El objeto a y el otro amor
Alexander Cruz Aponasenko
En la clase del 13 de marzo de 1973 Lacan grafica para su auditorio lo que conocemos como formulas de la sexuación. Elabora una ampliación de las operaciones lógicas que desarrolló en el seminario del año anterior agregando los términos del sujeto barrado, el fi mayúscula, el significante del Otro barrado, la mujer tachado, y el a. Advierte que de todo ello hay que cuidarse en pensar que se sabe todo y propone en esa clase hablar del saber. En este grafico improvisado aparece una división entre dos campos, el campo de lo masculino y el campo de lo femenino. Aquí se hace claro que el objeto a cae en el campo de lo femenino, campo regulado por la lógica del no-todo.
El objeto a, la invención de Lacan es teorizado a lo largo de su obra como objeto del deseo, como objeto causa de deseo y como plus de gozar, a la altura de su vigésimo seminario, Lacan lo ubica en el campo de lo femenino y le otorga un lugar particular en lo que podríamos llamar el campo del amor, hablaremos de la función del objeto a en ese lugar.
Lacan señala que “Lo que el discurso analítico hace surgir es justamente que el sentido no es mas que semblante”. Esta es una forma de decir, al estilo de Lacan, que la realidad es fantasmatica, esto es, que la realidad no es sin la operatoria significante. Frase contundente para el pensamiento científico, al cual sabemos Lacan criticaba constantemente y a veces sin mucha finesse. De cualquier manera, esta frase también indica que el sentido es algo en constante producción y que comprenderlo todo es a todas luces una ilusión. Allí podría ubicarse la ilusión de la comprensión científica, total, acerca de algo. Es importante retener esto, dado que Lacan planteará una lógica distinta, donde el no-todo, también del entendimiento, marcará un camino decisivo.
Queda indicado que “Todo ser que habla se inscribe en uno u otro lado” (del grafo, por supuesto). Esto quiere decir que el paso y la dialéctica entre los dos campos no es un imposible, es para cualquier ser hablante. Mas adelante Lacan agrega: “A la derecha tienen la inscripción de la parte mujer de los seres que hablan. A todo ser que habla, sea cual fuere, esté o no provisto de los atributos de la masculinidad – aún por determinar – le está permitido, tal como lo formula la experiencia freudiana, inscribirse en esta parte”. De esta manera todo ser que se inscriba en la parte derecha del grafo será el no-todo y podrá elegir estar en Fx, este ultimó elemento, solidario de la función fálica, es el punto de conexión de los dos campos. La función del no-todo no excluye la relación con el goce fálico. Se lee ahí.
Lo que nos interesa aquí es que el objeto a queda totalmente del lado femenino, a la derecha del grafo y vemos que una flecha lo pone en relación directa al S barrado. Lacan dice: “Esta S (barrada) acompañada así por ese doble, ese significante del que en suma ni siquiera depende, no tiene que ver, como pareja, sino con el objeto a inscrito del otro lado de la barra. Solo por intermedio del ser la causa de su deseo le es dado alcanzar a su pareja sexual, que es el Otro.” La frase es contundente, primero, señala que la pareja del S barrado es justamente el a, el cual cobra aquí el estatuto de Otro. Lacan ya había señalado esto años atrás, en el seminario 10, cuando dice:” ¿Qué significa esto, sino que, habiendo buscado el deseo del hombre, lo que encuentra en él como respuesta no es la búsqueda de su deseo, el de ella, es la búsqueda del a, del objeto, el verdadero objeto? Aquello que está en juego en el deseo, que no es el Otro, sino ese resto, el a. Es lo que ella misma llama tener mas masoquismo de lo que creía.” (Clase del 27 de marzo de 1963). En el párrafo anterior habla de la mujer, pero lo hace señalando que lo que el hombre busca no es precisamente el deseo de ella, sino el a que ubica de su lado, esto mismo lo volvemos a encontrar en el grafo de la sexuación. Hasta este punto nos hemos referido y se hace cada vez más patente, a lo que el mismo Lacan llama lo homo sexual. Homo, por supuesto proveniente de hominis, hombre, la sexualidad del lado masculino; dado que la mujer, por ser mujer no necesariamente queda ubicada del lado derecho del grafo de la sexuación, ella también debe llegar allí. Lo homo sexual no es sino una forma de decir que lo que se ama es al Otro, tanto la mujer como el hombre quedan incluidos allí, pues Lacan es claro, la histérica es homo sexual, su acceso al otro sexo es por la vía masculina, esto es, siguiendo esa flecha que precisamente dibuja Lacan del sujeto barrado al a atravesando los dos campos. Todo lo anterior se condensa observando los matemas, S barrado en dirección al a, es decir, la formula del fantasma. Esa realidad en la que esta cautivo el sujeto le marca que su partener no es más que el Otro. Es la manera fundamental en la que el neurótico suple la no relación sexual. El amor, en este punto, es al Otro. A mi parecer, esta es una forma de llamar al Edipo.
¿Y de aquí en más? ¿Como avanzar? Este es el punto al que llegó Freud. El punto de la pregunta por lo que quiere una mujer. El avance lacaniano tomó la vía de lo femenino. Veamos. Señalando que el goce de la mujer es radicalmente Otro se abre una vía de goce más allá del campo fálico en el que el sujeto está básicamente anclado a su fantasma, su fantasma coagula su modo de gozar y todo este andamiaje se inscribe gracias a lo fálico sintomatizado. La lógica le va a permitir a Lacan construir una vía para salir del atolladero freudiano en el que sujeto queda preso de su fantasma edipico y el goce que le provee, goce fálico. La idea de una excepción al todos bajo el campo del falo, idea lógica, permite pensar el no-todo. Esto se expresa en la negación del universal que se ve en el cuarto término del grafo de la sexuación, abajo a la derecha.
¿Pero como llegar a ese punto? Que hacer con el fantasma? Lacan da una indicación harto precisa: “Hay, según el discurso analítico, un animal que sucede que habla, y que, por habitar el significante, resulta sujeto. Entonces, para él, todo se juega en el fantasma, pero un fantasma que puede perfectamente desarticularse de modo que dé cuenta por qué sabe mucho mas de lo que cree cuando actúa”. Aquí se halla la clave del pasaje del goce fálico a la posibilidad de un goce Otro, la desarticulación del fantasma. Mas fácil de decir que de hacer pero es la vía propuesta para que ese sujeto pueda alguna vez amar a otro, dejando a un lado a ese Otro que lo ha capturado en el fantasma. Separar al a del A dice Lacan. Que el objeto a, el objeto causa del deseo se reduzca a lo imaginario y sea diferenciado de lo simbólico, así aparece el significante del Otro barrado, que el sujeto soporte darle un vistazo a eso y pueda perder, que soporte la caída del objeto a, en otras palabras, que esa ficción real bajo la cual se ha estado viviendo cobre su estatuto de ficción atravesada por el saber de que lo es. Esa es la vía que se desprende de los desarrollos lacanianos, la posibilidad de otro amor, o mejor, del amor a otro. Porque si no hay nada que brille tras el Otro, porque si para el sujeto el objeto es claramente imaginario, lo Otro se hace lógicamente posible.
BIBLIOGRAFIA
Lacan, J. (2007). El seminario, libro 10, La angustia. Paidós. Buenos Aires.
Lacan, J. (2008). El seminario, libro 20, Aún. Paidós. Buenos Aires.