DIACHRONY OF ANGUISH FROM FREUD TO LACAN
LUCY MARLÉN OROZCO HERNÁNDEZ
Resumen
Freud plantea por primera vez su teoría de la angustia en los trabajos sobre metapsicología, en los cuales esta es concebida como un afecto que se presenta debido a la variación de la tensión en que entran en conflicto descargas de energía disímiles. Esta concepción da un vuelco enorme en su posterior escrito Inhibición, síntoma y angustia (1986), pues, aquí la angustia ya no es entendida como resultado de la aparición de la represión, sino como causa, surgiendo como señal de un peligro proveniente de otro lugar. Lacan retoma la angustia de la segunda concepción de Freud y se sirve de este concepto que va de la mano con la pulsión de muerte que plantea en su escrito más allá del principio del placer, correspondiente a su segunda tópica, para crear una explicación a este afecto como lo define en el seminario X titulado La angustia, la cual sitúa en el intermedio entre el goce y el deseo, haciendo énfasis en ese “otro lugar” que Freud sugiere como el alojamiento del peligro.
Palabras clave: Angustia, trauma, represión, objeto a.
Abstract
Freud raises for the first time his theory of anguish in his works on metapsychology where it is conceived as an affect that arose due to the variation of the tension in which dissimilar discharges of energy come into conflict. This conception gives a huge shift in its later written Inhibition, symptom and anguish (1986), because here the anguish is no longer understood as a result of the appearance of repression, but as a cause, arising as a sign of danger from another place. Lacan retakes the anguish of the second conception of Freud and uses this concept that goes hand in hand with the death drive that arises in his writing beyond the pleasure principle, corresponding to his second topic, to create an explanation to this affection as defined in seminar X entitled Anxiety, which places the intermediate between enjoyment and desire, emphasizing that «other place» that Freud suggests as the accommodation of danger.
Keywords: Anguish, trauma, repression, object a.
Para comprender cómo Lacan llega a describir la angustia en el Seminario X, es indispensable hacer un retroceso a los inicios del psicoanálisis para dar cuenta de las modificaciones del concepto de angustia al paso en que la teoría psicoanalítica iba construyéndose y reconstruyéndose de la mano con la clínica freudiana.
Metapsicología
Freud construye su teoría a partir de la incógnita que generaba cierto tipo de pacientes frente al campo de la medicina que lo vio formarse, son estos síntomas llamativos que no encontraban explicación dentro del método científico, la histeria, es entonces que Freud se sumergió al campo de lo no observable, la metapsicología, así comienza a describir e indagar los procesos psíquicos en la neurosis, en un trabajo teórico-práctico o mejor dicho práctico-teórico pues sus aseveraciones se sustentaban a partir de su práctica clínica; durante este recorrido se encontró con diversas manifestaciones que fue teorizando, uno de los conceptos que surge a partir de este trabajo es la angustia, en esta primera etapa dentro de la explicación que Freud propone se logra vislumbrar el énfasis que hace sobre lo sexual como base de la angustia, haciendo la aclaración de que con sexual me he de referir a genitalidad, podemos encontrar información referente a este primer paso en Las conferencias de introducción al psicoanálsis (III).
Freud en sus escritos sobre metapsicología muestra la organización que realiza respecto a lo normal y lo patológico, sin dejar de lado la concepción de la angustia, pues si bien plantea la angustia como lo que se manifiesta a partir del advenimiento de un peligro, marca una división entre la angustia realista y la angustia neurótica, cabe destacar que sus manifestaciones se enmarcan en el campo de los fenómenos observables. Identificada, según Freud, por la sudoración, palpitación, mareos, lagrimas, perdida del eje, aceleración del ritmo cardiaco, náuseas, vomito, sentimiento de estarse muriendo, características que actualmente entran dentro de la descripción de un ataque de pánico. La angustia realista hace referencia a la normalidad, pues si bien sus manifestaciones son similares a la patológica, esta se identifica por presentarse debido a un peligro externo evidente mientras que la angustia neurótica se caracteriza por no tener una razón aparente, ya que sus orígenes provienen no de estímulos externos sino de un peligro interno pulsional.
Freud llamó a esta angustia patológica “neurosis de angustia”, la cual explica como el resultado de la imposibilidad para que la excitación somática pase a libido psíquica transformándose en angustia (libido transmutada), esto sucede debido a la denegación del paso hacia la consciencia; la represión, por su parte, hace de barrera a las mociones pulsionales parciales resultantes del complejo de Edipo. Esto quiere decir que la angustia es un efecto de la represión, la cual da pie a la amenaza de castración, esta angustia se muda hacia representaciones diversas, ejemplos de esto son: el coitus interruptus, la castidad forzada, o la impotencia, esta neurosis entraba dentro de la clasificación de neurosis actuales.
Más adelante, Freud en su nueva concepción sobre la angustia, si bien hace grandes modificaciones, acuñará el termino angustia de castración a esta manifestación que se da frente a un peligro.
Inhibición, síntoma y angustia
En su primera concepción Freud entiende la angustia como resultado de la represión, ahora en 1926 da un giro e invierte los lugares en donde se posiciona cada concepto, es decir, que la angustia antecede a la represión, se posiciona como causa y no como efecto de este mecanismo de defensa; entonces la angustia es algo que surge en el yo como una forma de displacer, un quantum de energía que viene a romper con la homeostasis del aparato psíquico que motiva a la defensa.
Para comprender de donde surge la nueva concepción de la angustia es preciso profundizar en la segunda tópica, pues se desarrollan conceptos que serán claves en la configuración del sujeto; es en el escrito Más allá del principio del placer (1920) en donde nace el nuevo concepto de pulsión de muerte, y con él, las modificaciones de toda una teoría que se sirvió del trabajo con los sueños.
Es importante tener en cuenta los dualismos pulsionales que plantea Freud, en 1905 en sus Tres ensayos sobre una teoría sexual presentael primer dualismo pulsional el cual oponía la pulsión de autoconservación y pulsión sexual, en 1907 modifica la pulsión de autoconservación y pasa a llamarse pulsión yoica, entiéndase como pulsión yoica versus pulsión sexual. Más tarde, en 1920, en más allá del principio del placer aparece el segundo dualismo pulsional, pulsión de vida (Eros) versus pulsión de muerte (Thanatos).
La pulsión sexual, que estaba dirigida al objeto, junto con las pulsiones yoicas, que anteriormente fueron concebidas como en contraposición puesto que son de naturaleza libidinosa, pasaron a convertirse en Eros. Es decir, pulsión de vida, que está regida por el principio del placer, la cual entra en contraposición con la pulsión de muerte, que vendría a ser el nuevo concepto, el más allá del principio del placer, ya que existía algo en oposición con las pulsiones libidinosas; la tesis plantea:
“(…) resolver del enigma de la vida mediante la hipótesis de esta dos pulsiones que luchan entre sí desde los orígenes. Originariamente llamamos así a todas aquellas orientaciones pulsionales que nos resultaban menos conocidas (…)” (Freud, 1920-1922, p.59).
Para comprender eso que está más allá del principio del placer es preciso entender qué es el principio del placer, aclarando que el aparato psíquico entraría del lado del principio del placer, el cual, se encarga de evitar el displacer que surgiría por la aparición de lo reprimido, es decir, que la resistencia del yo consciente y preconsciente está al servicio del principio del placer, esta pulsión reprimida llega a desestabilizar el aparato que se encontraba hasta entonces en homeostasis, y es cuando entra Eros a estabilizarlo. A su vez, la pulsión reprimida va a buscar constantemente su satisfacción, la cual consistiría en la repetición de una vivencia primaria de satisfacción, el camino en retroceso para alcanzar la plenitud generalmente es retenido por las resistencias y así es como la represión sigue en vigencia constante manteniendo el equilibrio.
La pulsión de vida se encarga así mismo de conservar la vida por lapsos más largos. Contrario a los objetivos de la pulsión de muerte, pues Thanatos avanza con fervor por el camino que implica la vida, con prisa para llegar al cierre, al fin de la existencia, mientras que la pulsión de vida da pasos en retroceso hacia puntos específicos sobre los cuales retomar el trayecto y así prolongar la duración del sendero.
¿Qué es entonces esa pulsión de muerte? Esta surge a partir de la observación de la repetición y de los sueños traumáticos, los cuales se explicarán más adelante, lo que la compulsión a la repetición hace es vivenciar infinidad de veces mociones que causan displacer en el yo, ¿y qué es entonces este repetir?, es el intento que hace la pulsión de vida por encadenar a una representación eso no ligado perteneciente a la pulsión de muerte, es decir que lo que no tiene representación, eso que no está permitido que acceda a la conciencia, es la pulsión de muerte, lo incomprensible, lo que la represión intenta ocultar muchas veces con éxito y otras tantas sin él.
Freud nuevamente identifica dos tipos de angustia:
Angustia traumática o automática: Surge ante una situación de peligro vivenciada, frente a un trauma, pero ¿qué es el trauma? este tuvo igualmente sus modificaciones respecto a la segunda tópica pues inicialmente en la época de Estudios sobre la histeria Freud plantea los orígenes del trauma de la sexualidad y este se constituye con el paso del tiempo del après-coup, es decir, que el trauma se desarrolla, como tal, en el momento en que se vuelve posible la simbolización de la segunda experiencia que se relaciona con la primera experiencia de vivencia, que podría decirse como el momento de la escena sexual infantil (vivencia de satisfacción prematura traumática). En 1920, con el más allá del principio del placer Freud invoca el trauma desde el término neurosis traumática que se explica bajo la concepción de neurosis de la guerra y a diferencia del trauma en dos tiempos, ésta se sitúa en el momento propio de la experiencia, se enmarca dentro de acontecimientos suscitados inesperadamente con efectos devastadores, accidentes graves que no tienen familiaridad con conflictos sexuales, por ejemplo. Si bien, en las dos concepciones del trauma este resultaba de la no preparación del aparato psíquico ante algún peligro, ya no es el ataque sexual lo disruptivo, si no la pulsión, más específicamente la pulsión de muerte.
Es entonces este trauma de la segunda tópica un suceso que viene a irrumpir, es algo inesperado, una perturbación pulsional que desequilibra al aparato psíquico que antes se encontraba en homeostasis, es decir, una pulsión contraria al principio del placer que toma como paradigma la pulsión de vida, es así que el advenimiento del trauma deja al aparato psíquico desvalido, debido a lo abrupto del suceso, es un monto de afecto proveniente del más allá del principio del placer que no logra encadenarse a una representación, es decir que carece de contenido psíquico.
Freud plantea la pulsión de muerte como el núcleo genuino del peligro, pues es eso desestabilizante, provocando el devenir de la angustia, ya que la angustia se encuentra dentro del paradigma de la pulsión de muerte, debido a que no cuenta con objeto, no se encadena a ninguna representación.
Freud observó claramente en los sueños la manifestación de la angustia pues llega a romper la pantalla del sueño, afirma que el sujeto afectado de neurosis traumática vuelve una y otra vez a rememorar la situación penosa mediante el sueño, esta repetición de los sueños entra en contradicción con su afirmación anterior en donde los sueños son realización de deseos reprimidos y a partir de esto surge la necesidad de crear un nuevo dualismo pulsional el cual modificará gran parte de la teoría, aclarando en la siguiente cita de donde surge esta modificación:
Los sueños de angustia no son tal excepción (…) tampoco los “sueños punitorios”, puesto que no hacen sino remplazar el cumplimiento de deseo prohibido por el castigo pertinente, y por tanto son el cumplimiento de deseo de la conciencia de culpa que reacciona frente a la pulsión reprobada. Pero los mencionados sueños de los neuróticos traumáticos ya no pueden verse como cumplimiento de deseo; tampoco los sueños que se presentan en los psicoanálisis, y que nos devuelven el recuerdo de los traumas psíquicos de la infancia. Más bien obedecen a la compulsión de repetición, que en el análisis se apoya en el deseo (promovido ciertamente por la “sugestión”) de convocar lo olvidado y reprimido. Así, no sería la función originaria del sueño eliminar, mediante el cumplimiento de deseo de las mociones perturbadoras, unos motivos capaces de interrumpir el dormir; sólo podría apropiarse de esta función después que el conjunto de la vida anímica aceptó el imperio del principio del placer. Si existen un “más allá del principio del placer”, por obligada consecuencia habrá que admitir que hubo un tiempo anterior también a la tendencia del sueño al cumplimiento de deseo. (Freud,1920-1992, p.32).
Es decir, que mientras soñamos se presenta una irrupción la cual es imposible de representar, y viéndose el aparato psíquico en esa imposibilidad, resuelve despertar, como una forma de resguardar el equilibrio, a esto se le llama sueños traumáticos, pues es el fracaso del cumplimiento de deseo, que es la función del sueño. Este fracaso es debido a que se coarta la satisfacción y se ve en la necesidad de interrumpirse; por lo general este tipo de sueños se repiten constantemente (sueños de repetición) pues su fin es encadenarse a una representación y despojarse de la angustia, ya que por definición la angustia carece de representación, siendo que la emergencia de lo no ligado es sentido como ataque de angustia, esto no ligado proveniente de la pulsión de muerte.
Angustia señal: se puede decir que esta angustia es expectante, pues está en espera del peligro, como su nombre lo indica, surge como señal frente a este y llama a la represión, una vez que surge la represión la angustia desaparece automáticamente, pues este mecanismo de defensa se muestra cuando el monto de energía o libido se logra encadenar a una representación siendo entonces un anticipo, dando paso a la construcción de un síntoma y la encadenación a la pulsión de vida.
La angustia señal muestra un vínculo con la expectativa, la espera de peligro, angustia ante algo que no se sabe, es por eso que Freud marca por definición la angustia sin objeto, adhiriéndole un carácter de indeterminación, pues, es eso que no hay. Sin embargo, Lacan (1963-1964) va a trabajar sobre este punto planteando que “la angustia no es sin objeto” (p. 173).
Lo que provoca la angustia, retomando las ideas de angustia señal de Freud, a es lo que nos anuncia, nos permite entre ver, que volvemos al regazo… lo demuestra el hecho de que el niño se complace en renovar este juego de presencia-ausencia. La posibilidad de la ausencia es eso, la seguridad de la presencia. Lo más angustiante que hay para el niño se produce, precisamente, cuando la relación sobre la cual él se instituye, la de la falta que produce deseo, es perturbada, y ésta es perturbada al máximo cuando no hay posibilidad de falta, cuando tiene a la madre siempre encima (…). (Lacan,1963-1964, p.64).
Se retoma esta cita para mostrar cómo es que Lacan extrae piezas clave de las teorizaciones freudianas para explicar el concepto de angustia de la mano con sus elaboraciones, más adelante se profundizará al respecto.
Siguiendo esta lógica freudiana, una vez que surge la existencia de un objeto, es decir, que se liga a una representación y la angustia es sustituida por el miedo o fobia, los cuales poseen un objeto específico ya que se tiene miedo a algo, hay como llenar ese vacío.
La angustia como señal permite al yo utilizar el “principio del placer” para lograr su objetivo. El principio de placer se basa en el funcionamiento del aparato psíquico, es decir que siempre va a procurar el placer que hace referencia al equilibrio y evitar el displacer el cual sobreviene cuando hay una subida y tensión de energía que no puede ser procesada. Cuando el yo identifica el advenimiento de un peligro externo o interno, genera la señal de angustia para movilizar al organismo a la preparación de la defensa ante este la satisfacción de pulsiones las cuales son percibidas como contrarias al bienestar en el sentido homeostático puesto que la satisfacción de las pulsiones no son un peligro en sí, lo es porque conlleva un peligro autentico el cual proviene del exterior y es la castración.
La angustia es entonces el móvil de la represión y otras defensas, así como a la resistencia al tratamiento psicoanalítico.
La cronología sería la siguiente:
Angustiaà represión à síntoma
¿Y a qué se refiere la castración como un peligro auténtico? Así como se muestra en el esquema anterior, la angustia es previa a la represión, y este mecanismo de defensa es propio de la neurosis, es decir, si no hay angustia no hay neurosis, es constitutiva del aparato psíquico, debido a que la primera manifestación de esta fue nombrada por Freud como angustia de castración, la cual, se instaura en el complejo de Edipo, pues es esta angustia señal la que alerta del peligro sobre la castración que implica una pérdida real que se representa gracias a la ecuación simbólica del pene, esto es, que por una amenaza proveniente del exterior que va dirigida hacia la pérdida del falo que se representa como falo=pene. El niño se angustia por la pérdida y la niña se angustia por la falta, esta amenaza de castración es el único motor de los procesos defensivos que llevan a la neurosis, los síntomas entonces son creados para evitar la situación de peligro que es señalada por la angustia.
Seminario X
Ya se han descrito puntos de enlace entre planteamientos freudianos y lacanianos a partir del recorrido por las conceptualizaciones de Freud, ahora se explicará a profundidad esos eslabones referentes a las formulaciones que hace Lacan. En el seminario X titulado La angustia, Lacan expone su concepto de angustia el cual toma como referente la segunda tópica freudiana con la adaptación al nuevo término, pulsión de muerte, que hará de anteojo para ver eso que a simple vista no se puede observar, ni pensar, mucho menos decir, pero su manifestaciones son la que lo descubre, enmarca, a un sujeto diferente al de Freud, un sujeto en falta, puesto que, es a partir de la pulsión de muerte que la angustia se replantea y Lacan contrasta este Thánatos con el registro de lo real, eso que Freud explicaba como lo que no tiene representación y que Lacan subraya como no encadenado a un significante, en donde la pieza esencial es el objeto a, aportación fundamental al entendimiento de la psique, tachando entendimiento para dejarnos arrastrar por lo incomprensible.
Lacan retoma la angustia como afecto, tomando en cuenta que este es un concepto muy usado por Freud puesto que explica que el afecto puede ser susceptible a la transformación (conversión o desplazamiento) debido a que no necesariamente está ligado a una representación, es así que Lacan nombra la angustia como afecto pero hace una separación entre esta y otros afectos, pues dice que la angustia es propia del sujeto, es decir, de ese producto simbólico y que otros afectos como el amor y el odio son afectos del yo, los cuales están dentro de la cadena significante, es así que enfatiza la concepción de Freud al decir que el afecto no necesariamente está ligado a una representación, es por eso que Lacan nos presenta la angustia como el único afecto que no engaña, pues a pesar de presentarse disfrazado, desplazado o invertido, aclarando que puede ser modificado bajo estas distintas modalidades, nunca será reprimido, ya que lo que se reprime son los significantes y por estar la angustia dentro de lo real, esta carece de significantes, es decir que no hay red, no hay significantes encadenados, hay un vacío de significación, dice entonces Lacan “(…) trabajar sin red evoca al funámbulo.” (1963-1964, p.18). Que traslada el límite con lo real, al objeto a.
El objeto a se entiende como ese resto que queda del baño del lenguaje, eso que el lenguaje no logra cubrir al momento de recaer sobre el sujeto, de constituirlo como tal, es por tanto que está fuera del campo simbólico, es indecible, pues no hay un significante que se pueda significar, es un borde que rodea a lo real, al significante de la falta en el otro S(A/), a esas preguntas sin respuesta, esa nada sin vacío ni llenura.
Lacan toma el concepto freudiano de angustia señal y lo define como “lo real, pues, del modo irreductible bajo el cual dicho real se presenta en la experiencia, de eso es la angustia señal.” (Lacan, 1963-1964, p. 174). Plantea que la angustia no es la señal de una falta, sino como bien la concebía Freud, es angustia sin objeto la cual se transfiere en términos lacanianos a “la angustia no es sin objeto” especificando que el objeto al que se refiere es el objeto a, que viene a ser eso que no está dentro de la cadena significante. Lo cual, no difiere de lo que Freud plantea puesto que es esta falta de representación, este lugar dentro de la pulsión de muerte que se asemeja al registro de lo real de Lacan, así formula la angustia como la falta de falta, en otras palabras, la carencia de esa falta estructural que se forma a partir del baño del lenguaje, ese objeto a como resto, entonces es la falta del objeto a, es llenar ese vacío que por estructura tenemos, sabiendo que “la angustia no es sin objeto”, en concordancia con la angustia y su relación con el objeto que Freud plantea, pues, con objeto se refiere a algo específico, por lo tanto, se encuentra encadenado a una representación, de tal modo que, propone que la angustia es la reacción-señal ante la pérdida de un objeto, es decir, del objeto amado, pérdida de la madre como primer objeto de amor, pérdida del pene, a diferencia del objeto a que formula Lacan, en donde este carece de significante.
Señal de peligro, el peligro que viene con una etiqueta cargada de adjetivos que rozan lo exuberante y a la vez abyecto, el trauma. En el seminario X, Lacan hace una alegoría al trauma explicándolo atreves del teatro, en donde el trauma es eso que no estaba dentro del guion, que rompe la escena agregando algo que no tenía lugar, algo que faltaba, es decir, llenando la falta y es así como surge la angustia, pues como se dijo anteriormente el trauma llega a llenar ese vacío que por estructura tenemos, falta algo y ese algo es la falta.
El lugar en donde se posa la angustia es precisamente en ese límite, “al filo de una lúgubre media noche”, como el maestro del terror, Poe, narra ese momento de elucubraciones atravesado por un incognito, pero no es terror lo que nos provoca esa oscuridad que se puede dibujar en nuestras mentes al pensar en la nada, pues lo que se esconde detrás de ese término es la no significación, intentar comparar la angustia con el terror es una tarea infructuosa ya que el terror se encuentra dentro del campo significante, posee un objeto específico al que está dirigido, pero si no hay objeto o mejor dicho, si hay ese objeto a, si hay ese borde que circunda lo real hay angustia. Ahí es precisamente de donde viene el ominoso cuervo angustia, con su “nunca más” indescifrable al que nosotros desesperadamente buscamos darle sentido, así pues, neuróticos ávidos de respuestas y explicaciones; pero que sucede con esta caracterización del objeto a, ¿es entonces el vació oscuro o el blanco vacío? La ambigüedad nos desconcierta, ¿es pues uno o es el otro?, todo depende de quien lo esté imaginarizando, y esto implica hacerlo desde registro especular y así nos alejamos de la angustia, pretendiendo dar sentido a lo que no es.
Para comprender más a profundidad el planteo de Lacan respecto de la angustia, es preciso referir una de sus definiciones y desarrollarla a partir de la esquematización propuesta por él:
“La angustia entre el goce y el deseo”. (Lacan,1963-1964, p.189).
A S Goce
a /A Angustia
/S Deseo
En una primera instancia entendemos el A como el gran Otro que goza, pero en el instante en el que el sujeto del goce, ese sujeto primitivo que está previo a la construcción del sujeto como tal, quiere meter el goce en ese Otro como lugar del significante, surge un resto, este momento pleno en donde el Otro y el sujeto gozan se marca como un momento mítico, quiere decir que la constitución del sujeto como tal sucede cuando se busca la significación, baño del lenguaje, en donde el sujeto es cubierto por éste pero no en su totalidad, siempre queda un resto fuera del campo simbólico, algo que no tiene significación, es ese el objeto a que muestra la falta en A, una división, algo que no se puede significar:
“El a que es resto, ese residuo, ese objeto cuyo estatuto escapa al estatuto del objeto derivado de la imagen especular, es decir, a las leyes de la estética trascendental. Su estatuto es tan difícil de articular que se constituyó en la puerta de entrada de todas las confusiones en la teoría analítica”. (Lacan, 1963-1964, p. 50).
Y ya que el sujeto se realiza por la vía del Otro, como bien aclarará Lacan, más tarde, en su siguiente seminario afirma: “El deseo del hombre es el deseo del Otro” (Lacan, seminario XI, p. 46) sirviéndose de la concepción de Hegel en donde plantea que “El deseo humano debe dirigirse sobre otro deseo.”(Kojève, 1892, p.2).
Entonces, el sujeto deviene igualmente como barrado, debido a que su realización es a través del Otro que surgió como tachado junto con la presencia del objeto a y es ahí cuando aparece la angustia, frente a lo indecible, inimaginable, sin significación, ¿y qué sucede con el sujeto ante esta falta? Este empieza a desear, pues no hay deseo sin falta, no se desea algo que se tiene, y lo que soporta este deseo es el fantasma el cual es la relación entre el sujeto barrado y el objeto a, “relación cuya polivalencia está suficientemente definida por el carácter compuesto del losange, que es tanto disyunción v, como conjunción ^, que es tanto lo mayor como lo menor.” (Lacan, 1963-1964, p. 189). Para Lacan el Otro está allí como inconsciencia construida en cuanto tal:
“El Otro concierne a mi deseo en la medida de lo que le falta. Es en el plano de lo que le falta sin que él lo sepa donde estoy concernido del modo que más se impone, porque para mí no hay otra vía para encontrar lo que me falta en cuanto objeto de mi deseo. Por eso para mí no sólo hay acceso a mi deseo, sino tampoco sustentación posible de mi deseo que tenga referencia a un objeto, cualquiera que sea, salvo acoplándolo, anudándolo con esto, el $, que expresa la necesaria dependencia del sujeto respecto al Otro en cuanto tal.” (Lacan, 1963-1964, p. 32).
La formación del sujeto se hace a partir de la inscripción a la lógica fálica, es decir que tanto $ como a se encuentran del mismo lado, el lado de la barra, el lado de la castración, del lado de la ley del Otro, es decir que el fantasma ($<>a) se encuentra inmerso en esta lógica que constituye el inconsciente, ese en donde el sujeto atravesado por la barra es afectado por el deseo como bien se explica anteriormente, deseo de esa falta que puede ser llenada de distintas maneras pero no por eso implica su infinitud, más bien es finito pues está enmarcado por el fantasma, el cual puede vislumbrarse como una escena, como bien hizo la analogía Lacan, y ahí las posibilidades del deseo de… están predeterminadamente escritas, esa relación imaginaria que figura la imagen del deseo del sujeto pero que sin embargo no es visible para este.
Entendiendo que el sujeto se encuentra dentro de la lógica fálica en donde el fantasma viene a hacer de velo frente a la angustia, a eso producido por el objeto a, es decir a eso que constituye un vacío pues no tiene inscripción dentro de esta lógica, está si se puede decir de alguna forma, dentro del (- phi), como también llama Lacan a la angustia, es el lugar mismo en el que algo falta y es la falta.
Bibliografía
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