Cuando Lacan llegó a ser Lacan
Luis Tamayo Pérez
«Síganme, que yo los llevaré al fin del mundo»
- Lacan, 8 de julio de 1953 [2]
En el año 2001, en el que se cumplieron 100 del nacimiento y 20 de la muerte de Jacques Lacan, mucho se escribió en la prensa mundial ―y especialmente en la francesa― acerca de la vida y la obra del psicoanalista galo. [3] Los adjetivos no han faltado: de charLacan a «terapeuta genial»; de «fundador» a «destructor de instituciones»; de «comediante» a «renovador de la práctica analítica»; de «autor incomprensible meramente de moda» a «Góngora del psicoanálisis».
Reflexionemos acerca de su legado.
Werde was du bist!
No considero ocioso discurrir acerca del momento en el cual Lacan llegó a ser Lacan, el momento en el cual cumplió el imperativo pindárico retomado por Nietzsche y Heidegger, y dicho de la manera más impactante por Mefistófeles en el Fausto de Goethe: «Werde was du bist!» (¡llega a ser lo que eres!). El momento en el cual Lacan dejó de ser el psiquiatra brillante y didacta de la IPA, para convertirse en Lacan, el psicoanalista que revolucionó al freudismo, el hereje (pues obligó a volver a las fuentes del freudismo) que posibilitó que el psicoanálisis no se convirtiese en una «Ego psychology«.
Intentaremos, por tanto, esclarecer el momento y las influencias que posibilitaron que Lacan llegase a ser Lacan.
Resulta obvio que en la frase «cuando Lacan llegó a ser Lacan» ambos «Lacan» no remiten a la misma cuestión, pues el segundo «Lacan», por el sentido de la frase, contiene al menos un elemento extra, desapercibido pero esencial, ausente en el primer «Lacan». Por ello, para entender la frase, es necesario, previamente, comprender el campo semántico al cual remite ese segundo «Lacan».
Desde mi punto de vista, ello ya ha sido aclarado por J. Allouch en su Freud desplazado:
«Lacaniano tiene sin embargo aquí, en labios de Lacan [se refiere a la ocasión en la cual Lacan, en su «conferencia caraqueña, dijo a su auditorio: «ser lacanianos es asunto de ustedes, si quieren. En cuanto a mí, yo soy freudiano»], una significación precisa. El término no remite a la persona de Lacan sino a RSI, a ese singular tres que está todavía a la espera de ser reconocido en su estatuto de paradigma para el psicoanálisis.» [4]
Si «lacaniano» remite al ternario RSI, entonces Lacan llega a ser Lacan al poseer dicho ternario, al tener la «certidumbre anticipada» [5] del mismo, lo cual desplaza nuestra pregunta hacia las influencias que condujeron a Lacan a la posesión de dicho paradigma.
La polifonía que originó RSI
El problema del origen del paradigma RSI ha sido ya profusamente estudiado. J.-P. Dreyfuss en su «SIR, une ouverture que rien ne laissait prévoir?» [6] refiere ocho «líneas melódicas» que confluyeron en el establecimiento del ternario, de esos «tres registros de la realidad humana», como los define Lacan. [7]
La primera línea melódica la denomina Aimée, es decir, considera básico, en la construcción del paradigma RSI, el encuentro de Lacan con Marguerite Anzieu, esa mujer enloquecida que atrajo hacia sí los reflectores cuando intentó asesinar a la, en esos años, famosa actriz Huguette exDuflós.
Lacan estudia las razones de Marguerite durante más de un año y publica su tesis De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad con base en su caso. Algunos historiadores han sostenido que la influencia de Marguerite es aún mayor. Para E. Roudinesco, por ejemplo, Aimée fue quien realmente fungió como analista de Lacan. [8] Desde mi punto de vista esa afirmación es exagerada, así como otra de la misma autora en la cual enuncia que Lacan nunca se dio cuenta del rol que había jugado Marguerite:
«Fue en su seminario, añade [Lacan], que tuvo la impresión de hacer un análisis. Nunca se dio cuenta del rol fundamental que jugó Marguerite en ese asunto.» [9]
Afirmar que Marguerite fue la analista de Lacan implica no haber entendido gran cosa de aquello que Lacan exige de la posición del analista, destitución subjetiva incluida. Aunque tal claridad no podemos exigírsela a una historiadora. Por otra parte, tampoco considero válida la afirmación de que Lacan no haya reconocido el rol que Marguerite jugó. El hecho mismo de que la nominase Aimée (Amada) en su tesis implica, como ha resaltado J. Allouch, una inversión de la transferencia, lo cual será clave en la concepción lacaniana de la posición del analista ante la transferencia psicótica. [10]
La segunda línea melódica es Freud. J.-P. Dreyfuss indica que la importancia que cobró la obra de Freud para Lacan lo llevó a traducir el ensayo: «De algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y la homosexualidad». Además, en esos años (1932), y ésta es la tercera línea melódica, Lacan inicia un análisis con R. Löwenstein el cual si bien «no le enseñó gran cosa respecto a lo que había que hacer [en el análisis], ciertamente le enseñó mucho respecto a lo que no había que hacer, como lo atestiguan los permanentes ataques de Lacan contra la psicología del yo [la Ego psychology de Hartmann, Kris y Löwenstein].» [11]
Años después de concluido tal análisis, Löwenstein dirá que Lacan era «inanalizable» (¿por qué diría eso? ¿para dejar constancia de su incapacidad como analista? ¿para mostrar que Lacan no circuló por la senda que él pretendía?) Parece que Lacan no se equivocó en el comentario hecho a C. Millot:
«según él [Lacan], Löwenstein no fue suficientemente inteligente para analizarlo» [12] .
En todo caso, el análisis con Löwenstein prefiguró eso que Lacan afirmará claramente después: que el analista debe saber que, al final de los análisis que conduzca, caerá como objeto a.
Sin embargo, la pregunta ¿con quién hizo su análisis Lacan? sigue abierta. La solución que propone Roudinesco, que fue Aimée la analista de Lacan, pese a poseer cierta lógica ―Lacan, al nombrarla «Aimée», nombre propio que en tanto nombre común significa «amada», estaría indicando una dirección muy precisa de la transferencia: la de Lacan hacia ella, por lo cual, no sería demasiado aventurado sostener que ella fue la analista de Lacan. salvo si recordamos que hay dos tipos de transferencia, la neurótica, donde el flujo transferencial corre del analizante al analista, y la psicótica, donde es a la inversa, es decir, tal y como se presentó entre Lacan y Aimée. [13] La solución de Roudinesco no resuelve, por tanto, la cuestión.
Quizás debamos, más bien, hacer caso de lo referido por el propio Lacan: «quien tuvo la impresión de hacer su análisis en su seminario». Eso permitiría entender el estilo tan peculiar desarrollado por Lacan en sus seminarios y nos posibilitaría, también, entender las razones que nos llevan a tomar la palabra en espacios de tal naturaleza. Como indicó P. Julien al inicio de su seminario del año 1984: «Cuando hablo estoy en posición de analizante». [14]
La cuarta línea melódica la constituye el vínculo de Lacan con A. Kojève (Kojevnikov). Entre 1933 y 1936 Lacan asiste al seminario de Kojève sobre la Fenomenología del espíritu de G. W. F. Hegel en l’Ecole Pratique des Hautes Etudes. La influencia de tal seminario en el paradigma se deja ver con claridad en la parte final de la conferencia del 8 de julio de 1953, en la cual Lacan plantea, de una manera dialéctica, el desarrollo de un análisis: desde rS hasta rS.
Pero el encuentro de Lacan con el hegelianismo no se sostendrá: el artículo «Hegel et Freud: essai d’une confrontation interprétative» nunca se publicará [15] y, en los años 50, Lacan renunciará a toda vinculación de su pensamiento con el de Hegel al afirmar «no soy hegeliano». El vínculo con Kojève, sin embargo permitirá a Lacan un acercamiento a los más importantes filósofos de su tiempo: Heidegger, Sartre, Merlau-Ponty.
La quinta línea melódica la constituye Wallon. Sabemos que Lacan mantuvo un vínculo cercano con H. Wallon entre 1928 y 1932. El libro Los orígenes del carácter en el niño, publicado por Wallon en 1934, presenta, por lo menos en la terminología, una gran cercanía con la conferencia SIR. Sin embargo, no referían a la misma cuestión. Los vocablos: Simbólico, Imaginario y Real, mencionados por el psicólogo, no son definidos a la manera lacaniana sino como meras «funciones psico-fisiológicas». [16]
La sexta línea melódica es Heidegger. Al respecto afirma Dreyfuss:
«Ciertamente el préstamo [conceptual] tomado por Lacan a Heidegger es masivo: desde el punto de vista temático, desde el punto de vista del manejo de la lengua, desde el punto de vista del arte de lectura y del comentario del texto, desde el punto de vista de la función atribuía a la palabra, etc.» [17]
Dreyfuss en su estudio refiere, incluso, el comentario de H. Lang quien no duda en afirmar que Lacan se inspiró en Heidegger para inventar SIR:
«[.] el imaginario podría remitir a eso que Heidegger, en Sein und Zeit denomina das uneigentliche Dasein [el ser-ahí impropio][…] el simbólico podría remitir a lo que Heidegger dice, en la misma época, de la palabra (die Sprache) como eso que pone al hombre en relación (Beziehung) con su ser. En cuanto a este ser, Heidegger lo tematiza entonces bajo una forma que recuerda al real lacaniano de 1953.» [18]
A pesar de citar este comentario, Dreyfuss no hará acuerdo, acertadamente, me parece, con las afirmaciones de Lang. Reconoce que Lacan tenía un gran interés en Heidegger al grado de ocuparse en la traducción de su Logos de 1951-1953, pero eso no quiere decir que hubiese derivado de su lectura el paradigma RSI. Por mi parte puedo añadir que la propuesta de Lang para vincular RSI con los conceptos heideggerianos es en buena parte incorrecta. Si coloca en el lugar del Imaginario al Dasein impropio… ¿Dónde queda el Dasein propio? ¿En el Simbólico o en el Real? Por otra parte, es cierto que lo que Heidegger afirma respecto a die Sprache [el habla] está vinculado a lo que Lacan afirma sobre el Simbólico pero esto no quiere decir que Lacan lo hubiese derivado de Heidegger. Quizás el Simbólico de Lacan tenga mucho más que ver con les estructuras descubiertas por Levi-Strauss. Por último, afirmar que el Real es tematizado como el Sein [Ser] heideggeriano quizás no es incorrecto aunque el Ser, al interior de la obra del filósofo alemán, no establece un vínculo en el mismo nivel ni con el Dasein impropio ni con el habla.
En resumen, considero que Lang hace equivaler tres nociones claramente articuladas en el paradigma lacaniano con tres nociones desvinculadas, y pertenecientes a ámbitos divergentes, de la concepción heideggeriana, lo cual es inaceptable.
La séptima línea melódica Dreyfuss la denomina: Levi-Strauss. Desde su punto de vista su obra Las estructuras elementales del parentesco de 1947 y su artículo La eficacia simbólica de 1949, constituyeron también una influencia clave para la comprensión del simbólico, uno de los elementos del paradigma RSI.
Por último, Dreyfuss coloca dos autores en la octava línea melódica: F. de Saussure y A. Koyré. Las referencias en el primer caso son claras: el Curso de lingüística general del primero permitirá a Lacan afinar varias de las cualidades del Simbólico. Respecto a Koyré la cuestión es menos clara dado que Lacan comienza a citarlo sólo hasta el Discurso de Roma [19] (1953). Su influencia quizás determinó, afirma Dreyfuss, «la explicación del real por lo imposible». [20]
Otra línea melódica de esta polifonía, no mencionada por Dreyfuss, pero resaltada hace algunos años por R. Léthier, podría denominarse: la intervención de los surrealistas. Si Lacan afirmó que «la paranoia crítica de Dalí soy yo quién la inventó» a lo cual replicó el artista: «la tesis de Lacan, soy yo quien la escribió», [21] es posible que el vínculo entre ellos haya sido mucho más que una simple amistad. Parece que se influenciaron mutuamente. Y debemos recordar que la problematización de lo que se entiende por «realidad» fue la cuestión central del movimiento surrealista.
Una última línea melódica nos la ofrece Dufour en su texto Lacan et le miroir sofranique de Boehme [22] , donde nos muestra un sostén insospechado del estadio del espejo de Lacan: [23] el pensamiento del Teólogo J. Böhme (1575-1624), el cual sostenía que Dios se reflejaba en su espejo, de lo cual Dufour deriva una cierta divinización del hombre, en el pensamiento de Lacan, por el hecho de subjetivarlo también ante el espejo.
Recapitulemos. La manera precisa en la cual esta polifonía obró para constituir el aserto anticipado denominado paradigma RSI, siempre presentará un costado enigmático. Sin embargo podemos apreciar que Lacan, en la ocasión de la conferencia del 8 de julio de 1953, se encontraba iluminado por esa claridad.
Al afirmar esto no estoy haciendo equivalente a Lacan con aquellos que son denominados por la tradición como «iluminados»: santones, fundadores de religiones o, incluso, filósofos [24] .
Si podemos hablar de alguna «iluminación» en Lacan es la de la ausencia de toda iluminación, pues la caída del Sujeto supuesto Saber, característica de la posición del analista no permite el mantenimiento de entidades ontoteológicas que pudiesen enunciar lo verdadero de lo verdadero.
Cuando arribó RSI, Lacan fue deslumbrado por la claridad de dicho paradigma y ello lo lanzó a reconstruir el campo analítico convirtiéndose, en el mismo movimiento, en el Lacan que recordamos.
La psicosis lacaniana
El 24 de noviembre de 1975 Lacan intervino al interior del Kanzer Seminar de la Universidad de Yale. En tal ocasión Lacan discurrió acerca de las razones que lo condujeron a tomar la senda del psicoanálisis. Y, en tal contexto, afirmó lo siguiente:
«La psicosis es un ensayo de rigor. En ese sentido yo diría que soy psicótico. Yo soy psicótico por la sola razón de que siempre traté de ser riguroso.» [25]
Y, tal y como narra F. Roustang, esa «psicosis» Lacan la contagiaba a sus discípulos:
«Más allá del efecto que provocaba su personalidad poco común […] sus hallazgos de lenguaje […] o su inmensa cultura […] sus oyentes quedaban presos de admiración al escuchar su discurso totalizador, mezcla original de filosofía, matemáticas, lingüística, etnología, teología, etc. […] En realidad, más que un discurso totalizador, era un discurso absorbente […] La estrategia de Lacan […] no consistía en mostrar explícitamente los lazos existentes entre las diferentes disciplinas […] con la finalidad de construir una totalidad […] sino de hacer creer que él poseía la clave de esta síntesis y de suscitar en su auditorio el deseo de trabajar de tiempo completo para descubrir esa clave». [26]
Lacan, para decirlo en términos de Allouch, «paranoizaba» [27] a su auditorio, generaba sujetos «mordidos» [28] por el psicoanálisis. Lacan se colocaba en una posición tal que generaba ser colocado por sus discípulos en Sujeto supuesto Saber, es decir, posibilitaba la transferencia.
Pero volvamos a la frase de Lacan. ¿Cómo entender la frase: «soy psicótico porque soy riguroso»? ¿Se trató de una simple provocación a su auditorio, una que los despertase de su sueño académico y los obligase, al menos, a reflexionar acerca de a quién habían invitado ―quizás para no invitarlo nunca más? Desde mi punto de vista la frase dice mucho más que eso. No se trata tampoco, simplemente, de una confesión clínica y, por tanto solicitud de terapia (hasta donde tengo entendido, nadie de su «entrenado» auditorio se ofreció para curarlo de su entonces reconocida patología). Quizás estamos mas cerca de la comprensión de la frase si la tomamos como una muestra del conocimiento que poseía Lacan, gracias a la práctica del psicoanálisis, de la experiencia de la locura. Una locura que se revelaba, como indica la frase, «rigurosa».
Ahora bien, ¿a qué campo semántico remite el vocablo «riguroso»? Según el Diccionario de la Real academia española (que en este punto no difiere de lo que el Robert refiere de los sentidos del término en la lengua gala), «riguroso» significa: áspero y acre; muy severo, cruel; estrecho, austero, rígido; extremo, duro de soportar. El sentido del vocablo «rigor» no está muy alejado: escrupulosa severidad; dureza en el trato; último término al cual pueden llegar las cosas; intensión, vehemencia; propiedad y precisión; rigidez.
¿A qué sentido de «rigurosidad» se refería Lacan? ¿A la cuadratura y rigidez que impiden el pensar o a la escrupulosidad que es el fundamento de un pensar preciso? Quizás ambos sentidos no están separados por un abismo. Pero no quiero detenerme en esa cercanía sino en uno de los sentidos que presenta el vocablo: rigor es «el último término al cual pueden llegar las cosas». El rigor mortis de los latinos no se refería solamente a la rigidez física de aquél transportado al Eliseo, sino al punto final de una existencia terrenal. Experiencia en la cual la rigidez ya no permitía el actuar. El rigor que Lacan se atribuye, así como el rigor mortis, remiten, desde mi punto de vista, a la posición del analista, ese al cual Lacan no cesó, a lo largo de su enseñanza, de reducir la participación. El analista, para Lacan, pasó de ser «artefacto» [29] , y «muerto en el Bridge» [30] , a aquél que «no pone en juego sus significantes» e incluso «no cede en relación a su deseo» y por ende «se calla en lugar de responder». [31]
La posición del analista es la del muerto en función de su rigor, es una consecuencia y un efecto de su paso por el análisis, es decir, «de haber llevado las cosas al último término». El analista está en el lugar del muerto pues sabe muy bien del efecto terrible de la obra, eso que Lacan nos recuerda en la sesión del 27 de enero de 1960 del seminario La Ética del psicoanálisis:
«Toda obra es por sí misma nociva y sólo engendra las consecuencias que ella misma entraña». Idea que «se expresa formalmente en el Taoísmo […] hasta el punto en que apenas está permitido servirse del vaso bajo la forma de una cuchara -la introducción de una cuchara en el mundo es ya fuente de todo un flujo de contradicciones dialécticas».
El analista, y eso es lo que de la enseñanza de Lacan quiero resaltar, está en el lugar del muerto para que la obra, el pecado, es decir, aquello que puede constituirse en la pasión del otro, no deje de ser un patrimonio del analizante.
Por ello el analista habla a la manera que Heidegger atribuye a la voz de la conciencia, con ese silencio que posibilita la escucha de la voz ensordecedora que nos espeta al rostro la inhospitalidad del mundo, voz que posibilita, también, como señala Heidegger y realizó Lacan, llegar a ser lo que se es. [32]
En resumen, considero que el paradigma RSI y la rigurosidad correspondiente constituyen el legado mayor de Lacan al psicoanálisis. Es tal paradigma el que permitió a Lacan restaurar los elementos ominosos del análisis, esos que posibilitan que cada nueva experiencia analítica reitere de nuevo la de Freud. Sólo cuando se obra de esa manera, es decir, reiterando la experiencia de Freud, es que podemos considerar que se ha llevado a cabo una operación de transmisión del psicoanálisis. Sólo «llegando a ser Lacan» pudo Lacan hacerse psicoanalista.
[1] Una primera versión de este ensayo apareció en me cayó el veinte 4, Revista de l’école lacanienne de psychanalyse, México, 2001.
[2] Citado por: Anzieu, D., Une peau pour les pensées, Clancier-Guénaud, Paris, 1986, p. 49.
[3] Entre un alud de ensayos cabe mencionar el Dossier presentado por Lire en mayo de este año: «Etait-il un charLacan?» O el presentado en Liberation el 13 de abril del 2001 (con la participación, entre otros, de J.-B. Pontalis, A. Skolnikoff, P. Fédida y J. Sedat) así como el aparecido en Des Livres del mismo 13 de abril (con la participación de E. Roudinesco, P. Sollers y C. Millot). En nuestro país tampoco faltaron las notas periodísticas: En Reforma o La Jornada fueron entrevistados M. Pasternac y N. Braunstein y en el Proceso del 20 de mayo apareció el ensayo «Jacques Lacan a los ojos de Guiseppe Amara» firmado por R. Ponce.
[4] Allouch, J., «Freud desplazado» en Lacan-Freud ¿Qué relación?, Villicaña, México, 1987, p. 18.
[5] El carácter de «certidumbre anticipada» del ternario de la conferencia SIR del 8 de julio de 1953 queda probado en la confusa y claramente insuficiente respuesta que ofrece Lacan a S. Leclaire respecto a la naturaleza del tercer registro tematizado: el Real.
[6] En Littoral 22, Avril 1987, Erès, Paris, pp. 11-23.
[7] Dreyfuss, por cierto, acota el sentido de RSI al definirlos como «marco o coordenadas de la experiencia psicoanalítica», Ibidem, p. 12.
[8] Roudinesco, E., Lacan, Fayard, Paris, 1993, p. 102
[9] Ibidem, p. 108.
[10] Allouch, J., «Vous êtes au courant, il y a une transfert psychotique», en Littoral 21, Erès, Paris, Octobre 1986, pp. 89-110.
[11] J.-P. Dreyfuss, op. cit., p. 16.
[12] Roudinesco, E., op.cit.,p. 108.
[13] Cfr. Allouch. J., «Du transfert psychotique», en Marguerite ou l’Aimée de Lacan, EPEL, Paris, 1990, cap. 14.
[14] Seminario «Transmisión en psicoanálisis y transmisión del texto freudiano», CIESS, México, 1984.
[15] Ibidem, p. 148.
[16] J.-P. Dreyfuss, op. cit. p. 16.
[17] Ibidem, p. 18.
[18] Ibidem, p. 18-19.
[19] Lacan, J., «Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis», en Escritos 1, SXXI, México, 1984.
[20] Ibidem, p. 20.
[21] Léthier, R., «la intervención de los surrealistas, un momento fecundo para la locura. La introducción de una disimetría entre Freud y Lacan», en Artefacto 4, école lacanienne de psychanalyse, México, septiembre de 1993, p. 100.
[22] Dufour, D.-R., Lacan et le miroir sofranique de Boehme, Cahiers de l’Unebévue, EPEL, Paris, 1998.
[23] Texto con el cual Lacan asegura su entrada en la historia del psicoanálisis al mostrar la función subjetivante de la imagen. Cfr. Lacan, J. Escritos 1, Op. Cit.
[24] D.-R. Dufour nos recuerda que la «iluminación» no es ajena a los filósofos: Pascal, Nietzsche y él mismo, fueron afectados por un estado tal. Cfr. Les mystères de la trinité, Gallimard, Paris, 1990, p. 15.
[25] Lacan, J., «Conférences et entretiens dans des universités nord-américaines» en Scilicet 6/7, Seuil, Paris, 1976, p. 9.
[26] Roustang, F., «L’illusion lacanienne» en Critique 456 (1985), citado por F. M. González, La guerra de las memorias, Plaza y Valdés/UNAM/UIA, México, 1998, p. 226. Como puede apreciarse F. Roustang, » el desencantado de Lacan», realiza, a pesar de/gracias a su Hainamoration (amordio) respecto a Lacan, una apreciación correcta de la actividad transmisora del psicoanalista.
[27] Allouch, J., Paranoización, Ediciones psicoanalíticas de la letra, México, 1988.
[28] Allouch, J., «Perturbation dans Pernépsy» en Littoral 26, Érès, Toulouse, 1988, p. 81.
[29] Sosa, M. F., «Presentación» en Artefacto 1, México, marzo de 1990, p. V.
[30] Lacan, J., «Dirección de la cura» en Escritos 2, México, 1984, p. 569.
[31] Lacan, J., «Variantes de la cura tipo» en Escritos 1, México, 1984, p. 337.
[32] Según Heidegger sólo se puede llegar a ser lo que se es (werde was du bist!) cuando el Dasein se ha lanzado a su más peculiar «poder ser»: «ser sí mismo». Heidegger, M., El ser y el tiempo, FCE, México, 1984, parágrafos 54-58.