María del Carmen Franco Chávez
Resumen: A partir de la lectura de “Una dificultad del Psicoanálisis” se problematiza con el autor sobre la dificultad afectiva que impide entender al Psicoanálisis. Se hace una síntesis del artículo y su relación con el narcisismo, para llegar a la misma dificultad en 2017: el narcisismo humano que impide pensar en otras posibilidades del psiquismo. Palabras Clave: Dificultad intelectual, Dificultad afectiva, Psicoanálisis, Narcisismo, Ciencia.
Abstract: From the reading of “A psychoanalysis difficulty” the author is problematized with the affective difficulty that prevents understanding of psychoanalysis. A summary of the article and its relationship with narcissism is made, arriving to at the same difficulty in 2017: human narcissism that prevents thinking about other possibilities of the psyche. Key words: Intellectual difficulty, Affective difficulty, Psychoanalysis, Narcissism, Science.
Mi lectura en esta emisión de 100 años con Freud, corresponde a la revisión del artículo Una dificultad del psicoanálisis, de 1917, desde mi punto de vista, uno de los más enigmáticos. Un texto que, como dice Strachey, fue solicitado por el director de la revista húngara Nyugat, para destinatarios cultos, no obstante poco informados respecto del Psicoanálisis, según se puede entrever. De entrada difiere de la forma habitual en la que Freud aborda los temas: con calma y siempre otro comienzo, éste más bien parece un artículo apresurado. Creo que por ello resulta un tanto complejo.
Un año antes, Freud afrontaría el tema de las dificultades del Psicoanálisis en sus Lecciones introductorias de 1916, en la “Primera Lección” se refiere a las siguientes dificultades, en términos sintéticos: la enseñanza, que tiene que ver con un objeto no asequible a los ojos de los estudiantes; la preparación médica, que permite pensar en causas y efectos lineales, como el pensamiento médico de la época lo proponía; y finalmente, los prejuicios del cientificismo y sobre todo de la pulsión sexual. “Tales son algunas de las dificultades con las que tropezareis si queréis dedicaros al estudio del psicoanálisis, dificultades que ya son harto considerables para el principio de una labor científica. Si su perspectiva no os asusta, podremos continuar estas lecciones”[1]. Si observamos, todas redundan en la no aceptación de esa construcción freudiana llamada inconsciente, tomando en cuenta que no es accesible de manera directa. Empecemos.
La dificultad en 1917
A pesar de haber vivido y trabajado en un entorno de guerra, Freud no se refiere a ella en ninguna conferencia. Sin embargo, está al pendiente de cuándo publicar sus escritos, y decide hacerlo hacia el final de la contienda, según Peter Gay, uno de sus biógrafos. En este contexto se pregunta, si la humanidad entera no contendría cierto grado de perversidad. 1917, el año de la producción del artículo en turno, fue difícil puesto que además de la beligerancia, es cuando el Zar Nicolás II abdica y Lenin asume el poder; Mata Hari era sentenciada a muerte y se promulgaba la Constitución en México. En esa época, Freud se enteró de que lo habían propuesto para ganar el premio Nobel. Sin embargo, anotó en su calendario “Nada de Premio Nobel”, se había suspendido dicha categoría.
Es necesario empezar por señalar, que más allá de los conceptos mismos, el estudioso de la obra freudiana, en otro idioma que no sea el alemán, se enfrenta a las diferentes versiones emanadas de la traducción. Aunque al parecer son cambios muy sutiles, en una y otra interpretación, se puede percibir diferentes concepciones, esa es otra arista a tomar en cuenta. Veamos un ejemplo.
En 1917, Freud escribía según la traducción de Etcheverry:
Desde el comienzo mismo quiero decir que no me refiero a una dificultad intelectual, algo que impidiera al receptor (oyente o lector) entender el psicoanálisis sino a una dificultad afectiva: algo por lo cual el psicoanálisis se enajena los sentimientos del receptor disuadiéndolo de prestarle interés o creencia. Como se advierte, ambas clases de dificultades desembocan en lo mismo. Quien no pueda dispensar suficiente simpatía a una causa tampoco la comprenderá fácilmente (p.129)
En la traducción de López Ballesteros se lee lo siguiente:
Haremos constar, desde luego, que no nos referimos a una dificultad intelectual, a algo que haga incomprensible, para el lector o el oyente, el psicoanálisis, sino a una dificultad afectiva; a algo que enajena al psicoanálisis los sentimientos del oyente o lector, inclinándole a no interesarse por él o a no darle crédito. Y, evidentemente, ambos órdenes de dificultad producen la misma consecuencia. Alguien que no ve con simpatía suficiente una cosa, no la comprenderá tampoco fácilmente.[2]
Mientras que para la germano-parlante Lucía Cervantes el texto freudiano dice:
De entrada diré de inmediato que no me refiero a una dificultad intelectual lo que hace inaccesible el psicoanálisis a la comprensión del receptor (oyente o lector), sino una dificultad afectiva: algo por lo que el psicoanálisis aliena los sentimientos del receptor, para que esté menos inclinado a dar su interés o fe. Como se ve, al final los dos problemas (intelectual y afectivo) llegan a lo mismo. Quien no puede sentir simpatía para algo, tampoco lo va a entender.
Por sí mismo, este inicio resulta complejo, de la lectura de los tres párrafos, podemos observar que Freud se ahorra una serie de explicaciones inútiles, y dice de primera intención que la dificultad del Psicoanálisis no es intelectual, es afectiva. Entonces hay dos tipos de dificultades: una intelectual y otra afectiva. Pero nos encontramos con el primer enigma aquí: ¿a qué se refiere el Doctor Freud cuando habla de la dificultad afectiva? Sobre todo si pensamos que los afectos para él son la expresión cualitativa de la cantidad de energía pulsional y de sus variaciones, que no se encuentran ligados a una representación, por lo tanto, corresponden a las pulsiones en la medida en que se han desprendido de la representación, y encuentran otra adecuada a su cantidad, en procesos que no percibimos como tales ya que son inhibidos, convertidos, desplazados, metabolizados. También hay que pensar que Freud lidiaba con la distinción entre la idea y los afectos y sus correlativos terrenos. No eran para nada lo mismo, las ideas tenían que ver con lo intelectual, mientras los afectos evidentemente con lo afectivo.
Bien, hasta ahí podemos colegir que la dificultad no se encuentra en las ideas racionales, que enriquecen el intelecto, sino en otro terreno que carece de representación: lo afectivo; más aún, el problema se agrava cuando define la dificultad afectiva como algo por lo que “el Psicoanálisis se enajena los sentimientos del receptor”. ¿Que el Psicoanálisis se enajene los sentimientos del receptor?, ¿qué quiere decir eso? Si consideramos que enajenar según el diccionario de Moliner es vender o transmitir por otro medio una propiedad, y disuadir, según el mismo texto, es convencer a alguien de que desista de cierta cosa, ¿querría decir entonces que esta dificultad afectiva estriba en que, el Psicoanálisis se apropia de los afectos del analizante, que carecen de representación y por lo tanto no les presta atención? No entiendo; como no sé alemán pues menos. O bien, ¿querría decir que la dificultad afectiva se refiere a que el Psicoanálisis entiende que los sentimientos distraen la comprensión teórica del analista?, o bien que ¿el oyente, o lector, prefieren no enterarse de sus afectos y darles vuelta antes de hacerse cargo de ellos? O tal vez sea un problema de traducción, al que nos referimos con anterioridad. Como se puede observar, aquí aparece una dificultad para entender esta situación, y no hay certidumbre de que sea intelectual o afectiva.
Esa es la parte más complicada del texto, porque después nos indica que las dos dificultades, tanto la intelectual como la afectiva, desembocan en un mismo afluente, ya que quien no sienta simpatía por el Psicoanálisis, o cualquier otro tema, no lo comprenderá intelectualmente. Es decir, que los afectos influyen en el intelecto o bien, que la transferencia está en todos lados, incluyendo la teoría; quien no se sienta atraído por lo que plantea el Psicoanálisis, o Freud, o su maestro de Psicoanálisis o su analista, no entenderá el Psicoanálisis de ninguna manera, le parecerá absurdo, obsoleto o inútil.
Más adelante, considera a un lector neutral, ni a favor, ni en contra de determinada concepción y le explica brevemente la teoría de la libido, que pretendía eliminar las perturbaciones llamadas neuróticas. Para ello, se apoya en la teoría sobre la vida pulsional, que es nula en la psicología de la época (también en la actual), en síntesis nos dice que son las pulsiones sexuales las responsables de las neurosis y que una técnica, no muy sencilla, brinda el esclarecimiento y la curación de muchos grupos de neurosis. En ese momento, para Freud los reclamos pulsionales sexuales, desbordan al individuo y aparecen como amenaza; entonces esa instancia psíquica llamada Yo, se pone a la defensiva, la terapia psicoanalítica somete el proceso represivo a una revisión, a una nueva construcción, a una negociación interna que le permita llegar a una solución de compromiso, es decir, al síntoma. Reconoce en este texto, que lo acusan de tomar en cuenta sólo las pulsiones sexuales, pero revira diciendo que el Psicoanálisis toma estas pulsiones que corresponden a su teoría y deja lo demás en manos de otras ciencias.
A través del trabajo terapéutico, dice el autor, hay que preocuparse por la distribución de la libido, se investigan entonces las representaciones-objeto que están ligadas a ella, se cambian de lugar para que estén a disposición del Yo.
Y así, como quien patea un bote en la calle, es decir como no queriendo, entra en lo que es la dificultad central del Psicoanálisis: el Narcisismo. En el desarrollo individual toda libido se anuda a la persona propia, es decir al Yo, al que permanece junto a sí mismo, a este proceso se le conoce como Narcisismo. Después, la libido se desbordará sobre los objetos exteriores. Se atribuye un progreso, cuando se pasa del Narcisismo, al amor de objeto. Para la salud de la persona es esencial que su libido no pierda movilidad. Señala que, esta construcción, también puede aplicarse a las personas “normales”. Según Freud en ella radica la explicación del Narcisismo del niño pequeño, así como la del hombre primitivo y la omnipotencia de sus pensamientos.
Todo lo anterior, nos señala, ha sido una introducción para hablar sobre lo que se reconoce como la parte medular de este artículo: las tres heridas narcisistas que ha sufrido el amor propio de la humanidad, de las que ya hablaba en la “Conferencia 18ª de 1916”, que brevemente señalo: la primera es descentrarlo del universo, ya no es más el centro, el Sol no gira alrededor de la Tierra, que es sólo un planeta más; a segunda herida es que el hombre no es el favorito de la creación, es más, ni siquiera hay creación, sino que es producto de la evolución de las especies (Darwin)[3]; finalmente la tercera es que, ni siquiera es dueño de sí mismo, es una maraña de pulsiones que se esfuerzan por ejecutarse independientemente unas de otras.
Párrafo seguido nos explica el proceso de las neurosis. El Yo se siente seguro de que sus noticias son completas y confiables, sin embargo, esto no es así en la neurosis: el Yo siente que algo no está bien con él mismo, tiene pensamientos que no sabe de dónde surgen y que permanecen aun cuando los recursos de la voluntad y la lógica los desmienten. El Yo siente que es una invasión ajena de la que no tiene responsabilidad, la psiquiatría hace lo suyo argumentando inferioridad constitucional, degeneración hereditaria. El Psicoanálisis entonces esclarece estos casos patológicos a través de una larga investigación, se hace de conceptos auxiliares y construcciones científicas que podrían decirle al Yo (el texto dice: “por fin puede decirle al yo”), que no es nada ajeno, que las pulsiones se han sublevado y que no se ha enterado de cómo han llegado a sus propios fines, que lo anímico no corresponde con lo consciente[4]. Pero, advierte Freud, la vida pulsional no puede domeñarse, así que el Yo no es el amo en su propia casa. Es comprensible entonces, que el Yo no otorgue favor al Psicoanálisis y se rehúse a darle crédito.
Enseguida reconoce la aportación del filósofo pionero de los procesos anímicos inconscientes: Arthur Shopenhauer [5] y el señalamiento de que la voluntad inconsciente es equiparable a la vida pulsional; salvo que el Psicoanálisis tiene como prioridad la vida pulsional, y no sólo se limitó a afirmar en abstracto esas dos tesis penosas para el Narcisismo (la significación de la sexualidad y la condición de inconsciente de la vida anímica), sino que demostró que afecta a cada persona y la obliga a tomar posición frente a ese problema. Lo que nos lleva al título de esta ponencia, es decir, que es la misma dificultad narcisista, que no quiere reconocerse: el Yo no es el dueño de la propia casa. Esta dificultad es la que puede explicar la aversión al Psicoanálisis; que se traduce en darlo por muerto, según sus detractores, en cuestionar en qué lugar está el inconsciente, que no ha sido probado científicamente, etcétera. Como si los científicos no tuvieran subjetividad en toda su labor, con todo lo que ello implica.
La dificultad en 2017
Mucha tinta ha corrido desde hace 100 años con este artículo. No hay que olvidar que el Psicoanálisis siempre ha estado en cuestionamiento por subversivo. Desde su aparición, nació con ese sino, siempre ha estado bajo la lupa de sus fustigadores, de los científicos, de las teorías psicológicas, cosa que le ha sido favorable, porque ha permitido desarrollar el andamiaje teórico. Los que están en contra, hasta tienen el libro negro del Psicoanálisis, algunos acusan de plagiario a Freud, rechazando sus proposiciones y descubrimientos.
Se han realizado muchos recorridos al respecto. Apuntamos otro más, en el sentido de señalar cómo es que Freud, desde el título anuncia que la dificultad para el Psicoanálisis es la misma, aunque con diferentes máscaras. Desde el cuestionamiento científico de la inexistencia del inconsciente, la emergencia de múltiples prácticas terapéuticas, el mercado que ofrece rapidez pero no garantías, la industria psicofarmacéutica que tiene medicamentos para la ansiedad, la depresión, no sufrir, no hacerse cargo de la angustia existencial. También hay quienes afirman que Freud ya está superado y hay que innovar.
La verdadera dificultad del Psicoanálisis en este siglo derivaría en su imposibilidad (tema que señalaría en 1937), que no radica en que vaya un analizante al dispositivo analítico y hable. La imposibilidad del Psicoanálisis estriba en el gobierno y dominio de las pulsiones; ya que eso es imposible, por ello es que este no es su objetivo; siempre hay algo que se escapa en el enunciado, eso de lo que no es consciente el sujeto: la enunciación. Sin embargo, a través del habla, a través de lo simbólico, el sujeto puede cambiar su posición subjetiva con respecto de su síntoma, hacer una especie de negociación interna entre su deseo y su goce, que le permita, no sin problemas continuar y desear, caminar, crear y para decirlo en términos freudianos: amar y trabajar. Ya lo hemos dicho de muchas maneras, el Psicoanálisis no es lo que satisface al mercado, sin ser revolucionario, es subversivo en relación con todos los tratamientos psicológicos. Psicoanalizar no es adaptar al sujeto a su ambiente, no se rige por la visión del analista, sino del analizante. Tampoco es reestructurar cognitivamente al sujeto. Ni siquiera consiste en querer eliminar los síntomas, puesto que el Yo es definitivamente un síntoma y no se trata de fortalecerlo. Ni sirve para restituir la historia, ni concibe la utilización de accesorios cosméticos como tareas o lecturas. Tampoco va por la línea de un destino predeterminado.
Psicoanalizar es saber que no se es la figura central para el sujeto, valerse de la transferencia pero no creérsela, es utilizar las técnicas analíticas enmarcadas en el método y la teoría psicoanalítica en el dispositivo que lo sustenta.
Es permitir que el sujeto, utilizando su palabra se pregunte, se conteste, deshaga y cuestione todas las certezas y tome la posición que elija frente a ellas.
Las dificultad narcisista que enfrenta el Psicoanálisis en 2017, tiene múltiples versiones: las psicoterapias breves, cada vez más breves, la evitación del sufrimiento, el no querer asumir la falta que causa el dolor de la existencia, las Macterapias (como las bautizó una amiga mía), que ofrecen en poco tiempo la eliminación de los síntomas y del sufrimiento, que tendrán efecto en lo imaginario, pero se estrellarán cuando lo real del síntoma aparezca (eso digo yo), como sería en la brujería o las terapias alternativas. Por un tiempo los síntomas desaparecerán, pero cuando ya no alcance ese paliativo, porque el goce se desborda, volverán a presentarse con mayor intensidad.
El Psicoanálisis hoy, como en 1917, enfrenta la dificultad afectiva de su entendimiento intelectual, como lo dijo Freud en ese artículo, ambas dificultades convergen en lo mismo: quien no esté atravesado por la transferencia de la teoría, o de alguien que se dedique al Psicoanálisis, no entenderá nada y esto es comprensible, porque atesta un golpe al Narcisismo de los avances científicos de hoy en día, y a la multiplicidad de herramientas para no hacerse cargo del sufrimiento.
Es así como llegamos a la conclusión de que el Psicoanálisis desde su inicio tuvo muchas dificultades, que muy bien señala Freud en la “Conferencia 18ª”, también las detectó en el desarrollo de ciertos conceptos, cuando habló de la sexualidad infantil, cuando se trató de domesticar y adaptar a la Psicología del Yo, que en su desarrollo intentó destruir al inconsciente (en la propuesta de Mitchel: Psicoanálisis Relacional)[6] y de todas las mixturas de Klein con Lacan. El cuestionamiento del tiempo y del dinero, el señalamiento de que no es un conocimiento científico (yo digo siempre que por fortuna).
Es decir, resulta una disciplina que siempre está cuestionada: causa malestar, interpela al sujeto, rompe con todo lo establecido. La dificultad, desde su origen, es que cuestiona todo lo aprendido, todo lo que damos por hecho, es subversiva, no deja títere con cabeza incluso si se trata de sí misma.
En el año 2017, como desde siempre, se interpela al Psicoanálisis, por su costo, su duración y su método. ¿Qué puede ofrecer el Psicoanálisis al sujeto hoy en día? Sin duda podemos decir que lo que le ha ofrecido siempre: la posibilidad de que el sujeto se haga cargo de su sujetación y enfrente su deseo, asumiendo la responsabilidad de ello y la oportunidad de transitar de la impotencia a la imposibilidad, de asumir el sufrimiento psíquico para que el deseo aflore no sin problemas y enfrentar la verdad, la de la castración. Hacerse cargo de la responsabilidad del propio deseo; la imposibilidad de la completud; la felicidad siempre breve y con costo; el sufrimiento psíquico como fundador de la existencia. Para acabar pronto la dificultad estriba en lo que siempre señaló Freud, en la spaltung, que mantendría a través de toda su obra y que señalaría muchos años después en El malestar en la Cultura, que nos remite al malestar que nos sujeta, al malestar que de suyo contiene la subjetividad.
[1]Cfr. En F-OC Infobase Freud Traducción de López Ballesteros
2 Cfr. En F-OC Infobase
3 Sin tomar en cuenta la teoría de la evolución gracias al apoyo mutuo: la acción por la cual dos o más seres trabajan juntos para resolver problemas y permiten triunfar a los que se asocian.
4 Si esto sucediera en la sesión, no habría otro camino que la Reacción Terapéutica Negativa, que se abordará en “El Yo y el Ello” de 1923.
5 Se anexan notas del texto de Arthur Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación que dan soporte a lo dicho por Freud.
1) Además, hay que considerar como un fenómeno de aquel verdadero carácter individual que distingue a los hombres de todos los animales el que en los animales el impulso sexual busque su satisfacción sin una selección perceptible, mientras que en el hombre esa selección, de forma instintiva e independiente de toda reflexión, se eleve hasta el punto de convertirse en una poderosa pasión. (p.87).
2) Pero ya la satisfacción del impulso sexual va más allá de la afirmación de la propia existencia que llena un breve tiempo, afirma la vida por encima de la muerte del individuo en un tiempo indeterminado. La naturaleza, siempre verdadera y consecuente, aquí hasta ingenua, expone abiertamente ante nosotros el significado interno del acto genésico. La propia conciencia, la violencia del impulso, nos enseña que en ese acto se expresa la más decidida afirmación de la voluntad de vivir pura y sin más añadidos. (p.188).
3) Otra representación mítica de nuestra visión de la satisfacción sexual como afirmación de la voluntad de vivir más allá de la vida individual, como una recaída en ella consumada de ese modo o, por así decido, como una renovada escritura de propiedad de la vida, es el mito griego de Proserpina, a la que aún le era posible volver del mundo subterráneo mientras no gustara sus frutos, pero cayó por completo en él por el placer de una granada. (p.189).
4) El impulso sexual se confirma como la más decidida y fuerte afirmación de la vida también en el hecho de que tanto para el hombre natural como para el animal constituye el objetivo último, el fin supremo de su vida. La auto conservación es su primera aspiración, y en cuanto se ha ocupado de ella se afana únicamente en la propagación de la especie: más no puede pretender en cuanto mero ser natural. (p.189).
5) Porque en el impulso sexual se expresa con la máxima fuerza la esencia interna de la naturaleza, la voluntad de vivir, dijeron los antiguos poetas y filósofos -Hesíodo y Parménides- de forma altamente significativa que el eros es lo primero, lo creador, el principio del que nacieron todas las cosas. (p.189).
6) Por eso, la renuncia voluntaria y no fundada en ningún motivo a la satisfacción de aquel impulso (sexual) es ya un grado de negación de la voluntad de vivir, es una autosupresión de la misma a partir de un conocimiento que actúa como aquietador; en consecuencia, tal negación del propio cuerpo se presenta ya como una contradicción de la voluntad con su propio fenómeno. (p.191).
[1] Cfr. En Bleichmar yLeiberman,(2013) Sobre el psicoanálisis contemporáneo, México, Editorial Paidós
Bibliografía
- Freud, Sigmund, Obras Completas, Ed. Amorrortu, Argentina, 2007, 24 T
- _____________ 18ª Conferencia. La fijación al trauma, lo inconsciente (1916-1917) TXVI
- _____________Una dificultad del psicoanálisis (1917[1916] T. XVII
- _____________ El yo y el ello,(1923-1925)T. XI
- _____________El malestar en la cultura (1927-1931) T.XXI
- Freud, Sigmund, Lecciones introductorias de 1916, trad. López Ballesteros, Infobase
- Moliner, María (2007) Diccionario del uso del Español, España, Gredos
- Schopenhauer, Arthur, El mundo como voluntad y representación. trad. Pilar López de Santamaría. https://docs.google.com/file/d/0Bxp578lu7b6yQ3lmZzRlXzN1eTA/edit