Trazas y trazos del cuerpo

Guadalupe Rocha Guzmán Abstract Actualmente, bajo el régimen neoliberal que predomina mundialmente, la tendencia imperante es la mercantilización de todo, incluido el cuerpo que va quedando como un objeto más para consumir. Esto ha motivado la difusión de una serie de modelos que apuntan a una exacerbación de la libido yóica dando lugar a prácticas…


Guadalupe Rocha Guzmán

Abstract

Actualmente, bajo el régimen neoliberal que predomina mundialmente, la tendencia imperante es la mercantilización de todo, incluido el cuerpo que va quedando como un objeto más para consumir. Esto ha motivado la difusión de una serie de modelos que apuntan a una exacerbación de la libido yóica dando lugar a prácticas en donde la manipulación y diseño de la imagen a través cirugías y modificaciones corporales extremas abren interrogantes y suscitan hipótesis acerca de ¿Cómo es que se vive el cuerpo hoy y qué tiene que decir el psicoanálisis al respecto?

Palabras clave: Cuerpo, modificaciones extremas, neoliberalismo, mercantilización.

Abstract.

Currently, under the neoliberal regime that dominates the world, the prevailing trend is the commodification of everything, including the body, which has become just another object to ‘consume’. This has resulted in the emergence of a number of models which point towards an exacerbation of the self-libido. This self-libido gives rise to practices based on the manipulation and re-design of personal image through surgery. Extreme body modification opens up questions and prompts hypotheses in relation to the question: ‘How do we live the body today and what does psychoanalysis have to say about it?’

Key words: body, extreme modifications, neoliberalism, commodification.

Abstract

Actuellement, sous le régime néolibéral qui prédomine dans le monde, la tendance principale est la commercialisation de tout, y compris le corps qui n’est plus qu’un objet à consommer. Ceci a donné lieu à la diffusion d’une série de modèles qui visent à une exacerbation de sa propre libido avec des pratiques où la manipulation et la représentation de l’image, à travers des chirurgies et des modifications extrêmes  du corps, nous interrogent et lèvent des hypothèses au sujet de : comment est-ce que l’on vit le corps aujourd’hui et qu’est-ce que la psychanalyse a à dire à ce sujet?

Des mots clé: Le corps, des modifications extrêmes, du neolibéralisme, de la marchandisation.

A lo largo de la historia, el cuerpo ha tenido distintos matices y significaciones, si bien cada época y cada cultura proporcionan su propia óptica para mostrarlo, o velarlo. Actualmente, bajo el régimen neoliberal que predomina mundialmente, la tendencia imperante es la mercantilización de todo, incluido el cuerpo, el cuál aparece aparece como un territorio en riesgo continuo de ser conquistado por un enemigo palpable a través de la publicidad, la moda, las redes sociales, inoculando la obsesión de juventud, de elegancia, de pureza, etc., de tal forma que el hábitat del Yo se va reduciendo a ser un objeto más para consumir (comprar, vender, consumir – aniquilar) “El sujeto se somete así al vértigo de una destrucción –el consumo– que lo confirma en la potencia y en la figura de sí como objetivación de la promesa de su propia satisfacción”. (Mier, 2006:27)

            A través de los mass media se difunden una serie de modelos que dan cabida a una nueva comprensión del control del si mismo en donde la manipulación y diseño de la imagen promovidos, aparecen como un imperativo al que los sujetos parecen someterse cada vez más, y cada vez más temprano alentando la exigencia de un sentido de identidad derivado de la exacerbación de la libido yóica. Imperativo tan tiránico para algunos sujetos, que ilustra lo que Lacan denomina la glotonería obscena y feroz del Superyó, esa instancia que no solo impone la renuncia a la satisfacción, sino que exige el goce: “no es suficiente”, “sacrifícate”. Ya forma parte de lo cotidiano saber acerca de los sacrificios que se imponen hombres y mujeres en aras de lograr una imagen de supuesta perfección –por lo que nunca terminan–, sin que duden en someterse a cirugías mayores que claramente contienen tintes mortíferos y que en no pocas ocasiones se pagan con la muerte en el quirófano. Por otro lado, el cuerpo aparece también en el proscenio alterado con otro tipo de cirugías: tatuajes, pearcings, marcas producidas con objetos cortantes o quemantes (branding), implantes subcutáneos que se injerta para simular cuernos, lóbulos distendidos y lenguas bífidas que trastocan el cuerpo hasta la mutilación. Estos y otros ejemplos suscitan interrogantes acerca de cómo poder pensar esos cambios en el cuerpo propiciados voluntariamente, pensar en sus efectos y sentidos, en cómo se conjugan y anudan lo singular y lo colectivo en la vida psíquica y colisionan en el cuerpo. ¿Cómo es que se vive el cuerpo hoy?, ¿Qué tiene el psicoanálisis que decir al respecto?

            En principio, que cuando el ser humano nace no posee un cuerpo pues no hay un Yo para poseerlo, en todo caso ese organismo aún le pertenece al agente materno que es precisamente quién lo elevará a la dignidad de cuerpo, sujeto e imagen. El infans, nos dice Freud, nace prematuro ya que es incapaz de realizar por sí mismo la “acción específica” para satisfacer sus necesidades, y nombra como vivencia de desamparo (hilflosigkeit) a esta posición de indefensión del lactante proveniente de la restricción corporal y la impotencia constitutiva del ser humano. El otro es el primer objeto de satisfacción y también el primer objeto hostil, el primer objeto íntimo y también extraño, así como el único poder auxiliador. Al asistirlo lo libera del sufrimiento que provoca el desvalimiento e instala las condiciones para acoger la radical extrañeza del otro (lo Otro) en la esfera y definición de la propia intimidad. Sin embargo, la vivencia de desamparo y desvalimiento acompañará siempre como telón de fondo al ser humano, así como también la añoranza de amparo De este modo se creará un tesoro de representaciones, engendrado por la necesidad de volver soportable el desvalimiento humano, edificado sobre el material de recuerdos referidos al desvalimiento de cada cual, y de la del género humano. (Freud, 1927:18)

            En los primeros encuentros con su bebé la madre le ofrece el objeto que satisface la necesidad y el infans experimenta una vivencia de placer al recibir el pecho. Experiencia que deja en el psiquismo del ser humano una traza, una huella mnémica imperecedera, y define un momento inaugural que marca la pérdida del objeto así como el impulso a su recuperación.  En este sentido, todos los objetos del deseo humano vendrían a velar un vacío fundamental, una pérdida originaria del objeto que supuestamente proporcionaría una satisfacción plena, y esto a su vez, está correlacionado con la idea de Lacan de que lo que está investido en el psiquismo son huellas, trazas significantes de una experiencia de goce. Lo esencial en la lectura que Lacan hace de esta construcción freudiana es que desde que hay significante no puede decirse que no haya goce, pero sí que este goce nunca será pleno.[i]

            Hablar de cuerpo es hablar de inscripción, de marcas que lo trazan erógenamente siguiendo pautas de la historia singular y cultural de cada sujeto, de placer y displacer. El cuerpo está hecho de rasgos que lo dibujan, que lo velan y desvelan para el Yo, a nivel no solo de la imagen sino aun más de las emociones. Desde el inicio de la vida, el ser humano estará inmerso en el terreno del placer-displacer habitando un cuerpo que está ligado a las zonas erógenas en lo somático, en donde la lógica de lo pulsional se soporta en un espacio de trabazón con el organismo. Será entonces este cuerpo erógeno apuntalado en el organismo lo que permitirá el establecimiento de fronteras y posteriormente la constitución de la imagen. Escribe Freud: “Es un supuesto necesario que no esté presente desde el comienzo en el individuo una unidad comparable al yo; el yo tiene que ser desarrollado. Ahora bien, las pulsiones autoeróticas son iniciales, primordiales; por tanto, algo tiene que agregarse al autoerotimso, una nueva acción psíquica, para que el narcisismo se constituya”  (Freud, 1915:74) Se trata de esa etapa entre el auto-erotismo y la elección de objeto a la que Freud dedica parte de su texto en “Introducción del Narcisismo” y que Lacan va a retomar para plantear sus premisas sobre el Estadio del Espejo en relación a la apropiación de la imagen, misma que explica, va a operar como articulación del cuerpo con el organismo dando la ilusión de relación. Imagen del cuerpo y cuerpo pulsionalquedarán así unidos y separados por una irreductible ambigüedad ya que los dos anclajes del Yo, que son el cuerpo y su imagen contienen el germen del deseo y la sexualidad implantada por el otro, así como lo inaprensible del dolor.

            En este orden de ideas, conviene tener en cuenta las aportaciones de Piera Aulagnier en las que propone que previo al nacimiento del Yo, el sufrimiento o el placer serán vividos bajo la lógica del auto-engendramiento (postulado propio del registro originario según la autora), pero una vez que el Yo aparezca en escena estará obligado a declarar al cuerpo como propio, y se verá conminado a renegar acerca de la presencia de lo “Otro” conformando su núcleo así como de la autonomía del cuerpo en relación a sus deseos (Aulagnier, 2007) El cuerpo para el Yo, será su hábitat, su propiedad, pero solo porque le fue con-cedido por ese otro que renunció a su usufructo, abriéndole las puertas para acceder al autoerotismo, para entrar por la puerta grande del narcisismo y le devolvió esa mirada que lo sujetó a la imagen. De esta forma, el cuerpo para el Yo será su posesión y fuente de placer, pero también podrá ser origen de sufrimiento y fuente de dolor, poniendo en evidencia su autonomía y la antinomia entre el cuerpo libidinal-pensado y el cuerpo-organismo. Autonomía que el yo se ve impulsado a renegar y que paradójicamente, será precisamente en el dolor donde obtiene un recurso para realizar esta re-negación, ya que al ser provocado voluntariamente genera el restablecimiento de fronteras y la ilusión de pertenencia. Esto da cuenta de cómo el Yo se encuentra en una relación paradójica con su cuerpo, pues, así como revela “su autonomía” en la dolencia física, ésta misma puede hacer cuerpo para el Yo, y en ocasiones, es la única forma que encuentra para detener la hemorragia libidinal que puede provocar el sufrimiento del alma. Como si hacer-Se una herida en la piel operara como una herida que tapa otra. Es la idea que desarrolla Freud en su texto de “Introducción del Narcisismo” cuando toca el tema del dolor, al describir cómo en dicha situación, el sujeto retira su libido del mundo y se recoge en él, de tal forma que la libido de objeto se transforma en libido del yo. Este proceso o mecanismo privilegiadamente narcisista lo aborda asimismo en su texto de Duelo y Melancolía, donde describe que, a diferencia del duelo, lo que ocurre en la melancolía frente a la pérdida o desaparición del objeto investido es el repliegue sobre el Yo de la energía liberada. (Freud, 1915) El sujeto retira su carga de energía del mundo y con ello, la libido “re–torna” de los signos de presencia a las huellas de ausencia marcadas en el cuerpo invistiéndolas plenamente. “La sombra del objeto cae sobre el Yo” escribe Freud, y más adelante explica que se trata de una energía que retorna a investir la presencia de una ausencia muy primaria que dejó sus huellas en el inconsciente y que se hace presente en el propio yo, develando la condición mortífera del narcisismo como mecanismo de agresión y destrucción. Se trata de un narcisismo que Freud considera secundario, surgido del fracaso del vínculo, y que Raymundo Mier articula con el narcisismo que impera en la época actual. “Así, la modernidad apuntala todo aquello que resguarda mi identidad especular, imaginada como eje ilusorio, inscrita en la experiencia como centro que disipa la amenaza, que invoca la identidad cerrada sobre sí misma, incapaz de vincularse con cualquier condición que ofrezca la fuerza y el reclamo ético” (Mier, 2006:29),con lo cual se dibuja una tentativa de identidad a partir de la aprehensión inmediata de la propia imagen avalada por imperativos como “conócete a ti mismo”, ”gobiérnate a ti mismo”, “eres tu cuerpo”, etc., que van debilitando, carcomiendo el sentido de solidaridad y exacerbando el sentimiento de soledad bajo un régimen que alienta la búsqueda de satisfacción de sí, y para sí, provocando un movimiento incesante sobre una búsqueda de sí mismo alentada por el espejo de las mercancías en una incesante oferta de novedad y satisfacción. En este sentido, los objetos del mercado y todos los artículos convertidos en supuestas necesidades pero que en realidad sirven para convencer de que la “felicidad” es un estado posible, tienen el valor de lo que Lacan llama objeto “plus de goce”. Sin profundizar en este punto es fundamental señalar, sin embargo, que la noción de objeto “plus de goce” supone la idea de un objeto que viene a aportar un goce sustitutivo en el lugar del goce que no hay. “El objeto plus de goce viene al lugar del goce perdido, pérdida de goce que es la causa de un deseo por estructura imposible de ser satisfecho y cuya falta constitutiva ninguno de los múltiples objetos que puedan proponerse como sustitutos podrá colmar”. (Castrillo, 2013 :229). Desde esta perspectiva, la lógica de la sociedad de consumo lleva hasta la exacerbación el intento por suturar con los “objetos plus de goce” la pérdida de goce que es el efecto introducido por el lenguaje en el cuerpo ofreciendo la eliminación radical de la otredad que habita al sujeto, atiborrándolo de objetos convertidos en “necesarios, e indispensables” y exacerbando los mecanismos que permiten la ilusión de omnipotencia del Yo, un Yo que en este mismo proceso va perdiendo la noción de auxilio, para el que va quedando borrosa la huella del amparo y va quedando sumido en la amenaza permanente de impotencia y desvalimiento. Frente a este panorama lo que va quedando en relación con la propia identidad son al parecer recursos extraordinarios.

            Recuperando los postulados de Zygmunt Bauman sobre la modernidad líquida, se puede considerar que se ha puesto en marcha un reciclado continuo de la identidad a través de la modificación corporal. Si algo del cuerpo disgusta se modifica, se anula, se reemplaza. Es eso lo que aparece tanto en la cirugía estética como en la transformación corporal extrema, ya que a través de esas prácticas el sujeto obtiene una imagen por la cuál no solo pretende ser lo que el espejo le devuelve de su cuerpo, sino que él mismo lo crea y lo re-crea, dando lugar a la ilusión de gestación de identidad y convirtiendo así el dolor en algo necesario además de aparentemente aprehensible. Algunos de los métodos más difundidos para tales fines se reflejan en la multiplicación de intervenciones como las cirugías estéticas, que ponen (senos, glúteos, pómulos, labios) o quitan (arrugas, grasa, protuberancias). O como en el caso de las modificaciones corporales extremas, que en la pretensión de ir más allá de los límites del cuerpo, han generado que la tecnología y los nuevos materiales sintéticos sirvan para realizar alteraciones casi inverosímiles.

            La cirugía estética extrema, o lo extremo de la cirugía en la transformación radical del cuerpo implica heridas, cortes y desgarros infligidos voluntariamente, provocando un dolor necesario para diseñar la imagen fraguada, por lo que vale preguntarse si este tipo de praxis sobre el cuerpo podrían leerse como un recurso de disipación de la vivencia de desamparo a través del recogimiento en el propio cuerpo a través del dolor, como una búsqueda de edificación de la identidad cerrada sobre sí misma, provocando un trastrocamiento del cuerpo que da lugar a la creación de la imagen, bella (mediante la cirugía estética) o grotesca (con modificaciones extremas) bajo la égida del aparente dominio y decisión del Yo. En este sentido, Raelyn Gallina, experimentada y veterana profesional de la modificación corporal destaca la voluntad que tienen los que eligen este tipo de perforación para “encarnar” en sus cuerpos una experiencia extrema, que les conecte con lo más primitivo de su cuerpo, el dolor, y su superación. (Rojo, 2017:114).

            Este intento de dominio sobre el cuerpo aparece como algo propio de la modernidad en tanto que se concatena con la actitud propia de la búsqueda de lo extremo, de poder hacerlo todo y de mostrar el poderío individual como premisa. En otras palabras, se objetiva una voluntad de dominio, que exponiendo intensamente el cuerpo a una gran carga de dolor, robustece la imagen de un Yo que extrema su tolerancia a tal punto que se inflama evocando la “ilusión narcisista” de construcción y gestación del propio cuerpo, por lo que cabe preguntarse si en ese propósito de exhibición que se ostenta a través de la imagen lograda se juega una aspiración al arraigo en lo irrecuperable mismo, si de alguna manera en este hacer trazos (y tajos) se filtra una evocación de aquellos otros que hicieron cuerpo al organismo proporcionando al Yo la posibilidad de apropiárselo. Apropiación –reapropiación – del cuerpo que aparece entonces como una necesidad filtrada en ese re-diseño de un Yo, que como decía Freud, “…deriva en última instancia de sensaciones corporales, principalmente las que parten de la superficie del cuerpo.” (Freud, 1923)

            En el caso de las modificaciones corporales extremas se esgrimen argumentos como el de reforzar los lazos entre cuerpo, mente y alma para vivir la espiritualidad como seres completos, e intentan distinguirse del sistema compartiendo la misma necesidad de reclamo del cuerpo como propio y al mismo tiempo crean lazos de pertenencia con determinadas grupalidades. “El signo primitivo, el tatuaje tribal, la perforación en sitios del cuerpo íntimos o no convencionales, la laceración de la piel o la amputación serán los mecanismos elegidos por estos colectivos para re-apropiarse del cuerpo, reclamarlo con la intención de volver a tener poder sobre él, descoyuntándolo de las normas establecidas por los poderes sociopolíticos y liberarlo de los prejuicios morales.”(Rojo, 2017:331) Creando y anulando la singularidad en un mismo gesto, construyendo identidades con alteraciones y ornamentos irrepetibles mediante la transformación corporal extrema, como si a través del dolor, el sujeto estuviera tratando de legitimar su propia identidad diseñando el cuerpo a voluntad.[ii] Detrás de estas voluntades de traspasar los límites del cuerpo, sin duda hay una crisis de la identidad y de lo que se hace con ella, por lo que es probable descifrar éstos actos perpetrados en el cuerpo, esta manipulación llevada a los extremos, como tentativas de conjurar lo inaprensible, la otredad que les (nos) habita, convirtiendo el cuerpo en señuelo, convocante de la mirada de los otros, incitando gestos de reconocimiento, de asombro, de miedo, desazón, o admiración. Imágenes de sí que re-afirman su existencia, en un simulacro de re-conocimiento de la imagen-señuelo, recreando ese soporte que permite al yo obtener la ilusión de relación, de “completud”, de sentido, pues no se puede olvidar que las marcas en el cuerpo, así como el lenguaje, pueden evocar objetos ausentes, perdidos, añorados.[iii] En éstos empeños de re-apropiación del cuerpo, la estrategia consistiría entonces en marcar nuevas rutas, figuras que al injertar en la piel excitan, remarcando zonas erógenas, creando otras, resaltando y evocando así el mapa erógeno que dejaron aquellos otros que imprimieron para el Yo la posibilidad de apropiación del cuerpo, huellas e inscripciones que quedaron encarnados. Por lo que ya no se trata únicamente de entender lo que esto pueda simbolizar, sino de admitir que puede ir en el sentido de un gesto que parece realizado en una búsqueda simbolizante frente al desconsuelo que provoca la desaparición del vínculo ético primordial. Asimismo, se puede descifrar como un indicio de colisión entre lo social y lo subjetivo, que frente a la exacerbación de la vivencia de desamparo que la época actual ha ido generando, el sujeto se ha visto llevado a implementar recursos extraordinarios para mitigar la incertidumbre, la soledad que le invade, o el miedo, la rabia e impotencia que le carcome, tomando como vehículo una de las vías regias para lograrlo: precisamente el cuerpo. Colisión que lleva a cuestionar los efectos letales que desde el ámbito de la época actual irrumpen en la psique dejando al sujeto cada vez más inerme no solo frente a lo externo y extremo de los estímulos sino, más aún, frente a sus propias pulsiones.

            Es momento de realizar una tarea que denuncie los mecanismos mortíferos del poder del actual régimen neoliberal, de la mercantilización y sus efectos en la subjetividad, de poner a trabajar el psicoanálisis para intentar construir en lo posible un régimen de reflexión no amparado en la salvaguarda narcisista que puede proporcionar el consultorio, sino en la exploración incesante de las nuevas realidades que la psique esta obligada a significar, del miedo, la violencia, la crueldad; la sexualidad y la pulsión de muerte exacerbadas. Insistir en la reivindicación del vínculo para así poder ver lo que aún es posible hacer.

Bibliografía:

  • Baudrillard, Jean. (1978). Cultura y Simulacro. Barcelona, Kairós.
  • Bauman, Zygmunt. (2000). Modernidad Líquida. México: Fondo de Cultura Económica.
  • Castoriadis Aulagnier P. (2007) La violencia de la interpretación. Del pictograma al enunciado. Amorrortu
  • Castrillo, Dolores. (2013). El estatuto del cuerpo en psicoanálisis. Del organismo viviente al cuerpo gozante. U. N. E. D.
  • Freud Sigmund (1915) Introducción del Narcisismo. Amorrortu.
  • Freud Sigmund (1915) Duelo y Melancolía. Amorrortu.
  • Freud Sigmund (1923). El Yo y el Ello. Amorrortu.
  • Freud, Sigmund (1927). El Porvenir de una Ilusión. Amorrortu. Lacan J. (1971). Escritos I.  El estadio del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica. S.XXI
  • Lacan J. (1981) Libro 1 Los escritos técnicos de Freud. Paidos.
  • Lacan J. (1987). Libro 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Paidos.
  • Mier Raymundo, (2006). Estética y Melancolía: narcisismo y eclipse de la tragedia en la modernidad. Revista TRAMAS 26,  UAM-X, México.

Rojo Ojados Ana B. (2017) Modificaciones corporales extremas Una aproximación sociológica al fenómeno de las Modificaciones corporales extremas Editorial: ACCI (Asoc. Cultural y Científica Iberoameric.). http://www.educal.com.mx/0300-ciencias-sociales/9788416549429-modificaciones-corporales-extremas-una-aproximacion-sociologica-al-fenomeno-de-las-modificaciones-corporales-extremas.html


[i] Si bien sobre pasa las posibilidades de desarrollar aquí el tema, resulta indispensable por lo menos mencionar que la transformación del organismo en cuerpo gozante es efecto del lenguaje.

[ii] Para gran parte de los individuos que deciden llevar a cabo la perforación de los genitales hay una voluntad de llevar el cuerpo a una situación límite, con tal de visibilizarlo y experimentar la sensación de sentirse vivo a través del dolor extremo.

[iii] Cabe apuntar que dichos actos suponen quizá un intento de restaurar el deseo, pero un intento fallido de tal manera que lo que le retorna al sujeto es una satisfacción que mortifica su cuerpo.