La Pantalla fantasmática de la Política.

La Pantalla fantasmática de la Política.  Pablo Tepichin.   Vivir con la verdad es fácil, vivir en ella no. “Water”   ¡Dije filosofía política, estúpido!   En la actualidad, la cartografía de la cuestión política se desdobla a partir de un entorno ominoso del cual apenas advertimos sus ángulos más siniestros. Mientras el mundo celebra…


La Pantalla fantasmática de la Política.

 Pablo Tepichin.

 

Vivir con la verdad es fácil,

vivir en ella no.

“Water”

 

¡Dije filosofía política, estúpido!

 

En la actualidad, la cartografía de la cuestión política se desdobla a partir de un entorno ominoso del cual apenas advertimos sus ángulos más siniestros. Mientras el mundo celebra los años dorados de la globalización contemporánea, ésta reposa sobre la lógica del Homini Sacer, personas excluidas del orden civil, mientras celebran la era de la homogenización del consumo, éste descansa en la subsunción real bajo el capital. Mientras celebran la comunidad política de amigos, ésta se sostiene en la figura de la enemistad y del conflicto permanente. Mientras celebran la democracia liberal como la forma política por excelencia, ésta se proyecta a través de la intolerancia y la exclusión global extendida en cualquier localidad, región o país. Mientras celebran el influjo de las neurociencias, la humanidad se tiende en el estéril escepticismo de la eutanasia de la razón pura.

En general, algunos de estos procesos se muestran o son vividos “espontáneamente” como “apolíticos”. Sin embargo, encierran en la práctica, una lucha por la hegemonía ideológico-política; a saber, una disputa por la apropiación de aquellos conceptos en apariencia apolíticos, pero con la importancia necesaria como para definir el funcionamiento de un orden social.

¿Cómo es pues posible interpretar la crítica de la ideología, la violencia contemporánea, las representaciones del capitalismo actual, las relaciones sociales de dominación, y, de manera general, nuestro entorno político, social y cultural, a partir de un vibrador, un huevo kinder, una guerra ausente de bajas, un chocolate laxante, con la figura de Sade como una figura ética, a partir además del sujeto cartesiano en su versión kantiana y que todo esto nos lo explique un cinéfilo y ex candidato a la presidencia de Eslovenia? Encontrar respuestas a las principales interrogantes de nuestra época, pero sobre todo, generar una constante producción de pensamiento crítico, las establece uno de los filósofos y también uno de los psicoanalistas y estudiosos de la cultura, considerado ya clásico, más ingeniosos de nuestro tiempo: Slavoj Žižek.

Con múltiples recursos, Slavoj Žižek se encuentra interpretando y dislocando la escena dominante de la política contemporánea; desde la sociedad multicultural, la tolerancia, la religión, la política antiterrorista de Estados Unidos, los derechos humanos, la mundialización, la sabiduría de la New Age, los fundamentalismos, la democracia liberal, la despolitización, todo ello en el marco de la “desterritorialización” y el resurgir de las “reterritorializaciones”, como al menos una de las divisas de la reproducción global de la forma social capitalista. 

Slavoj Žižek creció durante la época comunista en Ljubljana, capital de Eslovenia, en la Yugoslavia de la postguerra. También sociólogo y filólogo, desde muy joven los intereses de Žižek apuntaron, incluso antes que la filosofía, hacia el cine, vocación que sin duda, no sólo lo marcaría de por vida, sino que muchos años después se dedicaría a éste, para decirlo con un término lacaniano, anamórficamente. De hecho, en su juventud realizó una película de la que todavía se avergüenza, considerándola como Secreto de Estado.[1]

En su primer libro, publicado al final de la carrera, Žižek aborda el pensamiento de Heidegger y de Derrida. Posteriormente para concluir el máster, el filósofo balcánico se aboca a las teorías francesas de la práctica simbólica: Derrida, Kristeva, Lacan, Foucault, entre otros, para concentrarse después en los años setenta, en su segunda tesis doctoral, de lleno en la perspectiva lacaniana.

Al provenir de la escuela psicoanalítica lacaniana de su país de origen; la investigación de Žižek quedó claramente sellada por el estudio de los mecanismos fundamentales en el campo ideológico-político; a saber, la identificación, el significante amo y la fantasía ideológica. Además, esta línea del psicoanálisis aprovecha las categorías de Jacques Lacan para analizar textos filosóficos clásicos; Platón, Kant, Marx y, sobre todo de Hegel, cuyos planteamientos Žižek abordará de manera aguda en la consecución de su propio diseño filosófico. 

La novedad y la solidez teórica que adquirió el filósofo esloveno, se debe, precisamente, a que construye un dispositivo teórico poco ortodoxo desplegado desde la teoría y de la práctica psicoanalítica lacaniana, abordando la economía política marxista y sellarlo con su apreciación de la cultura popular y en ésta, hallando en el cine un importante sostén para complementar sus reflexiones.

Aunque enfatiza al cine manufacturado en Hollywood como una constante producción de utopías, nuestro autor se desliza de Hitchcock a Lynch, de Buñuel a Kurosawa, de Kielowski a Polanski, de Kubrick a los Cohen y de Cuarón a Wachowski. El séptimo arte es para él, el lugar por excelencia de la ideología, donde ésta se encuentra en su estado de máxima pureza, como una pantalla de fantasías, deseos y censuras, y donde cada vez se desdibuja la brecha que separa la realidad de la ficción, como se refiere en la expresión “Bienvenidos al desierto de lo real”.[2] En todo esto, la intención de Žižek es clara: confrontarnos como sujetos sociales en lo que llamamos realidad y explicarnos a partir de qué y cómo se constituye ésta. 

En las obras de Žižek, el lector puede encontrar referencias, si no es que en ocasiones los mismos ejemplos, para explicar diferentes fenómenos sociales a la manera de un “texto escritural”, como lo describió Laclau. Al final, las reflexiones de nuestro autor se convierten en una serie de intervenciones teóricas que se alumbran unas a otras, no en función del progreso de una argumentación, sino en función de lo que se denomina la reiteración de esa argumentación en diferentes contextos discursivos.

Aunque por este aspecto se le ha señalado como un pensador reiterativo, lo cierto es que cuando Žižek aborda el psicoanálisis lacaniano, la dialéctica de Hegel y la economía política marxista, en cada una de sus reiteraciones construye parcialmente una argumentación en vez de simplemente repetirla.

 

El semblante de la realidad

A principios de los años 90 de la centuria pasada, los centros de gravedad geopolíticos comenzaron a desplazarse. El mundo occidental transitó de la bipolaridad, a un orden unipolar aparentemente neutralizado, ostentándose no como una alternativa, sino como la opción válida, real y única. Hace 20 años, con la caída del muro de Berlín se bajó el telón de acero de la ideología, al tiempo que algo más sutil y casi imperceptible se elevaba poco a poco ante nosotros, el telón de terciopelo de la cultura o quizá, dicho con más precisión, el telón resignificado de la ideología.

En este periodo, Žižek se alejó de la tendencia hacia la “culturización de la política” y del discurso reiterativo que celebraba a la democracia con el epíteto “es el peor sistema, pero es el único que tenemos” o de que es un sistema “bueno en sí mismo” y, por supuesto, también tomó distancia del discurso del fin de la historia que promovía Francis Fukuyama. Recientemente, Žižek ha venido realizando una crítica a la visión estándar de la biopolítica pospolítica, percibiéndola como dos dimensiones que se solapan, una administración especializada y despolitizada, que recurre al miedo como principio movilizador fundamental.[3]

Hace veinte años, Slavoj Žižek publicó El sublime objeto de la ideología. A partir de entonces, las coordenadas del psicoanálisis se trastocaron y comenzó a darse un giro en la comprensión de la política. El filósofo esloveno inició una ininterrumpida producción teórica, publicando casi dos libros al año en la que va dialogando, revisando y superando algunas de sus proposiciones fundamentales.

En una primera teorización sobre la ideología, Žižek la plantea como la ilusión que llena la brecha de una imposibilidad inherente, convirtiéndose en un obstáculo externo. En esta lógica, existe un vacío a priori o imposibilidad originaria en donde, precisamente, la ilusión radica que al superar aquel obstáculo, obtendríamos la Cosa Real.

De la mano de los Spectres de Marx derridianos, Žižek reflexiona acerca de una esencia preideológica; a saber, que no hay realidad sin el espectro, que el círculo de la realidad sólo puede ser cerrado mediante un extraño suplemento espectral. Para decirlo en otras palabras, la realidad que percibo nunca es “total”, no porque me evite, sino porque contiene un punto ciego que justamente indica mi inclusión en ella, es decir, el objeto a de la narrativa lacaniana.[4]

Posteriormente en otro libro, Žižek incorpora a su análisis de la sociedad una curiosa pero significativa referencia comercial, “¡Inclúyanme afuera!” La frase revela el status intermedio del Sujeto en relación con el orden simbólico, entre la inclusión y la exclusión directas: el significante que “representa al Sujeto para los otros significantes” es el significante vacío, el “significante sin significado”.[5]

En este sentido, se puede decir que una nada cuenta como algo. Precisa, Žižek, más adelante, con este significante, el Sujeto no queda sencillamente incluido en la red de significantes, sino que lo que se “incluye” en ella es la exclusión del Sujeto; queda marcada, registrada, señalada por el hecho de que ese significante no tiene ningún significado.[6] Así, un orden simbólico se basa, paradójicamente, en un espacio vacío o en el significante ausente, a través del cual la serie de significantes adquiere coherencia pues permite que se proyecten y reflejen los demás significantes.

Esta apreciación es muy importante no sólo para comprender el sistema filosófico de Žižek sino, sobre todo, para advertir el modo de operar de la globalización política, el sistema social capitalista, la guerra o la política del miedo, en el contexto del multiculturalismo tolerante que critica nuestro autor, éste entendido como una forma invertida de racismo caracterizada por mantener las distancias: “respeta” la identidad del Otro, pero también un deseo secreto de que el Otro siga siendo “otro”, de que no sea demasiado parecido a nosotros. El respeto multicultural por la especificidad del Otro, afirmará Žižek, significa la afirmación de la propia superioridad.

El verdadero semblante de la globalización o la “dialéctica de la globalización”, constituye la segregación de las personas* como la realidad de la globalización económica y construye nuevos muros para frenar la marea inmigrante. Así, la división fundamental es la que se hace entre los incluidos de la esfera de la prosperidad económica (relativa) y la exclusión de ella.[7]

En este sentido, no se trata de la paradoja fácil de las desventajas del Nuevo Orden Mundial, el cual, en todo caso, nuestros bondadosos y eficaces gobiernos tendrían que mejorar, sino que expresa la “autenticidad” y la “deformación” como componentes específicos de cierta universalidad que se proyecte como hegemónica. 

En el escenario del Nuevo Orden Mundial, la violencia presentada como objetiva, aquella violencia inherente al estado normal de cosas adquiere un lugar preponderante. Tiene su efecto la “coincidencia de los opuestos” dialéctica, en donde la violencia social-simbólica aparece como su opuesto, es decir, la aceptación espontánea del medio que nos rodea.

Hoy día los “liberales comunistas”, como Žižek llama a Bill Gates, George Soros, los directores generales de Google, IBM, Intel, eBay, representan un grupo que ha logrado que su ideología sea indistinguible de la nueva generación de radicales izquierdistas antiglobalización tipo Negri.[8]

La expresión del chocolate laxante, expresa muy bien la lógica de los liberales comunistas y uno de los ángulos de la política actual. La cosa es en sí misma el remedio contra la amenaza que constituye, es decir, Soros, por ejemplo, es al tiempo un magnate financiero y filántropo.

Por otro lado, piénsese también en las intervenciones “pacíficas humanitarias” por parte de las potencias occidentales, países que se resisten a adherirse al orden universal y que no se presentan como guerras. En este contexto, guerra y ayuda, no son opuestas, antes bien, una misma intervención puede funcionar al mismo tiempo en ambos niveles. Quien se ha aprovechado en los últimos años de esta ambigüedad entre la guerra y la paz es Estados Unidos.*

Para esta reflexión, el pensador esloveno se enfoca en ubicar el lugar que tiene la realidad como parte del orden social. El problema ontológico fundamental, dice, no es el de la realidad sino el de la apariencia. En una de sus obras teóricas más densas, afirma que la realidad se transforma en su propia apariencia una cosa, dice, es su propia y mejor máscara.[9]

Y es que para nuestro autor, la realidad se presenta sólo mediante su simbolización incompleta-fallida y las apariciones espectrales se materializan en la brecha misma que separa a la realidad de lo real.[10] Hay, pues, un espacio central de imposibilidad y luego distintos elementos contingentes que lo encarnan.

Para comprender la elaboración žižekiana de la fantasía, es muy importante ubicar la distinción entre la categoría de lo real como opuesto a la realidad. La lectura que hace el psicoanalista esloveno de Lacan, afirma que nuestra percepción de la realidad está condicionada por la fantasía. Así, la fantasía decide lo que es la realidad. Filosóficamente, para Lacan la realidad no es lo que está afuera, sino lo que uno acepta como realidad. Para volver aceptable tal realidad, es necesario incluir algunas coordenadas fantasmáticas.[11]

El discurso del poder, por ejemplo, se caracteriza por reproducir un discurso público en el que siempre hay una brecha entre éste y su apoyo fantasmático. Es decir, su inconsistencia no es una debilidad de la que nos damos cuenta, antes bien, esa imperfección resulta necesaria y constitutiva para el ejercicio y reproducción del poder. 

De alguna manera, esta imperfección se relaciona con el itinerario teórico de Ernesto Laclau, pues según el filósofo argentino, aunque lo universal es vacío, también debe llenarse, es decir, dejarse hegemonizar por algún contenido particular, contingente, que actúa como sustituto. Cada universal es el campo de batalla de una multitud de contenidos particulares que luchan por la hegemonía.[12]

Para Žižek, en la noción de “fantasma” se localiza la consistencia del edificio socioideológico, pues como constitutivo de la realidad, “fantasma” designa un elemento que se desprende, que no puede ser integrado en la estructura simbólica, pero como tal establece su identidad.

Dicha idea, se puede complementar con Laclau y Mouffe; en tanto para estos autores la sociedad no existe: no hay un espacio neutral, ni una realidad neutral, que puedan ser descritos objetivamente y desde los que luego se desarrolle la idea de antagonismo.[13]

Posteriormente, en otros trabajos el filósofo esloveno agregaría que la ideología también funciona como un modo de regulación de cierta distancia respecto a tal encuentro. Sostiene como fantasma justamente lo que intenta evitar en la realidad. Así, la ideología parecería asumirse como sostén, al tiempo que lo hace como evitación con respecto al encuentro con la Cosa.[14]

Para ese entonces, Žižek se distancia del concepto de ideología como un problema “representacionalista”; a saber, que ésta no tiene nada que ver con la “ilusión” o con una representación errónea y distorsionada de su contenido social como la concibe la perspectiva althusseriana de la ideología. De la mano de Peter Sloterdijk, Žižek da un paso adelante en la reflexión y la comprensión de la noción de ideología. El filósofo alemán de la Crítica de la razón cínica, observó precisamente en el cinismo una forma de ideología. El sujeto cínico, podrían ser aquellos “liberales comunistas” como Gates o Soros, que a pesar de estar al tanto de la distancia entre la máscara ideológica y la realidad social, adornan la sentencia “ellos saben muy bien lo que hacen, pero aún así, lo hacen”. No hay, pues, ninguna ilusión que enmascare la realidad, es decir, se sabe de la falsedad, se sabe que hay un interés particular oculto tras una universalidad ideológica y, sin embargo, no renuncian a ella.

Así, Žižek concluye que la fantasía está del lado de la realidad, soporta el “sentido de la realidad” del sujeto: cuando el marco fantasmático se desintegra, el sujeto sufre una “pérdida de realidad” y comienza a percibir la realidad como un universo “irreal” pesadillesco, pero no es “una mera fantasía” sino, por el contrario, es lo que queda de la realidad cuando pierde su apoyo en la fantasía.[15]

Por lo tanto, la pantalla fantasmática resulta necesaria para un orden simbólico como el político, pues en este recae la proyección en la que se van a plasmar deseos, miedos y aspiraciones de los miembros de una comunidad política. Lo político es un espacio vacío de proyección. En síntesis, con la ideología no es que se pretenda ideologizar la realidad, sino que la realidad ya es ideológica. La actualización de la noción de ideología en su grado más puro, afirma Žižek, aparece como su opuesto, precisamente, como no ideología.[16] En otras palabras, la ideología ejerce su poder sobre nosotros a través de afirmarnos que la causa a la que nos plegamos no es meramente ideológica.

Además, como pantalla, la fantasía o “mentira primordial”, oculta una imposibilidad, esto es fundamental, pues dicha imposibilidad es parte de la estructura inherente a la condición misma del espacio simbólico. No existe, pues, una realidad “neutral” dentro de la cual existan brechas y los marcos aíslen dominios de apariencias. Todo campo de “realidad” (todo “mundo”) ya está siempre enmarcado, es visto a través de un marco invisible. Así, todo campo de realidad, necesita de la fantasía para sostener un orden de poder, es decir, contiene su propio suplemento obsceno que dará sentido a toda ordenanza social. 

 

El lugar vacío de la política

En la mayoría de sus libros, Žižek desarrolla el papel del fantasma y el goce en diferentes niveles de la política. Entiéndase goce como algo desestabilizador, traumático o excesivo, y contrario al placer, movido más bien por el equilibrio y la satisfacción.

Un ejemplo del goce en la política es el de la nación, ésta existirá mientras su goce específico continúe materializándose en un conjunto de prácticas sociales y se transmita a través de los mitos nacionales que la estructuran.

La reflexión política confeccionada por Žižek, gira fundamentalmente alrededor del multiculturalismo y en éste, la democracia liberal tolerante del capitalismo multinacional como su principal estandarte. El paradójico horizonte de la llamada post-política, pretende abandonar para siempre las históricas divisiones ideológicas, reduciendo todo el espectro político en un impreciso pero muy pragmático “centro radical”.

Los liberales multiculturalistas, como los llama Žižek, negocian y colaboran sin una postura diferenciada, alcanzan acuerdos más o menos universales, reproducen un falso discurso marcado por la urgencia y alegan: “no hay tiempo para reflexionar: debemos actuar ahora” ante las gamas de la violencia contemporánea, los problemas de hambre en el mundo y las catástrofes naturales, es decir, la sociedad del riesgo. 

Decíamos al principio que la lucha por la hegemonía ideológico-política, es siempre una lucha por la apropiación de aquellos conceptos que son vividos “espontáneamente” como apolíticos, porque trascienden los confines de la política. Esta es, quizá, una de las preocupaciones más recurrentes del psicoanalista esloveno; a saber, quitarle el antifaz a la política que se pretende revelar como apolítica. Una política carente de sustancia, una política que se revela sin conflicto. La política del “No-acontecimiento”.[17]

Para comprender la ausencia del acontecimiento, podemos acercarnos a un ejemplo recurrente en nuestro autor: Los disturbios en la periferia de París en el otoño de 2005, iniciados después de que la policía francesa, en un exceso de autoridad, racismo y otras cosas, detuvo a varios jóvenes cuando regresaban de un partido de futbol y accidentalmente dos de ellos murieron electrocutados al huir de la violencia policiaca. ¿Por qué esa furia tiene la marca de un no acontecimiento, si en un primer momento aparecieron las remembranzas del fantasma de la guerra civil? 

Aquellos hechos, sin embargo, representan un aspecto fundamental que refleja un rasgo acerca de nuestra actual situación político-ideológica. Se pregunta Žižek: ¿Qué tipo de mundo vivimos que puede vanagloriarse de tener una sociedad de la elección, pero donde la única opción disponible para el consenso democrático forzado es un acto ciego y desesperado?[18]

Si en el semántico mayo del 68 la rebeldía de los jóvenes franceses arropaba una utopía, en 2005 presenciamos, lo que nuestro autor denomina un passage à l’acte, aludiendo a un movimiento impulsivo a la acción, una carga de frustración llevada a la explosión incontrolada de una “escoria”, como los llamó el entonces ministro del Interior Nicolás Sarkozy, a esos adolescentes sin líderes, sin organización, sin proyecto político y sin perspectiva alguna postideológica.

A pesar de lo anterior, aun cuando aceptemos el balance de Žižek; a saber, que en 2005 hubo una protesta de nivel cero, es decir, un acto de protesta violento que no exige nada, a pesar de que haya estado de por medio un fuerte resentimiento al modelo universalista republicano francés. Lo cierto es que la protesta estuvo mediada por el reconocimiento, tal vez no como etnias-religiosas, pero si en tanto ciudadanos franceses, lo que entonces podría cuestionarse el supuesto nivel cero de la protesta. En este caso, la violencia fue necesaria para hacerse visibles, para expresar su exclusión del espacio político, de lo contrario hubieran sido persuadidos, al menos con la habitual retórica de la política. 

Lo sucedido en la banlieu francesa, sin identificarlos totalmente a partir de una afirmación étnica, como fenómeno, si representa una suerte de encuentro con el Acontecimiento,[19] como retorno violento a una determinada forma de “sustancia”. En ese lapso momentáneo de violencia, cualquier grupo toma conciencia de la pertenencia y hace un llamado al reconocimiento. Como excluidos, acaso sin saberlo, magrebíes o subsaharianos, desplegaron la política desde el subsuelo alumbrando con fuego una actividad que sacudió una parte de los que no tienen parte en la configuración del orden socio-político.

En el contexto de las flamantes democracias occidentales liberales tolerantes y pluralistas, hay un pensador al que recurre Žižek con absoluta pertinencia, Carl Schmitt. Actualmente, la democracia antes que revelarse simplemente como una forma de gobierno, se presenta como un orden político universal y de ahí, que lo que quede fuera de este espacio de sentido, constituya lo no democrático, lo fascista, lo totalitario, lo comunista, lo fundamentalista y, por lo tanto, una criminalización en potencia.

Cuando Schmitt se refería a la categoría de raigambre kantiana Einbildungkraft traducida a “el poder trascendental de la imaginación” pretendía, localizar y delimitar las coordenadas del enemigo, dotándolo de determinadas características de manera que su identificación no fuese un problema. De cierta manera, la figura del enemigo también llena un vacío que hace que la democracia encuentre algo por qué y contra qué luchar. En términos lacanianos del point de capiton, el enemigo hilvana el espacio ideológico de la democracia.[20]

La democracia, pues, opera políticamente a través del poder de la imaginación kantiana haciendo visible al enemigo, en nuestro contexto el favorito y, casi sin competidor, es el fundamentalista étnico-religioso de la red global ilegal, secreta o casi virtual. Así como Schmitt vio el cambio en la percepción de la figura del enemigo y el fin del derecho internacional después de la Primera Guerra Mundial, Žižek también pone el dedo en la llaga en el actual Nuevo Orden Internacional liberal y democrático donde las coordenadas del derecho internacional se están trastocando con una nueva enemistad, que será excluida y criminalizada mientras no firmen la membresía democrática proporcionada por Estados Unidos y sus amigos. A partir de lo anterior, podemos referirnos al rol central que la violencia juega en el actual orden político. Žižek se ha dedicado a analizar la interacción entre los tres modos de violencia: subjetiva, objetiva y simbólica. Ante todo, la violencia es el suplemento obsceno que necesita todo orden político armonioso.

El filósofo esloveno identifica dos tipos objetivos de violencia: la simbólica y la sistemática. El principal rasgo de la violencia objetiva es que invisible e inherente al estado de cosas que se supone “normal”. Mientras que la violencia subjetiva, visible, ejercida por los agentes sociales, se aprecia como la perturbación del estado de cosas “normal”.

Desde luego, Žižek alerta sobre aquella violencia social-simbólica en cuyo grado más puro, aparece como su opuesto, como la espontaneidad del medio en que vivimos o del aire que respiramos. Puede ser invisible, dice, pero debe tomarse en cuenta si uno quiere aclarar lo que de otra manera parecen ser explosiones “irracionales” de violencia subjetiva.[21]

Este tipo de exceso en la violencia, es para Etienne Balibar, la violencia “ultraobjetiva” o sistemática, inherente a las condiciones sociales del capitalismo global que implica la creación de individuos excluidos y la violencia “ultrasubjetiva” de los nuevos y emergentes “fundamentalismos” étnicos o religiosos, o ambos.[22] 

Los “comunistas liberales”, a los que hice alusión, constituyen los defensores del orden, contrarios a toda violencia subjetiva y, sin embargo, son ellos la auténtica fuente de la violencia estructural que reproduce las condiciones para el estallido de la violencia subjetiva. Así como también el poder político se encuentra en la raíz de las relaciones de violencia que se presentan como no políticas.

En el tránsito elaborado por Žižek desde el dispositivo psicoanalítico, al análisis de lo político y en éste, la profunda crítica de la ideología, es necesario describir, al menos, dos categorías del orden simbólico fundamentales; el Significante Amo y el objeto pequeño a.*

La alusión al Kínder Sorpresa y a varias secuencias cinematográficas, son recurrentes en la obra de Žižek para dar a entender las implicaciones del objeto pequeño a. Formalmente, el juguete infantil representa una cáscara de huevo, vacía y hecha de chocolate, pero el pequeño objeto en su interior llena un hueco central, un secreto escondido.

Así, Žižek analiza el suplemento obsceno de la promesa de algo más, de algo, paradójicamente, excedido de la forma social capitalista: compra un reproductor de DVD y obtén cinco DVDs gratis, compra esta pasta y obtén gratis un tercio más,…La función de este “más” es llenar la falta de un “menos”, compensar el hecho de que, por definición, una mercancía nunca cumple su promesa fantasmática.[23] Aunque la mercancía satisfaga la necesidad, ésta apunta también a cubrir el deseo creando la ilusión de ofrecer satisfacción. No es ninguna casualidad que el capitalismo, signado por la expansión, se conciba como un sistema social histérico, signado no por condiciones normales, sino por un exceso que lo hace inquieto e insaciable.

La verdadera mercancía, en todo caso, sería aquélla que no necesitase ningún suplemento, la que simplemente cumpliera lo que promete. La fantasía, proporciona las coordenadas de nuestro deseo, construye el marco que nos permite desear algo. Como decíamos, la fantasía está del lado de la realidad.

Pero, ¿cuál es la importancia que adquiere la ilusión en un orden social?, precisamente que ésta es el suplemento de un sistema social de dominación. El mundo de las mercancías y el capital despliegan un mando político ya que como forma social, el capitalismo no es simplemente el universal en sí, es el universal para sí, en cuanto poder corrosivo que socava todos los mundos de vida particulares, sus culturas y tradiciones, cortándolos de un lado a otro, capturándolos en su vórtice.[24]

Por otro lado, el Significante Amo alude a que en una cadena de significantes en estado de flotación trenza una secuencia. Tomemos, por ejemplo, “Comunismo” como un significante amo que pertenece al ámbito de la política. Como tal, representa un espacio vacío o un significante sin significado. Así, la secuencia de los significantes “libertad”, Estado”, “justicia”, “paz” se complementa con este “significante amo”, el cual, para decirlo con Žižek, se encuentra incluido afuera. Por lo tanto, el “Comunismo” atraviesa los significantes y, como significante amo, fija retroactivamente el significado de la cadena.

¿Cómo se expresa el lugar vacío en la política? Este hueco en la política se puede encarnar en una persona y como resultado, un individuo adquiere el efecto de sublimidad. Haciendo alusión a Hegel y a su idea del monarca, Žižek piensa en una pantalla fantasmática en la que la gente está convencida que la persona rey tiene un linaje divino, que es una figura magnánima que además tiene la solución a todo problema y que necesita de un montaje histriónico compuesto por rituales, ceremonias, un lenguaje determinado, etc.

Piénsese en reyes, presidentes, líderes sociales, artistas o jefes delegacionales. Así, ocupado el lugar vacío, llenado con objetos circunstanciales, es posible entonces que el orden social se viva con la ilusión de que efectivamente hay un poder de fascinación.

La importancia que adquieren aquellos poderes extraordinarios en manos del rey, o en cualquier investidura simbólica, reside en que son las proyecciones fundadas por los súbditos, ciudadanos, representados o subordinados. Sin embargo, y he aquí lo elocuente, la proyección fantasmática no sólo es necesaria, sino determinantes para la consistencia del entramado social y, sobre todo del orden político estatal.

Dice Žižek, cuando el sujeto está investido de una autoridad simbólica, actúa como apéndice de su título simbólico; ese título es el gran Otro, la institución simbólica, que actúa a través de él. Baste recordar la figura del juez: éste podrá ser un individuo miserable y corrupto, pero cuando viste la toga sus palabras son las palabras de la Ley.[25]

Justamente, cuando se dio la transición de los poderes sublimados en una persona a otro ámbito de la política, éstos recayeron en un entramado institucional traducido en una determinada forma de Estado en donde las leyes tendrían el lugar de honor de la política.

Y es que en el inmaculado y difundido Estado de derecho, mundo regido por las leyes, éstas representan la pantalla fantasmática en donde se proyectan derechos, obligaciones, garantías individuales y, en general, el circuito a través del cual se instaura legalmente, la soberanía, la nación, el Estado y moldea la forma política traducida en un sistema. Las leyes son, pues, el lugar, antes vacío, de las proyecciones nacionalistas, democráticas o republicanas.

Quizá uno de los aspectos más reveladores de la política es que el ámbito de la legalidad está parido por lo contrario, la violencia, pues el lugar vacío del derecho, es la excepción. Es decir, aquel lugar fuera del derecho o que no está en la cadena simbólica de las leyes. En la política, efectivamente, el poder soberano del Estado y la violencia imperial son el testimonio del lugar de excepción, es decir, fuera del Estado de derecho.[26] Un tanto schmittiano, el balance de Žižek nos permite afirmar que la existencia de un mundo regido por la ley es posible, porque en el otro extremo se encuentra el crimen universalizado que le da sentido al mundo legal.

Lo que “mantiene unida” a una comunidad, dice el filósofo esloveno, no es tanto la identificación con la Ley que regula el circuito cotidiano “normal” de esa comunidad, sino la identificación con una forma específica de transgresión de la Ley, de suspensión de la Ley,[27] en términos psicoanalíticos, con una forma de goce. En política, el reverso obsceno se identifica, por ejemplo, en la oligarquía o la autocracia como el suplemento obsceno negado de la verdad democrática o, en el caso de la tolerancia, concebida como la noción dominante que sostiene la ideología actual, se expresa la intolerancia contenida en aquella.

Uno de los principales sitios de combate entre Ernesto Laclau y Žižek se debe a que para el esloveno las luchas políticas están a priori enredadas en el sistema de valores capitalista y liberal. Esto, además de afirmar que las lógicas contemporáneas de hegemonía ya están hegemonizadas, es decir, ya están mediadas por los procesos inherentes en la forma histórica del capital.

El argumento de Žižek es contundente; el fundamento de la multitud de luchas ecológicas, culturales, sexuales, etc., es la globalización capitalista, sin demeritar éstas, afirma que el paso de una lucha de clases ahora olvidada, a las luchas posmodernas no fue sino como consecuencia de la propia dinámica global del capital como la principal forma de ordenamiento social. Žižek se ha referido al capital como lo Real* simbólico, es decir, una estructura neutral básica que permanece igual en todas las simbolizaciones posibles y, sobre todo, organiza el goce.

Žižek ve en las formas correctas del multiculturalismo liberal, una política de alianzas que pretende establecer cadenas de equivalencia entre un conjunto cada vez más extenso de las luchas posmodernas mencionadas. Esta política de equivalencias, comienza a asumir una nivelación en el terreno político, lo que lleva a construir la pantalla sobre la que se piensa que todos los grupos sufren de manera igual pero, sobre todo, con esa descafeinada inclusión, oculta la posición de aquéllos que realmente están en una situación de clara exclusión.

 

El acoso del psicoanálisis

Žižek es un pensador polémico, pero con una inusual lucidez para desentrañar y despertar en el analista el irrestricto cuestionamiento a toda forma, enunciado, tradición, institución, ley o ideología. Con su fecunda obra, el estudio de los procesos políticos ha encontrado una brecha lejos de las formas interpretativas convencionales a la altura de la complejidad sociopolítica actual. Las agudas y punzantes reflexiones de Žižek han invadido campos de conocimiento que inagotablemente producen bordes de pensamiento crítico.

Así como en la antigüedad lo que se conocía como el demos griego se reveló como universal, no por englobar al mayor número de población o por ubicarse en el sótano de la escala social sino, precisamente, por no encajar en aquella jerarquía social, estaban incluidos-afuera, es decir, no tenían un lugar, un sitio o un espacio adecuado en el escalafón social. Inauguraban, sin embargo, acaso sin saberlo, el lugar de las contradicciones performativas.

Hoy en día, también, los excluidos de nuestra tolerante era postideológica no son requeridos en el escenario magnánimo de la globalización; muy por el contrario, ante la escalada mundial del “capitalismo con rostro humano” miles, millones de seres humanos resultan prescindibles para el proyecto mundial de acumulación.

La resignificación de la esperanza, como se refería un amigo a las señales del cambio, se plasma a través de los inaplazables puentes que es preciso que articulen las distintas formas de pensamiento crítico contemporáneo pero, sobre todo, a partir de las contradicciones performativas que en nuestros días se desdoblan en violencia, en imposibilidad o nivel cero, contradicciones que pronto, ya no sólo sean una esperanza. 

Referencias

Ávalos Tenorio, Gerardo. El monarca, el ciudadano y el excluido. Hacia una crítica de lo político. Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, México, 2006.

Grüner, Eduardo. “La Letrina de lo real”. Entrevista a S.Žižek. http://www.antroposmoderno.com/antro-articulo.php?id_articulo=599

Slavoj Žižek, Sobre violencia. Seis reflexiones marginales, Paidós, Barcelona, 2009

__________, Arriesgar lo imposible. Conversaciones con Glyn Daly, Editorial Trotta, Madrid, 2006

__________, Visión de Paralaje, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2006

__________, Las metástasis del goce. Seis ensayos sobre la mujer y la causalidad, Paidós, Buenos Aires, 2003.

__________, El Espinoso sujeto. El centro ausente de la ontología política. Paidós, Argentina, 2001

__________, El acoso de las fantasías, Siglo XXI, México, 1999

__________,“¿Estamos en guerra? ¿Tenemos un enemigo?” The London Review of Books, vol.24, núm. 10, 23 de mayo de 2002. Traducción: CSCA web (www.nodo50.org/csca).

 

 

 

[1] Slavoj Žižek, Arriesgar lo imposible. Conversaciones con Glyn Daly, Editorial Trotta, Madrid, 2006, p.29

 

[2] Žižek utiliza la expresión “Bienvenidos al desierto de lo real” cuando se refiere a los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 afirmando que lo que pasó ese día en Estados Unidos no fue que la realidad se inmiscuyera en nuestro mundo imaginario, sino precisamente que lo que era percibido fantasmáticamente en nuestras pantallas distantes se inmiscuyó en la realidad. Vid. S. Žižek, Arriesgar lo imposible…Op.Cit. Pág. 98

 

[3] Vid. Slavoj Žižek, Sobre violencia. Seis reflexiones marginales, Paidós, Barcelona, 2009, p.56

[4] Žižek, El acoso de las fantasías, Siglo XXI, México, 1999, pág. 118

[5] Žižek, El Espinoso sujeto. El centro ausente de la ontología política. Paidós, Argentina, 2001, p.124

[6] Ídem

* Entre las diferencias que ciertos países poseen en este rubro se encuentra la detención en los llamados “centros de permanencia temporáneos” (CPT), que varía según el país: 40 días máximo en España, 60 en Italia y año y medio en Alemania. Tres son los aspectos importantes. El primero se refiere a los tiempos y modalidades de expulsión: la Unión Europea (UE) pretende uniformar los tiempos de detención en los CPT hasta en 12 meses. En este punto se ofrece “la expulsión en dos tiempos”: primero un aviso, que si no es cumplido pasa a la deportación forzada. El segundo comprende la introducción a escala continental de la prohibición de regreso a la UE en los siguientes cinco años de realizada la expulsión. El tercer aspecto, introduce la posibilidad de tratamiento igual para adultos y menores de edad no acompañados. Vid. Matteo Dean “las expulsiones europeas”. La Jornada domingo 18 de mayo de 2008.

[7] S. Žižek, Sobre la violencia…Op.Cit. p. 126

[8] S. Žižek…Sobre violencia, Op. Cit. p. 27

[9] Slavoj Žižek, Visión de Paralaje, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2006, p.44

*Al escribir estas líneas el Presidente de Estados Unidos Barack Obama fue galardonado con el Nobel de la Paz 2009. El significado es el mismo del lema orwelliano de “la guerra es la paz”. Obama representa ambos lados de la moneda o el chocolate laxante žižekiano, es quien puede establecer la paz, pero también quien puede declarar la guerra, aunque no se diga explícitamente, precisamente para continuar con el establecimiento de la paz a partir de la “ayuda humanitaria”. No es sólo la figura de Obama, aunque tiene mucho más relevancia y rapidez ideológica, pues hace unos años un congresista noruego de derecha propuso a George W. Bush y Tony Blair como candidatos a este Premio por su papel decisivo en la guerra contra el terrorismo”. Ya en su discurso al recibir el premio Nobel en Oslo, el 10 de diciembre de 2009, el Presidente Obama afirmó que las “imperfecciones del hombre y los límites de la razón” a veces hacen necesario el uso de la fuerza, y declaró que existen “guerras justas”. La Jornada 11 diciembre 2009.

Una lectura schmittiana sobre la ley y el estado de excepción también es pertinente. Para el filósofo alemán, el soberano es quien decide el estado de excepción y el que establece las condiciones para la paz. En la investidura presidencial de Estados Unidos recae esta lógica dentro del Nuevo Orden Mundial. Como hegemón establece el Nomos de la tierra y es quien decide cuándo es posible nombrar a una “guerra justa”.

[10] Žižek, S. El acoso…Op.Cit., p. 119

[11]Vid. “La Letrina de lo real” Entrevista de Eduardo Grüner a S.Žižek. Trad. y adaptación Verónica Gago http://www.antroposmoderno.com/antro-articulo.php?id_articulo=599

[12] Žižek,S. El espinoso.Op.Cit. p. 114

[13] Žižek, S. Arriesgar lo imposible, Op.Cit. p. 77

[14] Vid. Ibid. p. 71,74. La idea es que hay un espacio vacío de imposibilidad, de la Cosa, y que en una u otra formación histórica siempre hay un grupo o figura que ocupa este lugar. Judíos, marginados, gitanos. ..Un espacio central de imposibilidad y luego distintos elementos contingentes que lo encarnan. Lo real-como-imposibilidad es un a priori.

[15] Žižek, S. El acoso…p. 31

[16] Vid. Žižek, Sobre la violencia…p. 51

[17] Vid. Slavoj Žižek, En defensa de la intolerancia, Sequitur, Madrid, 2008, p.47

[18] Žižek, Sobre violencia…Op.Cit. Pág. 95

[19] Vid. Arriesgar lo imposible, Op. Cit. Pág. 129. Žižek reúne básicamente de tres filósofos la noción de “acontecimiento”: A. Badiou, G.Deleuze y M. Heidegger. Para Žižek estos tres pensadores tienen en común, pero en niveles diferentes, que el acontecimiento es irreducible a todo orden positivo del ser. Sin embargo, el análisis de Badiou; a saber, que el acontecimiento es algo que emerge de la nada, un acto autónomo abismal que se fundamenta a sí mismo, le permite a Žižek desplegar la noción de acontecimiento como un fenómeno retroactivo de auto-afirmación, un acto que crea sus propias condiciones de posibilidad.

[20] ŽižekSlavoj . “¿Estamos en guerra? ¿Tenemos un enemigo?” Texto publicado en The London Review of Books, vol.24, núm. 10, 23 de mayo de 2002. Traducción: CSCA web (www.nodo50.org/csca), 6-06-02

[21] Žižek,S. Sobre violencia…Op.Cit. Pág. 10

[22] Ibid. Pág. 25

*El objet petit a se refiere a cierto exceso que, en el objeto, es más que el objeto –el objeto causa del deseo-. Es el elemento deseoso que reside en cualquier objeto.

[23] S. Žižek, Arriesgar…Op.Cit. Pág.84

[24] S. Žižek, Sobre violencia…Op. Cit., p.186

[25] S.Žižek, En defensa de la intolerancia, Sequitur, Madrid, 2008, p. 89

[26] Vid. Gerardo Ávalos Tenorio, El monarca, el ciudadano y el excluido. Hacia una crítica de lo político. Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, México, 2006, p. 265

[27] S. Žižek, Las metástasis del goce. Seis ensayos sobre la mujer y la causalidad, Paidós, Buenos Aires, 2003,Pág. 89

* En este contexto, la realidad es la realidad social de las personas concretas implicadas en la interacción y en los procesos productivos, mientras que “lo real” es precisamente la lógica espectral, inexorable y “abstracta” del capital que determina la realidad social.