La Intolerancia De Žižek.

La Intolerancia De Žižek.  Eduardo García Silva. Introducción. Psicoanálisis y política, Slavoj Žižek Desde las propuestas de Žižekubicamos que entre el psicoanálisis y la política se teje un nudo que atraviesa la ética, la ley, el deseo, la sexualidad y la forma de gozar. Las nuevas formas de goce en la sexualidad, las adicciones y…


La Intolerancia De Žižek.

 Eduardo García Silva.

Introducción. Psicoanálisis y política, Slavoj Žižek

Desde las propuestas de Žižekubicamos que entre el psicoanálisis y la política se teje un nudo que atraviesa la ética, la ley, el deseo, la sexualidad y la forma de gozar. Las nuevas formas de goce en la sexualidad, las adicciones y las trans-formaciones en el trabajo y la familia cuestionan al psicoanálisis en su actualidad y convocan a una escucha en la medida en que eso algo nos dice. Los discursos postmodernos sobre los derechos humanos con todos los apellidos posibles (de los niños, los adultos mayores, las mujeres, etc.) son un síntoma de lo que se le escapa al sujeto siempre: de su falta. La misma posición ante la falta ha dado o está dando un viraje actualmente y la subjetividad está quedando afectada de una manera muy particular a partir de este viraje. La función simbólica se tambalea y lo imaginario avanza cada vez más en el terreno de esa subjetividad que ya no logra a veces ni distinguir al otro en la medida en que galopa a toda velocidad hacia una utópica totalidad y satisfacción donde el otro no haría falta, donde se prescindiría de ese otro, donde se desecharía a ese otro, ya sea por la vertiente amorosa de reconocerse en el otro (pasión amorosa tan terrible como insostenible – recordar el mito de Hermafrodito y Sálmacis), o por la vertiente del odio excluyente (“o yo o el otro”). Así, tanto la exaltación de un peculiar humanismo que no discrimina a nadie (“ama al prójimo como a ti mismo”, “ser uno con el universo”, “integrarse con la naturaleza” etc.), como las racistas reivindicaciones nacionalistas xenófobas que aparecen ya sea en la ultra derecha o en la izquierda más radical, son maneras en que la imposible democracia se hace posible en el discurso del capitalista que pone en juego una identificación a la Cosa igualmente imposible, donde el sujeto se desvanece al alcanzar el objeto causa de su deseo, pues el objeto ya no es tanto objeto como objetivo, ya no se trata de llegar al objeto sino de realizar el movimiento hacia a él. Esa es la diferencia entre Freud y Lacan en su manera de concebir a la pulsión, misma que para Freud proveniente de una fuente y apunta con cierto empuje a un objeto y que para Lacan se realiza en su propio movimiento hasta que se devuelve a su lugar de origen para re-lanzarse nuevamente en un continuum perpetuo, hasta podríamos hablar de que el sujeto freudiano ha sido sustituido por el sujeto lacaniano. ¿Cómo leer estos fenómenos desde el psicoanálisis? ¿Ofrece el psicoanálisis alguna posibilidad ante estas contingencias actuales? ¿Tiene el psicoanálisis algo que decir ante los avances de la ley que excluyen cada vez más al deseo? ¿Es posible discriminar al otro desde el Otro para evitar la segregación? Avanzaremos en esa dirección reflexionando críticamente a partir de la propuesta de Žižek sobre la defensa de la intolerancia y con la puntualización de una satisfacción imposible en el sentido en que Freud la señala en tanto Befriedigung, esa que acerca al sujeto a lo real.
 
La intolerancia de Žižek
 Para abordar lo que sería la posibilidad de un encuentro entre el psicoanálisis y la política tenemos primero que ubicar en qué consisten estas prácticas para poder entonces avanzar sobre alguna relación entre ambas, o bien planteemos las preguntas: ¿existe una relación entre el psicoanálisis y la política? ¿su práctica apunta al mismo objeto? ¿Puede en verdad el psicoanálisis ofrecer una lectura de las precipitaciones políticas y sin precedentes que se manifiestan hoy en día?
Vamos a puntuar algunas de las reflexiones que Žižek hace en su texto “En defensa de la intolerancia[i] donde critica al liberalismo tolerante y multicultural tanto como a la economía despolitizada pues para él el multiculturalismo despolitizado, esto es, el discurso de la tolerancia étnica, religiosa y sexista que se opone a los fundamentalismos es “precisamente la ideología del capitalismo global”.
Para Žižek la verdadera lucha política no radica en una discusión racional entre intereses múltiples sino en la lucha por hacer oír la propia voz, ser tratados como iguales y tener el reconocimiento del otro como interlocutor legítimo. Es ahí donde el capitalismo ofrece a cada grupo (hispanos, negros, mujeres, gays, homosexuales, lesbianas, madres lesbianas, blancos, etc.) la posibilidad de satisfacer sus demandas específicas (turismo gay, música hispana, antros lésbicos, etc.), el capitalismo se nutre de ese intento de identidad de grupos específicos que al mismo tiempo van siendo borrados como tales, al final todos son consumidores de lo que creen les da identidad. Se ha pasado así de la identificación sostenida por la función simbólica, a la identidad de grupo sostenida por la función imaginaria donde la única posibilidad de ser uno con el grupo es la exclusión del otro, del diferente, del no-yo, es la aniquilación de la que dio cuenta Lacan con su estadio del espejo.
La primera de ellas, la identificación sostenida por la función simbólica, se produce con la metáfora paterna donde el niño podrá ubicar algo gracias al Nombre del Padre que dé cuenta del inefable deseo de la madre, lugar que hasta ese momento ocupaba el niño como siendo su falo para pasar a anhelar algo de ese Otro paterno, el Falo (simbólico) que permite entonces una metáfora: sustituir la incógnita del deseo de la madre para dejar de ser eso sin nombre, sombra de objeto y pasar a la posibilidad de poseer el Falo, el resultado es la posición neurótica que anhela siempre lo que le falta por no alcanzarlo. Asistimos así al surgimiento del sujeto en tanto deseante y regulado por una Ley que no solamente priva sino que nombra, da sentido al sin sentido[ii].
La segunda posición, la de la identidad imaginaria, es aquella en la que el sujeto no tiene posibilidad de ser nombrado por el Otro porque la metáfora paterna no se realiza, la única solución ante esa imposibilidad de recibir un significante del Otro que diga quién es el sujeto es alienarse en una imagen que aglutina a cierto número de sujetos que comparten un rasgo, pero no un significante universal, es una serie de imágenes en los espejos de la casa de los espejos, todos esos yoes que tanto se parecen a mi, por lo que gran cantidad de otros grupos quedan excluidos al no compartir dicho rasgo. La identificación es propia al sujeto mientras que la identidad es propia al grupo. La identificación tiene el límite de la mismidad que no existe: “a” no es igual a “a”, yo no es otro, el otro no es yo, por más que el yo se sostenga en ese otro en cuanto a su formación imaginaria.
Entonces, en la economía despolitizada, o sea, en la política actual, no hay un significante universal que represente al conjunto, aspecto esencial para el acuerdo, sino que hay grupos que a falta de dicho significante se encapsulan en el reflejo de todos los iguales en el rasgo VS los otros (diferentes), los de rasgos diferentes (negros, orientales, hispanos, blancos, güeritos, etc.), y ese aglutinamiento es lo que se repite para cada grupo diferente que pretende sostener su identidad, eso es la globalización, por lo que en la globalización no hay universal.
Por eso esa reivindicación de las diferencias del multiculturalismo –“cada cual su grupo (étnico, religioso, sexual)”- es al mismo tiempo la anulación de las diferencias pues todos los diferentes deben ser tratados igual, mismos derechos, así se borran las diferencias. Ese borramiento de las diferencias comparte la disolución de la función simbólica sostenido por el universal, por el Falo que permite ponerse a cada quien en su lugar en la sexuación y la subjetividad, y genera la exclusión de los otros al igual que el discurso capitalista. La paradoja es pues, que esa reivindicación de las diferencias que son imaginarias, deja fuera a la diferencia simbólica. La prueba de ello, con la gravedad que eso implica, es la misma participación que algunos psicoanalistas tuvieron, como Carl Jung, con el régimen nazi en el intento de demostrar que existía un inconsciente ario y uno judío y que ambos se distinguen por características bien identificables. Inconscientes colectivos: inconsciente judío, ario, mexicano … y de ahí ya no hay nada que nos detenga para pasar al inconsciente gay, lésbico, negro, blanco, indígena, puma, ibero… inconcientes de grupo, delirio puro. Esa es la posición de la derecha fascista que reivindica las raíces y la pureza étnica y nacionalista que es muchas veces compartida por la izquierda más radical.
 
¿Y qué del psicoanálisis ante la política?
Es un hecho que la política afecta a los sujetos en su singularidad, afecta su vida pulsional, sus afectos. El hecho de que este evento, en el que hoy nos encontramos y nos reunimos, haya tenido que librar las contingencias causadas por la política mexicana es ya una constancia de ello. Ustedes saben que originalmente nos reuniríamos en la Universidad del Claustro de Sor Juana, pero debido a una mega marcha de cientos de miles de sujetos que quieren ser tomados en cuenta como iguales en una discusión esas puertas se cerraron y ahora henos aquí en la Universidad Iberoamericana, ¡vaya movimientos!
Ahora bien, existe una articulación entre la definición que Lacan propone del psicoanálisis como una práctica de lo imposible y de que esta práctica, según Freud, comparte en primera instancia esa imposibilidad con la política en la medida en que esta última es otra profesión imposible cuando de gobernar se trata. Si queremos entonces educar, analizar o gobernar deberemos estar advertidos de que nos enfrentamos a un objeto de educación, de análisis y de gobierno que no hay. Lo que hay es la posibilidad de ese objeto en la medida en que lo que está es un espacio vacío e incolmable que anuncia su presencia sin que ese objeto acabe de llegar. Anuncio de una posibilidad de satisfacción, para decirlo ya. Por eso no hay político que no prometa, promete satisfacción pues la promesa (Versprechen) anuncia al objeto faltante apalabrándolo, es decir haciendo una representación y sólo eso, de lo que no hay en tanto satisfactor definitivo: “seré el presidente del empleo” “suspenderé el impuesto de la tenencia”. Tampoco importa mucho si un presidente genera empleos y suspende un impuesto, eso no alcanza para la satisfacción de una estructura neurótica, ni mucho menos lleva a la felicidad. La neurosis es ya el resultado del encuentro imposible con ese objeto in-existente.
En la carta 52 Freud formaliza por primera vez la estructuración del aparato psíquico[iii], misma que retomará con algunas modificaciones en el capítulo siete de la Traumdeutung[iv], y ahí aparece ese objeto que alguna vez habría estimulado al organismo que lo percibió y en el que dejó huellas mnémicas, signos de percepción, representaciones-cosa que constituirán lo inconsciente hasta que se anuden a representaciones-palabra para devenir en preconscientes, y de ahí a la conciencia hay ya sólo un paso. Freud señala que el objeto está perdido y que habrá entonces que reencontrarlo primero para poder encontrarlo . A diferencia de él, Lacan ubica un objeto que no ha existido nunca, esencia evanescente, lo innombrable, lo real.
Si el capitalismo promete (verspricht) el satisfactor de acuerdo a la necesidad de cada comunidad, de cada grupo, falla al menos dos veces. La primera es cuando esa promesa (Versprechen), cuando verspricht (promete) también verspricht (se equivoca al hablar). Cuando Freud en su Psicopatología de la vida cotidiana[v] escribe sobre los lapsus al hablar, de los equívocos que sorprenden a un sujeto cuando intenta decir algo y en lugar de eso dice otra cosa muy distinta o incluso acaba diciendo lo contrario de lo que quería, emplea el término alemán de Versprechen que en mexicano se traduce tanto por prometer o promesa, como equivocarse al hablar, “regarla”. Entonces esa primera falla del discurso capitalista consiste en que cuando promete, cuando da su palabra falla al darla, la da mal; algo cae. La segunda falla consiste en que el supuesto satisfactor que promete, y promete mal como hemos visto, no es en realidad un satisfactor, o si lo es, es mortífero y amenaza a la vida misma del sujeto. No exagero al plantearlo así, todos saben de los terribles riesgos en los que el discurso capitalista pone a las personas y al mismo planeta: suicidios por quiebras económicas, canceres supuestamente fomentados por el empleo de sustancias químicas para la belleza, una bella figura o la ingesta de alimentos contaminados, tratados o producidos artificialmente tanto en animales como en plantas: lo transgénico. El satisfactor que ofrece el capitalismo es mortífero, pero esto no es lo más importante para el psicoanálisis, sino la otra cara de lo mortífero que podemos ubicar en la satisfacción de la que nos habla Freud, por algo el Yo se rehúsa a alcanzarla sin ponerse límites. Veamos.
El término que Freud emplea para “satisfacción” en el texto de las Pulsiones y sus destinos y en Más allá del principio del placer (1920), cuando nos anoticia de los componentes de la pulsión, es Befriedigung. “La meta (Ziel) de una pulsión es en todos los casos la satisfacción[vi]. El texto en alemán dice: “Das Ziel eines Triebes ist allemal die Befriedigung[vii].
Este detalle reviste toda su importancia cuando tomamos en cuenta que existe una palabra en alemán muy cercana a “satisfacción” y que es “Satisfaktion”; sin embargo, Freud no dice en ningún momento en toda su obra cuando se refiere a la satisfacción de la pulsión “Satisfaktion”, sino que dice siempre “Befriedigung”. Cosa notable sobre todo cuando en alemán existen alrededor de doce términos que se pueden emplear para decir satisfacción según el caso (Abfindung, Befriedigung, Bezahlung, Ehreneklärung, Erfüllung, Freude, Genugtuung, Satisfaktion, Spaß, Vergnügen, Wohlgefallen, Zufriedenheit).
Befriedigung comparte etimología con der Friede que se traduce como paz. La paz coincide aquí con esa lectura freudiana de la satisfacción en tanto que “sólo puede alcanzarse cancelando el estado de estimulación en la fuente de la pulsión[viii] cuando esa cancelación, a partir del texto del Más allá… es la supresión misma de la vida que devuelve a lo orgánico al estado inorgánico del que partió alguna vez cuando una contingencia –el estímulo- lo puso en movimiento… para librarse del invasor y molesto estímulo.
La satisfacción de la que habla Freud en las pulsiones es la paz de los sepulcros. En ese sentido podemos leerlo como pacificación del sujeto, muerte del sujeto; se entiende entonces que Lacan llegue a decir que el único acto logrado es el suicidio, ese sí se consuma en el mismo acto que realiza sin que vuelva a acumularse tensión alguna que genere displacer.
Por esto resulta imposible el encuentro del sujeto con la satisfacción que le produciría la realización de su deseo, pues este está sostenido por lo que falta para ser todo, para tenerlo todo, para que nada haga falta, para que nada disturbe ya, la satisfacción para el psicoanálisis es mortal.
Para concluir retomemos la aseveración de Žižek que citamos al inicio: “La verdadera lucha política, como explica Rancière contrastando a Habermas, no consiste en una discusión racional entre intereses múltiples sino que es la lucha paralela por conseguir hacer oír la propia voz y que sea reconocida como la voz de un interlocutor legítimo. Cuando los “excluidos”, ya sean demos griego u obreros polacos, protestan contra la elite dominante (aristocracia o nomenklatura), la verdadera apuesta no está en las reivindicaciones explícitas (aumento salariales, mejores condiciones de trabajo…) sino en el derecho fundamental a ser escuchados y reconocidos como iguales en la discusión[ix] .
Al respecto cabe recordar la advertencia de Lacan en el seminario uno para distinguir el deseo de reconocimiento del reconocimiento del deseo. La posición de los excluidos, del demos griego, la clase media y en suma de los ciudadanos que plantea Žižek es la del deseo de reconocimiento, la verdadera lucha política para este autor es la posición neurótica de esperar que el Otro nos reconozca, que el padre reconozca a sus hijos como iguales, tal es el deseo del neurótico, deseo de ocupar un lugar en el deseo del Otro. Pero lo que el psicoanálisis enseña es que su curso consiste en que un sujeto que llega esperando el reconocimiento desde el deseo del Otro logré reconocer su deseo sobre el del Otro y sobre todo sobre el del otro, ubicar que lo que el otro desea no es necesariamente su deseo (del sujeto). Planteo ahora que la lucha política no sería entonces la búsqueda del reconocimiento por el otro sino el ejercicio de la asunción del propio deseo advertido y reconocido que nos permita ubicar nuestros límites y nuestras posibilidades ante el otro puesto que no podemos imponer nuestro deseo al otro, caso del perverso, como tampoco podemos ofrecernos para obturar la falta del Otro que lo hace deseante, caso del obsesivo, y como tampoco podemos ponernos como el objeto de deseo del otro porque ese objeto no existe, caso de la histeria.
El psicoanálisis tiene entonces mucho que decir ante la política, la práctica misma del psicoanálisis se está viendo afectada por la política, en primer lugar, la práctica del psicoanálisis comienza a ser regulada en algunos países como en Alemania o en Francia por el Estado, o sea que los políticos pretenden hacer lo que correspondería a cada analista: dirigir el análisis; en segundo lugar, las modificaciones en los códigos civiles y penales en México y en el mundo pretenden ordenar la subjetividad con mandatos tan absurdos como imposibles de cumplir, tales como la iniciativa de penalizar la eyaculación innecesaria ¡![x] ¿y las poluciones nocturnas de los adolescentes? ¿quién va a demandar y cómo harán para saber? O con mandatos que excluyen al deseo, tales como la penalización del aborto, toda mujer deberá acceder a la función simbólica de ser madre sin pasar por el deseo, ¿entonces qué va a transmitir a su hijo? ¿Cómo se articulará la dialéctica de la demanda y del deseo que dan origen a un sujeto en el mundo simbólico? o por otro lado, la ley que establece que después de vivir cinco años con una pareja el Estado impone derechos y obligaciones iguales a los del contrato del matrimonio, o sea, que ahora ya ni les preguntarán si aceptan a fulano o fulana como esposo(a), para el Estado lo serán sin importar lo que desee la pareja; o las nuevas reglamentaciones sobre el acoso sexual que ya no deja lugar al deseo que ahora podrá ser denunciado no sólo por una mirada sino por una acta jurídica.
Todos esos discursos sobre derechos humanos se vuelven contra sus propios principios y se convierten en armas de persecución jurídica y policial. La necedad de abolir diferencias basándose en una igualdad de los diferentes grupos bajo el manto de la tolerancia -¿represión?- atiza el fuego de los radicalismos reivindicantes. Se hace necesario discriminar.
Antes que nada habrá que recuperar esa palabra del sentido peyorativo que se le ha dado como si fuera cosa mala. Discriminemos para ver la diferencia, afortunadamente los hombres y las mujeres no somos iguales. De lo contrario lo que se produce es la segregación y por eso hay que distinguir a la segregación de la discriminación.
La no discriminación segrega. Si los sujetos se proponen asumirse todos como iguales, y ese es el discurso multicultural que reclama los derechos de grupos especiales para quedar como iguales con los otros grupos -¡la tolerancia!-, entonces se produce una exacerbación de esos rasgos que distinguen a cada grupo para que desde ahí pueda demandar sus derechos, es decir, se excluye al otro de la demanda particular de un grupo (un chat lésbico con su consigna: “bugas absténganse”, o es el caso del ciclotón que excluye a los automovilistas en lugar de promover la convivencia entre ambos sistemas de transporte, etc.).
El multiculturalismo va de la mano en muchas ocasiones con un discurso patético que pretende reivindicar esas diferencias para ¡igualar a los grupos! Y que se inicia desde la nominación del grupo con tintes dignificantes; a saber, “personas con capacidades diferentes”, “adultos mayores”, “sexoservidora(e)s”, etc.; en lugar de “inválidos”, “viejos”, “prostitutas”, etc. Sería tiempo de rescatar también a esos términos del lugar peyorativo en que se les ha puesto, pues de lo contrario nos movemos en el absurdo pues todos y cada uno de nosotros somos personas con capacidades diferentes, algunos son muy buenos para hacer algo y muy malos para hacer otra cosa, así es. La figura del viejo implicaba un respeto y un honor como sucedía con los prehispánicos y hasta hace algunas décadas, y bueno, sería importante para todo sujeto que sirva para el sexo, si no… ¿quién no quiere servirse del sexo, servir para el sexo?, así se esperaría que todo sujeto tuviera la fortuna de ser sexosevidor(a); la prostituta y el prostituto no necesariamente son sexoservidores(as).
Concluyo agregando que sería todavía necesario no quedarse en la intolerancia a que nos invita Žižek sino que habría que realizar aún un acto. México es un país que se convulsiona desde hace ya muchos años y que el día de hoy (literalmente el día de hoy, en las calles de toda la ciudad), está a punto de un quiebre de consecuencias que no podemos preveer del todo con claridad. En estas circunstancias darle un lugar a la falta, sabernos en falta para asumir un deseo sin esperar a que venga el otro a decirnos qué es lo que debemos de desear puede hacer toda la diferencia. Reconocer esta falta es saberla también en el otro, es ubicar el significante que está fuera del conjunto porque no lo posee nadie y que por eso mismo hace de garantía –porque realmente no hay garantía, la hay simbólicamente- de lo contario cada grupo erigirá sus semblantes ideales como posibles y como lo que todos deben de desear, posición perversa.
El acto pues, es necesario para que surja un sujeto advertido del deseo que lo habita. El 15 de mayo del 68, Lacan comparte una anécdota con el auditorio de su seminario en lo que fue la última sesión del mismo; a saber, un día antes, cuando miembros de lo que Lacan llama la insurrección, del movimiento estudiantil de las trincheras de París, dialogaron con él y con otros analistas, alguien habría preguntado a ese estudiante “Diga, querido amigo, en el lugar donde ustedes están, ¿qué podrían esperar del psicoanálisis? ¡Lo que verdaderamente es una forma loca de plantear una pregunta! –dirá Lacan-. Me canso de decir que los psicoanalistas deberían esperar algo de la insurrección, y están los que retruecan: ¿Qué querría esperar de nosotros la insurrección? La insurrección les respondió: ¡Por ahora lo que esperamos de ustedes es que nos ayuden a tirar ladrillos! Para aligerar un poco la atmósfera yo señalé en ese momento que al nivel del diálogo el ladrillo cumple exactamente una función prevista, la que llamé el objeto a. El ladrillo es un objeto a que responde a otro verdaderamente capital para toda la ideología futura del diálogo cuando parte de un cierto nivel: ¡es lo que llaman la bomba lacrimógena!
 
Y concluye Lacan advirtiendo:
 
aun si los psicoanalistas no quieren estar, a ningún precio, a la altura de lo que tienen a su cargo, no por eso lo que tienen a su cargo existe menos ni dejará de hacer sentir sus efectos y será necesario que haya gente que trate de estar a la altura de cierto tipo de efectos que son los que de algún modo estaban ahí ofrecidos y predestinados ser tratados en cierto marco; si no son aquellos serán forzosamente otros, porque cuando los efectos se hacen un poco insistentes, hay que darse cuenta, a pesar de todo, de que están ahí, y tratar de operar en su campo[xi].
 
La intolerancia no es sin acto.
 
Referencias
Lacan, Jacques. Seminario 5 de Lacan, Las formaciones del inconsciente. Editorial Paidós. Buenos Aires, Argentina. 1958
____________. Seminario 15, El acto psicoanalítico. Inédito.
Freud, Sigmund. Fragmentos de la correspondencia con Fliess, en Tomo I, Obras completas, Amorrortu editores, Buenos Aires, Argentina, 1896
_____________. La interpretación de los sueños, Tomo V, Obras completas, Amorrortu editores, Buenos Aires, Argentina, 1900
_____________. Psicopatología de la vida cotidiana, Tomo VI, Obras completas, Amorrortu editores, Buenos Aires, Argentina, 1901
_____________. Pulsiones y destinos de pulsión. Tomo XIV, Obras completas, Amorrortu editores. Bs. As. Argentina,1915
_____________. Triebe und Triebschicksale. Bd.III Studienausgabe. Fischer Verlag. Frankfurt, Deutschland, 1915
Žižek, Slavoj. En defensa de la intolerancia. Editorial Sequitur. Buenos Aires, Ciudad de México, Madrid, 2008.
 
 

 


*Maestro en Teoría Psicoanalítica por la Fundación Mexicana de Psicoanálisis. Docente en el Colegio de Psicoanálisis Lacaniano. Secretario académico del Colegio de Psicoanálisis Lacaniano. Actualmente desarrolla la línea de investigación: Los mitos prehispánicos en su relación con la lengua mexicana y sus contribuciones a la función del padre. Es autor de varios artículos en la revista Desformaciones y en la revista Psiquis.
 
[i]Žižek, Slavoj (2008) En defensa de la intolerancia. Editorial Sequitur. Buenos Aires, Ciudad de México, Madrid
[ii] En El seminario 5 de Lacan, Las formaciones del inconsciente. Editorial Paidós. Buenos Aires, Argentina. Específicamente en las sesiones del 15, 22 y 29 de enero de 1958, (sesiones IX, X y XI)
[iii] Freud, Sigmund (1896) Fragmentos de la correspondencia con Fliess, en Tomo I, Obras completas, Amorrortu editores, Buenos Aires, Argentina. p.274.
[iv] Freud, Sigmund (1900) La interpretación de los sueños, Tomo V, Obras completas, Amorrortu editores, Buenos Aires, Argentina. p.p. 527-542.
[v] Freud, Sigmund (1901) Psicopatología de la vida cotidiana, Tomo VI, Obras completas, Amorrortu editores, Buenos Aires, Agentita.
[vi] Sigmund Freud. (1915) Pulsiones y destinos de pulsión. Tomo XIV, Obras completas, Amorrortu editores. Bs. As. Argentina. p. 118.
[vii] Sigmund Freud. (1915) Triebe und Triebschicksale. Bd.III Studienausgabe. Fischer Verlag. Frankfurt, Deutschland. S. 86.
[viii] Freud, Sigmund (1915) Pulsiones y destinos de pulsión. Tomo XIV, Obras completas, Amorrortu editores. Buenos Aires, Argentina. p.118
[ix] Slavoj Žižek (2008) En defensa de la intolerancia. Sequitur. Madrid, España. p.p. 26-27.
[x] El Universal. 1º de octubre de 2009. México, D.F.
[xi] Jacques Lacan. Sesión del 15 de mayo de 1968 del seminario 15, El acto psicoanalítico. Inédito.