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Plano arquitectónico de «Pegan a un niño» y de la lógica del Fantasma.

José Eduardo Tappan Merino.     I.- Es sorprendente que un texto tan breve como «Pegan a un niño» tuviera tan hondas y duraderas consecuencias, tal como el texto de Foucault sobre «La arqueología de la mirada médica«. El texto de «Pegan a un niño» escrito por Freud puso a Lacan a trabajar sobre la…


José Eduardo Tappan Merino.

   

I.- Es sorprendente que un texto tan breve como «Pegan a un niño» tuviera tan hondas y duraderas consecuencias, tal como el texto de Foucault sobre «La arqueología de la mirada médica«. El texto de «Pegan a un niño» escrito por Freud puso a Lacan a trabajar sobre la «arqueología de la mirada freudiana», infiriendo el camino que lo llevaría a las consideraciones que ahora conmemora su centenario.

Antes de trabajarlo debemos explorar algunos de sus antecedentes. Una de las que quizá sean las primeras menciones sobre el asunto, se la debamos a Joseph Breuer al presentar el caso de la Señorita Anna O. en 1896. Nos dice: «el soñar despierto habitual (teatro privado), con lo cual se crea el terreno para la disociación de la personalidad mental […] permanece todavía dentro de las fronteras de lo normal; el enseñarse como el meditar […] en sí mismos no condicionan ninguna escisión patológica» (Freud, 1980 p.65)

En 1908 Freud le dedica un especial interés al suceso de soñar despierto y elabora su ensayo sobre «Las fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad». Advierte el peso y la importancia que tienen las fantasías o sueños diurnos en la vida de las personas, mostrando que pueden ocupar un papel protagónico que les impida vivir sus vidas, siendo esclavos de sus ideaciones y de sus fanstasmagorías, derivado de la vergüenza de plantear abiertamente las fantasías que debido a su contenido se encontraban ocultas. Dichas fantasías pueden llegar a ser tan intensas para alguien que lo deje extenuado; la intensidad con la que se vive en ese mundo de fantasías puede ser tanta que impida al fantaseador hacer su vida.

«Las fantasías delirantes de los paranoicos [invenciones, creaciones poéticas delirantes,], que tiene por contenido en la grandeza y los padecimientos del yo propio, y afloran en formas totalmente típicas, casi monótonas, Son universalmente conocidas. […] en cambio, hay muchos puedes sonarles la novedad enterarse de qué formaciones psíquicas en un todo análogas se presentan de manera regular en todas las psiconeurosis, en especial la histeria, y de que en ellas, las llamadas fantasías histéricas, se pueden discernir importantes nexos para la causación de los síntomas neuróticos». (Freud 1979 p. 141)

Existen guiones generales sobre los que se construyen las fantasías, es decir, éstas son compartidas por muchas personas, por muchas culturas. Entre ellos destacan las fantasías eróticas o románticas de los jóvenes, a las que se les dedican mucha energía y un tiempo considerable. Además de que esas fantasías se encuentran entreveradas con los síntomas.

«Fuentes comunes y arquetipo normal de todas estas creaciones de fantasías son los llamados sueños diurnos de los jóvenes […] estas fantasías son unos cumplimientos de deseo engendrados por la privación y la añoranza; llevan el nombre de sueños diurnos con derecho, pues proporcionan la clave para entender los sueños nocturnos, el núcleo de cuya formación no es otro que estas fantasías diurnas complicadas, desfiguradas y mal entendidas por la instancia psíquica consciente»  (Freud 1979 p. 141)

Señala que no todas las fantasías son conscientes. Muchas de ellas actúan inconscientemente; operan desde la clandestinidad, pero dirigiendo la vida de las personas. Fantasías que o bien fueron inconscientes debido a la imposibilidad de ser traducidas o comprendidas desde la consciencia, o bien devienen inconscientes por presentar temas que confrontan o incomodan a la consciencia, por lo que se desplazan a la oscuridad. Por lo tanto, existirían dos planos de fantasías: aquellas que pueden acceder a ser conscientes y las que no por tratarse de las condiciones mismas de las fantasías conscientes, se interponen entre el Sujeto y el mundo, y las fantasías y sueños diurnos entre el Yo y el mundo, con la materia prima que obtienen de las fantasías/fantasmas originales, en ocasiones se imposibilitan de hacer las cosas, y se generan inhibiciones, todo queda ahora a partir de esas fantasías sobredimensionado, de tal suerte que algo simple, como ir al banco puede convertirse en una tarea titánica.

«Las fantasías inconscientes pueden haberlo sido desde siempre, haberse formado y lo inconsciente, o bien caso más frecuente fueron una vez fantasías conscientes, sueños diurnos, y luego se las olvidó adrede, cayeron en el inconsciente en virtud de la represión» (Freud 1979 p.142)

De esta manera es que advertimos la relación entre las fantasías inconscientes y los síntomas. Las fantasías se convierten en un material esencial para el trabajo analítico, como los sueños, los lapsus y los actos fallidos. Permiten encontrar un conjunto de determinaciones que actúan en distintos planos; de una manera singular, facilitan el desvelamiento del deseo, de los ideales etc. Así, la riqueza de las fantasías en la labor analítica abre las puertas a considerar de manera simultánea distintas instancias psíquicas interactuando.   

«Para toda una serie de síntomas histéricos, entonces, las fantasías inconscientes son los estadios psíquicos previos más próximos. Los síntomas histéricos no son otra cosa que las fantasías inconscientes figuradas mediante «conversión», y en la medida en que son síntomas somáticos, con harta frecuencia están tomados del círculo de las mismas sensaciones sexuales e inervaciones motrices que originariamente acompañaron a la fantasía, todavía consciente en esa época. […] y la meta última de todo el proceso patológico, restablecer la satisfacción sexual en su momento primaria, si bien nunca se consuma así, es alcanzada siempre en una suerte de aproximación.\ El interés de quien estudia la histeria abandona pronto los síntomas para dirigirse a las fantasías de las cuales proceden. La técnica psicoanalítica permite, primero, colegir desde los síntomas estas fantasías inconscientes y, luego, hacer que devengan consientes al enfermo. Y por este camino se ha descubierto que el contenido de las fantasías inconscientes de los histéricos se corresponde en todos sus puntos con las situaciones de satisfacción que los perversos llevan a cabo con conciencia[…] También las formaciones delirantes de los paranoicos son unas fantasías de esa índole, si bien han devenido consientes de manera inmediata; sus portadores son los componentes sado-masoquistas de la pulsión sexual. Y de igual modo pueden hallar sus cabales correspondientes en ciertas fantasías inconscientes de los histéricos.» (Freud 1997 p. 143)

Ya para 1919, podemos ver resumidamente que el texto sobre el que estamos conmemorado su aniversario, trabaja distintos planos de la constitución de las fantasías a partir de lo que llama «representación fantasía» en el caso de «pegan a un niño«. Para comprenderlo debemos desplegar tres fases (es interesante la propuesta de fases, no de periodo, escalas, estaciones, periodos etc.), lo que permite que existan ciclos y que estos permanezcan alterándose unos con otros a lo largo del tiempo. Lo anterior repercute necesariamente en el posicionamiento sexual frente al mundo de las ideas, el mundo físico y el mundo fantástico.

Quizá lo primero a ser destacado es que se trata de comprender un conjunto de relaciones y operaciones que se encuentran precisamente constituyendo lo que llamamos realidad, pero también aquello que es fantástico, ilusorio, objetivo, afectivo, etc. En consecuencia, cualquier intento por aprehender la realidad fuera de ese velo de Maya es imposible; está fuera de las coordenadas simbólicas e imaginarias que determinan nuestra estructuración psíquica. Asimismo, los procesos de pensamiento intervienen en nuestras decisiones; lo que nos permitimos y nos prohibimos, y la manera en que nos colocamos frente a eso. Por ello, ir más allá del velo es del orden de lo imposible, por lo menos para nosotros por estar sujetados al Logos. Ello también determina nuestro posicionamiento subjetivo frente a esa realidad, al mundo, al dolor, el amor, frente a nosotros mismos y los otros.

Es en esta dirección en la que Freud señala la manera en que estas fases se encuentran constituidas por posicionamiento pasivos o activos, aunque dicho asunto debe ser tratado con mayor detenimiento, ya que precisamente no persiste la satisfacción fantaseada al ser realizada. Nos señala el profesor:

«Puesto que la representación-fantasía «un niño es azotado» era investida regularmente con elevado placer y desemboca en un acto de satisfacción autoerótica placentera, cabría esperar que también contemplar cómo otro niño era azotado en la escuela hubiera sido una fuente de parecido goce. No obstante, no sucedía así.» (Freud 1992. p. 178)

Por lo tanto, la posición activa es subjetiva, pertenece por entero a la lógica de la fantasía y no es necesariamente algo que se realiza objetivamente. De hecho, aquello que se realiza puede perder su estatuto de fantasía. Entonces esos papeles son determinados por la fantasía original, conduciendo a posiciones tales como: activo y pasivo, sádico o masoquista, héroe o villano, amo o ciervo, santa o cortesana, los cuales se relacionan en tanto uno de los polos del binario se niega al otro, influyéndose y determinándose mutuamente. El caso que nos ocupa particularmente es sobre el niño en el que recae el azote, en sus distintas fases. En el acto de azotar se puede estar simultáneamente en varios lugares a la vez, en el que mira, en el que azota y en el que es azotado. Es una escena que adopta múltiples superficies de un prisma con un solo rasgo primario:

«De acuerdo con nuestras actuales intelecciones, una fantasía así, que emerge en la temprana infancia quizá a raíz de ocasiones causales y que se retienen para la satisfacción autoerótica. Sólo admite ser concebida como un rasgo primario de perversión» (Freud 1992 p.179).

Esas tres manifestaciones de fantasías muestran a su vez distintos posicionamientos del Sujeto en el deseo y en el goce. Los lugares subjetivos en que se coloca el fantaseador para Freud pueden ser tres: 1) De quien mira, 2) De quien pega y 3) De quien es pegado (esto implica ser pegado o que otro sea a quien se golpea). Si la fantasía consiste en que se golpee a otro niño –siendo éste un niño rival u odiado-, puede sentir placer por ello. Si el niño golpeado es alguien a quien se ama, puede sentir coraje con el que golpea. Si se sitúa como el que golpea, puede estar efectivamente experimentando un placer hiper intenso ya se de placer, de dolor o ambos, de igual forma a si se sitúa en el lugar del niño golpeado. Freud explora únicamente la identificación del niño que es golpeado. Ahora sabemos que se puede, como decíamos, ocupar simultáneamente varios lugares, sin que operen el principio de contradicción ni de realidad. También se puede estar alternando entre una posición y otra:

«La primera fase de la fantasía de paliza se fórmula entonces acabadamente mediante el enunciado: «El padre pega al niño» […] «El padre pega al niño que yo odio» […] [en la segunda fase] «Yo soy azotado por el padre». Tiene un indudable carácter masoquista. […] que nunca ha tenido una existencia real. En ningún caso es recordada, nunca ha llegado a devenir consciente. Se trata de una construcción del análisis, más no por ello es menos necesaria […] La tercera fase se aproxima de nuevo a la primera. […] La persona propia del niño fantaseador ya no sale a la luz en la fantasía de paliza. Si se les pregunta con insistencia, las pacientes exteriorizan: Probablemente yo estoy mirando». En lugar de un sólo niño azotado, casi siempre están presentes ahora muchos niños. […] la fantasía es ahora la portadora de una excitación inequívocamente, y como tal procura la satisfacción onanista. Pero he ahí lo enigmático: ¿por qué camino esta fantasía sádica en lo sucesivo, de unos varoncitos desconocidos y ajenos que son azotados se ha convertido en patrimonio duradero de la aspiración libidinosa de la niña pequeña?» (Freud 1992 p. 182-183).

En la primera fase se pega a otro niño que el fantaseador odia, “por lo que entonces mi padre me ama”. Sin embargo, si las razones por las que pega son que lo hace para castigar una desobediencia, lo hace porque lo ama; “entonces a quien ama es al otro niño”. Aquí el fantaseador es espectador – pasivo -. Al colocarse el fantaseador como aquél que es golpeado necesariamente tiene un papel masoquista. La segunda opción es en realidad una inferencia obtenida por deducción, ya que no hay –  como lo propone Freud –  rastros conscientes. Se pasa a una tercera fase en la que el golpeado es el fantaseador, lo que eminentemente es una posición masoquista. En la tercera, el padre le pega a cualquier niño, lo que muestra una actitud sádica.

Lo que resulta importante para nosotros es el mecanismo que este asunto de la golpiza fantaseada nos permite advertir: a) La posición pasiva o activa, b) El posicionamiento sádico o masoquista, c) En términos de Lacan el llamado al padre a ejercer su autoridad, d) La relación de amor desplegado por el padre, f) El vínculo con la sexualidad.

Así que ahora seguiremos de la mano de Lacan, que trabaja este texto en 1956, con la advertencia de que el término fantasma empleado aquí, se debe a la traducción que busca diferenciar las fantasías en general de la fantasía originaria que llama fantasma. Traducción que permitió la emergencia de toda una literatura en castellano muy interesante y que no debe ser simplemente corregida; la traducción, a mi entender, agrega algunos elementos que hacen más rica la propuesta freudiana y lacaniana.

ll.- Lacan, en su seminario IV titulado “La relación de objeto” de 1956, destaca que la descripción que hace Freud no es propiamente un análisis, pero que las fantasías concretas de golpean a otro y ser golpeado aparecen de manera inconsciente y que lo que se obtiene es el esclarecimiento de las mismas por la presión analítica que permite encontrar el origen de este fantasma fantasía. Así, muestra que el primer fantasma que se puede encontrar es el de “mi padre pega a un niño”, que es el niño a quien odio. Es claro que ese niño será un rival, alguien como un hermano, para que la fantasía de paliza al otro niño tenga como interés oculto que me ama a mí.

«Lo importante es que aquí nos acercamos al inicio de una perspectiva histórica que es retroactiva. El sujeto formula y organiza una situación primitiva dramática a partir del punto en que nos encontramos en el análisis, de una forma que se inscribe en su palabra actual y su poder de simbolizaciónn presente. Así, con el progreso del análisis nos encontramos con algo que se presenta como la cosa primitiva, la organizaciónn primordial más profunda». (Lacan 1994 p. 118)

Ese sentido de retroactividad nos muestra que algunas de las fantasías, sueños diurnos y fantasmagorías que aparecen en el presente y se interponen e impiden un cauce a nuestra vida son efecto de un conjunto de operaciones sincrónicas que constituyen el ser desplegado en una lógica del no todo. Un fantasma/fantasía que, como diría Lacan, no cesa de no inscribirse.

Señala el hecho de que no es arbitrario que en las fantasías de golpiza elija como agente al padre; es de alguna manera un llamado a él, convocándolo a intervenir para impedir ese goce original de la confusión con la madre, un llamado a los límites y a que no todo es posible. Es muy importante la manera en que es posible invocar la función paterna a partir de las fantasías cuando ésta no parece estar normando la vida de la persona.

«La situación fantasmática tiene la manifiesta complejidad de constar de tres personajes: el agente del castigo, el que lo sufre y el sujeto» (Lacan 1994 p.118 ).

Lacan muestra que la segunda etapa, que está reconstruida en el análisis, se trata únicamente de dos personajes, donde el fantaseador es quien recibe los golpes, implicando un posicionamiento marcado por el erotismo. Por lo que, según Lacan, se trata de una relación necesariamente ambigua, ya que lo castiga y lo ama. Por esta condición de ambigüedad bajo un primado masoquista, es que Lacan la considera perversa.

En el tercer tiempo, se regresa a esos tres personajes. Sin embargo, el niño a quien se golpea, puede ser cualquier niño, ya no es necesariamente el que odia el fantaseador. Este momento es el que Lacan utiliza para mostrarnos que el elegir al padre como el agente activo, justiciero y golpeador no es arbitrario, es una manera de hacerlo intervenir.

La dimensión imaginaria se muestra predominante siempre que se trata de una perversión, que es constitutiva de la sexualidad humana. Esta relación imaginaria está a medio camino de lo que se produce entre el sujeto y el Otro, o más exactamente, algo del sujeto que aún no se ha situado en el Otro por estar, precisamente, reprimido.

En el seminario VI sobre: El deseo y su interpretación de 1958-59 retoma la situación, sólo que ahora gravitando más en consolidar sus propuestas y construyendo lo que Freud le invita a hacer. Nos muestra que Freud entendía al deseo del lado de la codicia, la lujuria y el anhelo, por lo que el principio de realidad buscaba normalizar ese lazo supuesta o pretendidamente excesivo y hedonista.

Subraya la importancia de las operaciones, ya que por tratarse de una matriz lógica sincrónica determina y arbitra nuestra relación con el mundo, así como lo que conocemos como realidad, comandando estructuralmente desde lo inconsciente las operaciones de la vida consiente, así como los distintos aspectos de la vida, pasada, presente y futura de los hombres.

«La sincronía es lo que constituye la esencia de la búsqueda que proseguimos este año. Nuestro esfuerzo va a recuperar lo tocante al deseo para situarlo en la sincronía» (Lacan 2014 p. 398)

Será en este momento en el que Lacan se pronuncia respecto a la condición estructurante de la falta y su posibilidad de constituir al Sujeto ya no completado por el Ello. Por eso, en tanto barrado, el sujeto está ahora operando desde una falta constitutiva que es lo que llamará deseo, en un plano completamente distinto al anhelo, la codicia y al querer conscientes. Se trata de una falta que es condición de posibilidad del movimiento. Así mostrará que no hay una relación directa del Sujeto con el mundo. Su realidad, en tanto psíquica, se encuentra intermediada por un conjunto de operaciones sincrónicas; en el lugar de objeto a, podemos colocar al propio Sujeto y su mundo.

«La fórmula simbólica ($a) Da su forma a lo que llamó fantasma (fantasía) fundamenta […] Decir que aquí se trata del fantasma fundamental no significa otra cosa que lo siguiente: en la perspectiva sincrónica, él garantiza al soporte del deseo su estructura mínima. En él encuentran dos términos, cuya doble relación entre uno y otro constituye el fantasma. Esa relación se complejiza en la medida en que el sujeto se constituye como deseo en una relación tercera con el fantasma.» (Lacan 2014 p. 405).

De esta manera podemos ver que el fantasma es fundamental, en tanto se aloja en los fundamentos, determinando a partir de su condición sincrónica la diacronía. Funciona de la misma manera que la armadura en la escritura musical, en donde se encuentran un conjunto de instrucciones que determinan el complejo aparato psíquico, operando a partir los conflictos y de la dialéctica del deseo.  «[…] dado que el deseo se sostiene en una relación de confrontación con ($a).» (Lacan 2014 p.406).

Se trata del objeto en tanto imposible, «el objeto causa del deseo»; el objeto que representa esa falta en el ser, que lo saca de la causalidad de los instintos, del arco reflejo y de las necesidades, obligándolo a generar una dinámica, el objeto como lo advertirá posteriormente Real, Simbólico e Imaginario. Es el Sujeto y el objeto en tanto su relación de confrontaciones, en el fantasma original. «El fantasma no es otra cosa que el enfrentamiento perpetuo entre la S techada y la a minúscula»(Lacan 2014 p. 418).

«En la medida en que el sujeto es deseo, está ante la inminencia de la relación castradora. Lo que da su sostén a la posición de ese sujeto es, como lo dije, el objeto en el fantasma, que es la forma más acabada del objeto» (Lacan 2014 p. 409).

Pero ese signo que se interpone entre el Sujeto y el objeto muestra precisamente el conflicto entre el Sujeto y eso que lo atrapa, como si se tratara de una fuerza gravitatoria -como la zanahoria que se ata a una cuerda a la distancia suficiente para que el caballo la huela pero no la alcance- que hará que se mueva en dirección de ese objeto que cambia de trayectoria por decisión del conductor, aunque no cambie la distancia que mantiene con el Sujeto. En este ejemplo el conductor puede ser el goce o el deseo inconsciente:

«Hay tres especies de a minúsculas que, como tales, han sido hasta ahora situadas, identificadas, en la experiencia analítica: a, fi, d. La primera especie es la que de manera habitual denominamos, con o sin razón, objeto pregenital. La segunda especie es esa suerte de objeto que está involucrado en lo que se denomina complejo de castración, y ustedes saben que, bajo su forma más general, es el falo. […]La tercera especie de objeto que cumple exactamente la misma función con respecto al sujeto en su punto de desfallecimiento, de Fading,[…] lo que por lo general se denomina delirio. Precisamente por eso Freud escribió,[…] «aman al delirio como así mismos» » (Lacan 2014 226)

Por eso el objeto guarda algún lazo con aquello que es buscado para completarse; aquella mitad perdida y que se supone ha de encontrarse, esa búsqueda imposible de unidad, de completud, de condición esférica. Es esta una situación compleja ya que tanta proximidad angustia debido a la implicación que tendría perder la falta, que paradójicamente por un lado es lo que se busca y por el otro lo que se evita. Así se genera una relación dialéctica y contradictoria bastante compleja:

«El objeto a en sentido estricto significa objeto de corte, y por otro lado, está el objeto que el rechazar y que se separa de él. […] aquí, en el nivel del complejo de castración, encontramos otra forma para la a minúscula, que es la de la mutilación» (Lacan 2014 227-228).

Efectivamente, el corte posibilita la feminización como posición subjetiva del Sujeto. Sin embargo, la castración propiamente dicha, será a la madre, para quien su vástago será su falo, su promesa de completud. En esa operación el Sujeto debe rehusar ese goce que lo invita a permanecer integrado a lo «mismo», a lo semejante; únicamente así aparece el otro. El objeto es ese trozo de carne que Shakespeare introduce en el mercader de Venecia cuando Shylok pide su pago, lo que hace que se motorice toda la historia, donde cada uno buscará un papel a partir de ese trozo que deberá ser mutilado. Ese relato, muestra las posiciones sádicas y masoquistas que se van tomando y con las que los lectores se irán identificando, mostrando que la condición inaugural de la perversidad polimorfa en la sexualidad no es algo que desaparezca, sino que se mantiene. Ahora estructurado el fantasma, en las fantasías, todo fantasma tiene necesariamente un tinte perverso:

«También sabemos a qué clase de complicaciones puede llegar ese fantasma. Bajo su forma llamada perversa, insiste, mantiene complica su estructura, intenta acercarse cada vez más a cumplir su función. Interpretar el fantasma, dice. ¿Acaso si trata pura y simplemente de conducir al sujeto hacia un presente a nuestra medida, al presente de la realidad que podemos definir como hombres de ciencia, o como hombres que se imaginan que todo es reducible, a fin de cuentas, en términos de conocimiento? […] No obstante, el lugar que ocupa el fantasma, ¿no requiere acaso que tengamos en cuenta otra dimensión? Esa dimensión es la que cabe denominar las exigencias verdaderas del sujeto. No se confunde con la realidad, no se deja reducir el mundo común: es una dimensión de ser» (Lacan 2014 p. 433).

Lacan muestra que el fantasma es una dimensión del ser, y debe leerse en las diferentes relaciones que se tejen a partir del grafo del deseo y en las interacciones que establece con los otros elementos que se introducen en él. De forma que no existe ningún elemento aislado; todos tejen vínculos, relaciones e influencias, entre ellos, sin seguir una lógica causal ni lineal, modificándose a partir de un grafo cada uno de los operadores construidos por esta lógica. Se entiende el grafo como un modelo matemático, que da cuanta de un conjunto de objetos llamados nudos vinculados por enlaces que permiten representar diferentes clases de relaciones entre ellos. Los grafos permiten estudiar las relaciones e interacciones entre las unidades que constituyen ese grupo.

Lacan regresara al asunto en 1966-1967 con su seminario XIV sobre La lógica del la fantasma/fantasía. En él desarrolla con profundidad todo aquello que se encuentra implicado en su propuesta teórica que dará luz al fantasma/fantasía:

«El $ en su relación con a, ligado en esta fórmula por : punzón, signo para conjugar en él lo que ahí puede aislarse. Lo que sugiere en primer plano de esta conjunción: la relación de inclusión o implicación a condición que hagamos reversible, con tal de que se enlace en la articulación a condición que hagamos reversible, con tal de que se enlace en una articulación lógica que se llama: Sí. $ es este sentido, a saber: el punzón rombo siendo dividido por la barra vertical, el Sujeto en relación de Sí y de a. Esto nos detiene, existe por lo tanto un sujeto: he aquí lo que lógicamente estamos forzados a escribir […] la división de a existencia de hecho y de la existencia lógica» (Lacan snf pp. 4 y5).

Con esto se trata de considerar el fantasma como un axioma de una operación lógica que traslada el asunto del ser a la lógica; como una construcción fuera del universo del discurso, con una opacidad subjetiva que separa al Sujeto del mundo, y que es invisible para quien busca rastrear sus reglas y operaciones, ya que únicamente es posible advertirla en su despliegue lógico, en su condición sincrónica a la que se arriba a partir de la diacronía. Esto nos ayuda a entender la idea del fantasma como axioma que se infiere o deduce.

El camino que sigue para desarrollar su fórmula es dar cuenta de los elementos que lo caracterizan, así muestra que el objeto pequeño a no es del orden significante. No es representable, imaginable, sino que es inefable y pertenece tanto al Sujeto como al Otro barrado; concierne a ambos mundos. Sin duda esto se aclara después con el seminario RSI, mostrando al a en el centro de las articulaciones de los tres registros.

Será en estas tensiones entre el Sujeto barrado, el Otro, el Otro barrado y el objeto a, en las que se fundará el despliegue subjetivo que no pertenece al universo del discurso sino al de la lógica, una lógica constituida por el «no todo», que abre un campo constituido por la falta el objeto a. Ese objeto revela nuevamente la desnaturalización. De modo que esa relación con el mundo se encuentra intermediada por esos velos, por el deseo, el goce, por las gramáticas pulsionales y por lo que constituye la lógica del fantasma/fantasía. De tal suerte que entendemos que no hay una realidad más allá del fantasma/fantasía; toda realidad y todo vínculo es fantasmatizado. Lacan nos muestra aquí que el humano no se alimenta de objetos naturales; los psicóticos sí, por estar fuera de esta lógica de la fantasma/fantasía. Implicaría estar fuera del mundo, del campo del Otro, al que se accesa al desubjetivarnos.

«Digamos que se trata ahora para nosotros de dar cuenta, en términos de nuestra lógica, del surgimiento necesario del lugar del Otro en tanto dividido. Pues se nos pide situar no simplemente ese lugar del Otro, perfecto responsable de que la verdad no sea engañosa, sino los diferente niveles de la experiencia subjetiva que nos impone la clínica; cómo es posible que se inserten más que como demanda del Otro» (Lacan snf p.109).

Lacan propone que habrá una herida o agüero resultante de la falta del Otro, del corte, del desgarramiento de esa operación fundacional pero esencialmente traumática que el niño estará buscando obturar, taponarla, y que le impele a buscar una salida a partir de constituir el fantasma/fantasía. De tal suerte que son precisamente esas faltas, en el Otro y en el falo, constituyendo el corte, la castración simbólica que permita que aparezca la falta imaginaria lo que tendrá efectos en la manera en que opere la lógica del fantasma/fantasía, así servirá patrón para la constitución de fantasías y ensoñaciones.

De esta manera será como se despliega la lógica del «no todo», que implica la circulación de la falta y que nos muestra que en la realidad psíquica constituida por los velos que cubren la cosa, no hay una realidad a la que se accede por el develamiento, sino por inferir su lógica. En el seminario 4 se propone la importancia del velo de Maya, en el cual Lacan muestra que el objeto a es recubierto por distintos velos. En el caso de lo imaginario, tiene la encomienda de la veladura, que muestra que hubo represión (desplazamiento); será esa operación representada por el punzón y esos velos los que se interpongan entre el Sujeto barrado y el mundo, que construye la imagen virtual, pero impide que se tenga una imagen especular. Es así como estos fantasmas buscan ser corroborados, consensuados, lo que contrasta con la psicosis en donde no se logra hacer un lazo social. Se trata de una subjetividad que se construye en relación al cuerpo; el mundo a partir del campo del Otro, de sus significantes, leyes, principios, operaciones. Esto muestra que el falo simbólico se encuentra fuera del campo del Otro pero articulado a él; incluso se ve que el conjunto que constituye el Otro, es no todo porque no contiene al falo simbólico, ni al sujeto.

Así se plantea que la condición de la transferencia es que el Sujeto se dirija al Otro por la referencia del Otro barrado, en tanto que será la Demanda del Otro lo que constituye la pulsión, dado que la neurosis rebaja el deseo a la Demanda, se regresa a esa gramática pulsional: activo, pasivo, reflexivo, que se muestra como las reglas que organizan el fantasma, así como: mirar, ser mirado, mirarse. Esa sintaxis proviene del Otro, que es quien articula la dialéctica del deseo y todo el caudal pulsional. Es entonces en el proceso analítico que permite advertir aquello que le gusta y lo que le disgusta de lo que le sucede y o deja de acontecer, lo que implica un cambio en su posición subjetiva que no es concernida por la moral sino por una ética del deseo.

«La lógica, si es verdad que puede plantear la tesis inicial de que no hay meta lenguaje, […] no tienen más que abrir un libro de lógica para percatarse que eso no tiene la pretensión de otra cosa, nada de óntico apenas ontológico» (Lacan snf p.189).

Lógica que despliega las posibilidades del ser en el mundo frente al deseo, a los despliegues de la subjetividad comandados por ese fantasma, que constituyen la realidad psíquica por esa matriz de fantasías.

III.- Es interesante lo que un equívoco en la traducción de la obra de Lacan provocó en la comunidad psicoanalítica de los países que hablamos español. La palabra fantasme fue traducida como si se tratara de fantôme, fantasma y no como fantasía, dicho error generó una enorme producción bibliográfica, en donde los autores trabajaron el fantasma y no la fantasía. Sin embargo, me parece que ese error fue fecundo, como propone Ricardo E, Rodríguez encargado de la traducción en su versión crítica de los seminarios de Lacan al español, ya que no permite entender el fantasma como la matriz de las operaciones lógicas que determinan las relacione del sujeto con el mundo, no solo como la fórmula de las fantasías inconscientes.

Pensado en castellano la lógica del fantasma, se puede ligar con la subjetividad que se encuentra determinando todas las relaciones del Sujeto, lo que constituye su cuerpo, su persona, su realidad, su tiempo, su espacio, su mundo, sus objetos, es decir toda clase de vínculos, de aquí que no sea sorprendente seguir el texto de Hegel: Phänomenologie des Geistes para pensar el fantasma, traducido al español como: Fenomenología del espíritu, asunto relacionado a que la traducción castellana no se hizo directamente del alemán, sino de la traducción francesa de Jean Hyppilte. Geistes puede ser entendida en castellano como mente, gracia, espíritu o fantasma. Conservando la raíz Geistes en el inglés ghost. el francés lo tomó como lésprit, nuevamente una traición transformó la lectura de ese texto de Hegel, en algo que podría hermanarse con la experiencia de lo que significa el espíritu, como cuando pensamos el espíritu de la ley, el espíritu de una propuesta etc. Mientras que si lo pensamos como una fenomenología de la mente o una fenomenología del fantasma tiene otro sentido. El fantasma determina los procesos mentales, diferenciando lo psíquico (estructura) de lo mental (posicionamiento subjetivo). Toda realidad se encuentra fantasmatizada, no vemos el mundo como «es» sino como somos. Por lo mismo usaré el concepto de Fantasma para esa matriz de operaciones lógicas y fantasías para esas articulaciones entre las operaciones resultantes de esa matriz en su articulación con la lengua y la cultura. 

Lacan ha empleado el concepto de fantasía traducido como fantasma en distintos momentos, exaltando algún asunto que estuviera trabajando, incluso antes de que existiera el Sujeto barrado y el objeto a, ya hablaba de la fantasía. Por lo mismo, no hay una teoría unificada sobre «la fantasía/el fantasma», es así que cuando aparece el rombo como operación intermediando al Sujeto barrado con el objeto recibe diferentes nombres, como dije respondiendo a las distintas necesidades teóricas de esos momentos: punzón, soldadura, losange, poinçon etc.

Ahora bien, caminando con Lacan siguiendo el rastro Freud, si lo que nos interesa explorar es el mecanismo mismo de la fantasía, que pone al descubierto el tema particular de «pegan a un niño», podemos ver que las fantasías se encuentran presentes en todo momento, por lo que alcanzar la objetividad siempre es un proceso subjetivo, entre el Sujeto y sus síntomas, entre el Sujeto y el mundo, entre el Sujeto y la realidad, todo ello es fantasmático. Sin embargo, el origen mismo del fantasma/fantasma, a mi parecer se encuentra explicado en esta cita de Freud:

«En efecto, sabemos que al acercarnos al origen suelen borrarse todos los signos distintivos sobre los cuales estamos habituados a edificar nuestras diferenciaciones. Entonces, quizá suene parecido a la profecía que las tres brujas hicieron a Banqueo: «No indudablemente sexual, no sádico tampoco, pero sí el material desde el cual ambas cosas están destinadas a nacer»» (Freud 1992 pp. 184-185)

Lacan hace referencia a esa misma cita: “Ni era sexual, ni especialmente sádica, sino que contenía estos caracteres en potencia. La precipitación en uno u otro sentido, pero conservando la ambigüedad, se producen en la segunda etapa” (Lacan 1994 p. 119).

Esa es la operación que caracteriza el Fantasma fundamental, por su condición sincrónica de comandar los vínculos. Ese conjunto de operaciones y matrices que operan en el fantasma/fantasía, sólo se pueden advertir, por sus efectos en su despliegue lógico, es decir es en la diacronía que advertimos la insistencia de la sincronía. Esas matrices de operaciones sincrónicas que se constituyen como un juego dialéctico de binarios beligerantes: creación/destrucción, satisfacción/insatisfacción, bueno/malo, permitido/prohibido, sádico/masoquista, masculino/femenino y que se encontrarán prácticamente como materia prima y buscaran distintas maneras de simbolizar ese conflicto fantasmático que hace inevitable la búsqueda de representación, de trasladar esa diferencia a otras formas: sonoras, performáticas, entre otras, en las distintas fantasías que podríamos considerar mundanas y generales. Será en ese momento lógico en que lengua y cultura improntan a la criatura, con sus héroes y villanos,  con sus estereotipos, prototipos, ideales, leyendas, mitos y seres sobrenaturales. Esa articulación entre la materia ambigua y esos productos de la cultura es construida por él fantasma/fantasía original. Fantasma/fantasía construido partir del principio del placer y confrontación abierta con el principio de realidad.

“[…] la satisfacción del principio del placer, siempre siempre latente, subyacente, en todo ejercicio de creación del mundo, tiende siempre en mayor o menor grado a realizarse bajo una forma más o menos alucinada.” (Lacan 1994 p. 16)

De la cita de Lacan podríamos agregar al final fantaseada. Los antecedentes o las condiciones de la constitución del fantasma/fantasía tienen que ver con aquello que las brujas le dicen a Banqueo. La condición primera es la inscripción del Significante-nombre-del-padre, entendido como la diferencia en su forma más pura, como la separación o corte a lo mismo para poder acceder a lo distinto, a lo diferente. Al operar la diferencia en ese campo abierto por la desnaturalización se empuja a la criatura a representar la diferencia, y es lo que la lleva a usar imágenes acústicas diferenciadas como o-o-o y a-a-a, lo relevante es que el juego con el carrete y los sonidos no son algo que aprende, sino que son la consecuencia de la operación de la diferencia que lo conduce a construir ese jugo que no es otra cosa más que la representación de la diferencia. Es aquí donde entendemos que ese juego de opuestos o-o-o/a-a-a constituirán el modelo de cualquier significante. Una vez que opera la diferencia no puede evitar representarla y será el cimiento que se empleen para que o-o-o devenga en: aquí y a-a-a en allá, subsecuentemente serán próximo, distante, lejos, cerca, etc. Huyendo de la angustiosa ambigüedad constitutiva, tal y cómo lo vemos en Más allá del principio del Placer:

«El niño tenía un carretel de madera atado con un piolín. No se le ocurrió, por ejemplo, arrastrarlo tras sí por el piso para jugar al carrito, sino que con gran destreza arrojaba el carretel, al que sostenía por el piolín, tras la baranda de su cunita con mosquitero; el carretel desaparecía ahí dentro, el niño pronunciaba su significativo «o-o-o-o», y después, tirando del piolín, volvía a sacar el carretel de la cuna, saludando ahora su aparición con un amistoso «Da» (acá está). Ese era, pues, el juego completo, el de desaparecer y volver. Las más de las veces sólo se había podido ver el primer acto, repetido por sí solo incansablemente en calidad de juego, aunque el mayor placer, sin ninguna duda, correspondía al segundo» (Freud 1979(c) p.15).

Esa ambigüedad constitutiva que es el material para que el lenguaje pueda ser improntado en la criatura. Lo que resulta esencial es la operación de la diferencia como condición de operación, que como efecto creara la ilusión de que las palabras están separadas, aunque siempre lo hayan estado, como si hubiéramos aprendido la lengua y no como si esta hubiera advenido una vez creadas las condiciones para que operáramos con ellas. Así vemos que:

«puesto que no se podía concebir el concepto de lo fuerte si no era en oposición a lo débil, la palabra que significa «fuerte» contenía un simultáneo recuerdo de «débil» en tanto aquello a través de lo cual llegó por primera vez a existir. Esta palabra no designa en verdad ni fuerte ni débil, sino el vínculo y la diferencia entre ambas, que las creaba en igual medida. El ser humano, precisamente, no pudo obtener sus conceptos más antiguos y simples sino por oposición a sus supuestos, y sólo poco a poco se paró los dos lados de la antítesis Y aprendió a pensar uno de ellos sin mediarlo conscientemente con el otro» (Freud 1979 (b).pp 149-150).

Ahora podemos entender aquí, que el tiempo al que se refiere Freud es lógico y no cronológico, por ello se trata de operaciones esenciales en la estructuración psíquica, a partir de una tensión generada por los pares de opuestos, que inscribe una lógica dialéctica que se mantiene y perpetúa, aunque oculte esa ambigüedad prístina, pero que genera las condiciones para albergar la lengua, que crea el lazo entre la criatura, el mundo y la cultura preexistente. Es la que permite el posicionamiento sexual, los objetos y las metas de la pulsión en la sexualidad perversa polimorfa, que es además constitutiva, articulada por la mismo, a la ambigüedad inscrita por la diferencia y que es resultante del juego que constituye, propiamente los pares de opuestos.  Es en esta operación y con estas tensiones que se constituye el fantasma, como matriz de relaciones articulada con una lengua, con un mundo, de esta manea las fantasías construidas, como el carrete y los sonidos o-o-o/a-a-a son formas de representación que se mantendrán como matriz de operaciones de la lógica desplegada a partir del fantasma a lo largo de la existencia.

Pero una vez constituido el fantasma, la ambigüedad, la angustia, y su condición de no ser regida por el principio de realidad, buscara apuntalarse en certezas y en ideales familiares, por lo que la amnesia infantil buscará cubrir la Fundación del fantasma, generando que los contenidos reaparezcan de la mano de lo unheimlich lo ominoso.

La realidad psíquica es un asunto al que regreso con frecuencia, ya que lo he explorado en el pasado, y que me lleva de vuelta a los clásicos de la literatura española. Ramón de Campoamor y Campoosorio (1817-1901) nos dice: “En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”, eso es exactamente lo que propone la lógica del fantasma. Se trata de un fenómeno adherido por varios pensadores y escritores “en el mundo en conclusión todos sueñan lo que son aunque ninguno lo entienda como señala con toda claridad Pedro Calderón de la Barca (1600-1681), en La vida es sueño, el famoso monólogo de Segismundo:

“Sueña el rey que es rey, y vive/ con este engaño mandando,/ disponiendo y gobernando; […] Sueña el rico en su riqueza,/ que más cuidados le ofrece;/ sueña el pobre que padece/ su miseria y su pobreza;/ sueña el que a medrar empieza,/ sueña el que afana y pretende,/ sueña el que agravia y ofende,/ y en el mundo, en conclusión,/ todos sueñan lo que son,/ aunque ninguno lo entiende. […] ¿Qué es la vida?  Un frenesí./ ¿Qué es la vida?  Una ilusión, una sombra, una ficción,/ y el mayor bien es pequeño:/ que toda la vida es sueño,/ y los sueños, sueños son” (Calderón de la Barca).

Es en este sentido, que estamos sumergidos en nuestra fantasma/fantasía que intenta cubrir el hecho de que ese mundo que pretendemos: objetivo, es una simple ilusión. Con el que supuestamente estamos todos de acuerdo. Por lo que esas fantasías ocultadas nos muestran ese mundo pretendidamente objetivo, donde nuestras fantasías son consensuales, a diferencia de la psicosis donde el delirio no es consensual. Nadie ve algo, ni comprende algo más allá de sus propios criterios.

Lo que es posible explorar las fantasía, ilusiones, sueños, pesadillas, teatro privado, sueños diurnos, fantasmagorías, fantasías etc. Que serán discernibles y analizables, comprendiendo que se trata de producciones ambiguas consecuencia de sus fantasías de carácter universal y éstas articuladas a la lógica del fantasma, se trata de las consecuencias de las articulaciones entre las operaciones sincrónicas y estructurales con los dos planos de la diacronía: fantasías universales, y fantasías particulares, planos que deben se establecidos ya que no son lo mismo.

Parte de la ilusión trata de que el mundo cabe en nuestro sistema de clasificaciones, y no de que nuestro mundo es producto de nuestro sistema de clasificaciones, en el que existe «un sentido común» y no únicamente fantasmas/fantasías confrontadas con las de los otros, por lo que la ilusión de un «sentido común» se va forjando. Como botón de muestra podemos ver que para algunos la magia existe, mientras que para otros no, por ejemplo, para las comunidades religiosas los seres que habitan el panteón existen como una persona, confían en que si oran con devoción a esos seres espirituales, se podrá cumplir aquello que piden, pensando que es posible la acción de un milagro y podrán sanar aquello con auténtica fe, pese a que los médicos lo hayan desahuciado. Cada cultura proporcionará estereotipos, prototipos, arquetipos, que ayudarán a normar y modelar los ideales a partir de encontrar esos moldes imaginarios: el don Juan, la cortesana, el triunfador, el santo, el villano, el héroe, la heroína, etc. Son éstos prototipos de fantasías universales que se emplearán como patrones por cada persona, inscribiendo su singularidad su estilo.

Agregaríamos con Freud, la cita que hace de Macbeth de William Shakespeare, del fantasma: no necesariamente sexual, no propiamente sádico, no implícitamente masoquista, pero sí se trata del material, las instrucciones y los artefactos que se requiere para que se constituyan propiamente: el masoquismo, el sadismo y la sexualidad. Esas posiciones: activa o pasiva, sádico o masoquista, femenina o masculina que tiñen otras formas de relación y de poder.

Siguiendo el camino freudiano la constitución psíquica comienza con la desnaturalización del instinto, de la necesidad para que aparezca la pulsión y el deseo, que cristalizan en la perversidad polimorfa la sexualidad polimorfa anidada en la constitución del fantasma/fantasía, que permanecerá a lo largo de la existencia de ese Sujeto. Como advierte María Montessori: el niño no tiene una clara distinción entre realidad y fantasía, eso es algo que se irá depurando en su historización, al confrontar su fantasma/fantasía con las de los otros, por lo mismo no se trata de un proceso en el que el niño se desprende de sus fantasías para entrar en un mundo objetivo, sino que simplemente ajustará sus propias fantasías a las de los demás, dándole una ilusión de acuerdo de comunidad. Por lo que se fortalecerá el Yo como un síntoma que le impida aproximarse y advertir su aislamiento, siendo que «en el mundo en conclusión todos fantasean lo que son aunque ninguno lo entienda».

Sábato en su novela El túnel, presenta la idea de que todos vivimos cavando nuestros túneles y que, en algunos casos, esos túneles coinciden en su trayecto con los túneles cavados por otras personas, haciéndonos sentir que existen coincidencias para no advertir nuestra soledad y aislamiento en el túnel. Nuestras fantasías también nos dan la ilusión de libertad.

Esa ambigüedad de la que todo parte, y constituye nuestro sentido de realidad psíquica, podrá ser la condición esencial del sadomasoquismo que será el soporte de la posición subjetiva que el Sujeto recorrerá en ese espectro sadomasoquista situándose en distintos lugares, lo que tendrá efectos en su posicionamiento dentro de una lógica que se vincula con las circunstancias, por poner un ejemplo.

Cada sujeto determinado por su Fantasma y sumergido en sus fantasías intenta construir consensos que lo permitirán ordenar y clasificar sus relaciones con el mundo, sin embargo, es claro que aún en los consensos existen matices singulares que no se advierten fácilmente y que muestran que «cada cabeza es un mundo», en el que nos engañamos al suponer que todos entendemos las cosas de la misma manera, que la comunicación es posible y que el emisor trasmite su mensaje y el receptor lo recibe sin alterarlo, ni interpretarlo, siendo eso una ingenuidad increíble, sin embargo, esa es una de las encomiendas de la fantasía, ocultar el engaño y  el aislamiento, suponiendo que existe un orden en el mundo, el de los acuerdos con otras personas y con nosotros mismos. Es por ello que nos ponemos furiosos con las personas que nos muestran las fracturas y fisuras de nuestras fantasías, no los soportamos y buscamos huir de ellos como si se tratara de aves de mal agüero, queremos a aquellos que nos espejean cosas hermosas de nosotros mismos, que nos hacen suponer que estamos en lo correcto, que existen la comunicación y los acuerdos.

En el transcurso del proceso analítico se pueden develar las operaciones de la lógica subsumidas en el Fantasma, a partir de trayecto, travesía, despliegue pero es imposible pensar en un atravesamiento. No se pude estar fuera del mundo, se pueden develar algunas fantasías o sueños diurnos, como decíamos, incluso podemos suponer atravesarlos.

 

En resumen, la fórmula del fantasma da cuenta de un conjunto de relaciones, operaciones, posiciones y agentes. No es posible mover un agente de manera autónoma, cada movimiento tiene un efecto multiplicador e implicante sobre los otros agentes y operaciones. Lo que subraya el punzón es la imposibilidad del vínculo entre Sujeto y el objeto a. No existe La relación, sino la intermediación de la subjetividad, por lo que no se puede plantear un atravesamiento que permita al Sujeto «ir» más allá de su fantasma, en cualquier caso, lo que se produciría sería necesariamente una desubjetivación. Más allá de la fantasma está el encuentro imposible con la Cosa (Das Ding). El objeto a constituye la posibilidad de la subjetividad, si el Sujeto logrará colocarse del otro lado de la operación (en una lógica lineal) desaparecería el Sujeto de la falta, las fantasías son producto de ese fantasma sobre los modelos que establecen esos parámetros universales: ser el Don Juan, ser el amo, el esclavo, el santo, el héroe, el villano etc. Por lo que tenemos que distinguir tres planos en la operación de las fantasías: el primero es el fantasma, el segundo es el de esas fantasías que constituyen modelos universales y por último las fantasías de cada persona, y que tienen importantes contenidos que son conscientes.

Lo posible es hacer visibles las reglas, las relaciones y operaciones que constituyen la lógica que se condensa y crea el (vel, poinçon) punzón . El da cuenta de: una doble relación: determinación, inclusión, exclusión, implicación, unión, intersección, mayor, menor, si y solo si, etc. Operaciones lógicas que se encuentran intermediando las posiciones ocupadas por los agentes, Sujeto y el objeto a como se representa con $ɑ en fórmula del fantasma/fantasía, o bien, de la demanda, en el que los lugares están ocupados por el Sujeto y la demanda (el grito) $D.

Por ello la propuesta que puede ofrecer el psicoanálisis es la de crear una opacidad en el fantasma, para hacerlo visible, ya que no se ve por su condición de subsunción a nuestra forma de entender e interactuar con el mundo y con ello entender las posiciones topológicas ocupadas por los agentes, así como comprender las reglas y las operaciones que lo constituyen. No se puede pasar de un lado a otro, no se puede atravesar el fantasma/fantasía original. Se puede desplegar el fantasma/fantasía y permitir una travesía por él. Pensar el atravesamiento nos hace regresar a los principios geométricos; en topología cada agente interactúa con los demás y no son independientes, el sujeto no pude interrumpir las operaciones que constituyen el punzón, para colocarse frente al objeto de deseo, $ɑ, pegoteado con el objeto a, con fundido, fundido con el objeto a.

En este sentido, regresando a lo posible y lo imposible, de lo que se trata es de advertir las reglas del sujetamiento.

Podemos ver uno de los planos de la operación de la fantasma/fantasía con Hegel, donde se muestra que la fantasía de someter es del amo, pero ésta no será posible si no es legitimada por el siervo, donde la posibilidad del amo depende de que el siervo acepte su sometimiento, siendo frágil la posición estructural del amo. Por ello crean un complejo sistema de encubrimientos para qué está fantasía no pueda ser observada, para perpetuar la ilusión de que las cosas son de esa manera y el mundo funciona bajo esos principios inmutables. Esos sistemas de encubrimiento (fantasías e ideales) condensados en el fantasma/fantasía hacen que el mundo y sus reglas parezcan claros para nosotros, suponiendo que así son las cosas y no pueden cambiar. La fobia permite hacer visible ese circuito de relaciones con el objeto a que pasaría desapercibido si no causara esas molestias estruendosas. Por eso el fantasma/fantasía tiene un efecto envolvente sobre el Sujeto.

Los sistemas de encubrimiento, así como los ideales que constituyen la fantasía a partir del fantasma, puede aparecer en formatos que se repiten como: la fantasía original, la de castración, de seducción, de la sexualidad de los padres, retornó al seno materno, entre otras; que derivan de las formas de relación con el objeto. Esas fantasías son como patrones sobre los que elabora a las fantasías conscientes de cada persona, que ocupan una parte importante del día, que se despliegan desde la perspectiva imaginaria en roles como: el obediente, el amo, el esclavo, la cortesana, la víctima, el Don Juan, el joven eterno, etc. Se trata de fantasías que crean personajes y tramas que se actúan de manera inconsciente, sin la claridad de los mecanismos que empujan a los personajes, siendo más capas superpuestas al fantasma estructural.

El fantasma original como las fantasías, fantasmagorías y sueños diurnos derivados del mismo deben ser diferenciados, del Fantasma original que es inferido a partir de desplegar las operaciones lógicas que determinan el vínculo entre Sujeto y objeto a. Así mismo deberán ser diferenciadas de aquellas que pueden intentar ser construidas, como lo propone Freud en su texto de 1939 Construcciones en análisis, las cuales buscan operar en la misma matriz del Fantasma, tratando de crear un armazón que permita ejecutar y desplegar las operaciones lógicas.

Bibliografía

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