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ABORDAJES ENTRE LITERATURA Y PSICOANÁLISIS, UNA APROXIMACIÓN PARTIENDO DE LA OBRA DE BATAILLE.

Carolina Moreno Gutiérrez Resumen:    Es este artículo se realiza una indagación desde diferentes conceptualizaciones acerca de la relación entre el psicoanálisis y la literatura, partiendo de la obra de Bataille sobre La Literatura y el mal, se desarrollan las influencias, desde variados autores y campos del conocimiento como la filosofía o el psicoanálisis, para…


Carolina Moreno Gutiérrez

Resumen: 

 

Es este artículo se realiza una indagación desde diferentes conceptualizaciones acerca de la relación entre el psicoanálisis y la literatura, partiendo de la obra de Bataille sobre La Literatura y el mal, se desarrollan las influencias, desde variados autores y campos del conocimiento como la filosofía o el psicoanálisis, para mostrar la vinculación del autor con la obra que produce a partir del análisis biográfico y del contexto social o cultural en que se está inmerso.

Palabras clave: Subjetividad, psiquismo, escritura, inconsciente, sublimación, literatura.

Nos hemos acostumbrado a olvidar las proveniencias. Nos hemos acostumbrado y son signos de los tiempos, que cada vez menos importen las influencias, los diálogos, las plenas confrontaciones que se han sucedido en las vidas y que de esos modos y no de otros, llegan a ser conceptos; que las «inspiraciones divinas» queden para «los inspirados».  Los conceptos están hechos de palabras, ha dicho Lacan, y es cierto, pero antes de que sean palabras ¿qué son? Nada, se nos puede responder, «son nada», y también es cierto, pero ese paso de «la nada de concepto» al «concepto» se hace con la pasión del pensamiento, y con el «deseo de {…}», dan vida a los conceptos desde la vida vivida de aquellos que los lanzaron para que encontraran a suerte y verdad su destino, sus lugares de llegada, que no estaban dados en esa pasión inicial. Sergio Rocchietti 

Bataille no pretende una única forma de acercarse al conocimiento, sino múltiples, es una tradición psicoanalítica y necesaria comprender desde diferentes áreas de abordaje, por lo que en el desarrollo ensayístico que destina a cada autor en su obra “La literatura y el Mal” encontraremos nuevos elementos de comprensión, tanto Freud como Lacan tuvieron influencias de otras disciplinas que en aquellas épocas no era pensable mezclarse, y sin embargo marcaron un precedente que permitió un nuevo rumbo teórico, como la antropología, la filosofía, la lingüística, las matemáticas, etc.

Bataille reúne según Rafael Conte1, tres herencias explícitas: El marxismo, el surrealismo, y el existencialismo. Se trata además de un científico que intenta penetrar en Freud, en Marx y en Sade, el resultado, un acercamiento poco tradicional. Bataille fue parte del grupo surrealista que frecuentaban personajes como Alexandre Koyré, Henry Corbin, Alexandre Kojéve donde se incorpora Lacan, en la biografía que traza Roudinesco podemos apreciar cómo la vida de Lacan trasciende la obra, los conceptos, el abordaje o las inclinaciones teóricas, en el encuentro que tiene con los surrealistas donde participaba Bataille, esto permitió a Lacan iniciarse en una modernidad filosófica donde se leía a Husser, Nietzsche, Hegel y Heidegger,  menciona que “sin esa iniciación la obra de Lacan hubiera quedado para siempre prisionera del saber psiquiátrico o de una captación académica de los conceptos freudianos.” Roudinesco (1993)

Siguiendo ésta línea biográfica que Roudinesco traza, menciona a Koyré quien proponía una historia filosófica de la ciencia que no se redujera a los hechos puramente científicos sino que incluyera las nociones que se tenían de la religión o mentales que se tenían de la época, es decir toma importancia el registro acerca de lo que pensamos y las ideas que surgen de quienes son parte de un tiempo dado.

Así va narrando Roudinesco como se comienza a estudiar la tesis de Husserl en la Sociedad Francesa de Filosofía (1929), donde expone sus meditaciones sobre el cogito cartesiano en la que ningún conocimiento era seguro fuera de la existencia del ser pensante, donde el yo piensa aborda la existencia como conciencia del mundo, en dicha propuesta basta que la idea que se tiene del objeto sea verdadera para que este mismo objeto también lo sea, a partir de experiencias intersubjetivas, donde yo pienso no solo existo sino que hago que eso que pienso exista.

Posteriormente Kojéve redacta un escrito que finalmente no fue publicado como se esperaba en la revista Recherches Philosophiques2 en conjunto con Lacan (éste último no redactaría nada al respecto sino muy posteriormente), Kojéve compara el cogito cartesiano con la conciencia de sí en Hegel que produjo una transición del yo pienso de Descartes al yo deseo de la filosofía, que se dirige a un deseo de filosofar, Kojéve comenta en su escrito inconcluso el paso de la filosofía del yo pienso al yo deseo,  y plantea una división (escisión) entre “je” como lugar del pensamiento y el deseo, y el “moi” como fuente de error, estos conceptos serán utilizados posteriormente por Lacan3 para desarrollar sus conceptos fundamentales sobre el yo “je” como sujeto del deseo siendo el deseo una revelación de la verdad del ser y el yo “moi” como lugar de ilusión y fuente de error.

Me parece interesante plantear la idea de la escisión del yo del autor en la obra literaria, del lado del “je, como lugar del pensamiento pero sobre todo en relación al deseo que pueda reflejar el autor a través la escritura, en el que no solo se transcribe un texto, también se sitúa en un lugar en donde las palabras escapan a la previsión, en cuanto al deseo lacaniano, éste es constitutivo del sujeto a través de una posición subjetiva, que alude a la falta en ser, donde el autor se apropia de significantes, de representaciones simbolizadas en la escritura y refleja su universo psíquico en el que se exponen sus valores, sus ideales, su conciencia moral o lo inconsciente del yo, del superyó y de sus identificaciones. 

Por el lado del “moi” como lugar de ilusión en el yo, especialmente en la narrativa literaria la posición de la fantasía juega un papel central que refleja el yo “moi” del autor y que en ella se puede ver las expresiones mentales de los impulsos sexuales o libidinales agresivos desde un punto de vista psicoanalítico, y su inverso a través de las ilusiones o fantasías metafóricas donde van a operar los mecanismo de defensa contra esos mismos impulsos, que pueden transformarse en posiciones sublimatorias.

Siguiendo las perspectivas filosóficas que rodeaban a Bataille, para Roudinesco, hay una segunda refundación teórica en la que Lacan es conducido a una lectura freudiana de tradición psiquiátrica a una lectura filosófica acerca “del deseo, al cogito a la conciencia de sí, a la locura, a la familia o a las ilusiones del yo”, a partir de dos voces la del maestro (Kojéve) y el alumno (Lacan) en la que yo agregaría una tercera voz entre las propuestas que se producen al problematizar la obra Hegeliana con la Freudiana a partir de Kojéve y Lacan. 

Esta tercera voz inédita es producto de las influencias vivenciales de dichos autores, de la obra que habla y se transforma al relacionarse con otros autores o con otras obras y las conceptualizaciones que surgen en torno a ella, una obra se subjetiva al entrar en contacto con los autores, en una especie de cadena de significaciones, la manera en que va a ser comprendida o transformada con la mirada interpretativa, surgirá una relación transferencial.

Roudinesco desarrolla el surgimiento de dos caminos de la racionalidad moderna, por un lado una filosofía de la experiencia del sujeto donde están Jean-Paul Sartre y Maurice Merleau Ponty y por otro lado del saber y la racionalidad propuesta por Alexandre Koyré, Jean Cavilles y Georges Canguilhen, en la cuál Lacan tomaría una posición intermedia entre éstos dos caminos de la racionalidad, como una nueva “experiencia del sujeto” y una forma de racionalidad humana fundada en el inconsciente freudiano.

Comienza entonces a cobrar interés las nociones como “representaciones simbólicas” y se empieza a hablar de un “universo psíquico”, Koyré propone una “estructura conceptual” de lo que se pensaba en una época dada a partir de categorías de percepción o de expresión que organizan las experiencia colectiva e individual de los hombres (Roudinesco 1993).

Lo desarrolla en sus seminarios donde era asistente Georges Bataille, cuya postura es rebelarse contra los ideales de la racionalidad, Roudinesco cuenta como en la traducción que realizó Henry Corbin, primer traductor francés de Heidegger, en el artículo “¿Qué es metafísica?” que aparece en la revista Bifur en 1931 va acompañada por una presentación de Koyré (Sobre Heidegger): 

“Fué el primero que osó, en esa época de la postguerra, traer la filosofía del cielo a la tierra, hablarnos de nosotros mismos, hablarnos- como filósofo- de cosas muy banales y muy simples, de la existencia y de la muerte, del ser y de la nada; supo volver a plantear, con un frescor y una fuerza incomparables, el doble problema eterno de la filosofía verdadera, el problema del yo y el problema del ser ¿qué soy? y ¿qué quiere decir ser? {…} Los análisis del ser y del tiempo son una forma de catarsis liberadora y destructiva. Toman al hombre en su estado natural (ser en el mundo). Incumben a su percepción de las cosas, a las cosas mismas, al lenguaje, al pensamiento, al devenir, al tiempo.” (Roudinesco 1993, p 149, 150)

Para Heidegger explica Roudinesco, la nada no es ni Dios ni el absoluto, más bien equipara la nada a una tragedia de la finitud del ser humano, este carácter trágico del sujeto es retomado por Bataille quien deseaba enriquecer el trabajo psicoanalítico de Freud, dicha tragedia es vista como una condición humana que se liga a una negatividad, desarrollada a su vez por Kojéve por la lucha que se establece entre el amo y el esclavo, y donde el proletariado estaría destinado a una existencia negativa. 

De ésta tradición filosófica nace el carácter trágico en Bataille, quien tiene un gusto por las tinieblas, por un mundo oscuro de la irracionalidad, se vale de la antropología para analizar la obra filosófica y “ver en ella una historia genealógica de la condición humana” Roudinesco (1993), influenciado por todas estas nuevas ideas, se sabe que Bataille frecuentaba el grupo de estudio donde Koyré dicta su seminario donde también era asistente Alexandre Kojéve. 

Bataille fue colaborador en una revista creada por Corbin y Koyré, éste último realiza artículos relacionados de la obra de Hegel sobre la Fenomenología del espíritu, donde la inquietud estaría en lo profundo del “ser”, de un “tiempo humano” donde el presente del espíritu humano estaría en nosotros, y en nuestra vida, en el estudio que se realiza de la obra hegeliana encontramos por un lado, el interés puesto en la vida humana, en un momento dado que es el tiempo, a través de propuestas filosóficas sobre lo que es verdadero del ser, “acotado a un espacio vivido”.

Otras veces una lectura interpretativa que se hacía de Hegel apuntaba al ser desde la nada, por lo que se le equiparaba una inclinación hacia la negatividad, que hace referencia a un carácter trágico de la finitud humana, se le juzgaba de ateo y fatalista, se le reprocha menciona Roudinesco, hacer germinar, la nada del ser, la nada del devenir, y terminar con la certidumbre de la nada de la muerte, se le percibe entonces, como una doctrina patológica oscurantista. Si no hay nada en el ser, en el devenir, ni en la muerte, el lugar para producir “algo”, sería un nuevo interés por la vida humana y la verdad del ser, en el acontecimiento.

Considero importante mencionar a los historiadores Henri Beer y Francois Simiand que Roudinesco menciona en los años adultos de la biografía de Lacan, que en esas épocas, también plantearon una nueva construcción teórica donde lo verdadero de la historia es que ésta sea una “historia viva” que apunte a una nueva mirada radical, Bloch y Febvre (Escuela de los Annales) proponen una pluralidad donde se estudiarán de forma conjunta “los paisajes, las mentalidades, los sentimientos, las subjetividades colectivas y los grupos sociales(…) capaz de hacer revivir lo imaginario de una época entera” Roudinesco (1993). Inicia una especie de deconstrucción del sujeto en relación a la historia donde estuviera desposeído del dominio de su destino, de un fin dado anticipadamente, en la que se afirmaba a partir de un relativismo donde  el sujeto variaba según la cultura.

La escuela de los Annalistas cuestionaban la civilización occidental que pensaban la historia en términos de progreso planteando nuevas nociones como la diferencia, la identidad, la razón y su inverso, la ciencia y la religión, el error y la verdad. Cuenta Roudinesco como Koyré tiene un encuentro con Febvre y se interesa en formar parte de la dirección de un instituto de historia y filosofía, en la que surge la reflexión sobre la historia del pensamiento en el movimiento mismo de su actividad creadora. En palabras de Febvre: 

“Yo creía que debía oponer la historia de la filosofía, tal como la escriben los filósofos, a nuestra historia de historiadores, que tratan ocasionalmente de las ideas-y señalaba nuestro desaliento ante esos engendramiento de conceptos en estado puro que, tantas veces, los historiadores se contenta con describirnos con complacencia sin ninguna referencia al estado económico, político y social de las diversas épocas: conceptos nacidos, podría creerse de inteligencias desencarnadas y que viven con una vida toda irreal en la esfera de las ideas puras”  (Roudinesco 1993, p 149, 150)

Para Roudinesco, Febvre se oponía a una historia de las ideas construída por “maniacos solitarios” que crean pensamiento intemporales, para hacer vivir a hombres reales que de manera consciente o inconsciente inventaban sus “objetos de reflexión” de acuerdo a la mentalidad de su época. 

Finalmente Roudinesco menciona como la lectura de la fenomenología del espíritu sirvió a toda una generación, para expresar en el lenguaje la angustia de su época, en lo que denomina “folletín literario” debido a las dictaduras cada vez más presentes y la obsesión por la guerra.

He esbozado las influencias de Bataille, en cuanto algunas de las posturas filosóficas que sucedían alrededor de los círculos de estudios donde asistía, en el que había intereses tanto en el ámbito de la filosofía como del psicoanálisis, además de incluirse las afinidades en ciertos artistas, especialmente provenientes del surrealismo,  que permiten mostrar la conexión entre el autor y su obra, la creación de ideas, formas de pensamiento, conceptualizaciones, pero también cómo la obra refleja las inclinaciones personales, ideales, contrariedades o incluso sus estados afectivos, como menciona Roudinesco, “consciente o inconscientemente un autor escribe”, de la vida, de su vida, de sus ideas y crean sus propios conceptos, y objetos de reflexión. 

Nos adentraremos en la obra de Georges Bataille “La literatura y el mal” para continuar con ésta propuesta correlativa del autor y su obra, conoceremos la perspectiva del autor en cuanto al funcionamiento de la malignidad en la literatura a través de ocho escritores elegidos por él, que reflejan la vida, deseos e inclinaciones, estos escritores son Emily Bronté, Boudelaire, Michelet, William Blake, Sade, Proust, Kafka y Genet; que le sirven para reflexionar desde muy variados puntos de vista la presencia del mal en la creación literaria, realiza reflexiones filosóficas y problematiza sobre el contexto social, cultural o político de la obra.  

En el prólogo del libro sobre La literatura y el mal, Rafael Conte  nos da indicios de la relación entre la literatura, el pensamiento y la vida, a partir del cual yo solo pretendo agregar elementos de abordaje, y de ilación entre conceptos y formulaciones en la obra de Bataille, desde una indagación personal que muestre la relación del pensamiento con el psiquismo, y su modo de expresión a través de la literatura. 

Con la alusión que hace Rafael Conte sobre la intervención de Henri Ronse que denomina “triple gesto de transgresión” expuesta en la presentación de la revista L´Arc dedicado a la obra de Bataille, va a describir cómo se va construyendo el texto en relación recíproca con la vida, hasta la creación de la obra, Rafael Conte propone una sucesión donde la vida es traspasada por el pensamiento, el pensamiento por la escritura y la escritura por el texto.

La obra de Bataille es un testimonio personal, en la que el pensamiento transgrede y transforma la vida del autor, pero a su vez es un pensamiento donde el autor también intenta alejarse de sí mismo, quedando al desnudo, despojado de ideas, pensamientos, o juicios, para Bataille el escritor se vacía mediante la escritura, y vierte hacia afuera su mundo interior. Por eso la obra literaria parte de la vida, donde hay cambios generacionales que acontecen, signos de la historia, rupturas ideológicas, y fenómenos sociales que la influencian. 

La obra literaria al ser un producto que nace del autor, termina siendo una expresión creativa acerca del dolor, el deseo, la vida, las pasiones, los afectos, es decir una experiencia interior que se modifica al momento de la escritura, y “deja de ser también interior porque se despoja, se vierte hacia afuera, al reinado de la materia” expresión que Jacques Derrida da acerca de la escritura que excede y atraviesa el pensamiento.

Rafael Conte propone no leer a Bataille únicamente partiendo de su expresión personal aún cuando la obra nace de su testimonio individual, a qué se debe éste doble sentido de lectura, que el “pensamiento transgrede la vida personal” y termina siendo también un “pensamiento impersonal” donde se despojan en el anonimato, significados de deseo, dolor, odio, amor, etc. 

Como menciona Michel Foucault en su libro El hombre y sus dobles, surge del interés por la importancia del lenguaje, a un retorno del lenguaje que reaparece en la literatura, lo cual produjo un alejamiento con el saber clásico racionalista donde la mecánica tenía un poder absoluto, Foucault opina que es por ésta misma racionalidad donde se dan las pautas para nuevas concepciones, en la que habría una relación directa o indirectamente entre las manifestaciones de la ilustración y lo que hizo posibles las relaciones, las identidades, las palabras, los deseos o los intereses. 

Habiéndose separado la ley del discurso de la representación, donde el “ser” del lenguaje se ha fragmentado Foucault señala el paso del clasicismo a la modernidad en que las palabras dejaron de mezclarse con las representaciones y que al separarse, el lenguaje  llega a nosotros de un modo disperso, Foucault menciona que en tanto las palabras se convierten en un texto, hay que hacer una especie de operación donde habría que cortar, de fragmentar el texto, abrirlo y poder ver aparecer el sentido que ocultan.

Para Foucault al desaparecer el estudio de la riqueza regresó el interés de la filosofía en la reflexión del lenguaje. “Toda la curiosidad de nuestro pensamiento se aloja ahora en la pregunta: ¿Qué es el lenguaje, cómo rodearlo para hacerlo aparecer en sí mismo y en su plenitud?  (Foucault 1997) Foucault propone hacer una especie de operación quirúrgica o carnicera, rodear, cortar, o fragmentar para llegar a la verdad, y advierte que la escritura tiene un lado oculto que no se deja mostrar sino por rodeos. 

En Las palabras y las cosas, Michel Foucault establece un diálogo entre Nietzsche y Mallarmé, encuentra en la obra poética de Mallarmé el ser que está dividido en el lenguaje, y de cómo encierra en éste discurso de la poesía la fragilidad de la palabra, quien responde a la pregunta nietzscheana: “¿quién habla? Mallarmé responde, que quien habla, en su soledad, es su frágil vibración, en su nada, es la palabra misma no el sentido de la palabra, sino su ser enigmático y precario del que viene una cadena de curiosidades filosóficas.” (Foucault 1997 p. 297)

Foucault entra en una serie de interrogantes acerca de lo que es el lenguaje y su relación con la literatura, se pregunta: 

“¿Qué es un signo? Lo mudo en el mundo, en nuestros gestos, en todo el blasón enigmático de nuestras conductas, en nuestros sueños y en nuestras enfermedades, ¿todo esto habla? ¿Cuál es su lenguaje, según cuál gramática? ¿Es todo significativo o qué y para qué y para quién y de acuerdo con qué reglas? ¿Qué relación hay entre el lenguaje y el ser y se dirige siempre al ser del lenguaje, cuando menos aquel que habla verdaderamente? ¿Qué es pues este lenguaje que no dice nada, que no se calla jamás y que se llama literatura?” (Foucault 1997 p. 298)

A partir de éstas interrogantes podemos considerar a Bataille en éste planteamiento acerca de la vida, del lado del lenguaje que se expresa de modo particular en la literatura. Para Bataille de lo que se habla en la literatura es del mal, un mal que no se puede silenciar, y toma de los autores elegidos los elementos que sirven para sustentar su tesis, no considero que Bataille emprenda del lado de la moral la malignidad de la literatura, aunque transita por éste terreno, sobre todo lo ve del lado del conocimiento humano, al modo de un descubrimiento, un texto que no oculta sus intenciones, sino que evidencia cualidades de los hombres y del propio Bataille, en función de la elección que hace de estos ocho autores que elige, de forma identificatoria. 

Para Rafael Conte la culpabilidad en Bataille es el haber excedido su escritura, de los anteriores excesos de su vida y de su pensamiento, que desembocan en el texto. ¿Cuáles son estos excesos en Bataille que lo llevarían a escribir del modo en que lo hace? A Bataille lo definen como místico según Sartre, obsesivo según Breton y uno de los grandes escritores para Foucault. 

No sabemos a ciencia cierta los excesos de Bataille, pero podríamos darnos una idea, acercarnos a su carácter excéntrico y solitario que condujeron sus intereses intelectuales, e incluso a sus experiencias místicas producto de los problemas de salud que lo aquejaron, se sometió a una cura psiquiátrica, y pasó por el diván, se acercó y colaboró en movimientos poco convencionales y transgresores, como el surrealismo, y de acción política con el grupo comunista “Contra-attaque”, y hasta formó parte de una sociedad secreta entorno a la revista Acéphale que él mismo dirigió, en sus textos hay contenidos muy variados, desde lo literario, lo artístico y lo científico, interesado por la etnología, la antropología, y la filosofía. 

Formuló una crítica al concepto clásico de sujeto y a la racionalidad en la escritura, para quien la conciencia de ser habría una duplicación, la del contacto con la muerte y del vacío. A partir del problema del mal, introduce otro concepto de sujeto, en el que el mal, es el ser que nosotros somos, al transgredir los límites con la muerte, desde la finitud del ser, es como el hombre va a afirmar su esencia.

Bataille en su acercamiento antropológico sobre culturas antiguas, habla sobre el carácter finito, individual y mortal, atravesando por la inestabilidad siendo ésta una herencia de las religiones, las que mantienen en nosotros la angustia y la superación de la angustia, esas tragedias y comedias, en donde la humanidad ha contribuido con sus propias destrucciones, a través de los sacrificios, que fundamentaban el vínculo social. 

¿Qué es esa fusión de sangre, y no otra? Se pregunta Bataille, para responder hace uso de su inclinación antropológica, menciona que en las hecatombes aztecas se podía percibir el grado de horror y de la tolerancia a la que se podía llegar, donde murieron millones de personas, no solo los que eran capturados, las tribus también morían en combate, e incluso, menciona que llegaban a sacrificar a sus propios hijos, fue necesario para Bataille la llegada de un ley que impusiera un castigo, pero ésta debía venir de otra cultura.

Bataille hace una antropología de la pulsión de muerte teorizada por Freud, salvo que Freud se aleja del carácter moral que Bataille si hace de la condición humana del hombre en cuya esencia estaría el Mal. Freud más que posicionarse en un asunto moral entre lo bueno y lo malo , propone un carácter irracional, y pulsional, un ser de lo inconsciente, en la pulsión de muerte es donde aparece la noción destructiva del sujeto.

Freud introduce en la segunda tópica del Más allá del principio de placer en 1920, un dualismo de pulsiones contrarias, la pulsión de vida y la pulsión de muerte, del lado de la vida, estaría la autoconservación, y en la de muerte, a un retorno a un estado anterior de la vida que es inorgánico. El aporte de Freud es el descubrimiento de que los sujetos tienden a repetir o recrear experiencias desagradables, más allá del bien o de una malignidad dada, en el texto  El malestar en la cultura de 1930, las pulsiones de muerte se pueden dirigir a su vez hacia el exterior, manifestando pulsiones destructivas o agresivas. 

En su ensayo sobre Michelet4, Bataille desarrolla la tesis del desnudamiento del ser sobre éstas formas occidentales de racionalidad, propone renunciar a la retórica, a romper con las reglas de la escritura que contienen el alma, o limitan el conocimiento, y para acercarse a lo que llamó “la desnudez del ser”, seguir el camino de la transgresión, a contracorriente de la concepción occidental de conocimiento, montado sobre una racionalidad. 

Para liberar al hombre de la racionalidad imperante, y lograr romper con ésta realidad entre el conocimiento y el saber dado por estos propios sistemas racionales, era necesario llegar al éxtasis como una introspección liberadora, es en éste exceso donde se revela nuevos conocimientos, donde el erotismo y la muerte están relacionados. 

Bataille va a equiparar estos estados de éxtasis como más cercanos a la verdad, experimentados en soledad, no como un estado de trance como lo hacen los místicos, de “iluminación lenta y largamente vivida”, en la que se pierde el estado de conciencia, o aparece la incoherencia, el escritor no se aparta de la conciencia ni de lo que escribe, más bien se abandona desde una racionalidad. El mundo literario menciona Bataille, es un mundo menos calmo, más salvaje, uno más próximo al indecible tormento que se expresa en la literatura, en Wuthering Heights, Bataille retoma este verso, que le proporciona una imagen más personal del arrebato y de los estados del alma de la autora Emily Bronte: 

Pero no quiero perder ni un sufrimiento, ni soportar una menos tortura; Más la angustia castiga, más la prisa bendice. Y perdida en las llamas del infierno o brillando con una luz celeste cuando anuncia la muerte, la visión es divina. 

El mundo que describe Bataille, es más cercano con la soledad del escritor, y a sus estados de conciencia, a partir de la cual se puede conocer una verdad diferente de aquellas que están unidas con la percepción de los objetos, estos estados fundamentan lo que llama “la emoción literaria auténtica”, “El ser aislado se pierde en algo distinto a él. No como un impulso inmediato como la espontaneidad de la infancia o la pasión, sino al olvido de uno mismo, en los cuales, el escritor se escabulle en el texto a la intensidad del instante presente.” (Bataille 1957) 

Para Bataille, Michelet habría desarrollado mal los límites de ésta razón, cuya ingenuidad lo situaron en la creencia del progreso, como un idealismo acerca de la verdad y la justicia. Su obra es, en ese sentido, un hermoso “acto de fe” escribe Bataille, y le brinda la ocasión de plantearse razonablemente el problema del Mal, pero si algo se opone a ésta idea de progreso racionalista, son justamente las pasiones. 

Bataille se asombra del texto de Michelet, no comprende cómo llegó a escribir un libro como La Sorciére [La bruja] convirtiéndose en uno de los autores que con más humanidad ha hablado del Mal. “De ese mal exigido por un deseo enloquecido de libertad, y que va contra el propio interés. Intentó legitimar cuanto le era posible: la bruja era la víctima y moría en el horror de las llamas. La bruja encarnaba a la humanidad sufriente, que los fuertes perseguían. Estos puntos de vista, sin duda fundados en parte, corrían el riesgo de impedir a priori al historiador ver más allá. Pero su alegato oculta una intención profunda, lo que sensiblemente guiaba a Michelet era el vértigo del Mal: era una especie de extravío.” (Bataille 1957)

Bataille insiste en que nos dirigimos hacia la muerte, pero buscamos por todos los medios borrar todo vestigio de la muerte, que “el resorte de la actividad humana es por lo general el deseo de alcanzar el punto más alejado posible del terreno fúnebre” (que se caracteriza por lo podrido, lo sucio, lo impuro), “por todas partes borramos las huellas, los signos, símbolos de la muerte, a costa de esfuerzos incesantes. Llegamos a borrar incluso, si es posible, las huellas y los signos de esos esfuerzos.” (Bataille 1957) 

Encontramos que esos aspectos que se deslizan hacia la muerte son el objeto de aversión más que la propia muerte, una angustia hacia las manifestaciones de la muerte y que estos están inclinados por principios morales más que por los reflejos que pueden ser instintivos, busca sobre todo contradecir esos principios morales puestos en la aversión de la muerte. “A veces la vida necesita no huir de las sombras de la muerte, sino por el contrario dejarlas crecer en sí, hasta los límites del desfallecimiento, hasta el fin de la misma muerte. El constante retorno de elementos aborrecidos contra los que se dirigen los movimientos de la vida.” (Bataille 1957) 

En la novela Cumbres Borrascosas5 de Emily Bronté, Bataille encuentra este atravesamiento de los principios morales a través de la literatura, este éxtasis y exceso de sí misma, que la llevan a evocar el mal. La rebelión moral de Emily surge de su imaginación, de una revelación del mal contra el bien, se emancipa del orden ético y social, a través de la dramatización de la literatura, y lo que en la realidad le es negado, que lo veremos reflejado en su biografía de vida, en la novela que ella crea de su imación, cumple la función de emancipación con la moralidad y religiosidad de su época. Aunque poco se habla de la correspondencia entre la obra y la vida del escritor, encontramos una expresión de sí mismo, y es precisamente en las contrariedades. 

Emily Bronté siempre participó del espíritu religioso de su familia, es en la literatura donde se pone al descubierto la transgresión de la ley, “a su vez que presenta un peligro, el de ser inorgánica, es decir que no procede de una persona, no tiene vida, ni puede tenerla, por tanto “es irresponsable. Nada pesa sobre ella. Puede decirlo todo” (Bataille, 1957) A partir de la creación de los personajes, es posible entonces, poner de manifiesto los deseos, o impulsos del autor contrariados con los principios morales o éticos que lo rigen, a eso Bataille llama transgresión en el anonimato de la obra.

La lectura biográfica de Emily Bronte, muestra cómo adopta la pureza y moralidad religiosa presente en su familia como de la época, siempre solitaria y con tintes melancólicos se aparta de los peligros del mundo, de los placeres que le ofrece, o de sus tentaciones, fue educada por su padre quien fuera párroco, alrededor de su familia suceden una serie de tragedias que la acompañan toda su vida, su madre muere estando pequeña, por lo que quedan huérfanos ella y sus hermanos, quienes terminaron siendo muy enfermizos y precoces, aunque con grandes inclinaciones artísticas, dos de sus hermanas no resisten las enfermedades y mueren, al igual que ella siendo aún muy jóven con apenas treinta años de edad (soporta dolores muy intensos antes de fallecer). Uno de sus hermanos, llega al borde de la locura por el abuso del alcohol y opio, igualmente encuentra la muerte, fue es ésta época donde escribe sus confesiones más íntimas a través de la poesía. (Fernández, Tomás y Tamaro 2004)

En medio de tales desdichas y tragedias familiares, ¿Es extraño pensar que Emily Bronté se refugiara en la literatura? De una literatura donde el mal acecha y se consuma con la muerte como lo muestra la narración de la novela, ahí surge la violencia, la enfermedad, la muerte en una historia de amor marcada por la tragedia.  

El mismo Bataille en su ensayo sobre Emily Bronté no prescinde de tales cuestiones: “Pero Emily nunca dejó de preservar la soledad moral en la que se desarrollaban los fantasmas de su imaginación. Retraída, introvertida, produce, vista desde afuera la impresión de ser la dulzura personificada, buena, activa, devota. Vivió en una especie de silencio que solo fue roto exteriormente por la literatura.” (Bataille, 1957) Se pregunta: ¿Cómo una mujer de la vida tan nimia en apariencia, tan poco dramatizada como Emily Bronté supo describir con tanta fuerza la potencia del mal en el personaje Heathclicff?6 Parecería que no hay una correspondencia entre el relato, con la calma y simplicidad de la narradora, es en el arrebato de la escritura donde la pasión, el deseo, la muerte y la violencia aparecen.

Bataille nos expone que sólo gracias a la literatura, fue posible que Emily y toda su aparente bondad, pasará de la religiosidad hacia una malignidad expuesta en sus personajes ya que en su persona, por efecto de sus creencias y represiones no era posible. Será un acto de sublimación Wuthering Height, que hace del trabajo creativo un acto de consumación. 

Es Heathclicff la personificación de la maldad en la historia que da vida Emily Bronté, procede, afirma Bataille, del sueño y no de la lógica de la autora. Bataille equipara esta capacidad creativa, al igual que Freud, de un carácter infantil, sin embargo la concepción de Freud sobre infancia está más allá de una visión reducida a la maldad o el bien, parte de los impulsos sexuales, y de una búsqueda de placer, en un principio de carácter sádico y destructivo. 

La verdad primera en Cumbres Borrascosas, es “la del niño que se rebela contra el mundo del bien, contra el mundo de los adultos, y es arrastrado, por su revuelta sin reservas, al partido del mal. Donde se relacionan frases de Sade y de Emily Bronté con bastante acierto. Sade atribuye a uno de los verdugos de Justine estas palabras: “¡Que voluptuosidad la de destruir! No conozco nada que acaricie más deliciosamente; no existe éxtasis comparable al que saborea entregándose a esta divina infancia” (Bataille, 1957) 

Como vemos, en el acto creativo es posible acceder a un saber y nuevas formas de evocar el conocimiento, de la obra, como del mundo interior del escritor, pero también una forma de manifestación de lo inconsciente, éste será el aporte singular del psicoanálisis a la literatura, en la obra literaria, encontramos un relato, que construye realidades, por eso el relato llama a la interpretación.

Freud inaugura una tradición psicoanalítica al interpretar no sólo a los pacientes en su consultorio, sino también, grandes personajes de la historia, de artistas de su época. Para hallar el estilo de un arqueólogo como Freud acostumbraba hacer analogía de la práctica del psicoanálisis, nuevos hallazgos y descubrimientos, para 1910 Freud descubre los aspectos creativos de lo inconsciente al desarrollar la sublimación en la obra de Leonardo da Vinci, sabemos que la sublimación es propio de la historia de cada persona, lo inconsciente potencia las repeticiones, el síntoma o lo patológico, pero lo creativo de cada quien gesta nuevas capacidades donde sigue operando lo inconsciente.

Justamente la relación entre psicoanálisis y la literatura, permitió el descubrimiento de nuevas capacidades de lo inconsciente, produjo la ampliación de conceptualizaciones psicoanalíticas, que permitieron dar cuenta el papel que tiene la subjetividad, la importancia de la ficción, la ilusiones del yo, la fantasía, o la imaginación en el proceso creativo, como fuente de los afectos, conflictos o impulsos (sexuales) del autor, en cuanto al texto y la escritura, la metáfora y la metonimia, propuesta por Freud en La interpretación de los sueños en 1899 aparece como una sustitución, lo vemos especialmente en el género literario lírico o en la poesía.

El acercamiento entre psicoanálisis y literatura, es muy parecido al que nos invoca el arte, el texto literario también es un lugar para la manifestación del inconsciente, como nos lo muestra el artista en su expresión pictórica. Para Rebeca Bordeu7 (2003) por ejemplo lo inconsciente emerge del texto, no solo el del autor, sino también en los lectores, quienes aprovechan para escabullirse, reconocerse o distanciarse en las letras, por efecto de las identificaciones, ¿quién no ha experimentado, asombro, excitación, calma, terror, goce o repulsión en alguna de las novelas que ha leído?  

Para la autora la literatura no solo se trata de mero entretenimiento, “esta debe trascender el disfrute estético para convertirse en un espacio de autoconocimiento”, por lo tanto el estudio del psicoanálisis aplicado a la creación literaria, será el de profundizar en el contenido oculto, sujeto a interpretación, de aquello que se escapa entre las líneas de la misma, comprendiendo el texto desde otro lugar. 

Lanza una propuesta para situar al texto como lugar donde trabaja tanto el inconsciente del autor como del lector, en el sujeto que lee, menciona, se activan y actualizan sus propias represiones, el sujeto queda fijado a un objeto, engañoso y provisional, el texto, de donde evocará fantasías, y creerá satisfacerlas por medio de la estimulación del texto. 

Siguiendo a Bordieu, el crítico debe hacer responder al texto las preguntas que él le formula, y la crítica literaria psicoanalítica en esta perspectiva, es una crítica desde otra forma y en otro lugar, lo cual más que excluir a la crítica literaria tradicional, la complemente. (Bordieu, 1995) Bataille se aproxima a ésta visión, en el que la obra produce cierta angustia al espectador, para él, “las artes, – o por lo menos algunas de ellas – evocan en nosotros esos desórdenes, esos desgarramientos y esas decadencias que nuestra humanidad está encaminada a evitar.” (Bataille, 1957) 

Bordieu explica como para Freud la obra de arte tenía el mismo origen que los sueños, eran ambos la manifestación de un deseo inconsciente, y eran creados de la misma forma, los mismos mecanismos operan tanto en la construcción onírica como en la construcción artística, donde bien podemos situar la construcción literaria, por consiguiente Freud acudirá a la literatura sabiendo que es una fuente de información para el conocimiento de la psique, convencido de que las obras literarias son creaciones de la fantasía, siguiendo lo propuesto en Freud “La obra literaria sería el producto de una cadena de representaciones, que tienen su origen en una causalidad psíquica incognoscible directamente y a la que sóla puede hacerse significar a través de sucesivos desvíos.” (Bordeu, R. 2003. p3)

Esta cadena sucesiva describe Bordieu, está conformada por un inconsciente donde surgen las pulsiones, pero serán reprimidas, entonces buscarán una nueva salida por medio de los sueños, los fantasmas o las imágenes y al ser elaboradas van a producir el texto literario, Bordieu desglosa la propuesta Freudiana acerca de los mecanismos de lo inconsciente en la obra literaria, y la visión de este sobre las grandes obras de la literatura que narran las tragedias del yo, en cuanto a lo reprimido y el deseo, en palabras del propio Freud en el texto mismo “el yo ha dejado de reinar en su propia casa”. 

En el texto “El poeta y la fantasía” de 1908, nos muestra que las obras literarias son proyección de deseos ocultos y recuerdo de acontecimientos vividos por el escritor durante su infancia. El encuentro entre el inconsciente y la literatura aparece en el texto El delirio y los sueños en la «Gradiva» de Jensen, donde muestra cómo el poeta logra captar y describir de forma sutil los mecanismos tanto de aparición como de resolución del delirio, “Insistimos en que la obra de Jensen constituye un estudio psiquiátrico en el que se nos muestra hasta qué punto puede llegar nuestra concepción de la vida psíquica, y al mismo tiempo, una especie de historial clínico que parece destinado a la demostración de determinadas teorías fundamentales de la psicología médica. Pero no dejaría de ser muy extraño que hubiese sido esta la intención del poeta (…) seríamos nosotros los que, erróneamente, habríamos atribuido a la bella fábula poética un sentido en el que jamás pensó el autor.” (Freud,1997, p. 87)

Freud logra captar a su manera aquello que el poeta crea a la suya. Cuando se interroga acerca del nivel de comprensión de la vida psíquica al que puede llegar el poeta, agrega: “El poeta – oímos decir – debe evitar todo contacto con la psiquiatría y dejar al médico el cuidado de describir los estados patológicos. Más, en realidad, todos los poetas dignos de tal nombre han transgredido este precepto y han considerado como su misión verdadera la descripción de la vida psíquica de los hombres”  (Freud,1997 p.87) 

En Bataille la poesía se encuentran las imágenes del inconsciente por medio de la intuición, éstas imágenes no tienen menor rango que las cosas tangibles de los objetos, en que las percepciones del hombre no están limitadas por los órganos de la percepción: el hombre percibe las cosas que no pueden percibir los sentidos (por muy agudos que éstos sean). La poesía a su vez atiende a los sentidos, no desprecia el mundo exterior, más bien no acepta lo que le ofrecen los sentidos en su total desnudez, lo que rechaza son los límites precisos entre los mismos objetos, pero sin dejar de admitir su carácter exterior. “Niega y destruye la realidad inmediata, porque la considera la pantalla que nos disimula el verdadero rostro del mundo. Pero no por ello deja de admitir la exterioridad con relación al yo de los utensilios y de las paredes.” (Bataille, 1957 p. 122) 

La relación entre psicoanálisis y literatura ha estado ligada íntimamente en la obra freudiana, desde sus estudios sobre lo inconsciente Freud estuvo interesado por la literatura, especialmente al carácter y la identidad del escritor, pero también a las leyes psíquicas que rigen el proceso creativo, la ficción y la fantasía, los personajes y los mitos literarios, gracias a éstos últimos Freud construyó conceptos importantes para el psicoanálisis, con los cuales ilustró y ejemplifica procesos psíquicos y aspectos de estructura. El mito de Narciso lo toma para ilustrar su concepto de narcisismo, y del mito de Edipo de Sófocles a la par de sus descubrimientos teórico-clínicos cae en la cuenta de que parte de sus pacientes le contaban vivencias de su infancia más temprana en relación de las figuras de los padres, ya propuesto de las revelaciones místicas de la antigüedad.

Por ejemplo, extrae de la literatura clásica, denominaciones de complejos y desviaciones sexuales, como el narcisismo, los complejos de Edipo o Electra, sadismo y masoquismo. En su acercamiento con la obra de Sade, encontró las descripciones más explícitas entre el placer y el dolor, para Freud el sadismo es una forma de manifestación de la pulsión sexual, que se alcanza con el sufrimiento que es capaz el sádico de hacer sentir a otro, puede ser un dolor físico o actos para humillarlo. Lacan se refiere al sadismo en el Seminario X, 1962-63, referente al objeto a, como objeto perdido que causa el deseo y en el que el sádico piensa poder encontrarlo. 

En el ensayo que Bataille destina a Sade en La Literatura y el mal encuentro ésta relación con el objeto a, “Sade no podía pensar la obra como separada de su objeto, ese objeto le poseía. Escribió enajenado de deseo por ese objeto y se dedicó a ello como un devoto.” El alma sádica, menciona Bataille, no toma conciencia de sí misma, sino por medio del objeto. Este objeto activa un estado de virilidad, de energía que llega a la exasperación. El objeto de Sade, es un ser humano, al que hay que modificar para obtener de él. (Bataille, 1957 p. 162) 

A lo largo de éste artículo, se plantearon diversidad de temas como autores que me ayudaron a desarrollar la relación entre la literatura y el psicoanálisis, sobre la configuración del texto, para ser interpretado, y sobre todo la relación que existe entre el autor y su obra, sea ésta filosófica o la expresión de la obra literaria a partir de lo biográfico, de las contradicciones, deseos ocultos, o expresiones inconscientes fui encontrando autores que consideré importantes, no para unificar, sino para complejizar sobre la literatura y su íntima relación con la condición humana, sea ésta un vínculo consciente o inconsciente. 

Es en la escritura literaria, donde se llevan a cabo procesos propios del pensamiento, al sumergirnos en la historia y en sus personajes es posible acercarnos a las pasiones humanas y por tanto al conocimiento del hombre en relación recíproca con su psiquismo expresado gracias a las bondades que ofrece la literatura.

Notas 

1. Rafael Conte fue un crítico literario, que realiza una interesante reflexión introductoria de la obra de Bataille “La Literatura y el Mal” donde retomo algunas posturas que me parecen importantes señalar y que sirven de guía para hablar de la relación biográfica entre el autor y su obra.

2. En el capítulo destinado a la edad adulta de Lacan, Roudinesco cuenta la anécdota sobre la intención de escribir en colaboración Kójeve y Lacan sobre una confrontación interpretativa entre Hegel y Freud para ser publicado en dicha revista, al final solo Kojéve redacta una introducción incompleta donde compara a Hegel y Descartes se entiende que Lacan incluiría la relación entre Hegel y Freud, pero no lo realiza, estos documentos permanecieron con Kojéve y finalmente fueron recuperados por el biógrafo Dominique Aufrett.

3. Lacan desarrollaría en otro momento la posición freudiana utilizando las conceptualizaciones propuestas originalmente por Kojéve, se encontrarán mezclados en sus estudios sobre el origen de la locura, o en textos como más allá del principio de realidad, la causalidad psíquica o el estadio del espejo.

4. Michelet desarrolla una de las obras más importantes sobre las supersticiones de la época medieval, donde analiza la figura de la bruja y los rituales en torno a ella, como pactos diabólicos, aquelarres y misas negras, durante la Edad Media y hasta la Edad Moderna en Europa.

5. El libro Wuthering Heights o Cumbres Borrascosas, narra una violenta historia de amor, los tormentos del amor más puro como forma significativa del mal, siendo la mejor forma de expresar la pasión. 

6. El personaje Heatchcliff está enamorado desde la infancia de Catherine, una infancia salvaje y no coartada por las prohibiciones y domesticación social, al que no querrá renunciar Heatchcliff, personaje en cuya violencia no hay ley, fuerza, ni piedad que detenga su deseo de posesión de su enamorada, es él, sin remordimientos y apasionadamente, la causa de la enfermedad y de la muerte Catherine.

7. Rebeca Bordiu realiza un pequeño ensayo en el que aplica el psicoanálisis a la expresión literaria, donde retoma conceptos freudianos y lacanianos. Desgloso algunos puntos importantes para seguir complejizando la relación entre la obra, el autor donde se va desplazando lo inconsciente.

Bibliografía:

Bataille, G. (2000) La literatura y el mal. Ediciones elaleph https://direccionmultiple.files.wordpress.com/2012/08/bataille-georges-la-literatura-y-el-mal.pdf Recuperado el 30 de enero del 2023.

Bordieu, R (2003) Psicoanálisis y literatura: Alejandra Pizarnic y el silencio. Biblioteca virtual universal. Editorial de Cardo. https://biblioteca.org.ar/libros/88531.pdf Recuperado el 4 de febrero del 2023.

Foucault, M. (1997) Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas. México: Siglo XXI.

Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. (2004) Biografía de Emily Brontë. Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España. https://www.biografiasyvidas.com/biografia/b/bronte_emily.htm  Recuperado el 7 de febrero del 2023.

Freud, Sigmund, Obras Completas, Ed. Amorrortu editores, 2007. Más allá del principio del placer (1920) T. XVIII

Freud, S. (s,f) Obras Completas. Biblioteca Digital Minerd-Dominicana Lee. http://www.biblioteca.cij.gob.mx/Archivos/Materiales_de_consulta/Drogas_de_Abuso/Articulos/edMv-freud-sigmund-obras-completas.pdf.pdf Recuperado el 26 de febrero del 2023.

Roudinesco, E. (1993) Lacan. Esbozo de una vida, historia de un sistema de pensamiento. (2a Ed). Editorial FCE.