El psicoanálisis hoy.
Modesto Garrido.
La revista Cartapsi cumple 10 años, ocasión para convocar a los miembros del comité editorial, al cual pertenezco, que acordamos en un momento dado, reflexionar sobre un tema propuesto, el psicoanálisis en la actualidad.
Lo que me llevo de inmediato a recordar que hace unos dos años ofrecí una charla en San José de Costa Rica para la cual sugerí el titulo de “¿El psicoanálisis, vivo o muerto?”.
Desde que dicho nombre vino a mi mente, apareció la idea de un afiche – imaginario – con el rostro del Dr. Freud, en la parte superior de dicho rostro estaría escrito “El psicoanálisis” y bajo el rostro la leyenda “¿Vivo o muerto?”.
Pensaba, claro en la oportunidad de jugar con los conocidos carteles “se busca vivo o muerto”.
Y es que ni duda cabe que el psicoanálisis ha sido objeto no solo del rechazo de algunos pensadores, sino que también objeto de desprecio por considerarlo una mera charlatanería.
De cuando en cuando, se producen oleadas afirmando que Freud y el Psicoanálisis, han muerto, o que son asunto superado.
El afiche en cuestión, permitía precisamente la oportunidad no solo de poner de relieve algo del orden de la persecución, sino de plantear la pregunta: ¿Esta vivo o ha muerto? referida evidentemente al pensamiento del Dr. Freud.
No me considero un pesimista, aunque profundamente lejano de una postura de optimismo a ultranza.
Por ello comentaba en la ya mencionada charla, que en el fondo la postura de rechazo, o de critica voraz hacia el campo psicoanalítico proveniente de otros discursos, no me preocupaba, no realmente, pues prácticamente desde los inicios de dicho campo, El Dr. Freud se percató de aquello que llamó “una dificultad del psicoanálisis”.
Pequeña dificultad, el psicoanálisis implica una subversión de aquello que llamamos saber, tan radical que representaba para el Dr. Freud un golpe quizá insuperable al narcisismo humano.
Punto, quizá no haya más que decir, y solo nos reste enfrentar la realidad del asunto, tan cruda y contundente como ella pueda ser.
No lo sé. Me resulta claro que tanto el Dr. Freud, como en el Dr. Lacan, existió siempre el interés y empeño por intentar luchar contra dicha dificultad. Y quizá hay algo ahí para aprender, para insistir en la oportunidad de enfrentar dicha dificultad.
Pero pensar en que esta dificultad, ese rechazo a algunas consecuencias implicadas por el discurso del psicoanálisis, pudiese desaparecer me parece no sólo naíve, sino que desde mi perspectiva ello quizá solo implicaría el agotamiento o desgaste del discurso psicoanalítico. Por otro lado, debería confesar, tal y como lo hice hace unos dos años en la mencionada charla en Costa Rica, que en la actualidad, en esta actualidad del psicoanálisis, considero que hay un otro riesgo, una otra amenaza, que a mis ojos resulta más preocupante.
Me refiero a aquello que en aquella charla llame el fuego amigo. Y es que en verdad considero que un riesgo quizá mayor para el psicoanálisis en la actualidad sería a localizar en los psicoanalistas mismos. Y ello desde frentes diferentes, mencionó dos de estos frentes pero no son los únicos que me parecerían señalables.
El primero de dichos frentes lo localizaría en una posición lamentablemente común, me refiero a la postura de muchos frente a las críticas realizadas desde otros discursos o áreas del saber humano, pues parecen sostener una postura respecto del discurso psicoanalítico en la cual se mantiene a dicho discurso casi como si de una experiencia iniciática se tratase.
En el fondo, críticas al discurso psicoanalítico como las realizadas por Popper, o por Mario Bunge en los últimos años, no merecen ser desatendidas, bien por el contrario que el psicoanálisis sea calificado de proponer teorías y proposiciones infalseables, o acusado de solo sostenerse con una consistencia interna, excluyendo a priori cualquier posibilidad de búsqueda de consistencia externa, me parece que debería ser algo de lo cual los psicoanalistas debiésemos ocuparnos.
Pero realmente ocuparnos y no sólo responder desde una postura de descalificación o franca burla frente a dichas críticas, pienso por ejemplo en la irrisoria postura adoptada por cierto psicólogo de nombre Jorge Ballario planteada como una respuesta a las críticas de Mario Bunge, sobre la cual lo único que me permitiré en este momento es calificarla de lamentable. [2]
El personaje en cuestión cree que podría contra argumentar la postura de Bunge a partir de preguntarse si este último: ¿Sabe de psicoanálisis? La conclusión es simple Bunge no podría saber de psicoanálisis pues para ello, según el expositor, sería necesario que hubiese leído la totalidad de la obra del Dr. Freud. No sé si el personaje en cuestión conozca tan íntimamente a Mario Bunge como para poder sostener que esa es una lectura que él, Bunge, no ha realizado, pero inclusive si así fuese, según el discurso de dicho personaje eso no sería suficiente, pues sería necesario que Bunge hubiese realizado un análisis personal, y aún más, pues se deduce de lo que nos es propuesto, que también sería necesario que hubiese llegado a ser un analista practicante, pues nos es planteado que otro elemento o condición necesaria sería el haber estado en supervición de casos, dado lo cual el planteamiento implica que la única oportunidad de poder realizar una crítica al psicoanálisis es ser un psicoanalista.
¿Como no reconocer en ello la mencionada oportunidad de concebir al psicoanálisis como una experiencia de iniciación? Que por cierto, no es en el fondo sino la oportunidad de conceder razón a las críticas mencionadas, aquellas de proposiciones infalseables y ausencia de congruencia externa.
¿Es realmente necesario recordar aquí, que nada más lejano de todo esto que la posición mantenida tanto por el Dr. Freud como por el Dr. Lacan? ¿Será necesario recordarles a los psicoanalistas que en ellos, como mencioné antes, siempre existió no sólo la oportunidad de enfrentar dichas críticas sino inclusive el intento de establecer un diálogo con otros campos del saber?
Quizá sería necesario señalar al menos, que si no consideramos banales las críticas, sería oportuno poder distinguir entre el psicoanálisis y los psicoanalistas.
Pues me parece que tales críticas, las dos mencionadas, están más bien referidas a los psicoanalistas que al psicoanálisis.
Que me sirva esto como intento de señalar una postura no poco común entre psicoanalistas a la que me gustaría presentar como primer frente de riesgo.
La enseñanza del Dr. Lacan, en ello me parece contundente al proponer en los analistas mismos el origen de una brutal degradación del pensamiento freudiano, no habría que olvidar que en más de una ocasión los acusó de mantener un una falta de lógica brutal.
Claro, responde fácilmente quien se supone interpelado, pues el inconsciente freudiano – que plantearemos en este momento como piedra de toque de la teoría psicoanalítica – no tiene lógica alguna. Pero quien así respondiera no daría sino muestras de su limitada práctica en la lectura del texto de Freud.
Pues el que Freud llegue a afirmar que en lo inconsciente no rige el formalismo lógico que suponemos en nuestra vigilia, no implica que está afirmando al psiquismo como un campo carente de lógica, bien por el contrario es siempre localizable en su texto una argumentación lógica, proposiciones de funcionamiento lógico del aparato psíquico que nos propone. Y si el psicoanálisis implica como afirma el Dr. Lacan, un nuevo estatuto del saber,[3] al saber cómo inconsistente, propongamos como oportunidad de lectura de dicho nuevo estatuto, eso no puede ser utilizado como argumento para afirmar que, en tanto no hay un saber consistente, entonces cualquier proposición teórica vale tanto como cualquier otra.
Proponer al saber cómo inconsistente no es el argumento para abandonar el intento de congruencia tanto interna como externa de una proposición teórica, es bien por el contrario el argumento necesario para insistir en ello. Conocida es que la conclusión propuesta por el Dr. Lacan frente a la proposición de la inexistencia de Dios, no es «todo está permitido» sino lo opuesto «nada está permitido». Lo que extrapolando al terreno del saber implicaría que proponer al saber cómo inconsistente, como no siendo absoluto, no implica que la búsqueda de congruencia en un desarrollo teórico sea a abandonar, sino todo lo contrario. Quizá lo que habría de no perder de vista es que si el Dr. Lacan – como hemos dicho – acusa ya desde mediados de los 50, a los psicoanalistas, a la producción de los psicoanalistas de ilogismo y de degradación del pensamiento freudiano, las cosas a más de 60 años, no han mejorado realmente.
Pero dejemos, al menos por el momento, este punto para intentar decir algo del segundo frente mencionado. Pues este es un frente que me parece aún más preocupante.
Y nuevamente insistir en que respecto a este segundo frente, se trata también de analistas. De la forma en que el psicoanálisis es concebido por algunos analistas. Me refiero a la oportunidad, que parece una moda insistente, de proponer, de sostener que hemos rebasado la enseñanza freudiana.
Tal postura insiste, y ello con diferentes formas, con diferentes matices. Desde quien afirma que Freud fue superado y abandonado por el Dr. Lacan. Lo extraño aquí es que el mismo Dr. Lacan parecería no haberse percatado de ello, pues conocido es su insistencia en proponerse a sí mismo como lector de Freud, como discípulo de Freud, como Freudiano puro. ¿La tesis es que nos habría engañado a todos? ¿Quizá a sí mismo?
Esto es lo que parece sostener Jean Allouch, quien al ser entrevistado, con una frescura inusitada firma que Lacan no fue realmente un lector de Freud, en realidad no lo habría leído de forma total (la idea está ahí claramente expuesta) no habría ¨empleado su vida¨ a la obra de Freud¨:
¨Lacan no hizo eso, Lacan no era freudiano. Cuando empieza a estudiar de cerca a Freud, él ya tenía sus posiciones. Y el ¨retorno a Freud¨ es posterior de Real, Simbólico e Imaginario, que no es freudiano. Entonces, él comienza a tomar cosas en Freud, pero ya con ese punto de partida de SIR. No entiendo cómo ha encontrado la posibilidad de hacerle creer a la gente que era freudiano.¨[4]
El que el Dr. Lacan utilice herramientas o referencias a campos diversos a aquellos que no podríamos encontrar en el discurso de Freud: ¿Es verdaderamente un argumento para afirmar que su discurso es por completo lejano y diferente del de Freud?
Recuerdo que un conocido planteaba, en una charla informal, una radical diferencia entre el psicoanálisis freudiano y la enseñanza del Dr. Lacan, afirmaba que nada tenía que ver la enseñanza del Dr. Lacan con aquella de Freud. Y el argumento, el único que tuvo a bien esgrimir en dicha ocasión, era simplemente que Freud hablaba de representantes, mientras que Lacan de significantes, y que no eran lo mismo.[5] Habría que recordarle a esta persona que en la presentación que el Dr. Lacan realiza de su seminario, nos referimos a la presentación que aparece como primer sesión del seminario I, el Dr. Lacan comenta, afirma, que reducir la enseñanza de Freud al uso de algunos conceptos es absurdo. Eso sería tanto como suponer que la oportunidad de utilizar los mismos conceptos que el Dr. Freud utilizó, es lo que realmente implica el ser freudiano.
Toda la enseñanza de Lacan está ahí para sostener que eso es una impostura.
En otra entrevista, está realizada en 1974, el Dr. Lacan responde frente a una primera pregunta: «Freud, ¿cómo se puede juzgar que está pasado de moda si nosotros no lo hemos comprendido totalmente?¨[6]
Esto es lo que me parece importante subrayar, que la enseñanza de Freud abrió un campo que a nuestros ojos insiste en perdurar aún en la actualidad, palpita no a través de aquello que pudiésemos suponer como comprendido, aprehendido, aprendido sabido y resuelto, sino en las incógnitas y preguntas a las que insiste en enfrentarnos. Es en ello, desde nuestra perspectiva, lo que le permite al Dr. Lacan afirmarse como freudiano.
Hay algo ahí que insiste en palpitar para mostrarnos, confrontarnos con experiencias que nuestro saber no captura, y nuevamente no se trata de renunciar al intento de formalización consistente de dicho campo, bien por el contrario. Y no por la creencia en la oportunidad de poder producir finalmente una formalización que lo explique sin falla, sino por no evadir que esa falla que el discurso freudiano propone como nuevo estatuto del saber, tal fue la lectura que líneas atrás propusimos sostener. Tiene efectos, y que no se resuelven en virtud de un insigth o de comprensión de sentido ni mucho menos al ser abordados como expresión de las estructuras sociales o culturales de nuestro tiempo.
Y digo lo anterior pues otro conocido pública por ahí un texto en dónde plantea la oportunidad del psicoanálisis que podría venir, mañana quizá un poco más tarde. El psicoanálisis por venir lo llama. Y no es que me quede clara la imposibilidad del psicoanálisis del mañana, dije al inicio que no me considero un pesimista, es que me queda clara la imposibilidad del psicoanálisis hoy.
En dicho texto está escrito : «El psicoanálisis, no el de ahora que, según dijimos, no existe fuera de la promesa, el que está por venir, no depende del decir de Lacan o de Freud sino de nuestra manera de enfrentar los cambios que se producen en la sociedad tecnocientífica en la que nos toca vivir.»[7] Espero que el lector de estas líneas aprecie al menos la sutileza (¿?) para proponernos, con un otro matiz la oportunidad de tomar distancia tanto del discurso de Lacan como del de Freud.[8]
Pues es eso lo que está ahí implícito, que el psicoanálisis de mañana o de pasado, estará determinado por la época, el tiempo que nos haya tocado vivir, y no por las enseñanzas, por el discurso y las implicaciones de la lectura, la visión de Lacan o Freud.
Y no se entienda en esto la oportunidad de sostener o suponer que la práctica clínica del psicoanálisis pudiese prescindir de tener en cuenta las particularidades políticas, sociales, culturales o aún tecnológicas y científicas como lo expresa la cita. Es claro que esas particularidades tienen, siempre han tenido y tendrán una importancia innegable. El punto está en que la cita plantea una concepción en donde parece sostenerse que el psicoanálisis encontraría su origen en tales situaciones, así sean estas política, sociales, culturales, tecnológicas o científicas. Quiero decir implica, o al menos permite la oportunidad de suponer que la psiquis humana está determinada, por factores culturales, sociales, políticos, tecnológicos etc.
Tales posturas, han aparecido desde los primeros tiempos de existencia del discurso psicoanalítico. La distancia que Freud establece con Alfred Adler, tiene que ver con ello, en tanto este último considera que son elementos sociales y biológicos, los que determinan aspectos tan centrales en el corpus teórico freudiano como lo es el complejo de castración, a través de su propuesta de protesta masculina.
No es la reprensión social, afirmará el Dr. Lacan en su televisión, el origen del refoulement, la represión psíquica, bien por el contrario, es el origen de la represión social. (Entendemos que es en el psiquismo humano en donde habría que encontrar, si no el origen tal cual de la represión social, al menos las condiciones psíquicas de su razón).
Nos parece indudable que la tecnología en nuestro tiempo, ha permitido y provocado una cierta puesta en primer plano del objeto. Hoy como nunca antes la promesa del objeto satisfactor está presente, lo que implica, es verdad, formas novedosas de banalización del deseo. El objeto, el nuevo gadget tecnológico, la página en internet a través de la cual puedo ¨conocer¨ a otros, como parejas o cualquier otra cosa. A través de la cual puedo visitar el Louvre desde mi casa. La oportunidad de entrar a una ¨second Live¨ donde puedo en un instante – por ejemplo – cambiar de género sin que ello haya implicado oportunidad alguna de poner en juego mi corporeidad. La lista podría continuar.
Todos aspectos, que indudablemente es necesario tener en el horizonte hoy, en nuestra actualidad, como teniendo injerencia en la experiencia clínica psicoanalítica son fundamentales, esto no lo negamos.
Pero afirmar que es en dichos desarrollos tecnocientificos, en nuestra forma de enfrentarlos, que el psicoanálisis encontraría fundamento y ello prescindiendo de la enseñanza de Freud, pues la cita afirma que no es en ese decir, en el de Freud, ni en el de Lacan, que lo psicoanalítico podría encontrar su piedra de toque.
En fin, mi posición es otra, creo que frente a la propuesta que hace Cartapsi a sus miembros para escribir sobre el psicoanálisis en la actualidad o la actualidad del psicoanálisis, quisiera decir que el horizonte no es muy halagüeño, sobre todo en virtud, como he querido expresar, de lo referido a los psicoanalistas mismos.
Mi confianza estaría puesta – más bien – en suponer que habrá siempre quien demande ser escuchado por una oreja, para poder ahí, atreverse a osarlo todo, decirlo todo, enfrentarlo todo, por qué como bien proponía mi maestro, todo es imposible.
Es decir que confío en los analizantes.
Confió también, como parece al menos esperarlo el Dr. Lacan en un texto que se llama ¨El psicoanálisis, razones de un fracaso¨: ¨Es cuando el psicoanálisis haya rendido sus armas ante los impases crecientes de nuestra civilización (malestar que Freud presentía), que serán retomadas (¿Por quién?) las indicaciones de mis Escritos.¨
Que de tiempo en tiempo habrá quien insista en atreverse a retornar a dichos textos, los de Lacan, si, pero innegablemente también los de Freud.[9]
Mi postura implica que el presente del psicoanálisis, tanto como su futuro, al igual que aquello que ocurre en la experiencia clínica inaugurada por el Dr. Freud, está determinado por su pasado, no a entender cómo serie de eventos o factums acontecidos, sino a las relaciones estructurales y lógicas que eso que llamamos historia implica, y que no percatarse de ello, pensar que hemos superado a Freud, a Lacan, tiene más que ver con la ¨dificultad del psicoanálisis¨, es decir con la dificultad para sostenerle la mirada a aquello con lo que nos confronta, más que con cualquier otra cosa.
Así, para mí, el psicoanálisis, hoy, habrá sido, es.
Pero si acaso fue, no podría sino haber sido freudiano.
Y mañana, espero que insista, sea. A partir del intento de alguien por sostenerle la mirada a aquello que la enseñanza de Freud y de Lacan (desde mi postura) insisten en mostrarnos. Pues como acabo de escribir, será un intento, nuevamente oportunidad, contingencia en realidad, de que algo casi se realice, pero habrá sido. O en aquello que ocurre en la experiencia clínica psicoanalítica, o mejor dicho, aquello que ocurrió, también el psicoanálisis deberá ser aquello que ocurrirá en la sesión de mañana, otra dentro de un año, y así habrá sido, será.
¿Y qué es lo que será?
El psicoanálisis habrá sido freudiano.
[1]¨Una dificultad del psicoanálisis¨ Sigmund Freud, Obras completas. En realidad creo que dichas críticas no debiesen preocuparnos, es decir creo que son asuntos de los que debiésemos ocuparnos, atender a dichas críticas y cuestionamientos, no sólo desecharlas culpándolas de expresiones de intolerancia o ignorancia.
[2] Se trata de un video en YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=7n7DPoH6cLU
[3] Jacques Lacan, Seminario ¨O peor¨ clase del 4 de noviembre de 1971: «ce dont il s´agit, à savoir que ce savoir, ce nouveau Saturno du savoir, c´ est cela que doit entraîner un tout nouveau tupé de discurso, lequel n´ est pas fácil à tenir et – jusqu´ à un certain point – n´ a pas encoré commencé.»
[4] Entrevista a J. Allouch, Publicada en Aqueronta. http://www.acheronta.org/reportajes/allouch25.htm
http://www.acheronta.org/reportajes/allouch25.htm
[5] Se trató de una charla informal con Alberto Sladogna.
[6] Entrevista realizada a Lacan por Emilia Granzotto para el periódico Panorama en 1974 localizable en el siguiente vínculo: http://www.psi.uba.ar/academica/carrerasdegrado/psicologia/sitios_catedras/practicas_profesionales/162_hospital_dia/material/docentes/freud_por_siempre.pdf
Traducida por la Lic. Olga Mabel Máter y la Prof. Alejandra Freschi.
[7] ¨El psicoanálisis, por venir.¨ Néstor Braunstein. http://www.imagoagenda.com/articulo.asp?idarticulo=1633
http://www.imagoagenda.com/articulo.asp?idarticulo=1633
[8] Sutileza dije, aunque inmediatamente incluí signos de interrogación ¿Es que tal es la intención de Néstor Braunstein? es decir proponernos la oportunidad de abandonar el discurso de Freud y el de Lacan. No podría afirmarlo, lo que puedo afirmar es que eso es lo que está implícito es las líneas citadas.
[9] Un buen amigo, se trata en esta ocasión de Felipe Flores, miembro del comité editorial de Cartapsi. Me preguntaba hace poco tiempo, «¿consideras que para ser psicoanalista, o para formarse como tal, es necesario ser Lacaniano? Creo que quizá mi respuesta lo sorprendió un poco, respondí que no, que me parecía que para ser psicoanalista era necesario ser freudiano. No dije en esa oportunidad, la ocasión no me lo permitió pues se trataba de una charla entre 4 o 5, que si bien contemplo la oportunidad de ser freudiano sin ser lacaniano, prescindir, al menos para mí, de la enseñanza del Dr. Lacan para el estudio de Freud, implicaría una pérdida catastrófica, pero es verdad que ello no implica que la enseñanza de Freud deje de ser el referente último, del discurso psicoanalítico.