freud: Tres ensayos para una teoría sexual (1905, y sus múltiples y sucesivas adiciones efectuadas en vida por su autor). Esa forma de leer, bajo el régimen de la disimulación honesta, es a efectos de localizar las zonas de agujeros, de existencia y de consistencia que hoy mantenga el filo vivo de la práctica del psicoanálisis ante la novedad [9] .


 


A poco de cumplir ya ciento un años de la primera edición de los Tres ensayos para una teoría sexual de Sigmund Freud, el lazo pos moderno nos exhibe un regreso a los momentos previos a la invención del psicoanálisis por la vía de la sugestión y la teoría de un trauma infantil, trauma al cual se le recorta, se le suprime, se le inhibe, o se le impide revelar cualquier componente sexual y erótico con el que se viste al infante para que logre llegar y sobrevivir en este mundo. El empuje a la perversión se desplegaría ante un infante que como tabula raza, sin ninguna escritura previa, sería la víctima propiciatoria de un adulto perverso que a su vez lo pervierte, lo manipula, le “arruina” para siempre su “inocencia”. Esto último recuerda con no poca frecuencia los consejos de las abuelitas de antes para con sus nietas – y, quizás, también sus nietos- “Cuida eso, si lo pierdes, te desgracias para toda la vida”. Hemos regresado a la época en que la sexualidad y el erotismo son las marcas del diablo en el cuerpo y como hoy Dios ha muerto, sólo los aparatos ideológicos del biopoder estatal y jurídico se encargarán de perseguir a los “victimarios” y reparar la vida de las “víctimas” ante el hecho de que el diablo toque, se introduzca o coloque las manos en el cuerpo [10] .


 


Lo que una vez fue una comedia, hoy es una tragedia, como lo recordaba en tono irónico Freud a su amigo, ese rarito, de nombre Wilhem Fliess, en la famosa carta del 21 de septiembre de 1897:


 


 Viena,…


Aquí me tienes de regreso desde ayer por la mañana; remozado, contento, empobrecido y, por el momento, desocupado, escribiéndote apenas hemos terminado de instalarnos. Permíteme que te confíe sin más dilaciones el gran secreto que en el curso de los últimos meses se me ha revelado paulatinamente: ya no creo en mis neuróticos. Es difícil que puedas comprenderlo sin previa explicación, pues tú mismo has dado crédito a cuanto yo tuve oportunidad de contarte. Así, comenzaré históricamente, señalándote de dónde surgieron los motivos de mi actual incredulidad. El primer grupo lo forman los continuos desengaños en mis intentos de llevar mis análisis a una verdadera conclusión; las deserciones, precisamente entre aquellos pacientes que por un tiempo parecían ser los más favorables; la falta de los éxitos completos que tenía motivos para esperar; la imposibilidad de explicarme los resultados parciales, atribuyéndolos a otras razones que las ya harto conocidas. En segundo lugar, la asombrosa circunstancia de que todos los casos obligaban a atribuir actos perversos al padre…, y la comprobación de la inesperada frecuencia de la histeria, en la que siempre se cumple dicha condición, siendo en realidad poco probable que los actos perversos cometidos contra niños posean semejante carácter general . Más aún: la perversión tendría que ser infinitamente más frecuente que la histeria, dado que la enfermedad sólo puede producirse cuando los sucesos [las experiencias traumáticas] se acumulan y cuando se agrega un factor que debilita la defensa. En tercer término, la innegable comprobación de que en el inconsciente no existe un «signo de realidad», de modo que es imposible distinguir la verdad frente a una ficción afectivamente cargada. Queda abierta así la posible explicación de que la fantasía sexual adopte invariablemente el tema de los padres. Cuarto, la consideración de que ni aun en la psicosis de más profundo alcance llega a irrumpir el recuerdo inconsciente, de modo que el secreto de las vivencias infantiles no se traduce ni en el más confuso estado delirante.


 


Hoy, a más un siglo de freudismo aplicado a la psicosis, perdón, a la perversión, perdón otro equivoco, también a la neurosis, esa cantidad de tiempo deja su pregunta por pensarse de nuevo, dicho de otro modo en el statu quo ante[11] . Es decir, si en época de Freud y de la invención del psicoanálisis la vida sexual y erótica se presentaba como comedia – recordar el teatro de la otra escena – hoy, eso regresa modificado como algo peor que una tragedia. Se trata de algo más que una tragedia pues las formas diversas de la declinación paterna, para indicar uno de los referentes nodales de la “teoría” psicoanalítica, como bien lo señala Juan B. Ritvo: la declinación ha sido la estructura misma de la paternidad que el psicoanálisis estudió [12] . Sólo que hoy, a consecuencia de la muerte de Dios, no sólo como formulación de F. Nietzche, el psicoanálisis está ante el hecho novedoso de estudiar una subjetividad a posterior de ese duelo; estudiarla pues eso llega hoy a nuestros consultorios.


 


El más allá de la tragedia fue anunciado por Jacques Lacan, con cierto “pudor”, se trataba de una constatación a cargo de quién promocionó, desplegó, inventó la función paterna y el campo de sus declinaciones; un día él constató un hecho mayor de la clínica y de la doctrina: “No hay padre simbólico” [13] . Cómo afecta eso a la tragedia, la afecta pues ya no estamos en el lazo cultural de las tragedias greco-latinas, se trata de la actualidad, nótese, que Lacan lanza a circular esa constatación en sincronía con el hecho de que en Francia – y luego en el conjunto de Occidente- quedaba fuera de la legislación penal la institución del parricidio, sustituida por los “crímenes de parentesco”, nueva institución que ha permitido que una de las hermanas Vásquez –Buenos Aires, Argentina, 27 /03/2000- se encuentre, como dicen los juristas, “gozando” de su libertad [14] . Matar al padre desde esas fechas pasó a convertirse en crimen “ordinario”, un crimen que admite atenuantes, en particular “psíquicos”, mientras que en otras épocas el parricidio era “EL” crimen absoluto. Añadimos otro elemento nuevo: en fechas recientes a mediados del mes de octubre del 2006, la comunidad económica de los EEUU quedó sorprendida pues uno de sus miembros, millonario de la lista de la revista Forbes ha tomado por esposa a su hija; esté caso se añade a la nupcias celebradas por Woody Allen con su hija adoptiva hace ya varios años. Y si eso fuera poco bastará con localizar que entre las nuevas técnicas de reproducción asistida, se cuenta una, donde la madre de una hija facilita su aparato reproductor para que le inseminen los óvulos de su “hija” y los “espermas” de su yerno para que ella traiga a la luz un “hijo” de ellos. Este avance de la tecnología de la reproducción socava los cimientos de la “prohibición del incesto”.


 


La biopolítica afecta el terreno sexual y las zonas erógenas

 


Ante el actual empuje a la perversión de parte del estado y su ejercicio de la biopolítica, conviene detenerse antes de hacer “diagnósticos” o lanzarse a una desenfrenada labor “interpretativa” de la vida de quienes viven su vida en el marco de lo que se llamó homosexualidad o perversión, peor aún aventurar “pronósticos” que sólo hipotecan la clínica del psicoanálisis y su doctrina no sólo ante esos sectores, sino ante otros que son impactados por la actual vida sexual.


 


La actual vida sexual está caracterizada por la separación cada vez mayor entre actividad sexual y reproducción; separación que se acerca a cuestionar por la vía de las ciencia y la tecnología la prohibición del incesto. Veamos, en fechas recientes Didier Eribon, biógrafo- y quien fuera amigo muy cercano a de Michel Foucault – testimoniaba sobre las posiciones vertidas por psicoanalistas frente a las parejas de la semejanza y que las mismas accedieran a la paternidad por la vía de la adopción:

 


Cito algunos ejemplos de las afirmaciones extravagantes hechas sobre la homosexualidad por representantes de diferentes obediencias psicoanalíticas. Por aquel, que en las columnas de la Revue Francaise de Psychanalyse, deplora, al ver pasar a la Gay Pride bajo sus ventanas, que se corre el riesgo de que sea cada vez más difícil curar a los homosexuales si deciden instalarse en la “denegación de su drama” (es una cita), o también a ese otro que, jugando a los profetas del Apocalipsis, anuncia que los niños “simbólicamente modificados” (es decir aquellos que fueron educados por padres del mismo sexo) ya no sabrán hablar, puesto que el acceso al lenguaje necesita ser construido por un padre y una madre… El interrogante que se plantea es el siguiente: ¿Por qué esta violencia discursiva, por qué estas idioteces que no son otra cosa que injurias con respecto a las personas concernidas, pueden fácilmente expresarse en todos los periódicos, en el radio, en las revistas… por doquier? ¿En qué se ha convertido la función del psicoanálisis para que pueda convocarse de tal manera (y complacerse en responder a tal convocatoria) en la arena política afín de asegurar el control de las prácticas sociales, de legitimar el orden establecido en nombre de un “saber” que exigiría que uno se opusiera a las reivindicaciones que se abren paso en la sociedad, e incluso en las vidas reales que ya tienen su lugar en ella? Y ¿de qué naturaleza es ese “saber”? ¿De dónde viene? ¿Qué es lo que lo funda, o más bien qué es lo que funda su eficacia? [15]

 


Estas formulaciones tienen un valor intrínseco para el psicoanálisis y su práctica: vienen de aquel que no es ajeno a esa experiencia de vida que le toco vivir y con la cual vive. Él desde su singularidad, digamos su carácter rarito nos ofrece un testimonio cuyo contenido crítico, agudeza y filo conviene no desdeñar, debido a que el psicoanálisis como otras prácticas subjetivas están siendo tentado [16] a integrarse a la maquinaria del poder del actual lazo social. Judith Butler, filosofa estadounidense, figura nodal de la “teoría queer” en varios de sus trabajos advierte al movimiento queer de las estrategias estatales y del poder para integrarlo a sus redes, una de ellas es paradójicamente el otorgamiento de derechos civiles para el casamiento y otros. Ella advierte que no se trata de renunciar a los mismos, sino de estar advertidos de que el poder “regala” y por eso mismo, luego requiere una retribución, lo cual es el mínimo funcionamiento de la ley del don “Te doy para que me des” [17] . Nótese la sincronía con los esfuerzos de los organismos de salud, acompañados de no pocas “instituciones” psicoanalíticas para promover la regulación jurídica del estatuto del psicoanalista y del ejercicio del psicoanálisis, allí se encontraran no solo las “malas bandas“de la IPA y sus tribus, sino también varias “buenas pandillas” del heteróclito conjunto de los clanes “lacanianos”.


 


Las críticas de los teóricos militantes del movimiento de homosexuales y lesbianas tiene una característica: comparten con muchos psicoanalistas la confusión entre la práctica y la teoría, por ejemplo, la cura en tal o cual caso, reúnen eso bajo lo que llaman “teoría”. Como si de una a la otra (de una cura su “teorización”) hubiese un continuo. Así mientras un psicoanalista realiza una practica en su consultorio, a veces, se fuerza en la transmisión para darle lugar a la “teoría”; algo semejante ocurre cuando se confunde a los militantes del movimiento “queer”, sus formulaciones “teóricas” con la vida singular y cotidiana que puede afectar a tal o cual sujeto “queer”, lesbiana, o gay. ¿Acaso el malestar en la cultura es sólo patrimonio de los neuróticos heterosexuales? Mi experiencia con aquellos que acuden a mi consultorio y se presentan como “homosexuales” refuta el pretendido monopolio de los neuróticos respecto de ese malestar. Si así fuese sería conveniente estudiarlo. Nada parece confirmarlo. Queda claro, por suerte que la doctrina psicoanalítica se sostiene en una consistencia semejante a la del queso gruyere: ¿Qué sería de ese queso si se le suprimen, se obvian o se le exige carecer de agujeros? Esos agujeros responden a un hecho elemental: entre la experiencia de la cura –costado analista, costado analizante- y la transmisión de esa experiencia hay una superficie discontinua agujereada, que contiene lagunas, pantanos y selvas, sin descartar zonas desiertas o “simples” páramos. El queso psicoanalítico sin esos agujeros pasaría a tener el estatuto de otro queso.


 


Esa confusión tiene y ha tenido un costo, mismo que no es del todo inocente, el psicoanálisis de Freud fue una práctica de lo raro, el consultorio de Freud y sus textos reunía a partir del ejercicio rarito del psicoanálisis –estructura mínima de cada cura analítica; reunía a una serie de personajes muy raros, raritos de Viena y sus aledaños. Luego, cuando el análisis, a partir de 1910, con su institucionalización y la recepción “internacional” recibió su “bienvenida” al mundo “bien pensante” comenzó a pagar un precio por ese “boleto” o “invitación” a participar del lazo social oficial [18] : censurar los elementos conjetúrales [19] , costado rarito de nuestra práctica y de nuestra doctrina. Repasemos algunas rarezas del psicoanálisis inventado por Freud.


 


Anna Freud tenía una vida subjetiva ligada al látigo y sus flagelos; el saber que ella elaboró de esa experiencia, la suya, le permitió acceder a la condición de analista [20] , hecho que luego no le impidió “impulsar” una prohibición en el seno de IPA para excluir del ejercicio del psicoanálisis a los homosexuales; Ernest Jones, el biógrafo de Freud no sólo tenía una extensa carrera en el terreno del ajedrez, aún se publican sus textos sobre jugadas de apertura y finales; además debió abandonar Canadá por una acusación de “pederastería” [21] ; Alix y James Strachey, pareja londinense, James fue el encargado de la edición inglesa de las obras del profesor vienés, ambos hicieron una cura analítica en Viena (Bergasse 19, consultorio del Profesor), y esas curas, quizás, no fueron ajenas a la honesta disimulación con la que lograron vivir sus respectivas vidas eróticas: un matrimonio de conveniencia que les permitía a cada uno tener la práctica erótica que los habitaba y estar al abrigo de la persecución que las rodeaba. Como el lector advertirá esta “aberración” e “impulso a la perversión” no fue ajena a una cura analítica, además de que la “solución” de los Strachey [22] reproduce casi a la letra el sueño del “engaño” o ”engañoso” de Sidonie Csillag [23] presentado por Freud en “Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina”(T. XVIII, Amorrortu , Buenos Aires, 1976); y por último, para no abarrotar al lector de rarezas, recordemos la presencia en la vida doctrinaria de Freud de Havelock Ellis, un australiano, personaje rarito de la época, de quien él tomó el término “autoerotismo” y el de “narcisismo”; Ellis en algunas ocasiones fue designado por Freud para leer en tal o cual congreso público un trabajo de ambos o de Freud. Havelock Ellis era partidario de la “liberación sexual”; propuesta que él llevaba a la práctica y que a pesar, de ciertas “opiniones” más que apresuradas de parte de Jacques Lacan y otros lacanianos de Francia, Ellis se ubicaba en la vanguardia de los estudios de formas de la sexualidad y del erotismo alejadas de los cánones de la normalidad. ¿No habrá sido ese el punto de cercanía y anudamiento con el profesor? Si faltaba alguna rareza, añadimos que Jones activamente le impidió a Freud publicar tal cual sus escritos sobre la “telepatía”, donde acercaba ese fenómeno paranormal –rarito- nada más y nada menos que a la transferencia, Jones le advertía: eso pone en peligro las relaciones del psicoanálisis con la ciencia . Y agregamos, además pondría a pensar a cada uno de nosotros, respecto de nuestra forma de operar en la transferencia que provocamos y sostenemos apantallando al analizante [24] .


 


Entonces, estos elementos por su consistencia, existencia y agujero revelan que el invento del psicoanálisis y la aparición del psicoanalista son una parte del horizonte de lo raro, de las prácticas raritas, quizás por esa razón a Freud y también a Lacan, hayan sido lo que hayan sido sus “formulaciones teóricas”, a ninguno de los dos se les ocurrió excluir del psicoanálisis a quienes vivían


de forma rara la neurosis, la psicosis o la perversión –tres formas de la normalidad. Forma rara pues cada una de ellas comportan una adición: son eso más un análisis con un analista hasta el fin de la cura. Esa es la razón por la que Freud mantenía respecto de él y su práctica, la estrambótica “teoría” de que la ciudad de Viena se resistía al psicoanálisis e incluso lo extendió a la cultura, quizás confundía una forma de lazo social con los productos raros, el psicoanálisis entre ellos, habitante de pleno derecho de la cultura urbana. Jacques Lacan exageraba las rarezas a las que brindaba albergue en su diván, baste con recordar que definía al analizante como un psicótico con síntomas neuróticos; o al psicoanálisis como un autismo de dos; tomar en análisis a una mujer que había sobrevivido a un intento de suicidio, intento donde murió su bebe sobre quién cayó el cuerpo de ella; abrazar al analizante que iba a la sesión con un elemento explosivo en sus ropas; incluso llego a decir con claridad ”No es que el homosexual no se pueda analizar, sino que no encuentra un analista que lo escuche”; poner fin a tal o cual cura al cortar por lo sano, mediante una bofetada; disolver al final de su vida, un monumento construido por él, la École Freudienne de Paris, ¿no son, cada una de esos episodios, una serie de rarezas en acto?


 


Freud: Tres ensayos prácticos de la disimulación honesta


 


Hemos escrito en varias ocasiones “disimulación honesta”, bajemos las cartas y mostremos algo de su juego. El artificio de la disimulación honesta anuda tolerar, callar y esperar, consiste en no hacer ver las cosas como son. No se trata de un puro engaño o de un engaño a secas, sino de un descanso necesario para ver en determinadas vueltas de la vida aquello que el descanso deja ver, escuchar, decir, escribir. Es una pausa que se da, por ejemplo, a una ocurrencia del analizante antes de que la verdad allí contenida se haga evidente, para mostrarla en su tiempo lógico. La disimulación puede naufragar, desaparecer, trastrabillar a consecuencia de la llamada soberbia, la ira y la voluntad del poder, está última justamente descansa y se apoya en el engaño.


 


Torquato Accetto fue un secretario de la Italia barroca del siglo XVII, en la provincia de Andrea, en la casa de la familia Caraza [25] . Escribió sometido a la servidumbre de esa función cartas familiares, de cortesía, de negocios a nombre de otro, p. e., Antonio Caraza. La disimulación honesta es una práctica destinada a no padecer un daño, de ahí que se disimula lo que se es y se simula lo que no se es. Esta práctica no es sólo retórica, no está solo confinada a ella, es una parte de la vida para hacer viable abordar aquello de lo cual se está prohibido hablar, escribir o transmitir [26] : se trata de una práctica para sostener nuestra subjetividad a partir de los elementos abyectos que la constituyen y sostienen, verbg.: quién no ha visto a un infante gozar del juego que efectúa con sus heces –un objeto abyecto- y el goce de su madre ante ese espectáculo no conoce, en ocasiones, para “beneficio” de ese infante, límites.


 


La disimulación honesta del secretario Accetto es una manera de silenciar su palabra” propia” para que por su voz el otro hable ¿no es eso lo que suele ocurrir de manera cotidiana ante tal o cual intervención del analista? Cuando él interpreta, p. e., ¿Quién habla en esa voz? No por nada Lacan hablo en el hospital psiquiátrico de la función del secretario del “alienado” (25/04/1956), función que desapareció con la “enfermedad mental” y su orden clasificatorio.


 


A continuación le ofrezco al lector algunos párrafos tomados del primero de los Tres ensayos para una teoría sexual, intitulado: Las aberraciones sexuales. Y luego a renglón seguido incorporo algunos interrogantes que se desprenden de su lectura disimulada.

 

 


Para explicar las necesidades sexuales del hombre y del animal supone la Biología la existencia de un «instinto sexual», del mismo modo que supone para explicar el hambre de un instinto de nutrición. Pero el lenguaje popular carece de un término que corresponda al de «hambre» en lo relativo a lo sexual. La ciencia usa en este sentido la palabra libido


 


Freud al escribir el término “libido” ignoraba o disimulaba aquello que introducía bajo el amparo de la ciencia. El término libido, en latín, un lenguaje caro a la ciencia de su época, indica: deseo, sensualidad, apetito desordenado. El lector notará que Freud pasa y deja de lado a la “Biología” – ciencia- para preguntarse por el “lenguaje popular”, digamos el lenguaje coloquial, el cotorreo, el blablabla, y regresando a la “ciencia” introduce el vocablo latino, término que hace aparecer en el “hambre” sexual el deseo.


 


 


La experiencia científica nos muestra que tanto respecto al objeto como al fin existen múltiples desviaciones, y que es necesaria una penetrante investigación para establecer las relaciones que dichas anormalidades guardan con lo considerado como normal.


 


Otra vez la ciencia, en esta ocasión la “experiencia científica”, le permite escribir sobre una desviación múltiple, de grado tal es su multiplicidad que termina tejiendo un lazo continuo entre las “anormalidades” y lo “normal”. ¿Cuál es el tema de este párrafo? ¿La normalidad, la anormalidad? ¿Las múltiples desviaciones? ¿Una desviación múltiple que va desde la anormalidad incluyendo la normalidad? Se disuelve así, quizás, sin decirlo en forma directa sino con disimulo la frontera entre “normal”, “anormal”, “desviación” y “no desviación” respecto del objeto y el fin. Añadimos un dato al margen, mejor dicho, al pie de página, en efecto este apartado contiene al inicio una nota de referencia con los nombres de Krafft-Ebing, Moll, Moebius, Havelock Ellis, Schrenck-Notzing, Löwenfeld, Eulenberg, I. Bloch, M. Hirschfeld, y se menciona al Jahrbuch für sexuelle Zwischenstufen publicados bajo la dirección del último de los autores nombrados en la cita al pie. Freud descansa en ellos, ellos lo dijeron, no fue él, sino que él sólo los tomó de esas recopilaciones científicas con aires científicos. En México cuando un infante es pescado haciendo algo indebido o una travesura suele decir “Yo no fui, fue Tete”, a semejanza del analizante qué indica qué tal o cual decisión o dice tal o cual cosa pues “Me lo dijo mi analista”. Además preguntamos a cada lector de esa época y el actual, ¿Cuántos lectores de lengua española o castellana tienen a su alcance algunos de los artículos de los autores citados o de la revista referida? Añadimos otro interrogante para nuestro probable lector ¿Debido a qué causa aparece en más de sesenta ocasiones la pareja de términos “normal / anormalidad” en este primer ensayo? A qué se debe el diálogo constante basado en llamar algo anormal para luego decir que es normal o viceversa ¿con qué objeto?


 


Para unos, la inversión es algo tan natural como para el hombre normal la orientación heterosexual de su libido, y defienden calurosamente su licitud. Asimismo puede conservarse durante toda la vida, desaparecer temporalmente, no representar sino un episodio en el curso del desarrollo normal, y hasta manifestarse en un estado avanzado de la existencia del sujeto, después de un largo período de actividad sexual normal. El empleo arbitrario del término «degeneración» suscita en este caso, como en todos, múltiples objeciones.


 


Freud hablando de “aberraciones” describe que la “inversión” es tan natural, no sólo natural, sino que tan natural como para el normal la orientación heterosexual de su deseo. Es decir se apoya en la comparación con la normal orientación heterosexual para definir el carácter natural de la inversión ¡¡¡ Epa, acaba de borrar la aberración!!! ¡¡¡Desapareció su carácter de aberración!!! Y respecto de la “degeneración” un término muy en boga en la psiquiatría y en la veterinaria de su época, respecto de él no se mide, lo acabó quitándole consistencia, existencia y agujero pues es objeto de múltiples objeciones [27] .


 


Luego, este primero de los Tres ensayos para una teoría sexual contiene un largo pie de página:


 


 


Varios hechos nos demuestran que los invertidos no pueden considerarse en este sentido como degenerados: 1º. Porque se halla la inversión en personas que no muestran otras graves anormalidades. 2º. Porque aparece asimismo en personas cuya capacidad funcional no se halla perturbada, y hasta en algunas que se distinguen por un gran desarrollo intelectual y elevada cultura ética. 3º. Porque cuando se prescinde ante estos pacientes de la propia experiencia médica y se tiende a abarcar un horizonte más amplio se tropieza, en dos direcciones distintas, con hechos que impiden considerar la inversión como signo degenerativo. a) Debe tenerse muy en cuenta que la inversión fue una manifestación frecuentísima, y casi una institución, encargada de importantes funciones, en los pueblos antiguos en el cenit de su civilización. b) Se la encuentra extraordinariamente difundida en muchos pueblos salvajes y primitivos, mientras que el concepto de degeneración suele limitarse a civilizaciones elevadas (J. Bloch). Hasta en los pueblos civilizados europeos ejercen máxima influencia sobre la difusión y el concepto de la inversión las condiciones climatológicas y raciales.


 


No es necesario tomar partido por tal cual ideología lésbico & gay para observar que Freud excluye de la degeneración a la inversión y que su presencia no implica “otras graves anormalidades”, pero más aún indica la necesidad de que si se “prescinde…de la propia experiencia médica” se encuentra los impedimentos para incluirla como “signo degenerativo”. Esto está escrito con mucha anterioridad, alrededor de 80 años antes de que la Asociación Psiquiátrica Americana retire de la lista de enfermedades a la “homosexualidad”. Más aún Freud da otro paso: al separar la inversión de la degeneración avanza en el estudio clínico de las formas de ejercicio de la sexualidad y del erotismo de los neuróticos que eran, en su gran mayoría, los miembros de su clientela, situación que aún hoy continua siendo vigente más allá de Viena, pues se extiende hasta nuestros días y en nuestros países. Conviene subrayar que en nuestra práctica, en el diván, suelen ser, por el momento, los “psicóticos con síntomas neuróticos” quienes constituyen la comunidad de analizantes y esta situación no parece cambiar por el hecho de que el analista tome posiciones ideológicas sobre tal o cual práctica erótica.


 


Lacan al respecto se permitía señalar en una de las crisis de su enseñanza que si bien “el objetivo de lo más escatológico” de un análisis no se alcanza más que orientándose por una erótica, luego precisa: “Esto no nos hace por lo tanto propagandistas de una erótica nueva, esto sitúa eso que ustedes tiene que hacer en cada caso particular” (Lacan, 1962).


 


Regresemos a la nota al pie del texto de Freud, allí aparece citado Iwan Bloch, quien entre otras cuestiones acuñó el término de “zonas erógenas” y que además edito en dos volúmenes Beiträge zur Ätiologie des Psicopatía sexualis. El mérito de esta obra consistió en documentar la invasión de las “aberraciones” sexuales en casi todos los periodos de la historia. Bloch se pronuncia contra la visión puramente médica de las “anomalías sexuales” pues ella no es suficiente ni eficaz para dar cuenta de una explicación fundada de esas prácticas y por ello, él propone enfrentar a la teorías “clínicos-patológicas” una concepción “antropológico-etnológica” de hechos relativos a lo que se denomina “psychopathia sexuales [28] . De ahí Bloch avanza en una dirección, estas llamadas “anomalías” en tanto fenómenos universales son “humanos”. Aquí conviene detenerse en este término pues él es claro en algo, no es de una posición filosófica, verbg.: el humanismo como filosofía, el autor reconoce en esas “anomalías” una condición de los humanos, no de seres extraplanetarios, o monstruos o animales ajenos al lazo cultural. Es importante localizar esto en tiempos pos humanos como los actuales, allí donde el carácter simbólico del sujeto vacila o se oscurece o desaparece, debido a la debilidad misma del sistema simbólico [29] , en estos tiempos entonces el humano es lo que representa a un humano ante otro/Otro humano, así lo revelan las novelas de Philippe Dick con su tema del cyborg y la pregunta sobre qué es un humano.


 


Bloch da otro paso: reconocer como “fisiológicas” una cantidad de conductas o actitudes o personalidades o formas de vivir la vida como tales y por ende no “patológicas”. Establece la diferencia y oposición entre “fisiológico” y “patológico”. Leo “fisiológico” no en el sentido de Arnold I. Davidson (“fisiológico” sería “psicológico” [30] ), lo leo como indicando su carácter de estructura común y corriente, es decir compartida y compartible y no la propiedad “patológica” de una organismo enfermo y que habría entonces que someter a tratamiento por su bien. Ahí se abrieron las bases para sacar del mundo médico las perversiones e incluirlas en tanto fenómeno humano en el mundo de las vidas subjetivas de ese mundo.


 


La cuestión es subrayar un dato de lectura: Freud leyó esos estudios, los tuvo presentes durante la escritura de sus Tres ensayos para una teoría sexual. Hoy, tenemos más de un testimonio para indicar el valor de sustento que para Freud implicaban los datos antropológicos, etnológicos, datos que hoy con un exceso de facilidad pretenden reducirse a su componente de formar parte de las manifestaciones del campo del lenguaje, suprimiendo su lugar de datos reales. Indico un caso: si establecemos con precisión conjetural el dato real de que el “hombre de los sesos frescos” se colocó frente a una vidriera de un restaurante y vio su imagen reflejada conteniendo el menú, ese real es la causa de su decir, y es claro que eso lo dice, por ende lo incorpora al torrente simbólico del hecho de hablar dirigiéndose a otro, sólo que de ahí no se puede suprimir que esa experiencia real lo condujo a hablar. El lenguaje y el simbólico no funcionan solos y al margen de los datos de la vida vivida, de ahí que la precisión conjetural del trauma indica que se trata de una experiencia extrema y mortífera vivida en tiempos de una crisis vital y partir de allí X o Y hablan tratando de dar cuenta de eso.


 


Freud testimonia de esto último pues la lectura Iwan Bloch, nos muestra que él tenía esos datos y eso le permite escribir una serie de cuestiones que subvierten las formulaciones de su época respecto de la sexualidad y el erotismo, incluso más aún, eso le permitirá localizar que la vida erótica y sexual no es del orden de la normalidad sino que cada una de las vidas humanas vive esa experiencia en el orden de la singularidad y la particularidad. Los “excesos”; las “desviaciones”, las “degeneraciones”, las “anormalidades” de la vida en el lecho -o en la mesa, en el ascensor o en el cine o donde cada quien lo lleve a cabo- son componentes compartidos por todas y cada una de las formas humanas: sean neuróticos, perversos o psicóticos. Las vidas sexuales y eróticas de quienes acuden al diván tienen una anormalidad compartida, cada una de ellas descansa en el valor de un objeto abyecto y de las abyecciones que con él se sostienen. Indiquemos algo: por la vía del goce, funcionando quizás como coartada, tenemos, en psicoanálisis pocos elementos aún sobre la vida sexual y erótica de los llamados psicóticos, el goce del Otro/otro pareciera reducir la vida o las experiencias sexuales y eróticas de los llamados psicóticos. Es claro que esto, estudiar esa vida, sólo será válido para aquellos “psicóticos” que acuden al consultorio de un analista o de aquellos de los cuales un analista se ocupa leyendo los testimonios de esa experiencia, como lo reveló Freud con el “caso Schreber”, único de sus casos que lleva con orgullo su nombre y apellido. Y eso Freud lo hizo jugando el juego de la disimulación honesta: dado que la ciencia ubica a los locos como fuera de la sociedad, respecto de ellos no es necesario guardar el secreto de su nombre y apellido, más aún Freud sin “decirlo” inscribe la experiencia de Schreber en el marco de las experiencias de un humano que tiene nombre y apellido, los animales carecen de esa nominación. Si eso es poco o mucho, cada quien lo evalúa, sin embargo no se podrá borrar un dato real: están desde el inicio las cartas de identidad del protagonista del caso Schrebrer.


 


Retornemos Tres ensayos para una teoría sexual (1905). Ahora, quizás el lector puede también hacer suya una observación sobre el título del texto, allí el término “sexual” califica a una sustantivo “teoría”, por ende estamos ante una teoría que está tomada como objeto de un componente sexual [31] , así contrariando el espíritu “serio” de las comunicaciones científicas y académicas Freud muestra y demuestra que el ejercicio teórico es un ejercicio sexual y erótico. Eso revela que las disputas “teóricas” en el psicoanálisis de las diversas pertenencias doctrinarias, son disputas encarnizadas debido al elevado componente sexual y erótico de tal o cual elemento teórico, así dejamos abierto el interrogante sobre la factibilidad de que haya o no polémicas, debates o discusiones doctrinarias entre los psicoanalistas: ¿Cómo hacerlo cuando está en juego un objeto cargado por un componente sexual y erótico?


 


Freud hacia el final del primer ensayo, Las aberraciones sexuales, presenta como un muestrario de aberraciones a las que en el curso mismo del texto les va borrando, una por una, el carácter de “aberración”, para hacer de ellas un elemento común y compartido por la diversidad de vidas subjetivas. Allí él escribe:


 


Si reunimos lo que la indagación de las perversiones positivas y negativas nos ha permitido averiguar, resulta sugerente reconducirlas a una serie de «pulsiones parciales» que, empero, no son algo primario, pues admiten una ulterior descomposición. Por «pulsión» podemos entender al comienzo nada más que la agencia representante Repräsentanz psíquica de una fuente de estímulos intrasomática en continuo fluir; ello a diferencia del «estímulo», que es producido por excitaciones singulares provenientes de fuera. Así, «pulsión» es uno de los conceptos del deslinde de lo anímico respecto de lo corporal. La hipótesis más simple y obvia acerca de la naturaleza de las pulsiones sería esta: en sí no poseen cualidad alguna, sino que han de considerarse sólo como una medida de exigencia de trabajo para la vida anímica. Lo que distingue a las pulsiones unas de otras y las dota de propiedades específicas es su relación con sus fuentes somáticas y con sus metas. La fuente de la pulsión es un proceso excitador en el interior de un órgano, y su meta inmediata consiste en cancelar ese estímulo de órgano.


 


Nos interesa subrayar que en este párrafo no se trata sólo de las perversiones, sino de hacer y proponer de forma disimulada una diferencia clara entre el campo del psicoanálisis y la práctica medica, o al menos, lo más clara posible en las condiciones de Freud.


 


La pulsión impide cualquier reducción al ejercicio de una función biológica, más bien al contrario el carácter de la pulsión, el baño de libido que ella impone- a la manera de las palabras impuestas [32] – son la condición de posibilidad misma para que un neóteno caiga, su segundo nacimiento, en el mundo humano y se humanice [33] .


 


La escritura de la disimulación honesta de Freud no tiene concesiones, cuando más se parece a la moral e ideología de su época en Viena, más nos muestra con calma y serenidad otra cosa, y allí en esa otra cosa no hace una loa a una forma de vida, sino que interroga cada una de ellas, de allí que él escribe sobre la “composición”, p. e., como la mostrada por un cuadro surrealista, de la pulsión y de las pulsiones parciales, eso fue viable pues él se atrevió a efectuar una disimulación erótica ante el vuelo de las aves racionales.


 


Este vuelo, quizás, nos indique algo respecto de cómo abordar el tema de las pulsiones parciales cuando asistimos a una época donde su anterior reunificación bajo el primado fálico de la reproducción, para citar sólo un lugar, está siendo cuestionado por los avances de la ciencia y la tecnología de la reproducción [34] . Acaso seguiremos cerrando los ojos ante una época pos humana – pos motherna – que propone establecer y establece la función del “arquitecto” para sustituir o desplazar o declinar o, quizás, hacer desparecer la función paterna, entre otras cuestiones [35] . Ante esos temas nuestra práctica clínica y doctrinaria ¿Está vacunada? ¿Será auto inmune? ¿Está protegida vaya a saberse por qué clase de “subjetividad” o “privacidad” o “sujeto” ajeno a la cultura donde practicamos? ¿No estamos ofreciendo así las posibilidades concretas para que el psicoanálisis desaparezca como síntoma del mal estar en la cultura? La pos modernidad toca uno de los pilares de nuestra práctica, el triángulo: sexualidad, muerte, represión; ya tocó de manera directa la sexualidad, y avanza sobre el tema de la muerte y se esfuerzas por “sustituir” la represión por el orden jurídico, no parece conveniente mirar hacia otro lado frente a esas maniobras ¿O si?

 


Alberto Sladogna


Psicoanalista,


México, DF, Tlalpan,


19/11/2006


sladogna@prodigy.net.mx


asladogna@hotmail.com

 


 




 


[1] Este texto recoge una intervención oral efectuada en un Coloquio organizado por la Red psicoanalítica Real, México con motivo del centenario del texto de Freud “Tres ensayos para una teoría sexual”, el borrador de esa intervención fue editado en la revista “El psicoanálisis y el hospital”, Buenos Aires, Argentina. Hoy recien esos temas adquieren el carácter de un artículo.


[2] Aquí es de lectura obligada el brillante estudio de Dany-Robert Dufour, Locura y democracia. Ensayo sobre la forma unaria, FCE, México, 2002


[3] En varios países de Europa y en los EEUU, la tasa de años de cárcel a los “criminales sexuales” ya supera con creces a los años de castigos para, p. e., los llamados “criminales seriales”.


[4] Cfr.: Marcel Iacub, Le crime était presque sexuel, Epel, Paris, 2002


[5] Este término lo tomo siguiendo las descripciones de Freud y Lacan frente a los objetos organizadores de los circuitos de la pulsión de cada neurótico, de cada perverso y de cada psicótico. A eso se le suma su raigambre literaria: Sartre, Genet, Kristeva, entre nosotros sól o cito a Paz y López Austín, autores que le han dedicado un lugar en sus respectivas obras.


[6] Jacques Lacan en Los complejos familiares, artículo de 1938, llamó la atención sobre ese componente vital, de ahí que él estudiará no tanto el llamado “complejo de Edipo” sino que propusiera como objeto de estudio e investigación psicoanalítica: los complejos familiares que afectan al neóteno, tema este último que no abandono a lo largo de su enseñanza.


[7] Aquí resultan pioneras las prácticas del Dr. Florencio Escardo, en las salas de recién nacidos, hoy se les dice “neonatos” y el estudio publicado por el psicoanalista Rene Spitz, El primer año de vida del niño, FCE, México,1969


[8] Los interesados pueden acceder a la página de México de la joyería fúnebre Algordanza, compañía que ofrece servicio transformar las cenizas, restos de nuestros seres queridos en joyas cotizadas en el mercado. El procedimiento nace a partir del trato dado a los restos de los prisioneros de los campos de concentración: alli sus restos eran convertidos en pavimento de los caminos aledaños a los campos.


[9] Jacques Lacan, seminario oral de 1975/1976, Le sinthome, Editions de Seuil, Paris, 2005


[10] Giorgio Agamben, Estado de excepción, Homo sacar II, I, Pre-textos, octubre, 2004 [Hay otra edición en Buenos Aires, Argentina a cargo de Adriana Hidalgo Editora] antes de abalanzarse sobre esa “excepción” para dar rienda suelta a las “formulas de la sexuación” [sic], al “no- todo”,[resic], a las expectativas sobre un “goce del padre totémico” o no, convendría notar que Agamben localizó que esa institución, pues lo es, tiene por objeto la eliminación de los exceptuados, lo cual, por el momento no parece el objeto de tal o cual análisis singular, particular. Eso está en su titulo: “Homo sacer I, II”.


[11] Afirmación de Lacan sobre la pregunta por la llamada psicosis, en 1955-1956, ver Escritos 2, Editorial Siglo XXI, México, 1991, p. 513. Subrayemos que Lacan proponía pensar de nuevo su pregunta, es decir reconocía que el tiempo, el lugar, la historia cambian una respuesta pues quizás los términos de la pregunta se habían modificado. Constatamos un hecho, hoy, en América latina y en México en particular, el Hospital psiquiátrico ha dejado de ser el albergue de la “exclusión” de la locura, ella ya no está fuera de la ciudad, al contrario, ahora está integrada y por ello tiende a desaparecer.


[12] Juan B. Ritvo, Del Padre. Políticas de su genealogía, Letra Viva, Buenos Aires, 2004,p 22 , para solo citar uno de esos lugares.


[13] Jacques Lacan notas de su seminario oral de la sesión del 9 de junio de 1971, las cuales él se encargó hacer llegar a varios de los asistentes al concluir la misma: “Il n’ y a pas de père symbolique”. Cómo impactó o impactará esa constatación la lectura de un seminario cómico, por su componente normativizante, propio de una pastoral edípica, el seminario oral de J. Lacan de 1956/1957: La relación de objeto y las estructuras freudianas.


[14] Véase, Claudia Weiner, Las Vásquez, el crimen del padre, revista Opacidades, elp, 3, agosto, 2004, Buenos Aires, Argentina.


[15] Didier Eribon , Sur cet instant fragile…, traducción Antonio Marquet para el periódico Excelsior, México, DF, octubre del 2004. El siguiente fragmento es parte de la exposición efectuada por Eribon en una conferencia que pronunció en la École de la cause freudienne, Paris, en febrero de 2004. El tono militante, pues Eribon es militante de la causa gay ¿Será suficiente para no leer lo que allí se nos dice?


[16] En México, el verbo “tentar” incluye la acción de palpar, tocar, lo cual revela el carácter erótico de los cantos del poder del estado.


[17] Judith Butler, Les pouvoirs des mots. Politique du performatif, éditions Ámsterdam, Paris,2004. Estudio extenso sobre cómo es posible revertir un insulto, p. e., “queer” –rarito- en un trazo a defender, pues como tal se encuentra vacío de cualquier contenido


[18] Lacan, polemizando con Leví-Strauss (El pensamiento salvaje, FCE, 1978) distinguía el lazo social de la naturaleza y de la cultura, en esta última ubicaba al síntoma del ejercicio del psicoanálisis. El psicoanálisis a pesar de los esfuerzos míticos de Freud y/ o los desplantes de Lacan y otros psicoanalistas nunca dejó d estar inserto en el lazo social, sino fuera así, sería más que complicado dar cuenta de cómo alguien se dirije al psicoanalista.


[19] Bastaría con efectuar una lectura de La interpretación de los sueños, una lectura de su disimulación honesta para localizar que esa obra y de otras se organizan por la conjetura, una practica ancestral que va desde la lectura del vuelo de los pájaros, la adivinación y la lectura del caparazón de una tortuga y otras. Esas prácticas conjetúrales acaban de revelar durante el Tsunami en Sri Lanka y la India su eficacia, su predicción, su anticipación y grado de verdad que no tiene nada que envidiarle a las tecnologías derivadas de la ciencia. Ver: J. P. Vernant et al, Divination et Rationalité, Éd. du Seuil, Paris, 1974.


[20] Anna Freud, He relation of beting-phantasies to a day-dream. El texto contiene a pie de página una declaración de la autora:” The following paper was written on the basis of several discussions which I had with Frau Lou Andreas-Salomé.—A. F”. Raro, rarito, ese texto fue escrito a consecuencia de que se le rechazó una traducción como texto para su admisión al psicoanálisis. Demás está decir que se trata del análisis de las fantasías encontradas en su psicoanálisis; ese trazo inserta el texto en la rarita tradición De Freud quien escribió La interpretación de los sueños contando, en una buena medida, con su producción onírica.


[21] Este episodio de la vida de Ernst Jones es narrado de manera, bastante moralina, por E. Roudinesco y Michel Plon en Diccionario de Psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 2003.


[22] Perry Meisel, Walter Kendrick, Bloomsbury/Freud. James & Alix Strachey, Correspondance, 1924-1925, Puf, Paris, 1990.


[23] Ines Rieder, Diana Voigt, Sidonie Csillag. La “joven homosexual” de Freud, El cuenco de plata, Ediciones Literales, Buenos Aires, 2004


[24] Jacques Lacan, el 10 de junio de 1980 , un día antes de viajar a caracas, vuelve a subrayar el verbo “apantallar” como parte de la cura analítica y de sus enseñanzas.


[25] Torcuato Accetto, De la disimulación honesta. Introducción y notas críticas de Salvatore S. Nigro, Colección de libros de artefacto, Escuela lacaniana de psicoanálisis, México, agosto, 2001.


[26] Lacan tenía como lo revelan sus Escritos y las versiones de los seminarios un libro de cabecera raro: Leo Strauss, Persecution and the Art of Writing (edición en ingles de 1952, versión citada por Lacan, sólo se la tradujo al francés en 1989. En castellano edición parcial en Persecución y arte de escribir. Y otros ensayos de filosofía política, Novatores, Valencia, 1996) Un antecedente precurso de esa Maimonides, La guía de extraviados [o de Perplejos] de Maimonides.


[27] Ian Dowbiggin, La folie hérédditaire, prefacio de Georges Lanteri-Laura, Epel, Paris, 1993.


[28] Arnold I. Davidson, L´émergence de la sexualité. Epistémologie historique et formation des concepts, Albin Michel,Paris, 2005. Un hecho digno de subrayar es que esté autor, a diferencia del relativismo de algunos estudios posmodernos, lleva a la práctica varios de sus ensayos orientado por los trabajos conjetúrales de Carlo Ginzburg, quien fue el “descubridor”, quizás el “inventor” del paradigma del indicio.


[29] Lacan realizo un largo recorrido para encontrar una precisión respecto del sujeto, un tema que él advirtió estaba sometido a una enorme inflación en su enseñanza. Esa precisión la alcanzo cuando logró establecer que el significante es lo que representa a un sujeto ante otro significante. Dejemos de lado la “representación” que allí se introduce, sólo subrayo el carácter nuclear simbólico de esa precisión. Al final de su enseñanza, en el momento de su perfomance topológica, Lacan puso al descubierto, presentó y mostró los límites de tal precisión. 


[30] Arnold I Davidson, op.cit., p.155


[31] Esta lectura es deudora de una observación efectuada por Mario Betteo B., psicoanalista,


respecto del título de Freud, observación efectuada durante un intercambio de correspondencia.


[32] Las palabras impuestas tienen la misma estructura que cuando a X o a Y se le impone ir a analizarse; impuesta no es obligación, esa diferencia nos permite distinguir entre una actividad erótica, sexual impuesta y una violación que es una obligación del poder.


[33] El cuerpo del neóteno es el cuerpo que interesa al psicoanálisis; neóteno es un organismo fetal con una maduración sexual anticipada; ese cuerpo sólo sobrevive si un elemento del cuerpo, su carne representa algo para el estado anímico de Otro/otro.


[34] Cfr.: Alberto Sladogna , “¿QUÉ TRANS…a CON LOS TRANSEXUALES? LAS DIFERENCIAS ¿CÓMO SON, CÓMO SERÁN?”, en la revista digital Texturas, 1,2006, noviembre, Monterrey, México.


[35] Bastará al lector ubicar el manifiesto de los partidarios de Rael, un conjunto de “delirantes” científicos; también puede hojear algunas revista científica donde la propaganda del bien que la medicina genómica aportará a los “nuevos “ humanos será el fruto del ejercicio de “la función del arquitecto” en el diseño, concepción y llegada al mundo de esos “bebes”.