Editorial

Editorial Salvador Rocha Pineda ¿Contra quién, rosa, has adoptado esas espinas? ¿Tu gozo demasiado fino te habrá forzado a convertirte en esta cosa armada? Rilke, Les Roses Lo que pasa en el curso del tiempo Una pregunta guía esta carta: ¿Qué hay en la repetición? Desearía una conversión, una metamorfosis, un suicidio… Pero el camino…


Editorial

Salvador Rocha Pineda

¿Contra quién, rosa, has adoptado esas espinas?
¿Tu gozo demasiado fino te habrá forzado a convertirte en esta cosa armada?

Rilke, Les Roses

Lo que pasa en el curso del tiempo

Una pregunta guía esta carta: ¿Qué hay en la repetición?

Desearía una conversión, una metamorfosis, un suicidio…
Pero el camino de Damasco está lejos, Praga es una ciudad extraña en un sueño de Kafka y los pájaros se van en el invierno.
Quisiera ser otro; pero no puedo hablar por mí mismo. Miento; miento por falta de palabras en la contrariedad experimentada por un yo que no soy. Un tejido que se deshilvana en los intersticios contradictorios de la vida. Apenas y reconozco los trazos de la historia, aquellos mis fragmentos de otro.
El recurso nietzscheano de la salvación, presente en el «cómo he llegado a ser el que soy, y por qué sufro por ser como soy» se condensa en una sola demanda: Quisiera ser otro.

El carácter discontinuo, del psicoanálisis, (del vivir), encuentra su unidad en las fracturas. Una narración escrita de muertes y abandonos. Imaginación radical que le confiere a la existencia una ilusoria continuidad. Frente al consenso de verdad y unicidad de las ciencias y las psicoterapias, el psicoanálisis obliga a pensar desde múltiples temporalidares. De acuerdo con Heidegger: «a no caer sobre las cosas apresuradamente con concepciones improbadas, sino, más bien, ir cavilando tras ellas cuidadosamente».

Quizás lo único que haya en la repetición sea: el envío. Espesa memoria que después de arder deja gotas de ceniza en la mirada.

Contra la técnica

«…pero donde hay peligro, crece también lo salvador»
Hölderlin

Puesto que, al menos en teoría, psicoterapias hay mejores y peores, no es el lugar del psicoanalista competir en la dictadura imperial del mercado. Más allá del dogmatismo, el psicoanálisis necesita, para sobrevivir, resistir a la simplificación vulgarizante de los manuales y los «escritos técnicos».

A más de cien años del descubrimiento del inconsciente, parecería innecesario discutir acerca del objeto de estudio del psicoanálisis. La sorpresa es mayúscula. Si bien prolifera la literatura psicoanalítica, abruma el «descafeinado sabor freudiano» de la mayoría de los textos.
Digámoslo de una sola vez, frente a la «técnica planetaria» para la cual el hombre es «mano de obra», «cerebro de obra»; en síntesis: material humano, el psicoanálisis concibe al individuo como un sujeto trágico que subsume una relación directa entre sus acciones y la responsabilidad por estas: El homme sans Dieu, de Pascal, se pregunta ¿por qué estoy aquí y no allí?

Durante una de las sesiones de los miércoles (30 octubre 1907), Freud afirmaba: «La técnica analítica ha cambiado hasta tal punto que el psicoanalista ya no trata de extraer el material que le interesa sino que permite al paciente seguir el curso natural y espontáneo de su pensamiento».

El psicoanalista es una figura equívoca en abierta oposición con la del especialista. Ante la aparición de nuevas enfermedades y la certeza arrogante del experto, y el correlato estadístico de los nuevos tratamientos, el psicoanalista: duda, anda atientas y vuelve a preguntar: ¿cómo se mide el dolor, el amor, la nostalgia, eso que acontece en la conciencia del sujeto y lo confronta y cuestiona acerca del sentido último de su existir? Veamos lo que escribe Althusser en su autobiografía:

«Después, confiné deliberadamente a mi psicoanalista en su papel de analista, sin pedirle ya los servicios de un psiquiatra ni siquiera los de un médico. Luego he vuelto, poco a poco, a encargarme de todos mis asuntos, mis amigos, mis afectos. Además, creo haber aprendido qué es amar: ser capaz no de tomar iniciativas desmesuradas y exageradas sobre uno mismo, sino de estar atento al otro, respetar sus deseos y sus ritmos, no pedir nada pero aprender a recibir y recibir cada don como una sorpresa de la vida, y ser capaz, sin ninguna pretensión tanto del mismo don como de la misma sorpresa para el otro, sin violentarlo en lo más mínimo. En suma la simple libertad. ¿Por qué Cézanne ha pintado la montaña Sainte-Victoire a cada instante? Porque la luz de cada instante es un don.
Entonces, a pesar de sus dramas, la vida puede aun, ser bella. Tengo sesenta y siete años, pero al fin, yo que no tuve juventud porque no fui querido por mí mismo, me siento más joven que nunca, incluso si todo debiera ahora terminar. Sí, el porvenir es largo».
Oui, L’avenir dure longtemps.

Kaddisch

El hombre, nacido de mujer, corto de días y harto de inquietud,
brota y se marchita como una flor y huye como sombra sin pararse.
( …) Sólo por sí mismo se angustiará su carne,
y nada más que por él se lamentará su alma.

Job 14, 1-22

La carta psicoanalítica representa el lugar del envío, entrecruzamiento de líneas de divergencia. El lugar de la palabra perdida: «Ante múltiples dioses perdí una palabra que me buscaba: Kaddisch», dice el poema de Celan.

La carta ocupa el lugar de una marca, una circuncisión, un schibboleth cibernético: punto de fuga entre la opacidad de un mundo lleno de «certezas «, donde el fantasma de un nuevo feudalismo recorre el planeta con recetas específicas y prescripciones conductuales contra la angustia y la soledad. Ante la avidez de novedades, el desvalimiento originario freudiano es sustituido, por un «mecanismo naranja de condicionamiento».

A pesar de esto, el ser de palabra se enfrenta con el dolor de recordar, con la libertad de elegir, con la necesidad de comenzar. Frente al silencio de Dios, los oídos sordos de los hombres.

When I remember what to say
You will know me again

You do not seem to be listening
The high tide is taking everything
And you forget to answer
(Nico)

El ser de palabra continua escribiendo después de Auschwitz, porque el futuro prefijado de horrorosos balances estadísticos ignora, que el género humano se niega a renunciar a sí mismo, en su carta opone:

A las mentiras insulsas de la vida; el sabor de la cebolla.
Al silencio de la muerte; la certeza del amor.
Al olvido; los pies desnudos sobre las hojas del otoño.
Al horror; las alas de un niño.
A la estupidez; el ladrido de un perro.
A la ignorancia; la gentileza del amanecer.
Al Fort; el Da.


These fragments I have shored against my ruins…
Datta, Dayadhvam. Damyata.
Shantih shantih sahntih.

(T.S.Eliot, Wasteland)

San Angel, México D.F. febrero 2003