Un caso de homosexualidad y narcisismo presentado en la Sociedad Psicoanalítica de Viena anterior a “Introducción del narcisismo” de Freud.
Miguel Gasteasoro
Al inicio del texto, Introducción del narcisismo[1], Freud definió brevemente este fenómeno, acuñado por P. Näcke en el siglo XIX, como: “…aquella conducta por la cual un individuo da a su cuerpo propio un trato parecido al que daría al cuerpo de un objeto sexual; vale decir, lo mira con complacencia sexual, lo acaricia, lo mima, hasta que gracias a estos manejos alcanza la satisfacción plena.”[2]
Inmediatamente después, Freud señaló un nuevo momento de la investigación sobre el narcisismo, aunque ya al interior del grupo psicoanalítico reunido en torno a él, en la primera década del siglo XX. En este momento Freud destacó las investigaciones de un miembro de la Sociedad Psicoanalítica de Viena: “Resultó después evidente a la observación psicoanalítica que rasgos aislados de esa conducta aparecen en muchas personas aquejadas por otras perturbaciones; así ocurre, según Sadger, entre los homosexuales.”[3]
En último lugar, y anterior a esta publicación, Freud hace otra mención, también muy específica, a otro miembro: es Otto Rank: “Por fin, surgió la conjetura de que una colocación de la libido definible como narcisismo podía entrar en cuenta en un radio más vasto y reclamar su sitio dentro del desarrollo sexual regular del hombre.”[4]
A este pasaje Freud añade una nota que refiere a una publicación de Otto Rank de hace algunos años antes, en 1911, que llevaba por título, Ein Beitrag zur Narzissmus.[5] El contenido de esta publicación es la presentación del historial clínico de los sueños de una analizante en el que ella, habiendo enviado de regalo un gran retrato suyo a un amigo, se enamora de su imagen en el retrato de un otro.[6] Otto Rank, siendo un frecuente lector de literatura y mitología, recuerda el relato de Oscar Wilde, El retrato de Dorian Gray[7], y lo compara con el caso de su analizante.
De esta manera Freud, al hacer un repaso histórico de este fenómeno, nos esboza tres momentos, y que anteceden a sus posteriores ensayos sobre Leonado Da Vinci[8] e Introducción del narcisismo. El primer momento es el de la fundación del fenómeno por Näcke, considerado como una conducta perversa en el sentido psiquiátrico del siglo XIX. El segundo es el hallazgo por parte de Sadger de ciertos rasgos narcisistas en la homosexualidad. Y finalmente, en tercer lugar, la observación de una porción de la libido es narcisista, y regular durante el desarrollo.
Estos tres momentos comentados por Freud, al inicio de su texto, son unos breves puntos en la larga línea de la elaboración de este concepto, antes de la publicación del texto de Freud. Ahora sabemos por su texto, por ejemplo, que otros psicoanalistas publicaron sus hallazgos antes que él, y, todavía más, J. Strachey nos dice que “Freud había estado usando el término “narcisismo” mucho antes de 1914. Nos informa Ernest Jones que en una reunión de la Sociedad Psicoanalítica de Viena, el 10 de noviembre de 1909, Freud declaró que el narcisismo era un estadio intermedio entre el autoerotismo y el amor de objeto.”[9]
El comentario de Freud sobre el narcisismo en las minutas.
No es una casualidad que la referencia histórica al narcisismo durante una reunión de la Sociedad Psicoanalítica de Viena que consignó James Strachey en la Nota introductoria[10] al texto de Freud en las obras completas, la tomó de la biografía de Freud escrita por Ernest Jones, sea aquella en la que, precisamente, Sadger hizo una presentación de un caso de su práctica psicoanalítica.
¿Quién fue Sadger y cuáles fueron sus investigaciones a las que alude Freud en su texto de 1914?
Isidor Isaak Sadger[11] nació en Nowy Sącz, al sur de Polonia, el 29 de octubre de 1867, y murió en el gueto y campo de concentración de Theresienstandt, en Terezín, República Checa, el 21 de diciembre de 1942. Obtuvo su doctorado en medicina en 1891, y a partir de 1893 desempeñó su práctica en la misma ciudad. Fue conferencista de la clínica ambulatoria de Viena, fundada por Freud[12], y del Instituto de Entrenamiento de la Sociedad Psicoanalítica de Viena. Dedicó sus intereses de investigación al estudio de la homosexualidad y las perversiones.
La fecha que Ernest Jones comenta en la biografía de Freud, 10 de noviembre de 1909, es una reunión de la Sociedad Psicoanalítica de Viena. En ella y la reunión anterior, 3 de noviembre de 1909, Isidor Sadger presentó ante los demás miembros de la Sociedad un caso, durante ambas reuniones, que fue titulado en las Minutas de la Sociedad Psicoanalítica de Viena, “Un caso de perversión multiforme. Primera parte” y “Segunda parte”, respectivamente.[13]
El comentario de Freud sobre el narcisismo que consigna James Strachey en la Nota introductoria al texto de Freud, a través de Ernest Jones, es, a su vez, la transcripción de Otto Rank que hacía las veces de secretario durante las reuniones. En la Minuta del 10 de noviembre de 1909, Otto Rank transcribió de esta manera el comentario de Freud, mucho más extenso que el indicado por J. Strachey: “El comentario de Sadger vinculándose al narcisismo parece nuevo y válido. El narcisismo no es un fenómeno aislado, sino un estadio del desarrollo necesario en el pasaje del autoerotismo y el amor de objeto. Estar enamorado de uno mismo (de sus propios órganos genitales) es un estadio indispensable del desarrollo. Desde ahí, se pasa a unos objetos semejantes. En general el hombre tiene dos objetos sexuales primarios, y, posteriormente en su vida, depende de aquel al que permaneció fijado. Para cada quien, estos dos objetos sexuales son la mujer (la madre, la niñera, etc.,) y el si- mismo; es importante separarse de los dos y no detenerse demasiado tiempo en torno a ellos. Habitualmente, la propia persona es remplazada por el padre, quien no tarda, sin embargo, en ocupar una posición hostil. Es en esta situación que bifurca la homosexualidad. El individuo no se libera tan pronto de él mismo, como el caso en cuestión lo demuestra tan bellamente.”[14]
¿Cuál es el caso en cuestión al que alude Freud, presentado por Isidor Sadger, que lo llevó a comentar el narcisismo?
La presentación de un caso.
El caso presentado por Isidor Sadger se dividió en dos partes, durante las reuniones del 3 y 10 de noviembre de 1909. Hasta ahora no se ha identificado el nombre de este analizante, pues las minutas no indican biografía alguna sobre este caso. En la última parte del ensayo propongo una hipótesis de su identidad.
Se trata de un joven de treinta y dos años que fue enviado a Viena por su familia, a través del médico de la familia, que hizo contacto con Sadger. El motivo inicial de consulta fue que este hombre tenía una tendencia a enamorarse de jóvenes de nivel socioeconómico bajo. Uno de ellos, por ejemplo, el más reciente, era mesero. ¿Por qué sería una dificultad familiar el interés de este hombre por los jóvenes, al punto de enviarlo a Viena? Pues bien, al parecer, este hombre formaba parte de la nobleza, y portaba el título nobiliario de Barón. En las minutas no se identifica quién es este analizante. Sadger contempla, sin embargo, que, si bien el médico familiar en su carta introductoria acentúa los ataques de epilepsia y aspectos degenerativos del Barón y menos la tendencia homosexual, para él el cuadro clínico estaba dominado por la “vita sexualis”; “por ejemplo, ciertas formas de autoerotismo, el onanismo, el narcisismo[15], una modalidad de auto-coito, erotismo anal exacerbado, exhibicionismo, unas tendencias voyeristas, manía por las estatuas, unos deseos sadomasoquistas, etc.”[16]
En cuanto al joven mesero del café que impulsó definitivamente a la familia a enviarlo a tratamiento, Sadger declaró: “A propósito de su apasionamiento temporal por él… el paciente declara que sólo quería estar cerca de él, y tener un ligero contacto corporal; eso ya era para él un placer sexual. “En efecto, en mi, las sensaciones pasan por los ojos.” Más tarde, admite que uno de sus placeres más grandes consiste en tomar con sus manos los testículos de su pareja. Le atraen dos tipos de hombres: 1) jóvenes de 17 y 18 años con ojos vivos y apariencia femenina. Sin embargo, éstos no deben ser homosexuales porque, dice él, todo lo que es contrario a la naturaleza le repugna. 2) también le atraen hombres, aunque un poco menos, entre 25 y 30 años, que posean una naturaleza sexual vigorosa y una marcada tendencia por el sexo femenino, un rasgo que él reconoce en sus miradas.”[17]
Una historia de intereses homosexuales habían existido antes de esta atracción por el joven del café: al principio, por su padre, y un tío de él, arqueólogo, hermano de su padre. A sus dieciocho años se le hizo evidente su homosexualidad, cuando vivió una experiencia amorosa con un cadete de diecisiete años. “En todos sus amores homosexuales, el hecho de observar y de admirar al hombre, es decir, la sensación de amor por los ojos, desempeña el papel principal; en otras ocasiones, un deseo de recostarse desnudo a un lado de ellos (como el cadete), una aversión por las relaciones sexuales y, en fin, la tendencia pasiva a hacerse querer y acariciar.”[18]
El joven Barón tuvo un gran aprecio por su tío, el hermano de su padre, quien era arqueólogo y ejerció un papel determinante para decidir estudiar a su vez la misma profesión. Esto sucedió cuando contaba con quince o dieciséis años. Este tío, a quien amaba profundamente, lo sentía como desempeñando el papel de una “madre.”[19] Su padre, habitualmente, sufría de ataques melancólicos; y su madre, por su lado, se mostraba muy orgullosa de su origen aristocrático. Hacia una de sus hermanas, desde niño, tuvo fantasías incestuosas. Incluso, en alguna ocasión, llegó a proponerle tener relaciones sexuales, y hacer avances hacia ella, algo que su hermana rechazó terminantemente.
El interés del joven Barón por los varones, entonces, no era exclusivo. En el momento del tratamiento con Sadger, simultáneamente, mantenía relaciones con una vieja prostituta “desde hace dos años… en un vínculo tan íntimo que sólo faltaba la ceremonia religiosa para hacer de ello una matrimonio.” Desde joven, cuando venían a él periodos de melancolía, solía visitar prostitutas para consolarse. Le atraían las jóvenes entre las edades de 16 y 18 años; sobretodo si tenían ojos azules. Iba a visitarlas, aún sin tener deseos sexuales, sólo para dormir junto a ellas. Fue hasta sus 30 años cuando tuvo una relacional sexual con una prostituta, muy joven, que le recordaba a su madre. “Como homosexual se identificaba a su madre, como mujer que procura satisfacer a su amante.”[20] Su ex-esposa le agradó mucho desde que la vio por primera vez. Más tarde, sin embargo, se vieron obligados a terminar, “puesto que él tuvo relaciones sexuales con una colega de ella. Él no quería sólo tener a su mujer, sino solamente con un tercero, un amigo.”[21]
El gusto por las estatuas, Sadger lo vincula al periodo infantil en que comenzó a masturbarse. Un día, mientras se masturbaba, “no podía recordar, precisamente, si su madre estaba espiándolo.”[22] Sadger, durante la segunda reunión de la presentación de este joven Barón, destacó un fenómeno singular: “El interés del paciente por los testículos, que lo cautivan más que el pene, es significativo. Quiere acariciar los testículos del mesero del café, por delante y por detrás.”[23] Igualmente, todavía un niño, mientras orinaba a un lado de su padre, comparaba su pene con el de él. Tiempo después “desarrolló una disuria psíquica.”[24]
El tratamiento de este analizante con Sadger tuvo una duración de cinco meses. No se alude a algún motivo particular para el desenlace del tratamiento. Sadger ubica, en sus comentarios finales al caso, un hecho interesante: “El paciente no recuerda haber tenido ideas directas de coito con su madre. Una vez concluido el tratamiento, escribió que estaba entonces muy sorprendido de tener sueños diurnos en relación a este tema. Los ojos de su hermana, que era el objeto de sus ideas incestuosas, jugaban un papel en el tipo de hombres que amaba.”[25]
En torno al narcisismo, Sadger ubicó la importancia de ciertos rasgos en la elección del objeto amoroso: “Un gran papel juega el autoerotismo bajo la forma del narcisismo. En los tipos de persona que ama el individuo [el joven Barón], se pueden reconocer, además de los rasgos de personas amadas homosexualmente o heterosexualmente, unos rasgos que le pertenecen a él.”[26]
Una hipótesis historiográfica.
¿Quién es el joven Barón que se analizó con I. Sadger? A lo largo de la presentación, Otto Rank transcribió muchos detalles que se mencionan de este hombre. No sólo sabemos que es un Barón, sino además se indica en qué país radica, antes de llegar a Viena: Suecia.[27] También que su tío fue decisivo en su elección de carrera, la arqueología.[28] Sobretodo -y este dato es el más significativo para discernir la identidad de este hombre- es la edad que Sadger comenta que este hombre tiene al relatarlo. Si acaso ésta no está desfigurada, y es actual con la fecha en que Sadger presentó ante la Sociedad Psicoanalítica de Viena, noviembre de 1909, se trataría de un hombre sueco que nació en 1877 aproximadamente, de estudios antropológicos, con un título de Barón y un tío, a su vez, antropólogo como él. ¿Encontraremos a uno o varios candidatos?
Por cierto que sí. Al hacer una revisión aparece un caso posible. Se trata del Barón Nils Erland Herbert Nordeskiöld, quien nació en Estocolmo el día 19 de julio de 1877. Su padre fue el Barón Nils Adolf Erik. Se graduó en estudios de paleontología en 1899, como “fil. Kandidat”,[29] y al poco tiempo después, cuando contaba con veintidós años, hizo un viaje de expedición a la Patagonia. De nueva cuenta viajó a Sudamérica en 1901-1902 para visitar Bolivia y Perú.
Otros datos podemos hallar, por ejemplo, en una breve monografía.[30] Su tío, Nils Gustaf Nordeskiöld, su primo Gustaf, también fueron también antropólogos. Asimismo tenemos noticias de otras expediciones que realizó a Bolivia y a Brasil en 1913-1914, y Panamá y Colombia en 1927. Durante estas expediciones hizo investigaciones tanto etnográficas como arqueológicas. La academia sueca halló algunos de sus trabajos “inmorales”[31], pues “entre sus investigaciones etnográficas había incluido descripciones de prácticas sexuales, y sus reportes incluían fotografías de individuos desnudos o escasamente vestidos.”[32]
Es posible que sea este hombre, o ya sean sus primos, Gustaf, o su primo segundo, Nils Otto Gustaf, el hombre que estuvo en tratamiento con Sadger. Lo que no ha sido posible esclarecer sería un detalle no menor: si el Barón Nils Erland Herbert Nordeskiöld visitó Viena al menos durante cinco meses, su tratamiento se realizó entre los meses de junio y octubre de 1909. Ahora bien; en las monografías de Lowie y Browman hallamos que Nils Erland estuve en Bolivia en los años 1908-1909. Hasta no confirmar las fechas exactas de la expediión a Bolivia, no podríamos aseverar del todo que se trate, efectivamente, del Barón Nils Erland Herbert Nordeskiöld.
Tal vez exista en un futuro, entre los historiógrafos del psicoanálisis, alguien que ayude a resolver esta interrogante y enriquecer, seguramente, los escasos datos hallados acerca del Barón Nils Erland Herbert Nordeskiöld. O quien haya sido el analizante del Isidor Sadger.
[1] Freud, S. (1914) Introducción del narcisismo. Obras Completas, Vol. XIV. Traducción de José L. Etcheverry. Amorrortu Editores. Buenos Aires. 1976.
[2] Ibid., pág. 71.
[3] Ibid., pág. 71. No es la única remisión de Freud a las trabajos de I. Sadger. Por ejemplo, en el historial clínico, Freud, S. (1911) Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia (Dementia paranoides) descrito autobiográficamente. Obras Completas, Vol. XII. Pág. 56. Traducción de José L. Etcheverry. Amorrortu Editores. Buenos Aires. 1976., Freud escribió “Indagaciones recientes nos han llamado la atención sobre un estadio en la historia evolutiva de la libido, estadio por el que se atraviesa en el camino que va del autoerotismo al amor de objeto.” Y agrega una nota de pie de página que remite a un trabajo de I. Sadger de 1910: Sadger, I. (1910) Ein Fall von multipler Perversion mit hysterischen Absenzen. Jb. psychoanalyt. psychopath. Forsch., 2, pág. 59.
[4] Ibid., pág. 71.
[5] Rank, O. (1911) Ein Beitrag zur Narzißmus. Jahrbuch f. Psychoanalyt. Forschungen, Bd. III. 1911.
[6] Toutin-Thélier, C. (1994) Présentation du texte de Freud: Pour introduire le narcissisme Zur Einführung des Narcißmus. L’Unbévue. No. 5 Parler aux murs. Printemps. Été 1994. Pág. 167. E.P.E.L. Paris. 1994.
[7] Wilde, O. (1891) The picture of Dorian Gray. The Complete Works of Oscar Wilde: stories, plays, poems & essays. William Collins Sons & Co. Ltd. Great Britain. 1966. Para conocer con más detalle la historia y la función de este texto de Oscar Wilde, remito al lector al estudio en detalle de Rodolfo Marcos-Turnbull, Oscar Wilde o el amor de lo imposible. Coll. Ta Erotiká. Editorial Me cayó el veinte. México. 2013.
[8] Freud, S. (1910) Un recuerdo infantil de Leonardo Da Vinci. Obras Completas, Vol. XI. Traducción de José L. Etcheverry. Amorrortu Editores. Buenos Aires. 1976.
[9] Freud, S. (1914), Op. cit, pág. 67.
[10] Strachey, J. Nota introductoria a Introducción del narcisismo de Sigmund Freud. Obras Completas. Vol. XIV, pág. 67. Traducción de José L. Etcheverry. Amorrortu Editores. Buenos Aires. 1976.
[11] Bronner, A. (2008) Vienna Psychoanalytic Society. The First 100 Years. Págs. 60-61. Christian Brandstätter Verlag. Wien. 2008.
[12] Danto, E. A. (2005) Freud’s free clinics: psychoanalysis and social justice, 1918-1938. Pág. 78. Columbia University Press. New York. 2005.
[13] Nunberg, H. y Federn, E. (1967) Les premiers psychanalystes. Minutes de la Société psychanalytique de Vienne II 1908-1910. Págs. 286 y 298. Traduit de l’allemand par Nina Bakman. Éditions Gallimard. Paris. 1978. La traducción del francés al castellano es mía.
[14] Ibid., pág. 307. La traducción es mía.
[15] La cursiva es mía.
[16] Nunberg, H. y Federn, E. (1967). Op. cit., pág. 287. La traducción es mía.
[17] Ibid., pág. 287. La traducción es mía.
[18] Ibid., págs. 287-288. La traducción es mía.
[19] Ibid., pág. 288.
[20] Ibid., pág. 299. La traducción es mía.
[21] Ibid., pág. 291. La traducción es mía.
[22] Ibid., pág. 299. La traducción es mía.
[23] Ibid., pág. 299. La traducción es mía.
[24] Ibid., pág. 299. La traducción es mía.
[25] Ibid., pág. 302. La traducción es mía.
[26] Ibid., pág. 302. La traducción es mía. Una puntualización: tanto en la lengua francesa, como en la traducción que hago, un malentendido no se deja de asomar en este pasaje: “…unos rasgos que le pertenecen a él.” Surge la pregunta: esta tercera persona, él, ¿a quién remite?
[27] Ibid., pág. 286.
[28] Ibid., pág. 288.
[29] Lowie, R. H. (1933) Erland Nordeskiöld. American Anthropologist, N. 5, Vol. 35. Págs. 158-164. 1933.
[30] Browman, D. L. (1998) Swedish contributions to American Archaeology: A note. Bulletin of the History of Archaeology 8(1):1-2.
[31] Ibid., pág. 2.
[32] Ibid., pág. 2.