La fábrica de la Histeria
Julio Ortega Bobadilla
Los noticieros en la televisión y diarios en México, empezaron a prestar atención en los meses de abril y mayo de 2007, a un fenómeno singular y alarmante. Las niñas que habitan el centro de asistencia social y escolar conocido como “Villa de las Niñas” en Chalco, estado de México, empezaron a sufrir una serie de trastornos diversos que según la clasificación del manual DSM IV se nombran: trastornos somatomorfos y más específicamente trastornos de conversión. Las chicas afectadas, han sufrido dificultades para caminar, parálisis de las piernas, mareo, vómito, dolores de cabeza y musculares. Las niñas, aseguraron que esa enfermedad que mantuvo a 600 de sus compañeras sin poder caminar, se debió a una “extraña maldición” que les cayó porque una de las niñas fue sorprendida por las religiosas jugando la quija (El Mundo. Diario de Córdoba, Veracruz. 03/04/ 2007). También puede observarse un videoreportaje en http://www.eluniversal.com.mx/notas/416865.html El Universal 5 de abril de 2007.
El comunicado de prensa No. 124 fechado el 13/04/2007 de la Secretaría de Salud, informó que: A partir de los estudios y conclusiones de un grupo multidisciplinario de expertos, incluyendo médicos, psiquiatras, psicólogos, sociólogos y antropólogos, fue posible diagnosticar que esos síntomas son producto de un padecimiento conocido como «trastorno psicógeno de la marcha», el cual desde el punto de vista psiquiátrico corresponde a un trastorno conversivo motor que, como en este caso, se manifiesta básicamente por dificultad en la marcha.
El hecho, quizá destinado a pasar de largo – en nuestra pequeña historia surrealista –, tomó una importancia inusitada. De pronto, el número de casos subió de 200 a 600 de un total de poco más de 5 mil niñas (El Sol de México, Nota de Víctor Godínez del: 7/04/2007), siendo las niñas afectadas primero aisladas y ante la imposibilidad de encontrar un remedio, se procedió finalmente, a llamar a los padres. Aún a través del lenguaje ambiguo del político, se coló la palabra histeria de masas, por parte del subdirector epidemiológico del Estado de México y la certeza de que no se trataba de un problema de origen infeccioso ó toxicológico.
Previamente se habían aplicado una serie de pruebas al agua y los alimentos, exámenes médicos a las chicas que no habían arrojado ningún resultado en concreto, que aclarara la naturaleza de esa afección extraña que había corrido como epidemia en las niñas y que en muchas de ellas, desapareció a los pocos días de que habían abandonado la institución para dirigirse a sus casas.
Según la misma directora del plantel, la madre Margie Cheong (entrevista con Carlos Loret de Mola en Primero Noticias 06/04/07) desde febrero de este año se empezaron a presentar este tipo de trastornos de los cuales, ella estaba dispuesta a aceptar la responsabilidad, si es que se probara que ella había maltratado física ó psicológicamente a las niñas.
Desde Madrid, Oscar Santiago Salinas, en entrevista para La Jornada (11/04/07), un ex profesor de esas niñas que se encuentra haciendo estudios de doctorado, declaró que esa escuela se encontraba en manos de fanáticos y describió la realidad del colegio como “espeluznante” y “extraña”. Describió en breve, la enorme represión sexual y la vigilancia extrema que sufren esas niñas, que no tienen acceso a los periódicos ni revistas, la radio ni la televisión para no ser contaminadas por el mundo exterior. En su relato, confirmado por otras fuentes, dio cuenta del aislamiento que tienen incluso de su propia familia a la que escasamente pueden ver una vez al año, sin tener con ellos contacto telefónico, ni siquiera por correspondencia. Al hablar de su experiencia dentro del colegio anotó: “la disciplina era la principal preocupación de las monjas muchas veces castigaban a las niñas. Por ejemplo, cuando una jefa de grupo no dedicaba tiempo suficiente a sus actividades la dejaban de pie un día entero. Muchas veces tuve que dar clases con algunas niñas en esa situación. También las castigaban con trabajos forzados en la huerta o la cocina. Tampoco discriminaban por edad. Las niñas tenían un temor tremendo a las monjas”.
Declaró también que no podía salir del espacio delimitado para el profesor ni podía acercarse a las niñas a menos de metro y medio, tampoco podía sentarse durante las 8 horas de clase. No podía hablar de ciertos temas de política o de historia de México. Por ejemplo, cuando explicó la fundación del Estado Mexicano tenía que referirse a la aportación de Benito Juárez, pero no se lo permitieron pues según las autoridades: “se trataba de un tema polémico”. También le prohibieron mostrar folletos de museos europeos. En especial, les molestó que pretendiera enseñarles “La maja desnuda” de Goya, pues tenía una carga excesiva de erotismo, lo mismo ocurrió con las esculturas griegas. Agregó: ’’Lo que sí les enseñaban las monjas era a admirar a Vicente Fox y a su esposa (Marta Sahagún). Les decían que era el prócer de la patria y que además iba a misa. Por eso las niñas los consideraban sus padrinos. Y la mayoría lo creía”.
La historia de estas niñas es singular. Provienen de familias de escasos recursos o, en otros casos, de hogares dónde eran maltratadas, por lo que el internado es su única opción para poder estudiar o recibir sus tres comidas al día. Es la razón por la que muchas de ellas han expresado su deseo de regresar, apenas han experimentado mejoría fuera de la institución, puede decirse, que se encuentran: “entre la espada y la pared”. Si algunas de ellas quieren regresar a esa prisión, es porque no tienen a dónde ir, si las ex alumnas se acercan a la institución para apoyar el trabajo de las religiosas y exculparlas de maltratos, es porque la paradoja del esclavo – según Hegel – es que se identifica con su amo, hasta lamer míseramente las cadenas que le sojuzgan.
Las chicas que fueron sufriendo del mal, fueron confinadas a los pisos superiores de la institución, siguiendo una práctica medieval que consistía en aislar a los leprosos, los enfermos infecciosos, y los locos.
Estas niñas sufren según sus declaraciones, maltratos no sólo psicológicos, sino físicos, siendo condenadas a trabajos forzados en la huerta ó en la cocina para disciplinarlas y recuerdan en mucho a las niñas, objeto de un trato sádico por las monjas, del filme “The Magdalen Sisters” (2002), basado en tremendos hechos reales.
Génesis Mauries, niña expulsada “por su conducta sexual inapropiada y por llevar el cabello corto” (Reportaje Primero Noticias 06/04/07) descubrió que debido a un problema de la piel, que luego – a destiempo para su atención – se reveló como cáncer, fue sometida por las monjas a un duro tratamiento que consistía en quemarle la piel, pues la madre Cheong, se negó desde el principio a que se le practicasen exámenes médicos ó se recurriese a la cirugía.
“Me mandó quemar, me marcó tres puntos en mi espalda. Ponían una pasta (…) acercaban un cerillo (fósforo) y era como una brasa que dolía mucho”, dijo Génesis al asegurar que no le ponían anestesia.
“No quemamos a las niñas”, respondió la monja y admitió conocer a Génesis, a la que, aseguró, sometió a un tratamiento oriental mediante un “maestro coreano”. Aceptó que:”fue un error, una imprudencia de invitar (a someterse a estos tratamientos) a las niñas mexicanas que tienen una cultura diferente a la de Oriente”.
¿En verdad, fue una invitación la que se les hizo a esas niñas? ¿Por qué la palabra sometimiento surge tan espontáneamente? ¿Un tratamiento médico no debería funcionar, independientemente de la cultura?
La madre coreana dijo que el internado no avisó a los padres de familia del padecimiento de las niñas, porque no querían espantarlos con la versión de una epidemia. Pidió entonces tolerancia hacia la institución, y agregó que no debe especularse que allí se realizan prácticas de castigo ó hasta de brujería: “Si esas fueran nuestras prácticas, la población no las hubiera aceptado y no existiríamos. Hemos estado aquí 17 años y han salido 10 mil graduadas.”
Sus declaraciones están llenas de falacias lógicas y embustes, son varias las niñas que han sido sometidas a esos tratamientos y otros tormentos físicos (se dice que llegaron a colgar a varias de cabeza, para corregir problemas de la espalda), en nombre de la aplicación de métodos de disciplina y médicos orientales. Varios maestros en rebeldía contra esos hábitos feroces ya han sido despedidos. También llama la atención, la falta de información hacia los padres, que hace pensar en que las niñas son un bien usufructuado por las religiosas en cuestión, ellas pueden entonces decidir de manera divina, sobre su futuro y su bienestar, sin que nadie cuestione sus disposiciones.
Visitando una página Web con información oficial sobre “ La Villa de las Niñas” (www.yoinfluyo.com.mx/artman/publish/printer_4484.php), constamos que su obra la realizan las monjas desde hace tiempo y tienen sucursales en varias partes del mundo y funcionando actualmente, una institución para varones en Guadalajara (Hoy día esa página aparece borrada de la Web pues la directora de la institución ha sido cambiada por no responder adecuadamente al problema).
Con cara de tristeza, la Madre Margie explica que tiene un problema muy severo con el municipio ya que han construido casas de interés social alrededor de la institución, sin respetar sus instalaciones: “no hay una consideración de que es una institución grande, donde viven 4 mil niñas necesitadas, gente pobre, sin protección. Nosotras como religiosas estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo para proteger a nuestras niñas pero el municipio está dejando que construyan las casas sin contra barda y con las ventanas hacia nuestra casa. Si no me quejo el municipio no hace nada, se debe cumplir la ley”, denunció.
En otras palabras, lo que tan bondadosa religiosa desea, es que la institución siga siendo un “Castillo de la pureza”, que no tenga ninguna relación con el mundo, y se facilite así, la labor de adoctrinamiento, represión y violencia, desorientación y fanatismo religioso, que ejercen sin piedad contra esas adolescentes entre 12 y 17 años.
Diversos reportajes han ido esclareciendo la situación de esas chicas, que reciben las sobras de alimentos caducos, donados por empresas alimenticias que buscan eludir impuestos ( La Jornada 12/04/07).
Una nota reciente del diario Uno más Uno (28/05/07), menciona que el Centro Nacional para la Salud de la Infancia y la Adolescencia llegó a la conclusión de que el denominado Trastorno Psicogénico de la Marcha, fue el causante de la invalidez temporal de las menores sin que mediaran causas físicas u orgánicas, por lo que se descarta cualquier tipo de contagio – ¿y el psíquico? –, y se aplicarán las medidas preventivas para evitar que la situación se convierta en un problema de salud pública. Durante la conferencia de prensa dónde se dieron a conocer estos hechos, estuvieron presentes: el subsecretario de Promoción de Salud federal, Mauricio Hernández ; el epidemiólogo del Instituto de Salud del Estado de México, Víctor Manuel Torres , y el obispo de Valle de Chalco, Luis Artemio Flores. ¿Acaso no estaban separados en este país los poderes estatal y eclesiástico? Todos coinciden en un punto: “ La Villa de las niñas, sigue funcionando normalmente”.
El director de salud pública mexiquense, ha declarado que no queda un solo caso con esas características, y que hasta el momento se desconocen las causas del síndrome que afectó a las estudiantes de dicho internado, dónde cursan secundaria y preparatoria, esas niñas de escasos recursos, que un nuevo recuento, sitúa en menos de 4 mil.
El lugar que se reserva a los especialistas, es exonerar a las religiosas, y lo hacen con una industria, que no hace más que evidenciar, los problemas teóricos y la falta de solidez de las disciplinas dedicadas al estudio de las perturbaciones mentales en nuestro país. “Trastorno psicógeno de la marcha” no es una etiología, sino una simple descripción fenoménica de los males que aquejan a las chicas. Las niñas han sido atendidas con “terapias de grupo”, se les han aplicado pruebas psicológicas y según las autoridades de Salud, se “está haciendo el análisis estadístico correspondiente”, para “encontrar la raíz del problema” (El Sol de México 14/05/2007).
¡Triste papel de la psicología oficial de servir como coartada ideológica del poder, a la que está condenada sin el auxilio de la comprensión psicoanalítica!
De hecho, este caso de histeria colectiva, es único en el mundo y un hito en la historia de las enfermedades mentales en lo que va desde más de medio siglo. No recordamos desde la Saltpètriere y Nancy a finales del siglo antepasado, que tantas histéricas hayan estado juntas en un solo lugar, es más, Charcot y Bernheim colectaban estas pacientes de muchos sitios diferentes. Los académicos y especialistas en salud mental, encargados de estudiar este fenómeno, en lugar de pensar que el ambiente de aislamiento, las usanzas de crueldad y explotación por el trabajo, la falta de educación sexual y las restricciones a las medidas mínimas de higiene en este rubro, los castigos físicos y la vigilancia rígida que hablan de una erotización extrema de la relación entre las religiosas y sus alumnas, pudiesen ser la causa de estos trastornos, prefieren usar un lenguaje médico ambiguo y estéril, para evitar estudiar esa fábrica de la histeria, producto de la moral más rancia y prácticas de castigo propias de los tiempos de la Inquisición.
A las instituciones de salud pública y a la psicología académica perdida en sus importantes investigaciones estadísticas que apuestan en su práctica por el cientificismo, la voz que surge del síntoma en esas niñas – con tanta desesperación – no les dice nada. Los políticos, se conforman con explicaciones seudocientíficas. A los periodistas, la noticia les empieza a dejar de interesar. Los mismos colegas psicoanalistas, han dicho muy poco ó nada. Quizá porque esas niñas son pobres y no le interesan a nadie.
Las chicas que fueron sufriendo del mal, fueron confinadas a los pisos superiores de la institución, siguiendo una práctica medieval que consistía en aislar a los leprosos, los enfermos infecciosos, y los locos.
Estas niñas sufren según sus declaraciones, maltratos no sólo psicológicos, sino físicos, siendo condenadas a trabajos forzados en la huerta ó en la cocina para disciplinarlas y recuerdan en mucho a las niñas, objeto de un trato sádico por las monjas, del filme “The Magdalen Sisters” (2002), basado en tremendos hechos reales.
Génesis Mauries, niña expulsada “por su conducta sexual inapropiada y por llevar el cabello corto” (Reportaje Primero Noticias 06/04/07) descubrió que debido a un problema de la piel, que luego – a destiempo para su atención – se reveló como cáncer, fue sometida por las monjas a un duro tratamiento que consistía en quemarle la piel, pues la madre Cheong, se negó desde el principio a que se le practicasen exámenes médicos ó se recurriese a la cirugía.
“Me mandó quemar, me marcó tres puntos en mi espalda. Ponían una pasta (…) acercaban un cerillo (fósforo) y era como una brasa que dolía mucho”, dijo Génesis al asegurar que no le ponían anestesia.
“No quemamos a las niñas”, respondió la monja y admitió conocer a Génesis, a la que, aseguró, sometió a un tratamiento oriental mediante un “maestro coreano”. Aceptó que:”fue un error, una imprudencia de invitar (a someterse a estos tratamientos) a las niñas mexicanas que tienen una cultura diferente a la de Oriente”.
¿En verdad, fue una invitación la que se les hizo a esas niñas? ¿Por qué la palabra sometimiento surge tan espontáneamente? ¿Un tratamiento médico no debería funcionar, independientemente de la cultura?
La madre coreana dijo que el internado no avisó a los padres de familia del padecimiento de las niñas, porque no querían espantarlos con la versión de una epidemia. Pidió entonces tolerancia hacia la institución, y agregó que no debe especularse que allí se realizan prácticas de castigo ó hasta de brujería: “Si esas fueran nuestras prácticas, la población no las hubiera aceptado y no existiríamos. Hemos estado aquí 17 años y han salido 10 mil graduadas.”
Sus declaraciones están llenas de falacias lógicas y embustes, son varias las niñas que han sido sometidas a esos tratamientos y otros tormentos físicos (se dice que llegaron a colgar a varias de cabeza, para corregir problemas de la espalda), en nombre de la aplicación de métodos de disciplina y médicos orientales. Varios maestros en rebeldía contra esos hábitos feroces ya han sido despedidos. También llama la atención, la falta de información hacia los padres, que hace pensar en que las niñas son un bien usufructuado por las religiosas en cuestión, ellas pueden entonces decidir de manera divina, sobre su futuro y su bienestar, sin que nadie cuestione sus disposiciones.
Visitando una página Web con información oficial sobre “ La Villa de las Niñas” (www.yoinfluyo.com.mx/artman/publish/printer_4484.php), constamos que su obra la realizan las monjas desde hace tiempo y tienen sucursales en varias partes del mundo y funcionando actualmente, una institución para varones en Guadalajara (Hoy día esa página aparece borrada de la Web pues la directora de la institución ha sido cambiada por no responder adecuadamente al problema).
Con cara de tristeza, la Madre Margie explica que tiene un problema muy severo con el municipio ya que han construido casas de interés social alrededor de la institución, sin respetar sus instalaciones: “no hay una consideración de que es una institución grande, donde viven 4 mil niñas necesitadas, gente pobre, sin protección. Nosotras como religiosas estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo para proteger a nuestras niñas pero el municipio está dejando que construyan las casas sin contra barda y con las ventanas hacia nuestra casa. Si no me quejo el municipio no hace nada, se debe cumplir la ley”, denunció.
En otras palabras, lo que tan bondadosa religiosa desea, es que la institución siga siendo un “Castillo de la pureza”, que no tenga ninguna relación con el mundo, y se facilite así, la labor de adoctrinamiento, represión y violencia, desorientación y fanatismo religioso, que ejercen sin piedad contra esas adolescentes entre 12 y 17 años.
Diversos reportajes han ido esclareciendo la situación de esas chicas, que reciben las sobras de alimentos caducos, donados por empresas alimenticias que buscan eludir impuestos ( La Jornada 12/04/07).
Una nota reciente del diario Uno más Uno (28/05/07), menciona que el Centro Nacional para la Salud de la Infancia y la Adolescencia llegó a la conclusión de que el denominado Trastorno Psicogénico de la Marcha, fue el causante de la invalidez temporal de las menores sin que mediaran causas físicas u orgánicas, por lo que se descarta cualquier tipo de contagio – ¿y el psíquico? –, y se aplicarán las medidas preventivas para evitar que la situación se convierta en un problema de salud pública. Durante la conferencia de prensa dónde se dieron a conocer estos hechos, estuvieron presentes: el subsecretario de Promoción de Salud federal, Mauricio Hernández ; el epidemiólogo del Instituto de Salud del Estado de México, Víctor Manuel Torres , y el obispo de Valle de Chalco, Luis Artemio Flores. ¿Acaso no estaban separados en este país los poderes estatal y eclesiástico? Todos coinciden en un punto: “ La Villa de las niñas, sigue funcionando normalmente”.
El director de salud pública mexiquense, ha declarado que no queda un solo caso con esas características, y que hasta el momento se desconocen las causas del síndrome que afectó a las estudiantes de dicho internado, dónde cursan secundaria y preparatoria, esas niñas de escasos recursos, que un nuevo recuento, sitúa en menos de 4 mil.
El lugar que se reserva a los especialistas, es exonerar a las religiosas, y lo hacen con una industria, que no hace más que evidenciar, los problemas teóricos y la falta de solidez de las disciplinas dedicadas al estudio de las perturbaciones mentales en nuestro país. “Trastorno psicógeno de la marcha” no es una etiología, sino una simple descripción fenoménica de los males que aquejan a las chicas. Las niñas han sido atendidas con “terapias de grupo”, se les han aplicado pruebas psicológicas y según las autoridades de Salud, se “está haciendo el análisis estadístico correspondiente”, para “encontrar la raíz del problema” (El Sol de México 14/05/2007).
¡Triste papel de la psicología oficial de servir como coartada ideológica del poder, a la que está condenada sin el auxilio de la comprensión psicoanalítica!
De hecho, este caso de histeria colectiva, es único en el mundo y un hito en la historia de las enfermedades mentales en lo que va desde más de medio siglo. No recordamos desde la Saltpètriere y Nancy a finales del siglo antepasado, que tantas histéricas hayan estado juntas en un solo lugar, es más, Charcot y Bernheim colectaban estas pacientes de muchos sitios diferentes. Los académicos y especialistas en salud mental, encargados de estudiar este fenómeno, en lugar de pensar que el ambiente de aislamiento, las usanzas de crueldad y explotación por el trabajo, la falta de educación sexual y las restricciones a las medidas mínimas de higiene en este rubro, los castigos físicos y la vigilancia rígida que hablan de una erotización extrema de la relación entre las religiosas y sus alumnas, pudiesen ser la causa de estos trastornos, prefieren usar un lenguaje médico ambiguo y estéril, para evitar estudiar esa fábrica de la histeria, producto de la moral más rancia y prácticas de castigo propias de los tiempos de la Inquisición.
A las instituciones de salud pública y a la psicología académica perdida en sus importantes investigaciones estadísticas que apuestan en su práctica por el cientificismo, la voz que surge del síntoma en esas niñas – con tanta desesperación – no les dice nada. Los políticos, se conforman con explicaciones seudocientíficas. A los periodistas, la noticia les empieza a dejar de interesar. Los mismos colegas psicoanalistas, han dicho muy poco ó nada. Quizá porque esas niñas son pobres y no le interesan a nadie.